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Triduo a Santa Rita de Cascia

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TRIDUO A

SANTA RITA DE CASIA


SANTA RITA DE CASIA SU VIDA Santa Rita de Casia nació en el año 1381, en Roccaporena a 5 kms de Casia (a 150 kms al norte de Roma) Hija única concebida de una manera un tanto misteriosa, cuando sus padres ya son ancianos. Recibe una exigente educación cristiana. Crece practicando la fe, incluso en un clima social adverso. Es la época del Cisma del occidente en la Iglesia. Hay en el ambiente político muchas deserciones, riñas entre familias por motivos políticos. Rita sin embargo va creciendo como fiel y diligente cristiana. Su adolescencia y su juventud transcurren circunscritas a su ambiente familiar. Sale poco. Sabemos que acostumbraba a ir con frecuencia en días apacibles a pasear, disfrutar de la naturaleza. Le agradaba subir a un montículo próximo a su casa. Dicen que desde allí se emocionaba contemplando la belleza del campo; oraba, contaba, disfrutaba de la dulzura de Dios, intuyéndole en su interior y como observando su huella en el ambiente armónico de las platas, las flores, toda la naturaleza circundante. En casa posee un pequeño oratorio en donde pasa mucho tiempo orando. Participa a Diario en la Santa Misa y Toma la decisión de ofrecerse a Dios en holocausto por los pecados del mundo. Pide a sus padres que la dejen ingresar en el Monasterio de Agustinas de Casia, porque solo anhela consagrarse a Cristo para siempre. Pero…

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A sus 16 años sus ancianos padres la obligan a contraer matrimonio con un joven varios años mayor que ella, Pablo Fernando, aparentemente cristiano, económicamente bien situado, pero de carácter áspero e irascible, metido en reyertas políticas. Rita pronto recibe malos tratos por parte de su esposo, que al mismo tiempo le dificulta la práctica de su fe. Pero ella le es fiel; y, con dulzura, intenta llevarle a un digno comportamiento cristiano. Año y medio después de contraer matrimonio, a los 18 años de edad, tiene su primer hijo: Juan Santiago. A raíz de este acontecimiento Rita logra la conversión de su marido; y comienza una vida llena de paz familiar. A los 20 años tiene su segundo hijo: Pablo María. Se consolida el ambiente de grata convivencia familiar; ella se dedica intensamente a la educación cristiana de sus hijos, simultaneada con mucha oración, en la que hace participar a su marido y a sus hijos. Pero fuera de su casa las rivalidades familiares por motivos políticos siguen en la pequeña república de Casia. Cuando Rita tiene 30 años, su marido aparece asesinado. Sus hijos tienes 12 y 10 años respectivamente. Rita ora por los asesinos. Sabe quiénes son y se acerca a ellos a ofrecerles el perdón, y a pedirles reconciliación entre las familias. Su bondad y su amor cristiano son tan expresivos que les convence; y Rita consigue la paz familiar. Pero en sus hijos surge el deseo de venganza Rita intenta disuadirlos y enseñarles a amar a los enemigos. Ellos, no obstante, azuzados por otros jóvenes, alimentan aún más el ardor por vengar la muerte de su padre. Rita revestida de intensa fe y con profunda esperanza, acude así a Dios. «Toma mi vida, Señor, e incluso la de mis hijos, antes de que ellos cometan un grave pecado; sino desisten de la venganza, llévatelos contigo». Y, un año y medio después de la muerte de su marido, una peste contagiosa acaba con la vida de los adolescentes cuando solo tenían 14 y 12 años respectivamente.

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Rita es una viuda que vive sola, dedicada a la oración y a la penitencia. Reviven en ella los deseos de ingresar en el Monasterio de las Agustinas de Casia. Por tres veces la rechazan con el pretexto de que es viuda y allí sólo admiten jóvenes vírgenes. Rita se lo pide insistentemente a Cristo. Sus plegarias cargadas de amor y confianza, son atendidas. A los 33 años aún no cumplidos ingresa milagrosamente en el Monasterio: en una noche de elevada oración es transportada al interior del Convento en compañía de San Agustín, San Nicolás y San Juan Bautista, tres santos de su especial devoción a quienes había acudido como intercesores. Las Monjas, al acudir al coro, allí la encuentran rezando. Reconocen el milagro y la admiten como Agustina. Rita ya en el Convento lleva una vida feliz de estricta observancia, exquisita

obediencia,

cordial

convivencia.

