Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
1
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
2
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Desarrollo Moral
y Emociones
Editores
Jaime Yáñez-Canal
Laura Milena Segovia Nieto
Jaime Alfonso Chaparro Parra
3
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Desarrollo moral y emociones / Jaime Yáñez-Canal... (y otros 7). Bogotá: Corporación Universitaria
Minuto de Dios - UNIMINUTO, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, 2017.
ISBN: 978-958-763- 245-3
350 p. il.
1.Emociones -- Aspectos sociales 2.Psicología -- Aspectos morales 3.Conciencia (Moral) -- Aspectos
sociales i.Pacheco Castañeda, Laura ii.Pinedo Canillo, Iván iii.Billmann-Mahecha, Elfriede iv.Perdomo Salazar, Adriana Milena v.Mojica Mojica, Andrea vi.Yáñez-Canal, Jaime (Editor) vii.Segovia Nieto,
Laura Milena (Editora) viii.Chaparro Parra, Jaime Alfonso (Editor)
CDD: 152.4 D37d BRGH
Registro Catálogo UNIMINUTO No. 88926
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DESARROLLO MORAL Y EMOCIONES
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Rector General Corporación Universitaria
Minuto de Dios - UNIMINUTO
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Decano Facultad de
Ciencias Humanas y Sociales
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Impresión
Panamericana formas e impresos S.A.
Impreso en Colombia – Printed in Colombia
Primera edición: octubre de 2017
300 ejemplares
Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO
Calle 81 B # 72 B – 70
Bogotá D.C. - Colombia
2017
Reservados todos los derechos a la Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO. La reproducción parcial de esta obra, en cualquier medio, incluido electrónico, solamente puede realizarse con
permiso expreso de los editores y cuando las copias no sean usadas para ines comerciales. Los textos
son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión de UNIMINUTO.
4
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
CONTENIDO
Presentación
9
Las emociones y la moral: una propuesta desde la psicología
Laura Pacheco Castañeda, Iván Pinedo Cantillo, Jaime
Yáñez-Canal
17
La culpa y su relación con la moralidad
Laura Pacheco Castañeda, Jaime Yáñez-Canal
81
La acción moral y la psicopatía
Laura Pacheco Castañeda, Jaime Yáñez-Canal
111
Razonamiento sociomoral en los niños con respecto a las
relaciones de inclusión-exclusión.
Jaime Yáñez-Canal, Elfriede Billmann-Mahecha, Adriana
Milena Perdomo Salazar, Andrea Mojica Mojica
151
Comprensión y resolución de conlictos en las relaciones de
pares: el desarrollo moral en la vida cotidiana
Adriana Milena Perdomo Salazar, Jaime Yáñez-Canal, Andrea
Mojica Mojica
251
5
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Índice de tablas
Tabla 1.
Ideas de Lazarus en torno a las emociones
46
Tabla 2. Asociación entre dominios, conglomerados y
categorías especíicas
174
Tabla 3. Frecuencias de las categorías especíicas
205
Tabla 4. Niveles de consistencia a través de las láminas
por grupo de edad
216
Tabla 5. Niveles de lexibilidad en los tipos de juicio por
grupo de edad
217
Tabla 6. Niveles de consistencia de Kruskal-Wallis de
los tres tipos de juicio en cada lámina
218
Tabla 7. Rangos de signiicancia por edad
218
Tabla 8. Niveles de consistencia de Kruskal-Wallis de
los tres tipos de juicio
222
Tabla 9. Rangos de signiicancia de los niveles de lexibilidad por grupos de edad
223
Tabla 10. Distribución de la muestra por edades e instituciones educativas
295
Tabla 11. Categorías de contenido y tendencias de la
motivación en la elección
303
Tabla 12. Correlación de Spearman entre la edad y los
medios
307
Tabla 13. Frecuencia de uso de las categorías de contenido según la elección, el contexto de la elección,
la edad y el estrato
313
Tabla 14. Resultado de las relaciones entre categorías de
contenido y edad
317
6
Contenido
Tabla 15. Resultado de las relaciones entre las categorías
de contenido y el estrato
318
Tabla 16. Resultado de las relaciones entre decisión y edad
319
Tabla 17. Modelos log-lineales
320
Tabla 18. Frecuencias de consistencia en la respuesta
frente a los contextos moral y práctico
321
Tabla 19. Frecuencias de consistencia en la respuesta
frente a los contextos de la elección moral y
práctico por edad
322
Tabla 20. Resultado de las relaciones entre los sentimientos y las estrategias de reparación con la
edad y el estadio del dilema
323
Tabla 21. Resultado del test de Mann-Whitney U
324
Índice de iguras
Figura 1.
Lámina de juego informal (niños jugando a la
pelota)
Figura 2. Lámina de juego de voleibol (juego formal)
Figura 3.
Lámina de juego de la piñata
Figura 4. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de
5 años
Figura 5.
166
166
167
207
Categorías de mayor frecuencia para el grupo
de 9 años
207
Figura 6. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de
13 años
208
7
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Figura 7.
Categorías de mayor frecuencia para el grupo de
17 años
209
Figura 8.
Estructura del dilema sociomoral
299
Figura 9.
Frecuencia de pertenencia al estadio de la amistad
según la edad
308
Figura 10. Frecuencia de pertenencia al estadio de la
promesa según la edad
308
Figura 11. Frecuencia de pertenencia al estadio del dilema
según la edad
309
Figura 12. Frecuencia de elección por edad en los contextos de la elección práctico y moral
310
Figura 13. Frecuencia de la decisión por género en los
contextos de la elección moral y práctico
310
Figura 14. Frecuencia de la decisión por estrato en los
contextos de la elección práctico y moral
311
Figura 15. Frecuencia del tipo de razón para la elección en el
contexto de la elección práctico
315
Figura 16. Frecuencia del tipo de razón para la elección en
el contexto de la elección moral
316
Figura 17. Frecuencia de la atribución de sentimientos
relación a la consistencia en la elección
323
Figura 18. Frecuencia de las estrategias de reparación en
relación a la consistencia en la elección
324
8
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
PRESENTACIÓN
Este libro hace parte del trabajo investigativo del grupo
de investigación Estudios sobre desarrollo socio-moral de la
Universidad Nacional de Colombia y el programa de Psicología
de la Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO.
En nuestro trabajo conjunto hemos publicado 4 libros dentro de
una serie llamada “Cognición, Moral y Desarrollo Psicológico”. El
presente texto es el quinto de la serie y presenta una compilación
de artículos escritos en diferentes momentos. A pesar de que son
artículos independientes fueron recopilados para este volumen
teniendo en cuenta la unidad temática que ofrecen. Debido a
que fueron escritos en diferentes momentos por los miembros de
nuestros grupos de trabajo, el lector podrá encontrar algunas ideas
repetidas, o incluso algunas variaciones teóricas que muestran el
progreso y la evolución de nuestras aproximaciones conceptuales.
Los artículos que componen este libro se describen a continuación.
9
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Las emociones y la moral: una propuesta
desde la psicología
En este artículo intentamos mostrar las discusiones más
relevantes sobre el concepto de emoción, al igual que la historia
sobre las relaciones entre este proceso, la razón y el comportamiento
moral. Después de presentar un panorama amplio de la historia
de la emoción y de presentar el debate dado entre las posturas de
Hume y Kant, que marcaron dos tendencias sobre la relación de la
moral con las emociones y la razón, presentamos los debates dados en la psicología. En esta presentación histórica abordaremos
inicialmente las posturas isiológicas representadas, entre otros,
por James (1884), Le Doux (1986), Ekman (1992), e Izard (1997)
quienes comparan las emociones con mecanismos relejos y por
lo tanto, carentes de cognición. Posteriormente mostraremos los
argumentos e ideas de las posturas cognitivas de la emoción. Dentro de los autores que presentaremos en esta postura podemos
citar a Arnold (1960), Lázarus (1996), Solomon (2003b), Lyons
(1993) y Nussbaum (2008). En esta exposición fue necesario
clariicar primero qué entendemos por cognición y diferenciar el
término del concepto de razón. Usualmente se ha asociado (por
razones heredadas de posturas ilosóicas antiguas) cognición con
proceso racional, con relexiones explícitas que operan de manera
abstracta y sin contaminaciones de eventos alejados de la verdad
y la representación. En nuestro escrito habremos de diferenciar
el concepto de cognición del de razón, para incluir en el primero
todos los procesos de selección y organización de la información.
De esta manera, incluimos como procesos cognitivos todos los
procesos de percepción que se presentan en especies no humanas.
Todo organismo tiene la capacidad de atender a ciertos estímulos
y eventos del ambiente y actuar de acuerdo a la signiicación o
valoración que ellos le despierten. De esta manera, ese acto de
10
Presentación
valoración se establece para una resigniicación del concepto
de cognición. La cognición puede presentarse, de acuerdo a esta
conceptualización, en los niños pequeños y en los animales, que
tienen que discriminar variados eventos del ambiente.
De acuerdo a esta clariicación del concepto de cognición
argumentaremos que no existe la usual separación y oposición entre
cognición y emoción. La emoción sería el producto de un acto de
valoración o appraisal que depende del nivel cognitivo de la especie
y del individuo humano en su desarrollo. Esta conceptualización
nos conduce a una clasiicación de las formas emocionales, donde
proponemos establecer las particularidades de las emociones
complejas, en las que las valoraciones morales ocupan un lugar
fundamental. La culpa, la compasión y otras formas asociadas a
valoraciones morales, son expresiones complejas propias de los
seres humanos. De esta manera, ofrecemos una nueva manera
para abordar las relaciones entre emociones y moral.
La culpa y su relación con la moralidad
Este artículo es la continuación del anterior ya que en este
abordamos la culpa en tanto emoción compleja, al tiempo que
explicamos sus características y demandas cognitivas. Analizamos
inicialmente el valor dado a la culpa en teorías morales clásicas,
al igual que la argumentación esgrimida con el in de presentarla
como el camino más adecuado para comprender el actuar moral.
Posteriormente, debatimos en contra de esta posición y mostramos las formas poco adaptativas y bastante incoherentes como
se puede expresar la culpa. Las diferentes expresiones de esta
última nos conducen a retomar algunas ideas del anterior artículo
y a mostrar en este nuevo terreno las diferentes expresiones emocionales y su variada complejidad cognitiva.
11
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
La acción moral y la psicopaía
En este tercer artículo avanzamos un paso más en el nivel
de especiicidad de lo expuesto en los dos anteriores. Analizamos
la acción del psicópata, el criminal que usualmente se describe
como carente de emociones morales. Así mismo, presentamos
las diferentes teorías sobre el comportamiento psicopático y probamos el abordaje que sugerimos en los dos artículos anteriores.
Con estas alteraciones de la personalidad podremos mostrar de
otra manera que las acciones de los sujetos no se diferencian por
la presencia o ausencia de emociones o de cognición, sino por
las valoraciones diferenciales que pueden presentarse respecto a
los seres humanos u otros eventos a los que nos enfrentamos en
nuestra cotidianidad.
Razonamiento sociomoral en los
niños con respecto a las relaciones
de inclusión y exclusión
En este artículo (que hace parte de un proyecto de investigación inanciado por Colciencias –código: 1101-10-13875– y
la División de Investigaciones de la Universidad Nacional de
Colombia, Sede Bogotá) presentamos algunos resultados de un
trabajo empírico sobre el desarrollo moral. El informe alude a una
investigación de los juicios que los niños tienen sobre las conductas de exclusión. El concepto de exclusión es abordado en este
trabajo de una manera compleja y con signiicaciones diferenciales, según las demandas de los contextos. Por ejemplo, el acto
de exclusión adquiere un sentido diferente si es aplicado en una
actividad deportiva o en un contexto de dominio y descaliicación
de algún semejante. El segundo uso del término, al que usualmente
se ha dado el caliicativo de moral, se presenta cuando alguien saca
a alguien de alguna actividad por razones discriminadoras, o por
algún tipo de prejuicio. El sacar a alguien de un establecimiento
12
Presentación
público, o no dejarle participar en un determinado cargo por razones de color, raza o género, ocasiona las más diversas reacciones
que se acompañan de justiicaciones de tipo moral. La justicia, la
igualdad, la equidad, el respeto a la dignidad u otras similares son
algunas de las razones que se esgrimen para descaliicar este tipo
de conducta. La exclusión en estos contextos genera un rechazo
que expresa, de alguna manera, nuestra valoración de ciertos
sentidos morales.
No obstante, existen otros contextos donde el excluir a alguien de una actividad no nos genera este tipo de juicios morales.
Por ejemplo, si alguien quiere conformar un equipo de fútbol para
ganar un campeonato determinado, debe seleccionar las personas más capaces y que aporten de una manera más efectiva a la
consecución de ese objetivo. En este proceso de selección, la persona que elige debe concentrarse en las cualidades necesarias para
conformar un buen equipo; en un contexto como ese, el talento
y las habilidades, al igual que el limitado número de integrantes,
hacen que la exclusión no sea descaliicada con signiicados
morales.
Obviamente, en los dos contextos nombrados operan sentidos y juicios morales: en ambas situaciones, el reconocimiento
del mérito y las habilidades particulares son los aspectos esenciales
para ejercer un proceso de selección, pero el lector puede pensar en
situaciones donde estas dos maneras de entender la exclusión se
presenten de manera extrema. En ánimo de enfrentar a los sujetos
de la investigación a este tipo de demandas diferenciales, se les
presentaron dos situaciones opuestas: una donde la actividad que
realizan los sujetos es un juego libre, sin ánimo de competencia,
en un espacio abierto y público, y en la que el único objetivo es
divertirse; y otra correspondió a un juego de voleibol (una actividad formal) donde claramente existen ciertas reglas para participar
y el objetivo es ganar. Cada uno de estos contextos demanda juicios de tipo moral o social.
13
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
La teoría de Turiel1 nos ofreció la posibilidad de diferenciar
estos dos tipos de juicio y entender de una manera diferente el
desarrollo moral; no toda conducta de exclusión debe interpretarse en términos morales. De la misma manera, la selección de los
amigos y el rechazo de alguien del cerrado círculo de afectos no
deben censurarse con juicios de tipo moral, o al menos estos no deben presentarse para rechazar la exclusión. Alguien puede incluso
aceptar la acción de no invitar a su casa, o a su iesta de cumpleaños,
a una persona esgrimiendo su derecho a escoger sus amistades. El
juicio moral cambia en estos contextos de la misma manera en que
varían la aceptación o el rechazo a las conductas de exclusión.
Estos juicios sociomorales son abordados en este estudio,
donde ponemos a prueba nuestra propuesta de desarrollo
psicológico como un proceso de expertización. Esta investigación
hace parte de un conjunto de trabajos mediante los cuales pretendemos mostrar el poder heurístico de nuestro abordaje, así
como nuestra manera de entender el juicio y su desenvolvimiento
en el ciclo vital.
En otros documentos de nuestro grupo de trabajo ofrecimos
una nueva perspectiva para entender el desarrollo moral, al igual
que una nueva aproximación para abordar la psicología moral.
Teniendo en cuenta algunas conceptualizaciones en la psicología
cognitiva y del desarrollo, en este artículo intentamos presentar el
desenvolvimiento moral como un proceso de expertización donde
el sujeto, en la medida en que avanza en su crecimiento, logra descifrar con mayor inura las presuposiciones que caracterizan su
mundo social. En contravía con las conceptualizaciones tradicionales de Kohlberg y Piaget, buscamos extender el desarrollo moral
hasta el inal de la vida, así como intentamos ver la forma en que
1
Para una comprensión mayor de esta teoría el lector puede remitirse a otros textos de
nuestro grupo de trabajo.
