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La Esperanza Duradera de los Cristianos Bíblicos

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La Esperanza Duradera de los Cristianos Bíblicos Por Nolan McFadden A La esperanza duradera es una bendición esencial en nuestras vidas. La esperanza fortalece nuestros corazones y nos da valor para el futuro. De hecho, la esperanza se ha definido como una expectativa segura de un futuro bueno. Sin esperanza, muchos caen en la apatía, la inquietud, las adicciones, el desánimo y la depresión. ¿Dónde podemos encontrar esperanza? Afortunadamente, hay esperanza en el planeta Tierra. La esperanza duradera se encuentra en Jehová y en sus fieles promesas reveladas en la Santa Biblia. En el Salmo 146:56, recordamos la promesa de esperanza de Dios. El salmista proclamó: “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre, ...” En el primer siglo, los discípulos de Cristo Jesús fueron llamados cristianos (Hechos 11:26). No fueron llamados bautistas, católicos, pentecostales, metodistas, dispensacionalistas o calvinistas o con cualquier otra denominación. En el Nuevo Testamento, un cristiano es una persona nacida de nuevo que sigue a Jesucristo y sus enseñanzas (Juan 3:1-36; 14:15-24; 15:10-22; 17:6-17). Afortunadamente, como cristianos nacidos de nuevo, tenemos mucho más que una esperanza temporal. Tenemos una esperanza interior y duradera que proviene del Espíritu Santo (Romanos 15:13). Hay buenas nuevas para las personas que buscan esperanza. Este mensaje de buenas nuevas (llamado el evangelio) fue mencionado por el apóstol Pablo en 1 Corintios 15: 3-4. En este texto bíblico, leemos: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”. Cuando una persona se arrepiente, cree en el mensaje del evangelio, recibe y sigue a Jesús como Señor y Salvador, Dios le da una esperanza interior y duradera. Por lo tanto, la esperanza duradera es verdaderamente un regalo de Dios. Los cristianos tienen esta esperanza interior. ¿En qué se diferencia la esperanza duradera de los cristianos de la esperanza temporal de los no salvos? Consideremos las diferencias: I. Jehová es “el Dios de esperanza”. El apóstol Pablo declaró: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13). Cuando “el Dios de esperanza” es tu Señor y Salvador, tienes esperanza abundante. Trágicamente, sin “el Dios de esperanza”, la gente vive su vida con desánimo y culpa, separada de Dios y sin esperanza abundante (Isaías 59:1-4). Según las Escrituras, Jesús es “nuestro gran Dios y Salvador...” (Tito 2:13). Posteriormente, en 1 Timoteo 1: 1, el apóstol Pablo se refirió al Señor Jesucristo como “nuestra esperanza”. Si usted conoce a Jesús como su Señor y Salvador, tiene la certeza de una esperanza abundante diaria. II. Según Tito 1:1-2, los cristianos viven “...en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos,...”. En Romanos 6:23


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aprendemos que la vida eterna es “la dádiva” de Dios que es recibido a través de la fe personal en nuestro Señor Jesús. Mientras que, sin creer en Jesucristo, uno no puede recibir esta dádiva de vida eterna de Dios el Padre. En Juan 3:36 el apóstol Juan declaró: “El que cree en el Hijo [Jesús] tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Cristo Jesús dijo: “...Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:6). Del mismo modo, al hablar de Jesucristo, el apóstol Pedro proclamó: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. (Hechos 4:12) III. Los cristianos viven con la esperanza de las oraciones contestadas de Dios nuestro Padre en el nombre de Su Hijo eterno: Cristo Jesús. En las Escrituras del Nuevo Testamento encontramos que Dios contesta las oraciones en el nombre de Jesucristo. ¿Por qué Dios responde nuestras oraciones en el nombre de su Hijo - Jesús? Según las Escrituras de la verdad, nuestro Señor Jesús es el mediador [singular] entre Dios el Padre y la humanidad (Juan 14: 6, Hechos 4:12, 1 Timoteo 2: 5-6, Hebreos 7:25). El apóstol Pablo proclamó: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:5-6). Además, nuestro Señor Jesús enseñó a sus verdaderos discípulos a orar, en no menos de seis veces en los capítulos 14-16 de Juan (14:13-14; 15:16; 16:23-26), a Dios el Padre “en mi nombre”. Por lo tanto, en obediencia a las instrucciones muy claras de nuestro Señor Jesucristo a Sus seguidores del primer siglo, es ante Dios nuestro Padre que debemos presentar nuestras oraciones en el nombre de Su Hijo eterno: Jesús. IV. Como cristianos, vivimos con la esperanza de las promesas de Dios de perdonar nuestros pecados, limpiarnos de nuestros pecados y salvarnos de nuestros pecados (Mateo 1:21, Romanos 3: 23-26, 2 Corintios 5:21, Efesios 1:7, Hebreos 10: 9-17, 1 Pedro 3:18, 1 Juan 1:6-11, 1 Juan 2:1-2). El apóstol Juan declaró: “Y él [Jesús] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 2:2). En 1 Pedro 3:18 el apóstol Pedro proclamó: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;…” En cambio, sin recibir el perdón de Dios por los pecados, al no creer en la muerte sustitutiva de Jesucristo como la base del perdón, uno no puede recibir el perdón de Dios por sus pecados. Jesús explicó a las personas que rechazaron sus enseñanzas: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”. (Juan 8:24). V. Como cristianos, tenemos “la esperanza bienaventurada” de la promesa de la venida de nuestro Señor. El apóstol Pablo escribió sobre “la esperanza bienaventurada” en Tito 2:13. Él dijo: “...aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,”. Nuestro Señor Jesús prometió a Sus seguidores: “Y si me fuere y os preparare lugar [en el Cielo], vendré otra vez [del Cielo], y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. (Juan 14:3). VI. Los cristianos viven con la esperanza de ser resucitados para recibir un cuerpo nuevo y glorificado en la venida de nuestro Señor. El apóstol Pablo habló de esta esperanza especial