Siempre

sonriente

y

generosa, sacrificada por lo demás, entregada a la oración y al bien común. Han pasado ya 28 años de fidelidad y amor, entregada a la Vida Religiosa en servicio a la iglesia. Y a los 61 años ante el deseo enorme de identificarse con Cristo y participar en los dolores de su pasión, cuando ora ante el crucificado que había en su celda, recibe el estigma de una espina en la frente desprendida de la cabeza de Cristo. Durante 15 años será su martirio y el motivo de tener que vivir recluida en una celda, a causa del hedor pestilente que emanaba de la herida. Cuando Rita tiene ya 69 años, y lleva ya 8 recluida en su celda sometida al duro sacrificio que le ocasiona la huella ardiente de la espina de Cristo clavada en su frente tiene lugar el Año del Jubileo de 1450. Rita pide a Dios que le cure la herida para poder peregrinar a Roma con su comunidad. Dios se lo concede. La herida se cierra. Rita va a ver cumplidos sus deseos de ir a la Ciudad del Papa a

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recibir las gracias que la Iglesia concede. Durante la peregrinación es la admiración de todas las hermanas al ver el amor y el gozo que demuestra caminando a pie y animando a cuantos la acompañan. En Roma ha podido cumplir sus deseos, y vuelve pletórica de alegría. Pero, al llegar de regreso al Convento se le abre de nuevo la herida de la frente, y tiene que volver a su reclusión en la celda. A los 72 años queda postrada en la cama enferma de marasmo (extremado enflaquecimiento desgaste y agotamiento del cuerpo), enfermedad que la atormentará y la llevará hasta su muerte. ¡Cinco años sujeta al martirio lento del lecho del dolor; pero gozosa de poder compartirlo con su amado Redentor! Próxima a entregar ya su vida humana definitivamente a Dios, cuando tenía 75 años de edad -cinco meses antes de muerte- se da el prodigio de la rosa: en pleno invierno, cuando toda la campiña está nevada, pide a una prima que la visitaba que le traiga una rosa que asegura reiteradamente está floreciendo en el huerto de su familia. Creen que delira. No obstante la prima se siente impulsada a ir al huerto y… -¡Oh singular prodigio!- Allí se encuentra una linda rosa, crecida en un frondoso rosal, en medio de la nieve. Se difunde su fama de santidad. Se aumentan las visitas al huerto familiar a observar el rosal; y, sobre todo, se aumenta el interés a visitar a la santa enferma, ya casi moribunda. Y ante su lecho se repiten singulares prodigios. A los 76 años de edad -y 44 de religiosa- el día 22 de Mayo de 1457, después de ser confortada con la Sagrada Eucaristía, y dirigir palabras de amor fraterno a sus hermanas de Religión, con el rostro exuberante de dulzura, reflejando el gozo de los que se encuentran saturados de dicha, Rita entrega subida a Dios, como quien descansa en un gratificante y dulce sueño de paz. ¡Ha muerto una Santa! Dicen testimonios escritos de quienes convivieron con ella

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que nunca se quejó de sus males, ni de sus dolores, ni de su enfermedad; que siempre se veía sonriente como quien goza de una gran dicha y que su presencia y su conversación contagiaban bondad y estimulaban a amar a Cristo. Fue Beatificada por el Papa Urbano VIII en 1628. Fue Canonizada por el Papa León XIII el 24 de Mayo de 1990. Y en su canonización se dijo que en Rita se cumplió lo que su anciana madre anunció como por inspiración del cielo unos meses antes de que Rita naciese: «daré a luz una niña que servirá de modelo a la mujer cristiana». Efectivamente: Rita fue inocente y candorosa de niña; casta y piadosa de joven; amorosa y sacrificada de casada; abnegada y heroica de madre; recogida y orante de viuda; fervorosa y observante de Religiosa; en definitiva: modelo de santidad en todas las situaciones de la vida de una mujer cristiana.

Sabías que... • El cuerpo de santa Rita se encuentra incorrupto y descansa en la basílica que lleva su nombre, en Cascia (Italia). • Según una tradición, desde que era bebé, mientras dormía en una cesta, abejas blancas se agrupaban sobre su boca depositando en ella la dulce miel sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Uno de los campesinos, viendo lo que ocurría trató de dispersar las abejas con su brazo herido. Su brazo se sanó inmediatamente. • Después de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el monasterio de Cascia. Las abejas blancas surgían de las paredes del monasterio durante Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de Mayo. • En recuerdo del milagro de las rosas ocurrido antes de morir, surgió, con la aprobación de la Iglesia, la tradición de bendecir las rosas el día de su fiesta. Muchos fieles que acogieron con fe esta devoción se vieron beneficiados física y espiritualmente. https://santaritadacascia.org/es/