14
Presentación
el sujeto logra diferenciar cada vez más las diferentes demandas
de los contextos. Esta perspectiva que recoge algunos lineamientos de Baltes, Erikson y de Hubert Dreyfus entiende el desarrollo
moral como un proceso de expertización social, donde el sujeto
en su desarrollo, es cada vez más capaz de manejar, de mejor
manera, las presuposiciones que socialmente determinan las
demandas propias de cada contexto. De acuerdo a esta perspectiva hemos adelantado una serie de estudios empíricos donde
intentamos poner a prueba nuestra conceptualización. El estudio
que presentamos en este libro es uno de estos proyectos de
investigación empírica, donde desarrollamos con mayor detalle
nuestra aproximación conceptual.
Comprensión y resolución de conlictos
en las relaciones de pares: el desarrollo
moral en la vida coidiana
En este artículo realizamos una investigación empírica sobre
las obligaciones y responsabilidades en las relaciones de amistad
en niños. Este trabajo parte de la conceptualización de Monika
Keller sobre el desarrollo de los sentimientos de obligación que los
niños van construyendo en sus relaciones de amistad; partiendo
de una conceptualización diferente a la clásica dentro de la psicología kohlbergiana, esta autora ofrece una mirada que tiene en
cuenta los sentimientos propios de una relación entre amigos.
A pesar de que esta investigación se adelantó para hacer una
réplica de lo propuesto por Monika Keller, se llegó a conclusiones
y elaboraciones algo diferentes. El abordaje que se presenta en este
texto nos permitió complementar nuestra visión del desarrollo
como experticia, que ya hemos presentado en otros volúmenes
de esta serie sobre cognición y desarrollo humano. El desarrollo de
las nociones de amistad y de obligación con el amigo se puede
15
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
establecer como un proceso donde el sujeto progresivamente va
diferenciando contextos y demandas propias de la vida social.
Igualmente, nuestra investigación avanzó en nuevos estadios
para entender el desarrollo moral, en relación con las relaciones
cercanas entre pares.
Los dos estudios empíricos son la continuación de una amplia
conceptualización que hemos presentado en otros libros de esta
serie sobre Cognición, moral y desarrollo psicológico. En anteriores textos hemos ofrecido otras maneras de entender el desarrollo
psicológico, lo cual nos ha permitido presentar nuevas vías de investigación y un programa de indagación sobre el desarrollo moral.
El lector determinará si nuestras intuiciones son prometedoras y
el tiempo caliicará el poder heurístico que ofrecen.
16
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
LAS EMOCIONES Y LA MORAL: UNA
PROPUESTA DESDE LA PSICOLOGÍA1
Laura Pacheco Castañeda
Iván Pinedo Canillo
Jaime Yáñez-Canal
1
Este documento es un producto del proyecto Emociones y Responsabilidad Moral,
ganador de la convocatoria de Investigación Orlando Fals Borda 2015-2016 de la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Modalidad
IV. Grupos de Investigación: Eventos Publicación en Coautoría (código 32940. Código
Quipu: 201010025056).
17
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
18
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
La historia de las relaciones entre las emociones2 y la moral
puede remontarse hasta la época antigua, al igual que muchas
de las posturas que de manera cercana a este problema tratan de
establecer vínculos que uniican estos dos conceptos con la razón.
En la ilosofía clásica griega y romana encontramos posturas
que condenan las emociones, así como aquellas que rescatan
su participación en la determinación de la conducta moral y la
proponen como fuente de armonía y de dimensiones creativas
en el actuar humano3. La relación entre razón y emoción aparece
entonces, desde la antigüedad, como una cuestión central, tanto
para el estudio de las emociones como para la comprensión de la
justiicación moral, los juicios y los valores. Se trata de una historia marcada por visiones teóricas en permanente tensión, ya sea
porque se comprenden las emociones como un obstáculo para el
adecuado comportamiento moral, o se les atribuye una dimensión
cognitivo-evaluativa que las convierte en un componente esencial
en los juicios y acciones morales (Cornelius, 1996).
2
Es secundario en este texto establecer los términos utilizados antes de la modernidad
para referirse a las emociones, al igual que no es de nuestro interés hacer una completa
diferenciación de los términos ‘emoción’, ‘pasión’, ‘afecto’, ‘sentimiento’ y otros
similares que fueron característicos en la historia de la ilosofía hasta el siglo XIX. La
reconstrucción histórica del paso o la transformación de la categoría antigua de “pasión”
al concepto contemporáneo de emoción se encuentra ampliamente desarrollada en Dixon
(2003). Esperamos en un futuro cercano presentar un texto sobre la historia del concepto
de emoción.
3
Aristóteles, los estoicos y los epicúreos tenían posiciones diversas en torno al papel
de las emociones en la vida moral. En Ética Nicomaquea, La Retórica y Del Alma,
Aristóteles asume la defensa de las emociones bajo la idea de una racionalidad prudencial
que debe orientar la búsqueda de la vida buena y la formación del carácter. Los escritos
estoicos de Crisipo y Séneca se oponen férreamente a las pasiones bajo la idea de que son
juicios falsos que obstaculizan el buen ejercicio de la razón. Estas discusiones antiguas,
que condenaban o reivindicaban las pasiones, han determinado en diferentes niveles
las vías posteriores de la relexión conceptual. Esta historia no es parte de este artículo,
aunque conviene resaltar que muchas de las ideas de la historia intelectual de Occidente
reeditan algunos de sus argumentos y concepciones. Un texto que ilustra adecuadamente
estas discusiones antiguas es el trabajo de Fitzgerald (2008).
19
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Sin desconocer que el debate sobre las emociones y la razón
en su relación con la moral tiene un largo camino, en este artículo
nos concentraremos en la relexión moderna y contemporánea en
torno a esta importante discusión, si bien desde un punto de vista
bastante restringido al no hacer un recorrido exhaustivo por los
distintos autores y corrientes de pensamiento. Nos referiremos,
por tanto, a las posturas que frente a la pregunta por la naturaleza
de nuestras justiicaciones morales abogan por una interpretación
centrada en la razón o en las emociones, y cómo estas visiones
generan un pensamiento dicotómico de larga trayectoria. Después
de presentar las oposiciones y algunos debates, proponemos una
salida por medio de la cual se demuestra que esta conceptualización dicotómica entre razón y emoción no es necesaria. Las nuevas
investigaciones en psicología (Arnold, 1960; Lazarus, 1996; Lyons,
2003b; Nussbaum, 2008) parecen apuntar a relaciones y conexiones entre ambas dimensiones, de tal forma que la oposición se
resuelve ofreciendo una clasiicación de las emociones, a la vez que
una teoría de su desarrollo ontogenético y una reconceptualización de los términos ‘emoción’ y ‘cognición’.
La oposición razón-emoción
en la ilosoía moral
A pesar de que en la historia de las relaciones entre emoción
y razón han existido diversas posturas teóricas, no pecamos de
exageración si airmamos que, en la ilosofía moral, el enfoque
intelectualista—que privilegia la lógica y la razón por encima de
las emociones y los sentimientos— ha sido la visión predominante. A continuación contextualizaremos brevemente la dicotomía razón-emoción en el pensamiento moral moderno, para luego
comprender el desenvolvimiento que ha tenido esta oposición
en las teorías isiológicas de la emoción y en el giro que se viene
dando en ilosofía y psicología desde la segunda mitad del siglo
20
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
XX, con el ascenso de teorías que deienden la interdependencia
entre emoción y cognición4.
Teniendo en cuenta los objetivos que perseguimos, dejaremos a un lado extensas discusiones de la antigüedad y la Edad
Media en torno a esta oposición, y nos ubicaremos en aquellas teorías que han tenido mayor inluencia en el mundo contemporáneo5.
En la tradición de la ilosofía moral se asume la dicotomía
entre razón y emoción según dos posturas centrales forjadas en
el seno de la modernidad: la primera representada por Hume
y los sentimentalistas británicos, y la segunda por Kant6. En el
4
Notará el lector, como lo enunciamos en la presentación del libro, que diferenciamos
los términos cognición y razón. Cognición es un término más abarcador ya que incluye
tanto las formas más elaboradas del desenvolvimiento humano, aquellas que se presentan
de manera sistemática y con consciencia explícita de su proceder (que de manera precisa
podría asociarse al concepto de razón, o racional), como aquellas formas de conocimiento
que contienen símbolos, imágenes, e incluso formas más básicas presentes también en
los animales no humanos. Esta precisión conceptual se irá aclarando en la medida que se
vayan exponiendo diferentes perspectivas. Inicialmente se presentarán como sinónimos,
no de manera diferenciada, los términos de cognición y razón porque esta asociación (que
incluso se mantiene hoy en ciertos círculos académicos) era común en siglos anteriores.
5
El concentrarnos en la modernidad es por razones de espacio y porque nuestro interés es
mostrar cómo ciertas oposiciones tienen una historia contra la que la psicología ha debido
enfrentarse. Con esta selección de ciertos debates no estamos negando que las discusiones
sobre el papel de las emociones y la razón tenga una historia mucho más antigua, solo
queremos presentar algunas maneras de cómo se elaboraron algunos supuestos que perseveran de manera pegajosa en el pensamiento cientíico reciente. En nuestro grupo de
investigación estamos avanzando en algunas indagaciones sobre la historia de la emoción
desde los debates entre los estoicos, epicúreos y otras posiciones de la antigua Grecia
hasta el siglo XX, pasando por la edad media. Esperamos poder presentar este estudio
pronto.
6
El concepto de obligación es central en estos debates del siglo XVIII. Para sentimentalistas como Hutcheson, Shaftesbury y Hume, es preciso sugerir unos motivos anteriores
que determinen la caracterización del deber e impulsen a la acción. Para Kant, el deber
tiene que establecerse de manera universal, para que no dependa de contextos siempre
particulares. Los debates entre los sentimentalistas y los racionalistas tienen muchos
matices que no se abordarán en este artículo, pero es conveniente resaltar dos puntos que
determinan el debate moderno sobre la ilosofía moral: 1) cómo determinar el deber y la
obligación moral de una manera universal; y 2) cómo determinar el carácter vinculante
o el motivo que impulsa a la acción. A pesar de divergir sobre estos aspectos, las dos
posturas coinciden en la idea de las razones como caracterización de lo cognitivo. En
la discusión contemporánea, insistimos nuevamente en ello, la oposición puede hacerse
menos radical si se cambia el signiicado de lo cognitivo y la oposición que se establecía
en el siglo XVIII con la emoción.
21
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
contexto del siglo XVIII, ambos autores buscaban una respuesta
al problema del fundamento de la moral: cómo podíamos tener
un conocimiento de ella y cómo podía motivarnos a la acción sin
tener que recurrir a una autoridad eclesiástica que deiniera los
conceptos y principios sobre la forma en que debemos actuar.
Para responder a este problema ambos autores defenderán, desde
diferentes perspectivas y con diversos argumentos, que el orden
moral surge de alguna manera de la naturaleza humana (o bien
de la razón, o bien del sentimiento) y de las exigencias de nuestra
vida conjunta en sociedad7. Este es el núcleo donde se origina la
discusión y dicotomía en ilosofía moral entre razón y emoción.
El análisis moral realizado por Hume intenta demostrar cómo
la razón por sí sola no puede ser un motivo que inluya en nuestra
conducta; por el contrario, fundamenta lo moral en aspectos emocionales donde la razón juega un papel secundario: esta razón se
limita a establecer relaciones entre eventos o identiica los mejores
medios para alcanzar determinados ines, pero opera de manera
fría, sin actos de valoración. El ilósofo nombrado airma lo siguiente en Disertación sobre las pasiones:
La razón, en un sentido estricto, signiicando el discernimiento de
la verdad y la falsedad, no puede nunca por sí misma ser un motivo
para la voluntad, y no puede tener inluencia alguna sino en cuanto
afecte a alguna pasión o afección. (Hume, 1990, p. 161).
La lectura que hacemos de Hume y Kant es bastante esquemática y recoge las interpretaciones tradicionales sobre estos autores cuando se trata de presentar las oposiciones
entre razón y emoción. Decimos que es bastante esquemática ya que es posible encontrar
en estos autores relexiones menos opuestas. Hume, por ejemplo, cuando relexiona
sobre la justicia acepta la participación de la razón (como es entendida por él) en el
establecimiento de las leyes y normas sociales. A pesar de ser derivada de las emociones
de orgullo y reconocimiento el sujeto debe esgrimir razones para el establecimiento de
parámetros de justicia. Los individuos pueden negociar las reglas más adecuadas para
garantizar la vida, la libertad y la propiedad de todos los ciudadanos. De igual manera,
Kant en La fundamentación de la metafísica de las costumbres, hace una exposición de
los propósitos personales y de los planes de perfeccionamiento del carácter que contienen
algunos componentes emocionales.
7
22
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
Lo anterior quiere decir que la razón es incapaz de motivar
nuestra conducta: si el sentimiento no desempeñara un papel
importante en el conocimiento moral, nunca estaríamos motivados a hacer lo correcto y a evitar lo incorrecto. Este análisis llevó
a Hume a plantear su polémica tesis según la cual la razón es, y
debe ser, esclava de las pasiones. Según Hume, la emoción hace
el acto de valoración que conduce a condenar o aprobar una
determinada conducta desde un punto de vista moral; en Tratado
de la naturaleza humana, airma nuevamente de forma explícita
que no es la razón sino el sentimiento lo que constituye la base de
las distinciones morales:
Puesto que el vicio y la virtud no pueden descubrirse solamente
por la razón o la comparación de ideas, debe ser mediante alguna
impresión o sentimiento que nos ocasionan por lo que somos capaces
de ijar la diferencia entre ellos (…). La moralidad por consiguiente,
es más propiamente sentida que juzgada, aunque este sentimiento
o afección es comúnmente tan suave y sutil que nos inclinamos a
confundirlo con una idea. (Hume, 1985, p. 297).
Para ilustrar un poco más las ideas de Hume sobre la emoción
o la razón, reirámonos a un ejemplo propuesto por el ilósofo en
el Tratado de la naturaleza humana: si comparamos dos eventos
podemos establecer sus similitudes, sin que la razón nos pueda
decir nada sobre la manera diferencial en que cada caso nos afecta8.
El primer caso se reiere a la manera como una semilla que cae cerca
del árbol que la generó, puede, con el pasar de los años, crecer, quitar espacio y afectar al árbol de donde se engendró, causándole su
8
Es irrelevante aclarar que el uso del término ‘emoción’ no era frecuente antes del siglo
XIX. En Hume y los ilósofos anteriores al siglo XIX se encontraban palabras como sentido
(sense), afecto, o pasión. El cambio del término trajo consigo otras conceptualizaciones
a las que nos referiremos de manera parcial más adelante. No es nuestra preocupación,
insistimos en ello, hacer una precisión sobre los múltiples usos de las palabras emoción o
pasión en la historia, ni en las diferentes teorías actuales. Baste simplemente señalar que
los usos de ‘pasión’ o ‘afecto’ se presentaban en siglos anteriores para señalar el aspecto
pasivo y las maneras reactivas en el actuar humano. La parte activa era parte de la razón,
a la que se le otorgaban espacios de deliberación y de libertad.