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de resucitar a la vida eterna que Dios da a los creyentes; él escribió “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” (1 Tesalonicenses 4:13-18). De la misma manera, Pablo enseñó: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. (Filipenses 3:20-21). De manera similar, en 1 Corintios 15:50-57, Pablo explicó: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Los cristianos serán resucitados para disfrutar de la vida eterna en el cielo nuevo y la tierra nueva (Apocalipsis 21-22). En cambio, los incrédulos serán resucitados para recibir el juicio eterno de Dios por sus pecados. El apóstol Juan explicó: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. (Juan 5:28-29). Más aún, Juan escribió: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Apocalipsis 20:10-15). También, en Apocalipsis 21:8, el apóstol Juan advirtió: “Pero los cobardes e


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incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. VII. Como cristianos, cada minuto de nuestras vidas, tenemos la esperanza de la presencia de Dios con nosotros. Estamos al cuidado de Dios cada día. Nuestro Señor ha prometido que nunca nos desamparará ni nos dejará (Hebreos 13:5-6). En Mateo 28:20 Jesús les dijo a Sus discípulos: “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. VIII. Como cristianos, tenemos la esperanza de la promesa de Dios de ser nuestro ayudador cada día. El apóstol Pablo exhortó: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre”. (Hebreos 13:5-6). IX. Como cristianos, tenemos la esperanza de las promesas de Dios de guiarnos y enseñarnos. En el Salmo 32:8 Jehová dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”. Jesús les prometió a sus discípulos: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. (Juan 16:13). X. Como cristianos, tenemos la esperanza de la promesa de Dios de librarnos del mal. En el Salmo 32:7 el Rey David oró a Jehová diciendo: “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah”. El apóstol Pablo confió en nuestro Señor para liberarlo. Él escribió: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. (2 Timoteo 4:18) El apóstol Pedro escribió, “y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;” (2 Pedro 2:6-9). XI. Como cristianos, tenemos la esperanza de la promesa de Dios de suplir nuestras necesidades. Jesús enseñó: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6:33) El apóstol Pablo alentó a los cristianos que habían aportado generosamente a su obra misionera. Él dijo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:19). XII. Como cristianos, tenemos la esperanza de la promesa de Dios de consolarnos y fortalecernos. Jehová dijo a su pueblo en los días del profeta Isaías: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41:10). Del mismo modo, Jesucristo prometió a sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he


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dicho”. (Juan 14:26). El apóstol Pablo proclamó: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13). Como cristianos genuinos, nuestra esperanza no está en la humanidad, los políticos, la tecnología, la filosofía, la psicología, la economía o un arsenal militar. Podemos honrar y apreciar a las personas por su buena conducta y buen trabajo; no obstante, debemos recordar que la humanidad ha sido corrompida por el pecado (Salmo 10, Isaías 64:6-7, Jeremías 17:9-10, Romanos 3:10-23); es por ello que, el salmista declaró: “Mejor es confiar en Jehová Que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová Que confiar en príncipes.” (Salmo 118:8-9). En el Salmo 39:5 leemos: “...Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah”. De la misma manera, el salmista oró a Jehová diciendo: “Danos socorro contra el enemigo, Porque vana es la ayuda de los hombres. En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos”. (Salmo 60:11-12). Nuestra esperanza diaria debe estar en Jehová nuestro omnipotente Dios de Israel. Es Jehová, y solo Él, quien nos salva, sana, fortalece, protege y nos sostiene. En oración, necesitamos buscarlo, pedir su ayuda, su consejo y su guía que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Porque sin nuestro Dios, no podemos hacer nada de valor eterno (Jeremías 10:6-7, Juan 15:5). Sigamos confiando en Jehová para ayudarnos, fortalecernos, enseñarnos y guiarnos. Que seamos animados hoy en la fidelidad, esperanza, amor y misericordia de Dios. Ω

© 2020 Nolan McFadden Copias permitidas por el autor.


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