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TRIDUO EN HONOR A SANTA RITA DE CASIA Oración inicial para todos los días Señor, creemos estar en tu divina presencia. Imploramos tu ayuda de Padre. Danos la gracia de orar, apoyados en la intercesión de Santa Rita, al mismo tiempo que reflexionamos en el Ejemplo de su santa vida. Auméntanos la fe; haznos, por encima de todo, estar dispuestos a realizar tu voluntad, y que las gracias que tú quieras otorgarnos en este Triduo sirvan para vivir mejor nuestra conducta cristiana en proceso de Santificación, y en beneficio de la Iglesia. Te lo pedimos unidos a tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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DÍA 1 Santa Rita, la santidad en lo ordinario Santa Rita de Casia, en colaboración a la gracia de Dios, santificó todos los estados de vida de una mujer cristiana: mientras permaneció soltera vibró en fidelidad de la fe, obediencia a sus padres y entrega al quehacer diario con espíritu de unión con Dios. En su vida matrimonial, fue fiel a su marido, logró convertirle al Señor, educó a sus dos hijos en el amor a Dios y en el amor al prójimo, llevó la paz a sus familiares en disensiones de enemistades políticas, ofreció con santa oblación y generosa abnegación la muerte violenta de su marido y el repentino fallecimiento de sus dos hijos. De viuda se dedicó a una santa soledad en oración, y en promoción de la paz entre los suyos. Durante su vida

de

Religiosa

fue

disciplinada

observante de sus normas, promovió la convivencia en el amor y dedicó largas horas de su vida a orar y ofrecer el dolor insistente de sus continuos sufrimientos. ¡Toda una vida para Dios, hecha santidad en lo ordinario de cada día! Cada uno de nosotros, en nuestro propio estado de vida, tenemos la gracia de Dios en abundancia para mantener la más exigente fidelidad, conseguir la más elevada santidad y superar con optimismo las más adversas circunstancias. Dios espera de cada uno de nosotros, como en Santa Rita, un testimonio auténtico de vida cristiana en todos los momentos ordinarios de cada jornada. Santificar las pequeñas acciones, sublimar las más elementales

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exigencias, vivir en ofrecimiento constante a Dios y en fidelidad al deber. El ejemplo y la intercesión de Santa Rita nos impulsan y estimulan. Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita. Preces Para que todos los cristianos sepamos hacer en cada momento la voluntad de Dios asumiendo con fidelidad todos los deberes del propio estado, roguemos al Señor. Para que las contrariedades y duras exigencias de la vida no nos quiten la paz, nos sirvan para intensificar nuestra fe y poner más empeño en mantenernos fieles al amor a Dios y al prójimo, roguemos al Señor. Para que en las carencias y necesidades de cada día no nos dejemos llevar por la angustia, sino que redoblemos la oración y el esfuerzo por realizar lo más acorde con la fe cristiana, roguemos al Señor. Para que aspiremos de corazón a la santidad que Dios espera de nosotros, en beneficio personal y en beneficio de la Iglesia, roguemos al Señor. Padre nuestro… Oremos: Señor, te suplicamos, por intercesión de Santa Rita, que ilumines nuestra mente y muevas nuestra voluntad para conseguir que, a través de todo el decurso de nuestra vida, obremos con perfección cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

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DÍA 2 Santa Rita, la santidad en el sufrimiento Si algo caracterizó y sobresalió en todo el transcurso de la vida de Santa Rita fue el sufrimiento sobrellevado con generosidad cristiana y ofrecimiento a Dios. Desde muy joven Rita soportó las contradicciones que exige la obediencia en pugna con los sentimientos humanos; tuvo que someterse dócilmente a la voluntad de sus padres que le imponen la obligación de casarse, cuando ella aspiraba a consagrarse en virginidad a Dios. En su matrimonio soporta los malos tratos y exigencias de su marido; y sufre el dolor de su violenta muerte al ser asesinado,

cuando

ya,

convertido,

convivía con ella e dulce y feliz sintonía. Fue dolorosa ruptura sentimental para ella ver la muerte repentina de sus dos hijos aún adolescentes. Las reiteradas negativas iniciales a su admisión en el convento le ocasionan incomprensible situación angustiosa. Y durante su larga vida ya de Religiosa, las contrariedades de su salud y verse atormentada por los dolores de su espina en la frente, y el aislamiento que le ocasiona su pestilente hedor, constituyen un ininterrumpido holocausto de arduos sufrimientos físicos y psicológicos. Hasta el momento de su muerte se toda su vida se ve teñida constantemente por el sacrificio crucificante del dolor. Y, sin embargo, nunca perdió la compostura cristiana, siempre ostentaba, no sólo conformidad con la permisión divina, sino sonriente ofrenda generosa a Dios,