23
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
muerte. Esa situación es similar en el caso del parricidio humano; si
bien la situación del hijo que mata a su padre se asemeja al caso de
la botánica, la razón no puede determinar por qué el parricidio nos
genera total rechazo o desaprobación moral, mientras en el caso
de los árboles nos deja absolutamente indiferentes. En el ejemplo
descrito, la razón solo puede establecer la similitud entre los efectos nefastos de la forma como una semilla o un hijo pueden afectar
a su progenitor. Empero, el rechazo y la condena del parricidio se
debe a la emoción, que debe operar independientemente de que
la razón nos diga que los dos casos se asemejan.
Con estos ejemplos queda claro que la oposición se debe a la
concepción que Hume tiene de la razón y la emoción. La primera
opera comparando y estableciendo la relación adecuada entre
medios y ines, o estableciendo comparaciones entre diferentes
eventos, sin que pueda motivar a la acción, o sin que pueda establecer el carácter de obligación9. La razón, tal como la concibe
Hume en el caso de los árboles y el parricidio, se encarga de hacer
consideraciones abstractas entre ideas o de realizar inferencias sobre cuestiones de hecho, pero la aversión hacia el parricidio surge
del sentimiento de dolor o aversión que determinadas acciones nos
provocan: esto es fundamental para explicar por qué aprobamos o
rechazamos ciertos eventos en los cuales estamos inmersos.
En contraste con esta postura, Kant deiende el papel de la
razón como la base de todo juicio y acción moral. En este sentido,
al preocuparse por el deber, lo moral tiene que orientarse según
Los sentimentalistas y moralistas del siglo XVIII podían divergir sobre cuáles podrían
ser esas emociones básicas. La benevolencia, la compasión, o el egoísmo podrían ser los
sentidos básicos de los que se derivaba la preocupación por los semejantes, o los que
conducían a procesos de negociación para establecer los contratos sociales que obligaban
al respeto de la vida, la libertad y la propiedad privada. Para Hume, las emociones
básicas eran el amor, el odio, el orgullo y la humildad. La obligación y las relexiones que
posibilitaban las leyes y los acuerdos de justicia demandaban la participación de la razón,
pero operaban como un producto secundario o artiicial de las emociones básicas. La
preocupación por la aceptación de los otros llevaba a que el sujeto incorporara las normas
de justicia, pero estas se derivaban de las emociones del orgullo y la humildad.
9
24
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
criterios de razones explícitas: el ser humano debe plantearse de
manera explícita aquellas normas que valdrían para todo tiempo
y lugar, independientemente de sus intereses, sus simpatías o los
vínculos afectivos con la situación o personas involucradas. El
deber, en este sentido, demanda una formulación de principios
universales y una decisión racional que orientaría la acción al
margen de los intereses de las personas afectadas, o de las consecuencias que pueda causar una acción moral determinada.
En el contexto de los planteamientos de Kant, las emociones
serían intereses o deseos subjetivos que no sirven para justiicar
moralmente una conducta: por ejemplo, no es ni puede ser por
el sentimiento de compasión el hecho de que nuestra conducta
merezca una buena caliicación moral, sino por sabernos respetuosos de una máxima que ha sido convertida en legítima tras
sobrepasar el examen de la universalidad.
Según lo anterior, frente a toda teoría de la moralidad fundamentada en componentes emotivos, Kant pretende salvar en
su ilosofía práctica la capacidad deliberativa por encima de las
percepciones inducidas por las pasiones, al margen de cuán benevolentes puedan parecer. La posición de Kant al respecto varía en
matices de una obra a otra, sin abandonar nunca sus argumentos
en contra de una moral centrada en las emociones. En Fundamentación de la metafísica de las costumbres podemos leer lo siguiente:
En cambio, el sentimiento moral, ese supuesto sentido especial,
aunque es harto supericial la apelación a este sentido, con la
creencia de que quienes no puedan pensar habrán de dirigirse
bien por medio del sentir, en aquello que se reiere a meras leyes
universales, y aunque los sentimientos, que por naturaleza son ininitamente distintos unos de otros en el grado, no dan una pauta
igual del bien y del mal, y no puede uno por su propio sentimiento
juzgar válidamente a los demás. (Kant, 2013, p. 59).
25
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Para Kant, actuar de manera ética signiica hacerlo desinteresadamente, sin emociones o afectos, sino por respeto, convencimiento y amor al deber. Nuevamente nos referiremos a un ejemplo
para ilustrar la argumentación y la concepción de razón que ofrece
el ilósofo en su preocupación por establecer los principios morales
y el componente de la universalización como criterio esencial de
la moral; Kant presenta el caso de una persona que pide dinero
prestado a alguien con la promesa de pagarle, sin que realmente
sea sincero con el cumplimiento de su compromiso. Si este sujeto
tiene como máxima el mentir para conseguir objetivos, puede
condenarse en términos morales ya que una norma personal de
esa naturaleza no puede convertirse en universal. Si esa máxima
se convierte en universal, es claro que nadie podría creer en la
sinceridad de alguien que promete pagar sus deudas. Por lo tanto,
el principio de universalización característico del imperativo categórico de Kant condena la mentira y el hecho de que alguien no
pague sus deudas; con el anterior ejemplo se ilustra nuevamente
la idea de razón que tenía Kant en su visión de la moral. A pesar
de las posibles diferencias con lo expuesto por Hume, es claro
que nuevamente la razón se establece con juicios explícitos y con
cálculos sobre las consecuencias o implicaciones que pueden traer
ciertas normas.
Además de los ejemplos que cada autor propone para ilustrar
algún aspecto de lo moral y de su preocupación para determinar la
idea de deber o el aspecto motivacional en la acción moral, es claro
que la oposición entre razón y emoción se debe a la caracterización
dicotómica de estas dos categorías (Cabezas, 2014). A partir de estas
visiones opuestas en torno a la relación entre razón y emoción, podemos entender la historia posterior que se desarrolló en ilosofía
y psicología para esclarecer este problema. Algunos, manteniendo las mismas concepciones, se dedican a poner ejemplos de la
predominancia de uno de estos factores en la acción moral; y otros
26
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
intentan ampliar los signiicados de estos dos conceptos centrales
(Roberts, 2013). Nuestro interés no es hacer un mapa preciso de esta
historia, sino aportar algunos elementos en la clariicación de los
conceptos de emoción y razón (y el más amplio y actual concepto
de cognición) que permitan ver con otros ojos las relaciones entre
estos dos procesos centrales en la ilosofía y la psicología moral.
Igualmente, esta clariicación de conceptos nos permitirá ver que
los ejemplos ofrecidos por estas dos posiciones opuestas pueden
reinterpretarse dentro de una teoría del desarrollo donde se presenten como simples niveles de complejidad diferencial. Estos
propósitos se harán evidentes después de una larga argumentación que a continuación iniciaremos.
De la ilosoía moral a la psicología
La dicotomía entre razón y emoción, que generó diversas
posturas ilosóicas en torno a la fundamentación de la moral en
la modernidad, reaparece e inluye de diferentes maneras en las
líneas teóricas que desde inales del siglo XIX se desarrollaron en
ilosofía y psicología para explicar la naturaleza, clasiicación y
rasgos deinitorios de la emoción, así como el papel que desempeñan en el comportamiento humano. En este sentido, el problema ilosóico de las pasiones y su relación con la racionalidad se
transformará en un problema psicológico y el mismo término
“pasión” se irá concibiendo como un concepto antiguo, incluso con
connotaciones teológicas medievales, que es sustituido en el siglo
XIX por la categoría secular de emoción (Dixon, 2003). Este giro
de la “pasión” a la “emoción” se atribuye a Charles Darwin en su
texto La expresión de las emociones en los animales y en el hombre
(1984), y al médico y profesor de ilosofía moral Thomas Brown en
Lecturas sobre la ilosofía de la mente humana, libro al cual Dixon
(2010) dedica un amplio comentario, en el cual resalta los aportes
de este autor a la ilosofía de la percepción y las emociones.
27
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
La dicotomía razón-emoción —que, tal y como hemos analizado, era originalmente un tema ilosóico asociado a los procesos de justiicación moral—, deviene por tanto en un problema
psicológico que exige aclarar preguntas como ¿qué es una emoción?
¿Qué cuenta como emoción? ¿Cuáles emociones son básicas? Y
¿cuáles son los rasgos deinitorios de las emociones?; a la vez que
demanda una clariicación sobre el concepto de cognición como
uno más abarcador que el de razón, y que permitirá mostrar las
limitaciones de las dicotomías.
Surge entonces, primero, la necesidad de una descripción
más amplia de la emoción o de teorías de la emoción que ayuden a
distinguir entre emociones y otros fenómenos mentales, así como
también a su clasiicación dentro de tipos genéricos (Plamper, 2015).
La emoción, por consiguiente, se convierte en un campo de estudio
independiente que interesa a ilósofos, psicólogos, antropólogos y,
en épocas más recientes, a los investigadores provenientes de las
denominadas neurociencias10.
Las primeras relexiones desarrolladas desde la psicología se
centraron en la idea de las emociones entendidas como reacciones
o sensaciones somáticas involuntarias; esta es una concepción muy
extendida en cualquier persona cuando intenta explicar algún episodio emocional: siente que algo le sucede a su cuerpo y esto es
externamente visible. Estas teorías enfatizan el elemento reactivo
o automático (Pathos) de las emociones, entablando una conexión
con la postura tradicional heredada de los griegos en donde las
10
Como lo explicamos en una nota anterior, el debate sobre la relación emoción-cognición
en la ilosofía y la psicología ha tomado muchos y muy diversos caminos. En estas vías
podemos encontrar aquellos que demandan incorporar los avances en el estudio de la consciencia, el carácter, la identidad y una serie de categorías adicionales. Nuestro propósito,
lo reiteramos una vez más, es algo menos pretencioso: nos preocupa simplemente mostrar
que las dicotomías se pueden disolver si ampliamos las concepciones de los términos
‘cognición’ (en lugar de razón) y ‘emoción’. Una mayor precisión en cuanto a la vinculación de las emociones con el carácter, la identidad, o el ideal del yo, u otras formas que
se relacionan con la estabilidad y durabilidad de las emociones, nos demandaría más espacio y más aclaraciones que las que nos hemos propuesto para este escrito.
28
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
emociones son pasivas, esto es, “pasiones” que se padecen, algo que
nos sobreviene sin la intervención de la voluntad (Cabezas, 2014).
A continuación, nos detendremos en estos aportes de la psicología
de las emociones.
Los rasgos deinitorios de las emociones
Una primera manera de proceder en la delimitación o clariicación del término “emoción” es establecer los rasgos que la
diferencian de otros fenómenos psicológicos. Entre aquellas
características que usualmente se presumen propias de las emociones se han destacado las siguientes: a) su corta duración, referida a la naturaleza episódica de las emociones discretas; b) su
dirección hacia un objeto intencional; c) su expresión isiológica
o isonómica; d) su valencia o su experiencia como fenómeno
placentero o doloroso; e) su aparición súbita, entendida como el
inicio repentino que “moviliza [las respuestas del individuo en]
sucesos importantes sin perder mucho tiempo en la evaluación o
preparación [de la respuesta]” (Ekman, 1992); y f) su relación con
la tendencia hacia un patrón conductual especíico (p. ej., Elster,
2001). Entre estos elementos, la imprevisibilidad y la valencia,
particularmente, son asumidos como los rasgos deinitorios —o al
menos los más característicos— de las emociones.
No obstante, si bien es cierto que cada uno de estos rasgos
constituye un aspecto relevante de las emociones —e incluso
parecen encontrarse sistemáticamente en muchas de ellas—, no
parece haber uno particular que las acompañe invariablemente
o sea propio de todos los fenómenos emocionales. De hecho,
muchos de estos rasgos están presentes también en otros estados
corporales o “viscerales”11 no emocionales, como el hambre, la sed
y el deseo sexual, por lo que no podrían captar lo especíico de
Loewenstein conceptualiza los “factores viscerales de la conducta” como estados
corporales que aunque incluyen pulsiones como el hambre y la sed también incluyen
necesidades básicas como orinar o dormir y estados [más complejos] como las adicciones
(Elster, 2001, p.14).
11
29
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
las emociones. Autores como Elster (2001) identiican varios contra ejemplos mediante los cuales se muestra que propiedades
consideradas exclusivas de las emociones, no lo son. El rasgo
de la imprevisibilidad12, por ejemplo, el cual se considera típico
de las emociones (y se usa frecuentemente para deinirlas), no
siempre se encuentra asociado a ellas. Esto es evidente en casos
donde la emoción no ocurre de manera espontánea sino que, por
el contrario, es posible ‘decidir’ o inducir emociones particulares
de alguna forma al llevar a cabo acciones especíicas o al propiciar
situaciones cargadas de un valor personal determinado, como
cuando evocamos intencionalmente algunos recuerdos o creencias
que, sabemos, desencadenarán una emoción determinada (p. ej.,
recordar intencionalmente eventos dolorosos que suscitarán la
experiencia de tristeza).
Del mismo modo, cualidades como la valencia (placenterodoloroso) tampoco parecen ser características únicas de las
emociones; incluso, está ausente la evidencia por medio de la
cual se comprueba que este aspecto juega un papel diferencial
en las emociones, en comparación con otros estados corporales
como el dolor y el hambre —que, como Elster (2001) argumenta,
también incluirían un tipo de valencia particular, sin ser por esto
emocionales—.
Este tipo de diicultades, las cuales parecen inherentes a
las clasiicaciones que buscan identiicar rasgos puntuales de un
fenómeno, lleva a pensar que este proceder no es el más adecuado,
o al menos no puede ser el único que deba tenerse en cuenta
para delimitar los procesos emocionales. Esto no signiica que el
establecimiento de rasgos deinitorios de las emociones sea una
tarea inútil, sino que evidencia que por sí solo resulta insuiciente
para esclarecer o proporcionar un soporte cientíico.
La imprevisibilidad se entiende acá como “algo que pasa”, algo que no se puede
predecir. Esta concepción se basa en la idea de que las emociones no son acciones, en el
sentido de contener intenciones, sino eventos (Elster, 2001).
12
30
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
Una estrategia alternativa consiste en evidenciar que las
diferentes instancias de lo emocional —donde obviamente se incluye la conceptualización de sus características— pueden ser
descritas en diferentes niveles y hacer alusión a diferentes dimensiones, dependiendo de una amplia gama de premisas teóricas que,
aunque rara vez son explícitas13, determinan radicalmente el rumbo
investigativo de las diversas aproximaciones.
La presunción, por ejemplo, sobre cuál es la duración
estándar de una emoción puede ser el soporte de planteamientos
irreconciliables sobre el número y tipo de fenómenos que se incluyen dentro de la categoría de lo emocional. En este sentido, si
se tienen límites muy laxos y se establece un criterio muy amplio
respecto a la duración de un fenómeno para que sea considerado
una emoción, posiblemente se aceptará que fenómenos extendidos en el tiempo, como el odio o el amor, sean catalogados como
emociones particulares y discretas. Pero si, en cambio, se establece
otro punto de observación, esta vez desde un nivel de análisis más
preciso, enfocado en aspectos como la duración de las secuencias
de expresiones faciales o las tendencias a la acción (Frijda, 2000),
tendremos otros criterios para hablar de emociones; y serán otros
los fenómenos que se adecuarán ahora a nuestras categorizaciones. En este último caso, por ejemplo, ya no se consideraría al odio
como una emoción, dado que una caracterización más restringida
en términos de formas de expresión visibles o de duración de la
experiencia hace que cierta gama de fenómenos sea excluida de
la clasiicación de lo emocional14.
La alusión a la existencia de diferentes niveles de análisis nos invita a explicitar en qué
punto del continuo estamos cuando desarrollamos o presenciamos un debate especíico
en este campo, aspecto indispensable para efectuar un análisis completo de las propuestas
e investigaciones particulares.
13
14
Posiblemente el lector informado pueda pensar que ese tipo de diicultades se disipa
si se reconocen las diferencias entre la emoción, la afectividad, los sentimientos u otros
conceptos utilizados para distinguir las formas en que se expresan las “emociones” (acá
en sentido general y abarcador). Pero antes que reducir la discusión a rótulos sobre
cierto tipo de fenómenos, queremos seguir la argumentación para mostrar la necesidad
de tener en cuenta diferentes aspectos y niveles de análisis cuando se abordan los temas
31
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
En general, cualquier característica planteada de manera
absoluta puede restringir el concepto de emoción a ciertos fenómenos y limitar la consideración de niveles de complejización
y de las formas en que se puede presentar la vida emocional. En
otras palabras, o establecemos características que reieran a rasgos observables de manera inmediata o directa, o ampliamos las
dimensiones de caracterización de lo emocional. Con la primera
estrategia delimitadora, podríamos establecer unas categorías
generales de fácil identiicación, aunque tal vez demasiado restringidas. Con la segunda, podemos diferenciar las múltiples
maneras como una emoción puede expresarse según diversos
criterios de complejización, que nos darían como resultado unas
formas de nominación variables.
Esto tiene sentido si se tiene en cuenta que las diversas
caracterizaciones de las emociones se expresan en teorías que
varían en el nivel de participación que atribuyen a los procesos
cognitivos, dependiendo de cómo los entiendan. De esta manera,
las teorías que equiparan lo cognitivo con la manifestación de
un proceso racional de alta complejidad tienden a excluirlo de la
conceptualización de la emoción. Este es el caso de las posturas
que dan cuenta de la emoción como un fenómeno de tipo biológico. Si la emoción se entiende, por ejemplo, como el conjunto
de características asociadas a una manifestación corporal visible
y de corta duración, sería suiciente deinirla entonces como la
expresión de un estado tónico-postural primario en el cual no
de lo emocional. Sin lugar a dudas la persistencia de una emoción, o el valor especial
dado a una persona, a un objeto, o a un propósito podría ser un criterio para diferenciar
las emociones y la afectividad, pero para el establecimiento de estas formas diferentes de
reaccionar, es preciso aclarar primero los conceptos de cognición y cómo ellos posibilitan
ampliar las formas de clasiicación de las emociones. La estabilidad, la persistencia, la
manifestación de las emociones con contenidos abstractos demanda una clariicación
del concepto de cognición. La complejidad de las cogniciones permitiría establecer una
diferenciación más precisa de estos conceptos. Nuestro escrito pretende establecer la
necesidad de ampliar la concepción de la cognición (como después se expondrá) para
que de esa manera se puedan clasiicar de mejor forma las diferentes formas emocionales.
Tarea que debería ser una consecuencia de las precisiones conceptuales que intentaremos
realizar en este escrito. Precisado este propósito, usaremos de manera abarcadora el
concepto de emoción.
32
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
participa ninguna idea o proceso superior de pensamiento. Sin
embargo, parece claro que esta perspectiva no agota las múltiples
formas en las que se puede manifestar la emoción.
De esta manera, puede verse que diversos abordajes implican
formas especíicas de entender la emoción basados en sus supuestos sobre lo que es la cognición. Teniendo esto en cuenta, es
necesario primero —para poder ver formas alternativas de la manera en que la emoción y la cognición se relacionan—, presentar
la forma en la que las posturas tradicionales han abordado la
emoción y lo que cada una de ellas implica en el entendimiento de
este concepto y sus supuestos sobre la cognición. De esta forma,
se presentarán a continuación algunas discusiones que muestran
cómo la conceptualización variada de la cognición ha moldeado
el trabajo sobre las emociones. Comencemos con los intentos
explicativos desde las perspectivas biológicas.
Aproximaciones isiológicas al estudio de la emoción
Entre los autores de las teorías somáticas o isiológicas15 de
la emoción se destacan académicos como LeDoux (1986), Ekman
(1992), Izard (1997) y James (1884), quienes —en rasgos generales—
formulan teorías sobre la emoción en las que la activación del
sistema nervioso, tanto central como periférico, es suiciente para
la generación de un estado emocional.
15
El origen de estas concepciones explicativas puede rastrearse hasta las formulaciones
de Sherrington, para quien el modelo de la acción del organismo es el relejo simple (p.ej.
el movimiento de la pierna cuando se golpea una rodilla). En los relejos, obviamente
no participa ningún proceso cognitivo ni ningún proceso de evaluación por parte del
organismo respondiente; y las conductas complejas serían el producto de muchos relejos
simples, teniendo todas el mismo mecanismo básico. Otro supuesto de esta corriente es que
biológicamente se ha establecido una conexión especíica entre ciertos estímulos y ciertas
respuestas del organismo. La evolución ha determinado ciertas reacciones que pueden ser
explicadas por las vías de conexión de la médula espinal, siendo el cerebro simplemente
el órgano que puede asumir papeles de inhibición. A pesar de las complejizaciones de
estas posturas isiológicas en autores posteriores, los supuestos básicos se mantienen,
especialmente los relacionados con la idea reactiva de los organismos.
33
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
William James es uno de los pioneros de estas propuestas
no cognitivas de la emoción, en tanto airma de forma radical que
los “disturbios” corporales no son manifestación de un estado
emocional previo, sino que dicho estado es posterior a la percepción de las reacciones físicas. En su célebre artículo “¿Qué es una
emoción?”, publicado en la revista Mind de 1884, deiende la
reacción isiológica como el elemento central para la emoción. Por
aquellos años, el psicólogo danés C. G. Lange estaba desarrollando
una teoría similar; de ahí que esta propuesta se haya denominado
en forma conjunta “teoría de James-Lange”. Es un pensamiento
que ha ejercido inluencia notable sobre la psicología y la ilosofía
de las emociones; si bien las ideas han sido fuertemente criticadas,
hay un consenso generalizado en que es un punto de referencia
para quien desee comprender el fenómeno emocional.
Según la teoría de James-Lange, las emociones son percepciones de los cambios isiológicos y viscerales que tienen lugar en
el individuo tras confrontarse con un estímulo. La percepción, al
igual que un relejo, opera sin la participación de un proceso
cognitivo complejo; simplemente es una reacción automática sin
premeditación y sin que participe la consciencia en la reacción
comportamental.16 Particularmente, la hipótesis que proponen
estos autores cambia el orden en que hasta el momento se comprendían las emociones, en donde, primero, hay una percepción
mental de algún hecho u objeto que excita el afecto mental, llamado
“emoción”; y luego, dicho estado mental produce una expresión
corporal: sudoración, enrojecimiento, latidos rápidos, etc. En esta
Estas primeras posturas se denominan isiológicas, como ya lo dijimos, porque el
modelo que asumen para explicar el comportamiento es el relejo simple. Al igual que
no podemos controlar el movimiento de nuestras piernas cuando nos golpean en nuestra
rodilla, en esta postura se entiende la emoción como una reacción inmediata a un evento,
o estímulo del ambiente. Entendida de esa manera la emoción, queda claro porqué la
cognición (entendida como razón según las posturas presentadas del siglo XVIII) no tiene
ningún papel en su determinación.
16
34
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
nueva teoría, los cambios corporales siguen directamente a la
percepción del hecho excitante, y nuestro sentimiento de esos
mismos cambios es la emoción. La propuesta isiológica de
James-Lange se resume esquemáticamente en la secuencia percepción - respuesta corporal - emoción (en contraste con la idea
de percepción - emoción - reacción corporal). Según esto, James y
Lange proponen que sentimos tristeza porque lloramos y estamos
asustados porque temblamos, no al revés. La percepción de la
reacción isiológica es, por consiguiente, el elemento central de
la emoción:
Es imposible pensar qué tipo de emoción de temor, por ejemplo,
quedaría si no estuvieran presentes ni la aceleración de los latidos
del corazón, ni la respiración entrecortada, ni el temblor de los
labios o la laxitud de los miembros, ni la carne de gallina, ni las
contracciones de las vísceras. (Calhoun & Solomon, 1989, p. 147).
En este sentido, las emociones son consideradas el resultado
de una activación corporal especíica que surge frente a situaciones
desencadenantes particulares, por lo que para poder experimentar
la emoción deben primero experimentarse los cambios corporales
que han sido iniciados directamente por el estímulo percibido
(Cornelius, 1996)17.
Parte de esta argumentación se fundamenta en la idea de que
si no se incluyen los estados corporales que siguen a la percepción
del evento, la respuesta sería puramente cognitiva. Es decir, sin
la experiencia de los cambios corporales podría desencadenarse
una respuesta en términos de saber qué pasa, juzgar qué hacer
Especíicamente, para que se desencadene una emoción el sujeto debe recibir la
estimulación de un determinado objeto a partir del cual se suscitan relejos corticales
especíicos (cambios comportamentales y isiológicos); luego, estas reacciones son
percibidas; y esta percepción es lo que se denomina emoción (Schmidt-Atzert, 1985).
17
35
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
o evaluar diferentes alternativas ante una situación particular
(p. ej., decidir si es mejor correr o esconderse), pero no podríamos
realmente sentirnos asustados o enojados (James, 1884)18.
Las teorías isiológicas de la emoción también han sido
retomadas en años más recientes por investigadores contemporáneos, como el neurólogo Antonio Damasio. Para este investigador, “una emoción es un conjunto complejo de respuestas
químicas y neuronales, producidas por el cerebro normal cuando
este detecta un estímulo emocionalmente competente, que forma
un patrón distintivo” (Damasio, 2005, p. 55). La emoción es tanto
la recepción del estímulo como la respuesta o el cambio, esto
es, la reacción que se da en el sujeto. En su teoría del marcador
somático, Damasio amplía estas ideas airmando cómo la emoción
es esencialmente una historia que el cerebro “fragua” a posteriori
para explicar las reacciones corporales.
Si partimos de estos supuestos es de esperarse, entonces,
que haya diferentes estados o patrones de activación corporal para
distintas emociones; y, por ende, una relación “uno a uno” entre
una emoción determinada y su correspondiente cambio isiológico (Lewis, 1993). Esta noción ha sido denominada “la hipótesis
de especiicidad psico-isiológica”19.
Pero, aunque existan vías neuroisiológicas por las cuales
la percepción pueda desencadenar emociones (p. ej., el control
neuroquímico que el glutamato puede ejercer sobre ciertas
emociones al precipitar una conducta agresiva o respuestas de
La idea de James es algo más compleja (especialmente en su período maduro) que la
que se presenta típicamente en los debates sobre lo emocional. Su noción de conciencia
y subconsciente, y aquella de unidad de la experiencia ofrece una idea donde las
signiicaciones también participan al ser incorporadas en la experiencia perceptiva.
Pasamos por alto estos detalles de James, ya que en la tradición del estudio de las
emociones es usual presentar la teoría de James como un ejemplo de teoría isiológica
—o mejor, no cognitiva— de la emoción.
19
Este argumento también se denomina Teoría de la identidad de la emoción (Beck,
2000).
18
36
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
miedo), aún no se ha logrado ofrecer evidencia contundente de la
existencia de un mecanismo compartido que caracterice a todas
o a una emoción particular, sin desconocer la identiicación de
los patrones de activación que han encontrado los estudios neurológicos. Además, aún si se encontrara un mecanismo común
a todos los fenómenos emocionales, esto no garantizaría que
pudieran entenderse todas las emociones humanas teniendo en
cuenta que, como señalan varios autores, en ellas participan
también antecedentes cognitivos complejos a los cuales no les
corresponden patrones unívocos de activación isiológica.
De este modo, aunque se acepta la noción básica de que
toda experiencia emocional tiene como sustrato varios procesos
cerebrales y orgánicos, existen fuertes críticas a las teorías que
se limitan a este nivel. Gran parte de estas críticas se fundamentan en la preocupación sobre la clase de experiencia corporal
que tipiica a la emoción (Hatzimoysis, 2003), o en la defensa de
la suposición de que la emoción es algo más que un mero “sentimiento” entendido como un juego de sensaciones corporales—.
Críticas adicionales evidencian falencias explicativas sobre
qué es lo que ocurre cuando el organismo percibe un estímulo y
reacciona del modo en que lo hace. Si asumimos que en todo acto
de percepción hay un proceso de evaluación20 que, de alguna manera, modula la aparición de respuestas particulares, la generación
de las reacciones isiológicas o corporales dependería entonces de
la signiicación de los estímulos percibidos por el sujeto.
En este punto cabe aclarar que cuando se habla de procesos
de signiicación, no se está haciendo referencia a aquellos que
demandan una verbalización explícita por parte del sujeto, sino
simplemente a las maneras diferenciales en que un organismo
20
Aunque las personas no sean conscientes de la ocurrencia de estos procesos de
evaluación y valoración, algunos autores (p. ej. Palmero, 1997) sostienen que es evidente
su inherencia, airmando que de ellos depende tanto el patrón de respuesta que percibe la
persona como la experiencia de la emoción.
37
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
reacciona ante eventos diversos. Es decir, a esa capacidad que un
organismo, ya sea un niño pequeño o un animal no-humano, posee
para reaccionar de una manera particular a las especiicidades de
los eventos a los que se enfrentan (Palmero, 1997)21.
Walter Cannon, apoyado en los trabajos de Bard (Bard,
1928; Bard & Rioch, 1937), es uno de los autores que encabeza los
cuestionamientos a la tesis isiológica y condensa algunas de las
críticas en varios argumentos:
a. Por un lado, están los resultados investigativos que muestran que muchos de los cambios corporales que proporcionan feedback al cerebro para la generación emocional
pueden eliminarse sin perturbar las emociones resultantes.
b. Adicionalmente y como ya se ha esbozado, los cambios
corporales que se producen en los estados emocionales
no son especíicos de una emoción y, de hecho, algunos de
ellos son comunes a varias de ellas (o a otros fenómenos
no-emocionales), lo que los imposibilitaría como elementos explicativos de la ocurrencia de diversas experiencias
emocionales.
c. Asimismo, se encuentra el hecho de que los órganos internos, que según algunas posturas proporcionan feedback al
cerebro para la experiencia emocional, no son estructuras
muy sensitivas.
d. Finalmente, teniendo en cuenta que los cambios que
ocurren en los órganos internos son muchas veces más
Como se mencionaba en una nota anterior, el mismo James (1894) reconoce la falencia
de la postura anteriormente presentada al admitir la importancia de la valoración, y
establecer que los cambios isiológicos y corporales son producidos por la signiicación
personal que posee el estímulo o situación para el bienestar del organismo. No obstante,
como lo señala Palmero (1997), pocos autores se reieren a esta fase del trabajo de James
(dentro de las excepciones están Ellsworth, 1994; Lyons, 1999; y Scherer, 1987), al que
mantienen como el pionero de estas posiciones isiológicas de la emoción.
21
38
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
lentos que la experiencia de la emoción, no la podrían
explicar en tanto esta puede ocurrir incluso antes de la
retroalimentación de dichos órganos.
Respecto a la hipótesis del feedback facial como precursor
de la experiencia emocional (p. ej., Izard, 1977), algunos autores
advierten que este tipo de razonamiento tiene obvias connotaciones circulares porque si la expresión facial induce la experiencia
subjetiva de una emoción, queda sin resolver cómo se genera
dicha expresión en primer lugar. Del mismo modo, “si el feedback
facial genera la experiencia de la emoción, ¿signiicaría eso que
en ausencia de una expresión facial no se puede experimentar
subjetivamente una emoción?” (Heilman, 2000).
A estas críticas se agregan los aportes de nuevas investigaciones, que aun desde el interior de estas mismas perspectivas han
mostrado que la expresión voluntaria o ingida de una emoción se
encuentra controlada por estructuras neuroanatómicas particulares (p. ej., las proyecciones cortico-bulbares), cuya participación
no está conirmada en la expresión auténtica y espontánea de las
emociones. Un actor es un buen ejemplo de cómo pueden tenerse
ciertas expresiones faciales sin que necesariamente se presenten
las emociones usualmente asociadas a estas acciones. Estos casos
sugieren, como maniiestan autores como Heilman (2000), que la
experiencia emocional involucra mecanismos neuronales diferentes a los de su mera expresión; y estas posibilidades constituyen
un desafío para quienes postulan a esta última como el elemento
antecesor y suiciente para desencadenar una emoción.
De este modo, aunque debe reconocerse que muchos cambios isiológicos tienen claras consecuencias experienciales, la
relación no es tan estrecha como se supone. Si bien, por ejemplo,
la activación del sistema nervioso autónomo (SNA) (p. ej., pulso
acelerado, respuesta galvánica de la piel, liberación de hormonas,
sudoración) tiene manifestaciones fenomenológicas, tales como
39
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
sentirse excitado, con hormigueo o sonrojado (Hatzimoysis, 2003),
o con miedo, ira, tristeza, o felicidad (Levenson, 1992; Ekman et al.,
1983), parece también que los patrones psicoisiológicos asociados
con las emociones no son lo suicientemente especíicos como para
permitir su diferenciación y explicación. Igualmente, vale la pena
mencionar que el número de emociones que ha mostrado una
diferenciación neuronal no es muy grande; y que el alcance de
tal diferenciación no es muy marcado22 —o al menos no parece
ser suiciente para soportar todo lo que pretenden las teorías que
se fundamentan en ella—.
A esto se suma la diicultad para diferenciar patrones de respuesta del SNA entre actividades emocionales y no emocionales,
como es el caso de la activación especíica que ocurre a nivel de
la tasa cardiaca cuando se experimenta alegría versus cuando se
realiza ejercicio (Sierra, 2003). Esto nos lleva a considerar la posibilidad de que se esté dando mayor alcance a estos resultados de
lo que realmente tienen, como parecen hacer Ekman et al. (1983),
por ejemplo, cuando sostienen que si no hay un patrón distintivo
de actividad del SNA, no se está hablando de una emoción. Estos
comentarios nos conducen al siguiente apartado, que versará sobre
las teorías cognitivas respecto de la emoción.
Aproximación cogniiva al estudio de la emoción
La primacía de la idea reductiva de la emoción —que al
pretender abarcar muchos fenómenos termina por utilizar categorías muy gruesas— ha evidenciado la insuiciente capacidad
Los patrones de activación del SNA asociados con algunas emociones parecen
están relacionados con la función adaptativa de las emociones en cuestión (Cornelius,
1996). Por ejemplo, la activación que acompaña a los episodios de miedo o ira coincide
con la actividad vigorosa requerida en dichas situaciones para defenderse o atacar,
respectivamente. Pero salvo estas emociones básicas (que en animales o niños muy
pequeños se dan de manera similar en situaciones especíicas), un amplio número de
emociones puede tener manifestaciones muy variadas.
22
40
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
explicativa de las perspectivas neuroisiológicas en tanto que,
como se ha visto, no logran captar el proceso variado de signiicación de estos eventos.
Cuando sentimos miedo, por ejemplo, experimentamos una
situación de nuestro mundo como algo que ostenta un tipo especial
de signiicado (peligro); y dimensiones como esta no son de ningún modo capturadas en el mero análisis de impulsos eléctricos
y procesos de sinapsis neuronal. En este sentido, parece claro que
los estados cerebrales y las respuestas corporales no son, al menos
en los contextos ordinarios de la vida (incluyendo los contextos
morales), los hechos fundamentales de una emoción.
Si se considera una aproximación desde los modelos cognitivos y se hace mayor énfasis en la experiencia emocional y a la
función de las emociones en el curso de nuestras vidas, más que
en su correlato isiológico, podría encontrarse —como lo señala
Roberts (2003)— un “núcleo central” en el concepto de emoción,
que agrupe de alguna manera la diversidad de elementos que lo
caracterizan, caso en el cual su aparente antinomia podría empezar a desaparecer. Sin embargo, cabe señalar que de las múltiples
aproximaciones hacia una propuesta teórica congruente, que
condense las diversas facetas de lo cognitivo en relación con lo
emocional, se deriva una apreciación importante: la carencia de
una signiicación uniicada que permita la comprensión de lo cognitivo (Roberts, 2003). Así, usualmente se asocia lo cognitivo con
otros conceptos no siempre equivalentes entre sí, como lo son los
juicios explícitos, la conciencia, las tareas que demandan complejos procesos intelectuales o las proposiciones de tipo lógico.
Este tipo de comprensión de lo cognitivo resulta la base para
que este proceso haya sido entendido de manera opuesta a lo emocional. Como se ha expuesto, desde las primeras formulaciones
griegas, pasando por Descartes, Hume y los primeros psicólogos
—como James, o los autores de la postura isiológica ya presentada—, se entendió lo intelectual, lo racional, lo cognitivo, la
41
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
consciencia explícita y el conocimiento del mundo, como semejantes, que obedecen a los mismos procesos. Ahora bien, para el
desarrollo de las relexiones sobre estos conceptos es preciso diferenciar lo cognitivo, como categoría general, de aquellas formas
especíicas que reieren a las formas inteligentes, o a las formas
complejas que demandan una conciencia o verbalización explícita
por parte del sujeto que actúa23. Es preciso tener esta formulación en
mente para poder contextualizar las discusiones que se expondrán
a continuación. Antes de ingresar en las diferentes concepciones
de lo cognitivo, conviene retomar algunas diicultades ya señaladas
que presentan las teorías isiológicas de la emoción, de tal forma
que podamos comprender cómo se llega a la formulación de los
elementos esenciales que coniguran la caracterización cognitiva
de lo emocional.
Este tipo de asociación de lo cognitivo con formas especíicas (usualmente relacionadas
con el actuar inteligente, o con las formas valoradas en nuestra cultura como más
complejas) se debe a la confusión común de los psicólogos, que tienden a asociar una
teoría como una variable que tiene un rango de manifestación reducido. Así hablan de
alguna teoría cognitiva, como una categoría que tiene funciones descriptivas de niveles
de generalidad bajos. Por eso es usual asociar a lo cognitivo con la resolución de
problemas complejos, con la inteligencia, o con procesos especíicos, propios de niveles
de conocimiento muy elaborados. Lo cognitivo, al contrario, (en su sentido estricto y en
su origen) reiere a los procesos de selección y organización de la información, o de los
estímulos del medio. Lo cognitivo reiere a las maneras estables que un organismo tiene
para percibir o interactuar con su mundo. Esto no se opone al estudio de la emoción,
sino que es simplemente una postura que aborda de una manera particular el ser humano.
Piense el lector en Piaget, la psicología de procesamiento de información, o cualquier
postura fácilmente identiicada como cognitiva, y reconocerá en estas concepciones
una ininidad de problemas por ellas abordados. Lo que caracteriza la teoría de Piaget
(o cualquier teoría cognitiva) es su manera de abordar o entender al ser humano y la
necesidad de postular para su estudio procesos que den cuenta de su regularidad y su
coherente manera de operar. Bajo esta mirada se entiende por qué Piaget, o muchos de sus
discípulos, abordaron problemas morales, emocionales, de lenguaje, de aprendizaje, de
percepción y muchos otros. De igual manera es conveniente recordar que Piaget estudió
al niño pequeño, que no posee ni lenguaje, ni capacidades de anticipar el futuro, ni de
entender problemas de elevada complejidad. El niño recién nacido, estudiado por Piaget,
reacciona ante el mundo con una serie de relejos. De igual manera estudió las formas
elementales de organización biológica bajo sus categorías de lo cognitivo. Con esta teoría
(con las otras posturas cognitivas podríamos hacer un análisis similar) queda claro que lo
cognitivo reiere a formas de organización que tienen los organismos para adaptarse a su
medio. Cada organismo tiene un horizonte de percepción y una selectividad de elementos
signiicativos del ambiente, a los que debe atender y responder de particulares maneras.
23
42
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
La idea según la cual las emociones son fuerzas irracionales
separadas de la cognición y del juicio se fundamentan en las denominadas teorías isiológicas, ya expuestas. En oposición a este
reduccionismo isiológico encontramos otro tipo de argumentos,
no dicotómicos, como los propuestos por Arnold (1960), Nussbaum
(2008) y Solomon (2003b), quienes airman que el cambio físico en
sí mismo no es suiciente para el surgimiento de la emoción. Para
estos autores es necesario que entre la activación isiológica y la
emoción se dé la mediación de un proceso de evaluación cognitiva.
Para Magda Arnold (1960), este es el aspecto central que la teoría de
James-Lange no ha explicado satisfactoriamente: la idea según la
cual tenemos la percepción de un objeto y luego cambios corporales
que provocan una emoción, no aclara la conexión entre la percepción
y la reacción corporal. Según Arnold (1960) falta una explicación de
lo que allí sucede y es que la percepción del objeto está acompañada
de una valoración (appraisal), la cual debe entenderse como un tipo
de “juicio sentido”, directo, inmediato, intuitivo (no equivalente a
juicio intelectual o pensamiento racional, deliberado y consciente)
de lo bueno o beneicioso que hay en una situación, o de lo malo
o perjudicial de otra y que, en consecuencia, provoca la reacción
emocional. En este sentido, la nueva secuencia para desencadenar
las emociones tal como proponen las teorías cognitivo-evaluativas
es: percepción – appraisal – emoción.
Si la valoración del evento es positiva o negativa, generará un
tipo de patrón psicológico igualmente positivo o negativo que se
evidenciará en una expresión característica de una emoción; por
ejemplo, en el miedo encontramos sudoración, latidos fuertes,
piel de gallina, etc. En este caso, el patrón implica la percepción de
algo dañino o nocivo en el medio ambiente. Aunque la afección de
entrada es corporal y está provocada por algo externo a nosotros,
en el fondo de ella yace alguna percepción, pensamiento, juicio o
creencia relativa a lo que acabamos de percibir, y que nos lo señala
43
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
como algo temible o digno de atención. Una teoría cognitiva de la
emoción es, por consiguiente, aquella que incluye algún aspecto
de las formas de percepción propias de cada especie24. De esta forma, se aleja la emoción de la tendencia al irracionalismo señalando su capacidad para informarnos y orientarnos sobre cierta parte
del mundo con la cual tenemos relación, a la vez que es una motivación para nuestras acciones (Lyons, 1993).
De hecho, lo esencial de esta propuesta consiste en diluir
esta vieja dicotomía y ampliar el horizonte de relexión más allá
de las teorías del sentir. Las emociones son respuestas complejas
de un individuo a los estímulos del entorno; y aunque implican
reacciones isiológicas, se caracterizan fundamentalmente por una
valoración positiva o negativa (appraisal) de un objeto intencional
(persona, cosa, acontecimiento o situación), y una tendencia a la
acción según la evaluación realizada: objeto nocivo, benéico o
amenazador (Lyons, 1993). Si bien hasta ahora hemos expuesto
de una manera general el concepto de cognición y emoción, de
manera que se puedan incluir los organismos no-humanos, adelantaremos las siguientes relexiones sobre el comportamiento de
nuestra especie25.
24
Es secundario el establecimiento de los límites hasta donde se puede utilizar el concepto
de emoción en los animales. Obviamente no podremos atribuir emociones a los insectos,
o a algunos organismos inferiores y posiblemente el concepto sea lícitamente utilizado en
los animales que pueden expresar gestos que nosotros podamos interpretar desde nuestros
marcos de sensibilidad. Pero la clasiicación y las fronteras en que podría ser permitido
el uso del contexto en el mundo animal no es nuestra preocupación. El no abordar estos
aspectos especíicos, no invalida nuestra relexión.
25
Si bien los autores que trabajan este tipo de problemas no abordan, usualmente, de
manera explícita las capacidades diferenciales de nuestra especie que demandarían
comprensiones particulares sobre la emoción, se puede observar algunos supuestos relacionados con la capacidad de hacer planes a futuro, hacer evaluaciones de medios no
directamente asequibles y la toma de decisiones considerando ideas, o expectativas de distantes consecuencias. La diferenciación, o el abordaje explícito de lo que nos hace
diferentes como especie, podría ser esencial para la clasiicación y diferenciación de las
formas emocionales. Pero debido a que no necesariamente es un problema abordado por
las teorías de la emoción, mantendremos de manera gruesa las diferencias entre hombres y
animales, sobre todo cuando nos enfrentemos a cómo deberían clasiicarse las emociones.
44
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
Para Lazarus (1996), uno de los más reconocidos exponentes
de las teorías cognitivo-valorativas de la emoción, la evaluación o
appraisal se realiza sobre los recursos de afrontamiento y sobre los
posibles resultados de dichos recursos. Siendo esto así, presenta
una teoría denominada cognitiva, motivacional, relacional de las
emociones. Según Lazarus, cada emoción se deine en función del
tipo particular de relación que una criatura establece entre ella y
su entorno. Esto es lo que dicho autor llama temas relacionales
nucleares: los perjuicios y beneicios personales presentes en cada
relación persona-medio.
Según lo anterior, la evaluación que el sujeto hace del medio
implica una serie de procesos relacionados con la toma de decisiones, los cuales se dan en diferentes niveles de valoración. La valoración primaria tiene que ver con el hecho de si alguna de las metas
del sujeto está en juego o en peligro; y la secundaria tiene que ver
con la manera de manejar una situación que afecta a las metas u
objetivos del individuo. En este punto es importante lo que Lazarus
denomina signiicado relacional, es decir, la importancia que el
individuo da a las situaciones que lo rodean y que tiene implicaciones para su bienestar; de ahí que su concepto de evaluación implica
un proceso en el cual se involucra la personalidad del individuo
sumada a la interacción con el entorno.
La evaluación primaria implica unos subprocesos: 1) la evaluación de la relevancia del objetivo para el bienestar de la persona;
2) la evaluación de las diicultades o facilidades para alcanzar el
objetivo: si las condiciones son favorables se producirá una emoción positiva, si son desfavorables surgirá una emoción negativa; y
3) la forma como está implicado el ego en la expresión emocional.
Por ejemplo, los valores morales o los objetivos vitales que tiene
el sujeto inluyen en su reacción emocional. Si una persona tiene
un gran sentido de la justicia, eso inluirá en una reacción de
indignación frente a determinada situación en donde se vulneren
los intereses o derechos de una persona (Lazarus, 1999).
45
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
La evaluación secundaria tiene que ver con tres subprocesos:
1) la evaluación de la culpabilidad, la cual tiene que ver con un
juicio que hacemos sobre quién es responsable de causar daño a
otros; 2) la evaluación de las opciones de manejo satisfactorio o insatisfactorio de la situación, de tal forma que se evite el daño o se
consiga un beneicio; y 3) la evaluación de las expectativas futuras,
es decir, si creemos que la situación mejorará o empeorará.
Según Lazarus, la reacción emocional enseña mucho sobre
aquellos aspectos que para la persona son relevantes: cómo se relaciona con el mundo, cómo interpreta las situaciones y cómo se
enfrenta a los peligros y retos. Para aclarar esto, Cornelius (1996,
p. 126) presenta un esquema que sintetiza las ideas de Lazarus en
torno a las emociones y respecto al tema relacional nuclear.
Tabla 1. Ideas de Lazarus en torno a las emociones
Emoción
Tema relacional nuclear
Ira
Una ofensa degradante contra mí y los míos.
Ansiedad
Enfrentarse a una amenaza incierta, existencial.
Temor
Un peligro ísico inmediato, concreto y
demandante.
Culpa
Haber transgredido un imperaivo moral.
Tristeza
Haber experimentado una pérdida irrevocable.
Felicidad
Hacer un progreso razonable en dirección a la
realización del objeivo.
Amor
Desear o paricipar en el afecto de forma
habitual, aunque no necesariamente recíproco.
Fuente: elaborado por el autor.
46
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
Esta postura parece ser la visión más opuesta a la inicialmente presentada. Cuando la primera describe situaciones que pueden
presentarse en los niveles más elementales de comportamiento,
la expuesta en estas últimas líneas nos señala las emociones más
complejas. Las posturas cognitivo-evaluativas presentadas hasta
ahora nos muestran cómo en el ser humano las emociones pueden darse como efecto de interpretaciones complejas sobre los
acontecimientos. A pesar de que en esta última teoría se sugieren
niveles de complejización de las emociones y variadas formas de
entender lo cognitivo, no es lo suicientemente explícita sobre estos
puntos. Es necesario extendernos algo más sobre algunos conceptos centrales para ofrecer una mejor clasiicación de las emociones
y de esta manera cuestionar las dicotomías cognición-emoción, y
ofrecer nuevos marcos para entender el comportamiento moral.
Las siguientes líneas intentan abordar estas vías.
Brentano y algunos conceptos
pioneros de las teorías cognitivas
Como lo hemos analizado, en la ilosofía y también en el terreno de la psicología actual, la relevancia de la dimensión cognitiva de las emociones va en aumento. En este contexto, se argumenta
en torno a un elemento central que conforma este tipo de teorías,
esto es, la noción de intencionalidad. El término remite a la tesis
propuesta por Brentano en sus textos El origen del conocimiento
moral y Psicología desde un punto de vista empírico. En esta última
obra, publicada en 1874, este psicólogo plantea que la conciencia
tiene una estructura intencional, es decir, los actos de conciencia
se dirigen intencionalmente a objetos, lo que signiica que aluden a
personas, cosas o situaciones: cualquier persona que piensa, piensa
en algo; y cualquiera que tiene miedo, lo tiene por algo. Es en este
contexto donde se airma que las emociones son actos intencionales basados en fenómenos intelectuales y dirigidos a valores.
47
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Brentano (1926) considera que todo acto psíquico es una representación o está fundamentado en una representación, la cual
debe entenderse como el tipo más elemental de acto intencional:
tenemos algo en mente, una representación o una idea. La representación puede presentarse como una percepción o como una
fantasía: nada puede ser juzgado, ni tampoco apetecido, nada esperado o temido, si no es representado. Otra clase de fenómenos
psíquicos, algo más complejos, son los juicios, los cuales tienen
la característica de estar basados en representaciones, que son a
su vez evaluadas: tenemos algo en mente, una representación o
una idea, y la aceptamos o la rechazamos. En los juicios cabe la
posibilidad de aceptar algo falso y rechazar algo verdadero, es decir, existe la posibilidad de cometer un error.
Un tercer grupo de fenómenos psíquicos los constituyen las
emociones, que implican agrado o desagrado, amor y odio, las cuales precisan de bases de carácter intencional como representaciones
y juicios para tener lugar: adoptamos una actitud emocional en pro
o en contra de esa representación, amando u odiando. El amor y
el odio se pueden distinguir de acuerdo con su objeto y según el
modo temporal con respecto al cual el objeto es amado u odiado.
De esta manera distinguimos el remordimiento que pertenece al
pasado, el dolor o pesar que está dirigido hacia una experiencia
presente, y el temor, a un mal venidero. Ahora bien, a diferencia
de los juicios, las emociones se maniiestan a través del cuerpo y
son visibles por los movimientos que generan. Cualquier cambio
en los juicios producirá un cambio en los fenómenos afectivos26
El concepto de afecto es usado en la ilosofía y la psicología antes del siglo XX
simplemente como el efecto en el cuerpo de un evento con valoración emocional.
Solo hasta bien entrado el siglo XX el concepto de afecto o, afectividad tomó otros
signiicados. Bowlby, Harlow o los investigadores de la teoría del apego lo entienden
como la búsqueda de seres u objetos que produzcan alguna satisfacción, o que faciliten
una regulación homeostática. El afecto en estas teorías es entendido como la búsqueda,
o el mantenimiento de un vínculo que tiene signiicaciones valiosas para el sujeto. Estas
variaciones semánticas, y ese proceso de diferenciación o precisión de términos en la
historia, como lo dijimos anteriormente, no son nuestra preocupación. El lector podrá
entender el sentido que los autores citados le dan a sus términos, a pesar de que en algunos
casos estos hayan adquirido una signiicación diferente.
26
48
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
basados en ellos y en la expresión corporal (Vendrell, 2012). Así,
por ejemplo, si entro en cólera porque he tenido el juicio de que
X me ha injuriado gravemente, una vez cambie mi juicio al darme
cuenta de que no había tal injuria, o que en realidad no había
nada mal intencionado en X, entonces mi emoción se modiicará
y, seguramente, la visibilidad de la ira disminuirá paulatinamente.
En este sentido, en el cognitivismo emocional de Brentano,
dos elementos que parecían irreconciliables se integran de una
manera particular. Emoción y cognición ya no aparecerán como
dos facultades opuestas, sino que aparecen como dos fenómenos
interrelacionados de un modo fundamental:
Lo nuevo de la teoría de Brentano es que él fue el primero en
formularla con tanta claridad al convertirla en un rasgo esencial
de las emociones e integrarla en el marco de una nueva teoría de la
psique especialmente en un momento dominado por teorías del
sentir. (Vendrell, 2012, p. 158).
Las teorías cognitivas recuperarán esta noción de Brentano
y propondrán dos tipos de objetos intencionales en la conciencia:
formales y materiales. Si me visita Juan y experimento alegría, entonces el objeto material será la visita concreta de mi amigo que
causa alegría, y el objeto formal de esta emoción será la cualidad
o valor de lo bueno y alegre que me es dado en estos momentos
por la visita. “El objeto formal coincide con la categoría evaluativa
con la cual queda subsumida la evaluación de un objeto particular”
(Lyons, 1993, p. 133). El objeto formal es siempre el mismo: en el
caso de la alegría, por ejemplo, es la cualidad de lo alegre; en el del
miedo, es lo peligroso; y lo mismo ocurre con todas las emociones
(Lyons, 1993).
El objeto particular de una emoción es siempre una entidad
—cosa, persona, animal o acontecimiento—, e incluso podemos
incluir el contenido de nuestras propias creencias o imaginaciones.
49
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
El término “objeto particular” hace referencia a una entidad
que no necesariamente puede ser descrita con precisión. Puede
suceder que ese objeto particular sea algo vago, inexpresable o el
contenido de una falsa creencia. No siempre el sujeto alcanza una
percepción nítida de aquello que es objeto de su emoción; puede
ocurrir que este objeto intencional permanezca oculto bajo capas
de preocupaciones, inquietudes o perturbaciones que afectan a
las personas en su diario acontecer y generan la sensación de
no saber por qué tenemos tal estado emocional. Esto se puede
observar cuando algunas personas dicen “me siento triste y no sé
exactamente porqué”27.
Ahora bien, si este objeto particular es material implica que
tiene espacio-temporalidad en sentido amplio, es decir, que ocurre
en el mundo, de tal forma que podemos identiicarlo para evaluarlo, bajo las categorías de peligroso, nocivo o alegre. Emociones
como el amor o el odio van dirigidas a un objeto particular localizable, a saber: individuos, animales, plantas u objetos inanimados.
Elementos adicionales para una
teoría cognitiva de las emociones
Las teorías cognitivas presuponen que las emociones se basan en valoraciones sobre situaciones, personas o estados de cosas,
y estas valoraciones pueden ser correctas o incorrectas, supericiales, erróneas o ilusorias. Para la mayoría de las emociones —si no
en todas—, la emoción que alorará en una persona depende del
27
Note el lector que Brentano incluye dentro de las emociones los estados de ánimo que
parece no tuvieran un objeto intencional, porque no hay un objeto, o situación claramente
identiicada, como sí lo tienen las emociones, en su sentido clásico. Independientemente
de que esta ampliación del concepto de lo emocional condujo a reinterpretaciones de
Heidegger y de las teorías de la cognición encarnada (que no son nuestra preocupación
explícita en este texto), es importante señalar que la idea de cognición se amplía para
incorporar pautas de acción, horizontes de sentido, alejados de la consciencia, o de
fenómenos atencionales. En estos momentos nos interesa señalar un sentido amplio, y
no necesariamente explícito, ni preciso, de las formas intencionales, o de los procesos de
interpretación del mundo por parte de los sujetos.
50
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
modo como esta “vea” el objeto que ha aprehendido o crea que lo
ha hecho. Tal es el caso de una dama que camina en la noche por
un camino solitario y oscuro, y de repente ve venir una sombra
hacia ella y siente un profundo terror porque ve el objeto, esa igura
en la penumbra, como un peligro, como algo negativo; pero si la
interpretación de la situación cambia, cambia su emoción. Si en
este mismo caso la mujer observa que la persona en el camino
es una persona conocida o un vecino muy amable, su juicio y su
emoción se transforman de manera notable (Lyons, 1993).
Ahora bien, en ciertas emociones como el amor o el odio no
parece existir una norma objetiva acerca de lo que debe considerarse una evaluación aceptable o racional, o gracias a la cual se esté
en condiciones de predecir qué tipo de propiedades son elegidas y
evaluadas por la persona en el objeto intencional de su emoción. Por
tanto, no podemos predecir de qué tipo de persona se enamorará
el otro, ni qué juicios acompañarán esa elección. En este sentido, el
juicio del enamorado implica una apreciación subjetiva en lugar
de una evaluación objetiva del objeto que suscita su emoción.
De igual manera, en estas teorías cognitivas se contemplan
los objetos ilusorios y una serie de creencias que consideraríamos
irracionales. Por ejemplo, alguien puede sentir aprecio o amor por
alguien simplemente porque descubre que comparten creencias,
o gustos particulares; o puede convertir su admiración o simpatía
por desprecio si la persona que es objeto de la emoción asume una
orientación política que produzca en el sujeto total repulsión. En
este mismo sentido, algún icono, o personaje del pasado, o de una
novela de icción, puede generar emociones extremas y pasiones
que perduren.
En estos casos se evidencia que lo cognitivo no necesariamente se debe asociar a lo racional, ni a juicios lógicos, ni a procesos de fácil entendimiento, ni socialmente compartidos. Con estos
51
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
nuevos elementos, necesariamente tenemos que ampliar nuestra
comprensión de lo cognitivo. Esto último, según los elementos
expuestos hasta ahora, reiere a procesos de interpretación y de
valoración de la información; y ello incluye creencias o percepciones que el sujeto no pueda explicitar. Pero vamos por partes:
concentrémonos, por ahora, en ampliar las ideas sobre las creencias
y su relación con lo cognitivo y lo emocional, para posteriormente
contemplar otros componentes de la categoría de la cognición.
En la clariicación sobre este aspecto cognitivo insistiremos en
cuestionar la idea estrecha que asocia cognitivo a formulaciones
explícitas, racionales o de niveles de abstracción elevados.
Bajo la categoría de creencias encontramos diferentes formas de pensamiento: convicciones, dudas, suposiciones, especulaciones, conjeturas, sobre las cuales está fundada una emoción.
Camila está enojada con el profesor porque cree que tiene preferencias con otros alumnos, mientras es muy distante y severo
con ella; por consiguiente, la emoción de enojo o resentimiento
va de la mano con creencias reconocidas sobre el trato injusto,
y sucederá lo mismo con otras emociones como la tristeza, la
repugnancia o el asco. En este sentido, algunos teóricos cognitivos sostienen que cada tipo de emoción está basado en un tipo
particular de pensamiento. Tener una emoción es, en parte, que el
mundo parezca estar en cierta forma: el mundo aparece a los ojos
de Camila de cierto modo, en su caso bajo la forma de acciones de
injusticia o desigualdad. A los ojos del celoso, el ser amado aparece
como un sujeto que desea traicionar su amor.
Ahora bien, para Calhoun y Solomon (1989), la creencia, que
tiene que ver con la emoción, no necesita estar siempre presente;
puede estar latente desde un pasado próximo o remoto y activarse
ante la presencia de un objeto intencional, o ante eventos asociados
al mismo. De igual manera, para dichos autores las creencias no son
componentes de un sistema uniicado y consistente: las creencias
52
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
opuestas pueden convivir en un mismo sujeto y manifestarse de
maneras variables, y muchas veces contradictorias. Por ejemplo,
Juan puede tener recelos contra el candidato demócrata y sentir
enojo frente a sus declaraciones, pero a la vez puede pensar que
sus ideas no son del todo erróneas. Se trata de una tensión no
resuelta en donde, incluso, puede haber factores del pasado que
afectan la creencia presente. Por ejemplo, Juan puede tener en su
sistema de creencias el recuerdo de su padre, que era un demócrata
consumado y participaba activamente en la militancia de su partido
político. Esta imagen de la infancia de Juan puede cruzarse con su
creencia presente, que lo lleva a enojarse con el candidato actual.
Las experiencias del pasado pueden expresarse de manera explícita, o simplemente actuar como intuiciones en la sombra que el
sujeto no puede identiicar. Estas experiencias pueden convertirse
en creencias que operan en un trasfondo frente a las creencias que
adquirimos en la edad madura, pero de cuando en cuando emergen
del pasado para afectar el presente (Deigh, 2016). De igual manera,
creencias constituidas en un tiempo cercano al presente pueden
generar algunos conlictos y oposiciones y ser accesibles o no a la
consciencia del sujeto.
También en este contexto encontramos lo que algunos teóricos denominan creencias defectuosas. A veces, nuestras creencias
son conirmadas por nuestra propia experiencia: por ejemplo,
considero que la avenida Caracas en Bogotá es muy congestionada
y da temor conducir allí, pues siempre hay sobresaltos por los buses
o exceso de automóviles que se atraviesan. Esta creencia puede ser
experimentada inmediatamente, asomándonos a la avenida. Pero
sucede también que nuestras creencias son producto de inferencias
que sacamos apresuradamente de una información supericial. Por
ejemplo, un amigo nos contó que la avenida central de su ciudad es
congestionada y nosotros asumimos esta información de manera
rápida como cierta, sin ningún contraste con la experiencia sino
sobre la base de la creencia de nuestro amigo, o la conianza que
en él tenemos. Se trata de una creencia débil fundamentada en la
53
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
autoridad dudosa de otra persona. La creencia defectuosa se da,
por consiguiente, cuando tenemos una información solo intelectual y no basada en evidencias (Goldie, 2010; Nussbaum, 2006).
Pero incluso las creencias pueden resistirse a todo tipo de
evidencias por múltiples razones. Un sujeto puede mantener una
creencia a pesar de las múltiples evidencias que la pondrían en
cuestión. Viktor Frankl (1979; 1982; 1987; 1994) ejempliicó esto de
múltiples maneras en sus vivencias en un campo de concentración
nazi. Un caso bastante llamativo es el de un sujeto que había
soñado y había establecido con total certeza que una determinada
fecha iba a ser liberado del campo de concentración por los aliados.
Esa creencia mantuvo al sujeto con vida, con un estado de paz y de
tranquilidad, durante varios meses a pesar de que las condiciones
de salud eran deplorables. Llegado el día esperado (que resultó
ser unas semanas antes de que los aliados se tomaran el campo de
concentración), el sujeto murió. Efectivamente, el día de su liberación “imaginaria” sí fue el día de su liberación: fue el día de un
intenso dolor y de su muerte.
Frankl (1979; 1982; 1987; 1994) reporta la manera como los
sujetos que pudieron mantenerse con vida creaban una serie de
creencias que ayudaban a sus estados emocionales. La mayoría
sostenía la idea de la supervivencia de su esposa o de un pariente
cercano, a pesar de todas las evidencias en su contra. Esta creencia,
además de generar emociones positivas y una esperanza para el
sujeto, se asociaba a un fortalecimiento del amor por la persona
imaginada y a sentimientos de responsabilidad por asegurarle
un mejor futuro. El mismo Frankl reporta que creer en su Dios le
permitió sobrevivir y resistirse a esas facetas de inhumanidad que
vio emerger en la mayoría de los reclusos. Frankl y los sujetos que
describe en sus textos podían incluso formular de manera explícita
que sus creencias podían ser falsas, pero que gracias a ese amor,
o a esa creencia que avivaba el amor, les era posible mantener un
estado emocional estable y soportar todas las situaciones de ira,
54
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
indignación y desesperanza. Las creencias podían referirse a una
persona especíica, a un Dios o a ciertas demandas morales que
implicaban las responsabilidades de los sujetos, y las maneras
como estos percibían a sus semejantes.
Aristóteles había advertido en su Retórica esta relación entre
creencias y emociones. Por ejemplo, decía que si era necesario
generar enojo en el auditorio, resultaba indispensable convencerlo
de que los persas habían perjudicado gravemente a los griegos
y habían realizado todas sus acciones con plena voluntad y deseo de daño. Aristóteles ya comprendía que lo que caracteriza a
muchas emociones es una fuerte creencia moral sobre cómo deben
comportarse los demás. Tal es el caso de su análisis de la cólera. En
esta emoción encontramos creencias morales que se consideran
malas—el desprecio, el despecho y la insolencia—, así como otras
sobre nuestro rango social y la forma en que deben ser tratados
los individuos. De este modo, cualquier cambio en la complejidad
de las creencias puede producir un cambio en las emociones de un
sujeto o de todo un auditorio. Retomando estas ideas aristotélicas,
Nussbaum (2006) dice: “Cada tipo de emoción está asociada con
una familia especíica de creencias tales que, si una persona no cree
o deja de creer en la familia relevante, no tendrá o dejará de tener
la emoción” (p. 41).
La relación entre creencias, emociones y moral es un asunto frecuentemente tratado por Martha Nussbaum en diferentes
textos. En Emociones políticas (2014), esta autora desarrolla su
argumentación intentando vincular las creencias con reacciones
espontáneas de repugnancia y asco. Ciertos objetos (luidos corporales, viscosidades, desechos, excrementos), nos recuerdan,
dice Nussbaum, nuestra naturaleza animal, inita y vulnerable,
de tal forma que los dotamos de ciertas propiedades nocivas que
pueden afectar nuestro organismo y nuestro yo. Estas reacciones
son denominadas “contaminación psicológica” por Nussbaum. El
asunto en sí mismo no es tan grave, a no ser por el fenómeno que
la ilósofa denomina repugnancia proyectiva y subordinación de
55
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
grupos. Así como llegamos a tener creencias sobre ciertos objetos
contaminantes, repulsivos y asquerosos, esta creencia puede ser
extendida a personas individuales o grupos enteros de personas,
generando procesos de exclusión y aversión social (Nussbaum, 2014).
De esta forma, el ver ciertas etnias como sucias y contaminantes
genera emociones de repugnancia y deseo de alejamiento para que
no se manche nuestra “alma limpia” por todo ese cúmulo de carne, huesos, cabellos e intestinos provenientes de esa humanidad
degradada. Las creencias pueden generar prejuicios y conductas
con enormes implicaciones morales.
En continuidad con esta visión de las creencias asociadas a la
emoción, Deigh (2016), en la misma línea cognitiva de Solomon,
propone la idea de que las emociones son juicios normativos y,
con frecuencia, morales. Si yo estoy enojado con Daniel porque
ha robado mi computador, es porque de alguna forma considero
que Daniel me ha causado un daño o ha cometido un ilícito. Si
no juzgara la situación así, no tendría por qué enojarme. En el
juicio estoy aprehendiendo una propiedad que atribuyo al objeto
intencional: en este caso, la idea de daño o perjuicio ocasionado
voluntariamente por Daniel y su mala acción de robar el computador. Quizá es difícil mantener esta teoría para todas las
emociones, pero tal como Solomon lo concebía, “tener una emoción es albergar un juicio normativo sobre la propia situación;
parece que cada sentimiento, cada emoción ya es cuestión de
juicio, a menudo de juicio moral” (2003b, p. 229). El objeto de mi
enojo—“Daniel robó mi computador”— es inseparable del mismo
y del juicio de que Daniel, al hacer tal cosa, me causó un daño o
ha realizado una acción condenable desde un punto de vista moral.
Si hemos airmado que las emociones están vinculadas a
creencias y juicios, surge la posibilidad de la responsabilidad por
nuestras emociones. Si las emociones son juicios y se pueden
debilitar o transformar por la introducción de otras creencias y
otros juicios, es evidente que somos, en buena parte, responsables
56
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
de ellas. La idea de Solomon es que, a diferencia de la visión
común que viene desde la antigüedad según la cual padecemos
las emociones, de que ellas nos sobrevienen involuntariamente,
podemos pensar en que nosotros hacemos las emociones:
Puesto que los juicios normativos se pueden cambiar por medio de
inluencias, argumentos y pruebas, y puesto que puedo dedicarme
por mi cuenta a buscar inluencias, provocar argumentos y buscar
pruebas, soy tan responsable de mis emociones como de los juicios
que hago. (Calhoun & Solomon, 1989, p. 335).
El juicio es, por tanto, algo que yo hago, y las emociones que
de ellos se derivan también son un tipo de acción sobre el mundo.
Siendo esto así, una persona puede elegir sus emociones en vez de
ser víctima de ellas, las emociones son elecciones y responsabilidad
nuestra. Nuestras emociones cambian con nuestro conocimiento
de las causas de esos estados emocionales. Si comprendo que
Daniel no robó mi computador, sino que lo está utilizando para
un trabajo que se le presentó de manera urgente, puedo quitarle
fuerza a mi enojo y abandonarlo. Es una propuesta que no deja
de tener sus problemas y detractores, pero resulta muy sugestiva
para nuestro proceso argumental. Podemos obligarnos a nosotros
mismos a la autorrelexión, a juzgar las causas y propósitos de
nuestras emociones, y también a hacer el juicio de que estamos
todo el tiempo eligiendo nuestras emociones, lo cual tendrá el
efecto de debilitarlas28 (Deigh, 2016).
Sin duda el vínculo de lo emocional con la moral, demanda una clasiicación de las
emociones y una formulación explícita de niveles o componentes cognitivos. La preocupación de la psicología moral (en una de sus tendencias) es dar cuenta de la responsabilidad y de la agencia del sujeto y por lo tanto sus análisis se orientan sobre el papel
regulador de la conciencia. Para precisar esta formulación, obviamente necesitaríamos
ser más explícitos en cómo se organizan los niveles de cognición, cuál es el papel de
la conciencia y las relaciones entre estas dimensiones explícitas del operar cognitivo y
aquellas que operan de manera no-consciente. Esta tarea, que es parte de los ejes de
investigación de nuestro grupo de investigación, apenas va a ser señalada en este texto.
Nuestro propósito, en este escrito, es simplemente señalar nuevas posibilidades de relación de lo cognitivo y lo emocional y la ampliación de los sentidos de lo cognitivo.
Sigamos pues presentando algunos signiicados de lo cognitivo y de su relación con lo
emocional.
28
57
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Después de todo lo expuesto, podemos sacar algunas ideas
“en limpio” para seguir avanzando en nuestra argumentación. Lo
primero que debemos resaltar es que lo cognitivo puede asumir
muchas formas; puede contener creencias incoherentes y no racionales, o ilusiones o prejuicios que expresan las valoraciones y las
maneras como los sujetos perciben e interpretan su mundo. La idea
de asociar lo cognitivo a formas lógicas, a cálculos de medios o ines
explícitos, o a formas de razonamiento de elevadas abstracciones
es solo parte de visiones antiguas. Las formas de conocimiento donde participan las relexiones explícitas, o los cálculos de medios
y ines son tan solo una forma en cómo se presenta la cognición.
Si dentro de lo cognitivo se incluyen formas de conocimiento irracionales, o no esperadas por criterios colectivos de evaluación, no
creemos adecuado mantener el vínculo de lo irracional-racional
para identiicar el par emoción-cognición. Las emociones pueden
de esta manera expresar formas incoherentes, contradictorias e
inesperadas, pero no por eso se deben formular de manera opuesta
a la cognición. De igual manera, las emociones pueden presentarse
en propósitos y planes duraderos y con implicaciones y referencias
abstractas, o abarcando un elevado número de personas. El amor
por el conocimiento, la pasión de un artista por una forma bella,
el compromiso y la pasión por la justicia en un activista social, son
ejemplos de cómo las emociones también pueden ser estables y
complejas (Brady, 2014; Roberts, 2013).
Pero si bien hemos hecho énfasis en las formas cognitivas
asociadas a procesos representacionales, es conveniente resaltar
que estas no son las únicas formas de abordar la cognición. Si bien
esta última puede contener fenómenos contradictorios, no sistemáticos, incoherentes y, si se quiere, irracionales, como lo acabamos de demostrar, es necesario aclarar que todos estos aspectos
58
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
descritos hasta ahora contienen procesos representacionales29.
Una creencia, de la naturaleza que sea, implica un proceso interpretativo explícito por parte del sujeto. Existe en el sujeto una
forma de referirse al evento en su intento de dar cuenta de él.
Este tipo de funcionamiento cognitivo puede ser particular
del ser humano, ya que nuestra especie construye interpretaciones sobre el mundo y opera sobre este con una serie de signos
mediacionales. El ser humano, gracias a su función simbólica,
puede establecer mayores distancias espaciales y temporales con
los eventos del mundo; y por eso puede construir una cantidad de
información que supera los estrechos límites de la presencia desnuda de los datos. Pero nuevamente lo cognitivo no está asociado
ni restringido a la especie humana, ni a las creencias o formas
mediacionales de la función simbólica. Los animales y las especies
no humanas pueden poseer otras formas de conocimiento, pero
estas son igualmente cognitivas. Lo cognitivo, nuevamente insistimos en ello, reiere a las formas en cómo los organismos procesan
la información; es decir, las capacidades que tienen los organismos
para seleccionar ciertos eventos del ambiente y organizar respuestas adecuadas a ellos. Estas formas elementales de cognición
son igualmente evaluativas y de igual manera acompañan a las
respuestas emocionales (Piaget, 1969; Vygotsky, 1979; Köhler, 1969;
Maturana & Varela, 2004). Esta formulación es solo un esbozo
que nos prepara para los siguientes apartados.
29
El concepto de representación al que hacemos referencia es el usado por Brentano,
Husserl, Cassirer, Piaget y la mayoría de semiólogos europeos. Representación en esta
tradición se entiende como la capacidad de hacer presente eventos del pasado lejano
y la capacidad de hacer planes a futuros distantes. Gracias a esta capacidad el ser
humano (para algunos esta es la cualidad que identiica a nuestra especie) es capaz de
hacer explicaciones sobre el funcionamiento del mundo, o dar cuenta de las razones que
organizan de manera explícita las acciones intencionales.
59
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Niveles de lo cogniivo
A manera de síntesis, los diversos roles que se le atribuyen
a la cognición en la generación emocional pueden agruparse básicamente en dos corrientes: 1) la que asume a lo cognitivo como
elemento constituyente30 de las emociones (p. ej., como creencias
que las preceden y determinan) o lo equipara con un conocimiento explícito que modula la experiencia emocional (como en el caso
de los procesos de valoración complejos involucrados en las emociones secundarias); y 2) aquella que no considera las emociones
como fenómenos que incluyen procesos cognitivos, sino como
formas de cognición por sí mismas.
Aunque todas las propuestas que se sitúan en el primer
grupo comparten su énfasis en los elementos cognitivos como
componentes de las emociones, algunas varían respecto a la forma en que la cognición es determinante para estos procesos.
Independientemente del protagonismo que le otorguen a la cognición, o el nivel de consciencia que establezcan para las creencias,
es de resaltar que en la primera corriente se enfatiza el carácter
inluyente (aunque ajeno a la emoción) de las creencias en tanto
potenciadores o moduladores de la respuesta emocional. En cambio, en su sentido más radical, las propuestas del segundo grupo
identiican a las emociones como juicios o creencias evaluativas
—caso en el cual las emociones no solo se relacionarían con
dichas formas cognitivas superiores, sino que en sí mismas serían
asumidas como un tipo de juicio evaluativo (Solomon, 2003)—.
Ilustremos de manera simple estas dos aproximaciones de
la relación entre lo cognitivo y lo emocional, repitiendo algunas
ideas ya dichas. Si nos encontramos en la sala de espera de un
hospital al que hemos ido para acompañar a un amigo o a un pariente que está siendo sometido a una intervención quirúrgica
30
En este sentido, los elementos cognitivos son considerados como independientes de los
emocionales, aunque pueden inluir en ellos.
60
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
de alta complejidad, las ideas o el conocimiento que podamos
tener sobre la operación médica pueden acrecentar la intensidad
de emociones particulares. Los conocimientos sobre la operación,
el nivel de efectividad, las posibles consecuencias de las fallas
médicas y el prestigio de la institución de salud, etc., pueden
afectar la presencia o experiencia de una determinada emoción.
El miedo, por ejemplo, puede oscilar y variar ampliamente de manera de acuerdo con toda la información o conocimiento que podamos tener. Este caso ejempliica una manifestación particular
de lo cognitivo en la que este afecta, en forma de creencias o
información, el desencadenamiento de una emoción especíica
(Brady, 2014).
Sin embargo, los conocimientos que tenemos sobre una situación no siempre operan de manera explícita, a pesar de que
estén estructurados de una manera igualmente compleja. Para
ilustrar este tipo de casos y su posible inluencia en los estados
emocionales, podemos pensar en los prejuicios o en ciertos juicios morales que realizamos de manera rápida y con muy poca
relexión. Podemos oponernos a cierto personaje que representa
un determinado partido político o población, simplemente porque
se lo ha asociado a un prejuicio particular; solo oír sus argumentos
nos puede producir ira, en virtud de la desfachatez que siempre
“descubrimos” en sus palabras. De la misma manera, nos puede
producir indignación un abuso de poder o una escena de miseria
que genere en nosotros alguna sensación de conmiseración. En
estos casos no es necesario que tengamos una conciencia explícita
o una racionalización especíica de lo que sucede, sino que es
suiciente aceptar simplemente que nuestra emoción expresa un
rechazo por la violación de ciertas reglas o derechos de los otros.
Las formas complejas de conocimiento no siempre tienen
que hacerse conscientes para tener fuerza coactiva. Si pensamos,
a manera de ejemplo ilustrativo, en las reglas de la gramática y la
ortografía, que a todos nos fueron enseñadas, entenderemos mejor
61
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
nuestra argumentación. Las personas que poseen una ortografía
notable no siempre hacen explícitas las reglas que aprendieron: el
proceso de aprendizaje de la regla posibilitó una automatización
que el sujeto solo actualiza. Piense el lector (si cree tener una
muy buena ortografía) cómo opera al escribir y cómo resuelve sus
dudas sobre la correcta forma de escribir una palabra. En muchos
casos, la estrategia es simplemente escribir la palabra de manera
automática, sin dejarse contaminar por otros recuerdos. Las reglas
no se consideran y aplican explícitamente en cada caso; solo se
ejercitan de manera automática y por medios particulares.
Pero estas dos formas de entender la cognición y sus relaciones con lo emocional no son las únicas, ni contemplan todas
las posibles variantes de esta relación: existen muchas otras formas emocionales que se expresan sin que el sujeto tenga una idea
explícita de su signiicado, e incluso sin que pueda llegar a hacerla
explícita. Si se piensa en los niños pequeños o en los animales
superiores, es posible entender a qué nos referimos. Un animal
puede mostrar sus dientes a manera de amenaza a un extraño que
invada su territorio siempre y cuando el invasor sea un macho
que cometa esta imprudencia en ciertos periodos de celo, o en ciertos momentos particulares. Si esa misma conducta de invasión es
cometida por una hembra, en los mismos momentos, la reacción
esperada será completamente opuesta a la descrita anteriormente.
Esta reacción emocional opera después de un proceso de diferenciación y procesamiento particular de la información, que
igualmente caliicaríamos como cognitivo (Piaget, 1969; Maturana
& Varela, 2004).
En este sentido, cabe aclarar que la inmediatez en la reacción
que caracteriza muchas veces a la respuesta emocional no sugiere
ni equivale a la existencia de una “emoción ciega”, “bestial” o
no-cognitiva (como se le podría haber llamado antes), sino que
simplemente sugiere la posibilidad de considerar, como ya se ha
62
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
esbozado, que cada especie —no solamente los seres humanos
racionales— posee formas cognitivas que le permiten percibir y
seleccionar eventos signiicativos del ambiente.
Después de esta diferenciación de procesos cognitivos y de
su relación con los procesos emocionales, podemos volver unas
líneas más arriba y formular con más claridad nuestras ideas de
lo cognitivo. Esto debe entenderse, desde una perspectiva amplia,
como las maneras en que un organismo selecciona y procesa la
información de su ambiente, o las maneras como actúa ante este
de manera estable y regular. Bajo esta caracterización, podemos
incluir en lo cognitivo tanto las formas perceptivas de los organismos inferiores como las argumentaciones explícitas de los grandes
cientíicos o grandes pensadores de la humanidad.
Si dentro de lo cognitivo pueden incluirse tanto las formas
de percepción y discriminación de los animales no humanos como
las más complejas, es claro que existen algunos criterios para su
diferenciación y su clasiicación. Por ahora, simplemente establecemos dichos criterios de manera general según el grado de
participación de los conocimientos y las creencias; y de acuerdo
al grado de conciencia necesario para su manifestación31. Esta diferenciación provisional de niveles cognitivos nos permite volver a
nuestra exposición sobre las teorías cognitivas de la emoción, para
concluir que todo proceso emocional demanda algunos procesos
cognitivos de selección y evaluación de las demandas del ambiente
(p. ej., Hatzimoysis, 2003; Almeida, 2011; López & Morales, 2010;
Macpherson & Bermúdez, 1998).
Esta diferenciación más ina de niveles demanda una exposición más extensa, donde
se hagan explícitos los criterios de las diferentes teorías cognitivas. Sean los criterios
de complejización direccional del desarrollo (propuestos por Piaget, Vygotsky u otros
autores de la psicología del desarrollo), los niveles de composición atomística del
procesamiento de información o los niveles o estados diferenciales de la conciencia, cada
una de las versiones sobre el operar de los organismos ofrece maneras especíicas para
diferenciar lo cognitivo. En este escrito seguimos una diferenciación muy gruesa, que nos
facilita contextualizar las maneras como se clasiican las manifestaciones emocionales.
Obviamente, esta diferenciación no signiica que las distintas formas emocionales no
puedan darse de manera mezclada y establecer entre ellas variadas formas de relación.
31
63
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Así como pueden establecerse formas diferentes o niveles de
lo cognitivo, se pueden establecer formas emocionales diferentes.
Entre más elemental sea la expresión emocional, más lo será su
componente cognitivo, y mejor podrá observarse a través de sus
manifestaciones corporales. La oposición radical de los fenómenos se disipa al sugerirse la existencia de niveles diferenciales de
la cognición y maneras variadas en las que se expresa el componente emocional. El paso siguiente es avanzar hacia una propuesta
de clasiicación de las emociones, teniendo en cuenta lo dicho
hasta ahora.
Emociones básicas, complejas
y el comportamiento moral
En la literatura sobre las emociones se han propuesto criterios diversos para su clasiicación. Algunos de los parámetros que
se han empleado en la elaboración de taxonomías particulares
hacen referencia a aspectos como las funciones adaptativas32 que
las caracterizan, a su carácter de innatez o de aprendizaje, o al nivel
de complejidad cognitiva en que se expresan. A pesar de que estos
32
El análisis en términos de adaptación puede recibir argumentos similares a los
desarrollados en este escrito. El concepto de adaptación no es un fenómeno de “todo o
nada”, ni una categoría que pueda asociarse a un determinado proceso psicológico; por el
contrario, depende del contexto o del nivel del análisis que se esté realizando. Por ejemplo,
el llanto de un adulto en un examen puede “caliicarse” de “no-adaptativo” si bloquea o
impide que la persona busque las respuestas adecuadas al interrogatorio. Pero, si el llanto
se observa en un niño que enfrenta una situación que no puede resolver individualmente,
y si esta conducta provoca la respuesta de ayuda de un adulto, su llanto puede ser
caliicado como adaptativo. Por ejemplo, el llanto de un recién nacido por un dolor o
una incomodidad desencadena, en la mayoría de los casos, la conducta de protección
necesaria. En las disciplinas sociales, a veces los investigadores se limitan a buscar
situaciones especíicas donde un concepto pueda ser deinido de manera excluyente, con
las notorias consecuencias negativas en cuanto a la formulación de comprensiones más
amplias. De esa manera, los teóricos que descaliican la emoción como un obstáculo del
adecuado operar de la inteligencia encuentran siempre los ejemplos adecuados para sacar
conclusiones rápidas; de igual modo proceden las teorías competidoras. La necesidad de
clasiicar y diferenciar las emociones posibilita entender de otras maneras las relaciones
de este proceso con la cognición y con la conducta moral.
64
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
criterios no son excluyentes, se considera fundamental para nuestra
argumentación enfocarnos en los diversos aspectos de complejidad cognitiva involucrados en las emociones. Los autores que intentan diferenciar y clasiicar los estados emocionales, siguiendo
este criterio, coinciden en establecer una diferencia entre emociones básicas y complejas (Izard, Stark, Trentacosta, & Schultz,
2008). La clasiicación entre emociones básicas y complejas tiene
sentido si se asumen las emociones como entidades discretas y
se dividen de acuerdo al nivel de participación cognitiva asociado
a cada una de ellas.
Aunque ya se ha dicho que todas las emociones implican
cognición, es claro que no todas están relacionadas con procesos
cognitivos complejos propios de los seres humanos de mayor desarrollo ontogenético. En concordancia con esta última airmación,
los modelos de la emoción frecuentemente hacen una distinción
entre (a) emociones básicas o fundamentales y (b) fenómenos
emocionales más complejos como las emociones secundarias o
autoconscientes33 (p. ej., vergüenza y culpa), que frecuentemente
involucran procesos cognitivos de orden superior (Izard, 1977).
En ciertos momentos, esta categorización puede ser tan marcada que incluso algunos autores (p. ej., Griiths 1997; Matthen
1998; Clark, 2009) han argumentado que las teorías generales de
la emoción deberían ser eliminadas de la psicología cientíica,
para ser reemplazadas por al menos dos teorías separadas que den
Lewis (2000) hace una distinción adicional entre emociones autoconscientes (p.ej.
envidia) y autoconscientes evaluativas (p. ej. vergüenza y culpa). Las primeras requerirían
la habilidad de formar representaciones estables del sí mismo y de enfocar la atención en
ellas (autorrelexivas), mientras que las segundas requerirían habilidades de comparación
de la conducta propia o de otro con reglas, metas o estándares culturales internalizados.
No obstante, esta distinción no parece haber representado un impacto signiicativo
para las teorías de la emoción, posiblemente debido a que no hay evidencia suiciente
para demostrar que las emociones autoconscientes no implican los mismos procesos
comparativos internalizados que las emociones autoconscientes evaluativas. Por ello, en
el presente texto se hace caso omiso a dicha distinción.
33
65
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
cuenta de cada tipo de emoción (Clark, 2009)34. En este sentido,
Griiths (2004) argumenta que, considerando el hecho de que
las emociones básicas son homólogas en varias especies animales
mientras que las secundarias son dependientes de capacidades
mentales únicas a los humanos, deberían desarrollarse abordajes
teóricos diferenciales para cada una de ellas.
En este punto es necesario señalar que, si bien existe amplia
evidencia según la cual esta categorización es bastante apropiada
—argumentando la fácil identiicación de ciertas emociones básicas—, tanto entre las culturas como entre las personas dentro
de una misma cultura (Ekman, 1992; Davidson, 2006), también
existe un gran debate en torno a ella (p. ej., Ortony & Turner, 1990),
que se centra en las preguntas sobre cuántas y cuáles son las
emociones básicas, y qué les da ese carácter.
Aunque tradicionalmente han sido seis las emociones aceptadas dentro de esta categoría —tristeza, ira, miedo, asco, alegría y
sorpresa (Rusell & Fernández-Dols, 1997; Campos & Barret,
1984)—, cada autor parece tener su propia versión de lo que debería incluirse como una emoción primaria o fundamental35. No
Incluso la diferenciación podría hacerse más ina si más ino fuera el análisis de lo
cognitivo según la postura asumida al respecto. Por ejemplo, los seguidores de teorías
piagetianas, o de esquemas de la psicología del desarrollo europea pueden diferenciar
dos conjuntos grandes de lo cognitivo con sus respectivas subdivisiones, a las que
corresponderían procesos emocionales o afectivos particulares. Bowlby, por ejemplo,
(siguiendo a Piaget y a la teoría general de sistemas de Bertalanffy) diferencia el
sensoriomotor como el espacio donde la emoción puede diferenciarse en emociones de
tipo automático (que corresponderían a los primeros estadios del sensoriomotor) y el
afecto, que corresponde a la aparición de la intencionalidad sensoriomotora (el cuarto
estadio en el esquema del desarrollo de Piaget). Iakobson (1959), hace una diferenciación
similar, pero referido al gran periodo de las representaciones. Al periodo preoperatorio
corresponderían emociones variables y no sistemáticas (como la culpa, según la entiende este autor); y al operatorio los sentimientos (así los llama) más estables y que se
acompañan de razones o creencias explícitas, además de contener signiicados abstractos
(como el amor a la patria, a la justicia, etc.). Como lo notará el lector, y como lo hemos
dicho repetidamente, en este primer documento sobre el tema nuestras categorías seguirán siendo bastante gruesas.
35
La discusión sobre la inclusión del asco en la categoría de emociones básicas es un
buen ejemplo para ilustrar toda la controversia en torno a la naturaleza de emociones
34
66
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
profundizaremos ahora en este debate, en tanto nos desvía de la
idea que queremos presentar. Lo que nos atañe aquí, sin embargo, es que, pese al reconocimiento de la diicultad de alcanzar un
consenso sobre cuáles deberían ser las emociones básicas, nuestra
argumentación nos ha conducido a aceptar esta diferenciación
inicial y gruesa entre emociones básicas y complejas. Ahora es
momento de avanzar con algunas características que se proponen
para deinir cada uno de estos tipos de emociones.
Comencemos con las emociones básicas, ampliamente
entendidas como un juego de componentes neurales, expresivos/
corporales y experienciales/motivacionales, generados rápida y
automáticamente cuando un estímulo ecológicamente signiicativo es sentido o percibido (Izard, 1977; Izard, Stark, Trentacosta,
& Schultz, 2008). Este tipo de emociones se caracteriza por
tener expresiones faciales prototípicas y universales (asociadas
generalmente con reacciones evolutivamente adaptativas), y por
su aparición temprana en la historia del desarrollo ontogenético.
Respecto a este último punto, y de acuerdo con la teoría del desarrollo cognitivo (Clark, 2009), se sabe que las emociones básicas
emergen principalmente durante el primer año de desarrollo;
mientras que las complejas lo hacen mucho después (entre los 18
meses y los cuatro años de edad), y solo cuando se han cumplido
algunos prerrequisitos cognitivos: entre ellos se destacan la capacidad para reconocer e internalizar normas, la capacidad de
autoconciencia y, por supuesto, el nivel de desarrollo de la teoría
de la mente (Clark, 2009).
particulares. En este caso, aunque muchos teóricos lo han incluido como una emoción
básica (p. ej. Izard, 1977; Oatley & Johnson-Laird, 1987), otros (p. ej. Panksepp, 2007)
argumentan que esta sensación es más afín a un afecto sensorial: señalan que, si la
sensación de asco es considerada como un sistema emocional básico, ¿por qué no incluir
también otros estados corporales como el hambre, la sed y la fatiga? Obviamente queda
la pregunta abierta de si el asco es una emoción básica por una razón diferente, ya que,
como lo señala Martha Nussbaum, es en el hombre donde esta reacción tiene ciertas
particularidades.
67
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Obviamente, como lo hemos señalado, uniicar las emociones
complejas con categorías tan amplias puede generar ininidad
de controversias. Es claro que el proceso de internalización de
normas, por ejemplo, puede darse de muy variadas maneras, según
el nivel de desarrollo cognitivo en que se encuentre el sujeto; y lo
mismo podemos airmar sobre los procesos de autoconciencia o la
capacidad de entender la perspectiva y las intenciones de los otros.
Pero ya dejamos claro que nuestro propósito no es adelantar una
descripción precisa del desarrollo ontogenético, sino delimitar
las maneras como se podría hablar de las emociones y avanzar
en una caracterización de las emociones morales, podemos pasar
por encima de cualquier diicultad que pueda generarse con la
formulación de categorías tan gruesas como las presentadas en las
líneas anteriores.
Si las emociones básicas tienen un carácter más elemental
y pueden presentarse en los momentos del desarrollo donde la
inluencia cultural es reducida, al igual que pueden atribuirse
a especies no humanas, podemos airmar de ellas que tienen un
carácter universal y pueden ser contempladas a partir de expresiones corporales directas (que en el caso humano se maniiestan
de manera más notoria mediante expresiones faciales). En la
medida en que en la expresión de las emociones participen procesos cognitivos de más complejidad, o normas particulares que
inluyen en su regulación, su manifestación se evidenciará en
espacios o poblaciones más restringidas, al igual que en sensaciones experienciales muy diferentes. Así, al darse acompañadas de
procesos con los que se identiican las culturas, es claro que las
emociones complejas pueden tener una universalidad menor
(Lewis, 2000; