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“Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.”

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“Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” Institute of Biblical Discipleship Mandamientos de Jesucristo en el Nuevo Testamento: Estudio Bíblico # 75 por Nolan McFadden Α Texto bíblico: Lucas 6:36 “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” (Lucas 6:36) Nuestro Señor Jesús mandó a sus discípulos “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” (Lucas 6:36). ¿Qué significa que nuestro Padre en el Cielo es misericordioso? Como cristianos ¿cómo seguimos el ejemplo de Dios de ser misericordiosos? ¿Qué tanto tenemos misericordia hacia otros? Como seguidores de Jesucristo en el s. XXI ¿cómo aplicamos este mandamiento del Nuevo Testamento en nuestra vida diaria? Usando la Santa Biblia como nuestro libro de texto consideremos lo que las Escrituras revelan acerca de la misericordia de Dios. I. Dios es misericordioso. Este es uno de los aspectos de Su carácter eterno. Jehová desea que sigamos Su ejemplo de ser misericordiosos a otros (Éxodo 20:3-6, Nehemías 9:31, Salmo 118:1, 2, 3, 4, 29; 136:1, 2, 3, 4, 5). A. En Lucas 6:36 la palabra “misericordia” está traducida de la palabra griega οίκτίρμονες; ésta significa “…compasión por otros,…(del carácter de Dios al ser expresado en Su pueblo);…”. (1) B. Jehová mandó: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:3-6). C. En relación al maravilloso hecho de que la “misericordia” de nuestro Señor (Jehová) es eterna, el salmista declaró cinco veces en el Salmo 118 “…para siempre es su misericordia” (Salmo 118:1, 2, 3, 4, 29). De igual manera, en referencia a la misericordia eterna de Jehová, en el Salmo 136 encontramos las palabras “Porque para siempre es su misericordia” cinco veces (Salmo 136:1, 2, 3, 4, 5). D. El salmista proclamó “Aleluya. Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.” (Salmo 106:1). E. Es reconfortante saber que, como cristianos, la misericordia de Dios hacia nosotros es para siempre a través de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 8:28-39; 9:15-24). En Romanos 9:22-24, el apóstol Pablo dijo: “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira


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preparados para destrucción [de los perdidos], y para hacer notorias las riquezas de su gloria [a los salvos], las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?” II. Dios muestra Su misericordia hacia todos mediante la lluvia para que la tierra pueda producir alimento tal como vegetales, frutas, semillas y nueces (Hechos 14:17). A. Los apóstoles testificaron a los paganos idólatras acerca de “el (singular) Dios viviente.” Ellos explicaron “si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.” (Hechos 14:17) B. Jesús enseñó en Mateo 5:44-45: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” C. El apóstol Pablo testificó “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:4-11). III. El Dios Padre mostró Su gran misericordia hacia nosotros al enviar a Su Hijo Jesús a morir sin pecado como sacrificio por el pago de nuestros pecados (Romanos 5:8, 1 Juan 2:1-2). A. El apóstol Pablo dijo: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8). B. Concerniente a la adopción espiritual y redención que tenemos en Cristo Jesús, Pablo proclamó: “… en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,” (Efesios 1:7). IV. Jehová revela Su gran misericordia hacia nosotros al perdonar nuestros pecados (Proverbios 28:13, Salmo 103:12). Dios desea que perdonemos a otros sólo por Él nos ha perdonado (Mateo 6:14-15, Efesios 4:31-32). A. En Proverbios 28:13 leemos: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” B. En el Salmo 103:12, David declaró: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” C. Nuestro Señor Jesús explicó: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los


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hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mateo 6:14-15). D. El apóstol Pablo instruyó a los creyentes: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:31-32) V. Dios manifiesta Su gran misericordia al retener Su juicio contra nuestros pecados (Salmo 13:5; 103:10-11, 2 Pedro 3:9). A. El rey David dijo “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.” (Salmo 103:10-11). B. David oró: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación.” (Salmo 13:5). C. El apóstol Pablo proclamó: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, !cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” (2 Pedro 3:8-14) VI. Como cristianos, Dios demuestra Su gran misericordia a nosotros al preparar un lugar en el cielo para sus hijos (Juan 14:1-6, Filipenses 3:20-21, 1 Pedro 1:3-5). A. Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:1-6). B. El apóstol Pablo aseguró a los cristianos “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Filipenses 3:20-21).


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C. El apóstol Pablo dijo a los seguidores de Cristo Jesús: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” (1 Pedro 1:3-5). VII. Imitemos el ejemplo de la misericordia de Dios mediante el perdón a otros por sus ofensas en nuestra contra (Lucas 23:24, Colosenses 3:12-15). A. Mientras moría en la cruz, Jesús oró así por los soldados romanos que los crucificaron: “…Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.” (Lucas 23:24) B. Pablo enseñó a los cristianos a “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” (Colosenses 3:12-15). VIII. Mostremos la misericordia de Dios al orar por la salvación de los pecadores (Éxodo 32:30-32, Mateo 5:44, 1 Timoteo 2:1-6). A. Nuestro Señor Jesús instruyó a Sus discípulos a: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos…” (Mateo 5:44-45) B. En Éxodo 32:30-32 leemos: “Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.” C. Pablo dijo a los cristianos: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:1-6).


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IX. Demostremos la misericordia de Dios hacienda el bien a aquellos que nos aborrecen y persiguen. A. En Mateo 5:44 Jesús dijo: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” B. Cristo Jesús enseñó: “y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.” (Mateo 5:41-42). X. Mostremos la misericordia de Dios proclamando el evangelio de Cristo Jesús a los pecadores (Marcos 16:15-16, Romanos 1:14-16). A. En Hechos 17:16-17 leemos: “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.” B. El apóstol Pablo proclamó: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:14-16) En conclusión, ¿has recibido la misericordia eterna de Dios arrepintiéndote de tus pecados, creyendo en el mensaje del evangelio y recibiendo personalmente a como tu Señor y Salvador? Si no, ¿por qué no oras ahora a Dios el Padre en el nombre de Su Hijo Jesús y encomiendas tu corazón y tu vida a Él? En Romanos 10:8-13, el apóstol Pablo dijo: “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo." (Romanos 10:8-13).


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Por fe, usted puede tomar la decisión eterna para ser salvo ahora. Si es su deseo de ser salvo, diga esta oración de fe en voz alta: Amado Padre Celestial, Vengo a ti en el nombre de Jesucristo. Reconozco que he pecado contra ti. Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Creo en mi corazón que Jesucristo murió para pagar el castigo por mis pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día para mí. Me arrepiento de mis pecados. Señor Jesús, por favor, perdona mis pecados y ven a vivir en mi corazón para siempre. Por favor, sálvame de mis pecados y hazme un hijo de Dios por el Espíritu Santo. Gracias mi Señor Jesús por la dádiva de la vida eternal en el Cielo. Amén Escriba en su Biblia la fecha en que tomó la decisión de la salvación. Por favor, háganos saber que ha recibido personalmente a Jesucristo como su Salvador y Señor para que podamos regocijarnos con usted. Confiese a Jesús delante de los demás. Sea bautizado por inmersión, asista y sirva con otros cristianos en una iglesia donde la Biblia es la autoridad final.

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Bibliografía 1. W. E. Vine, VINE’S EXPOSITORY DICTIONARY OF NEW TESTAMENT WORDS, (Iowa Falls, Iowa, RIVERSIDE BOOK AND BIBLE HOUSE), p. 744

© 2017, Nolan McFadden copias permitidas por el autor


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