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uniendo su dolor personal al sufrimiento de su amado Redentor en la cruz. Asume el sufrimiento de cada día como una gracia para poder colaborar mejor en la pasión y muerte de Cristo. No es posible permanecer con fidelidad y optimismo en una vida plenamente cristiana sin asumir la cruz de cada día, las exigencias y contrariedades de tantos momentos difíciles, y el sufrimiento que nos puede venir de nosotros mismos, de la salud, de las circunstancias, de los demás. En todo se da una permisión divina, acompañada de su gracia, que hace que todo contribuya para el bien de los que aman a Dios. Pero es preciso sobrellevarlo con amor; con generosidad, reafirmando la mejor compostura cristiana. El ejemplo y estímulo de Santa Rita nos ayudan y estimulan. Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita. Preces Para que ni el dolor físico ni el sufrimiento moral nos aparten de Dios, roguemos al Señor. Para que ante las arduas exigencias del sufrimiento, mantengamos la conformidad con la voluntad de Dios, veamos con fe la permisión divina, y sobrellevemos todo unidos a Cristo Crucificado, roguemos al Señor. Para que ante la perspectiva de la muerte personal o ante la realidad de la muerte de los seres queridos, reafirmemos nuestra fe en la vida eterna y aumentemos nuestra confianza en Dios, roguemos al Señor. Para que de todo dolor saquemos oportunidad para hacer un mejor ofrecimiento de la vida a Dios, y nos mantengamos amando con más perfección cristiana, roguemos al Señor. Padre nuestro…

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Oremos: Señor,

concédenos,

por

intercesión

de

santa

Rita,

asociarnos a tu Pasión y Muerte en todas las circunstancias dolorosas de nuestra existencia, y mantener el optimismo ante la vida y la esperanza puesta en ti cuando Tú permitas que pasemos por cualquier prueba crucificante o que exija dura abnegación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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DÍA 3 Santa Rita, la santidad en la intercesión Santa

Rita,

recibe

el

título

de

“abogada de lo imposible”. La devoción popular de los fieles cristianos que conocen su vida, las exigencias que tuvo que soportar, y los singulares prodigios que en torno a su persona ha realizado la Divina Providencia, hacen que se acuda a Santa Rita con la confianza de que ella intercede

ante

Dios

con

eficacia

excepcional. Es que Santa Rita, por especial

gracia

de

Dios,

vivió

tan

íntimamente unida a su amado Redentor, que se consideraba siempre, formando unidad de amor con el mismo Cristo: con Él sentía, con Él sufría, con Él oraba, con Él vivía. Necesariamente asociada a su mismo Espíritu, su oración confiada resultaba siempre eficaz intercesión ante el Padre. Con su intercesión consiguió curaciones a familiares y amigos. Con su oración consiguió liberarse temporalmente del pestilente olor de la herida de su espina en la frente, para poder realizar su viaje de peregrinación a Roma. Con su deseo de disfrutar de la belleza de Dios consiguió el milagro de la rosa en pleno invierno, símbolo de tantos milagros realizados con sus rosas bendecidas. Con su oración y su amor a Cristo ha conseguido y consigue del Padre mover muchos corazones a la santidad o al seguimiento evangélico de la fe cristiana. Santa Rita nos enseña a valorar la oración, comprometiendo en ella una vida en sumisión a la voluntad amorosa de Dios. Nos enseña que debemos orar y al mismo tiempo amar; aceptar la voluntad de Dios y ponernos con confianza en sus manos. Santa Rita con su

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ejemplo y estímulo nos ayuda a orar en la vida y a vivir en conformidad y fidelidad de ofrenda orante al Señor con todo lo que somos y tenemos. Unos instantes de reflexión; y pidamos la gracia que deseamos obtener por intercesión de Santa Rita. Preces Para que todos los días reafirmemos nuestro amor y confianza en Dios en una oración sincera, roguemos al Señor. Para que utilicemos la oración como instrumento de santificación, de tal manera que logremos vivir en frecuente diálogo de amor con Dios, roguemos al Señor. Para que al suplicar al Señor y pedirle beneficios personales, mantengamos ante todo el deseo de aceptar su voluntad, roguemos al Señor. Para que oremos unidos a la Iglesia, intercedamos por sus necesidades, y hagamos que nuestra oración reafirme nuestra fe en Cristo y un amor sinceramente cristiano de servicio a los demás, roguemos al Señor. Padre nuestro…

Oremos: Señor, concédenos, por intercesión de Santa Rita, un espíritu de oración que nos santifique y nos sirva para vivir más unidos a Ti y en mejor disposición de bondad para con los que nos rodean. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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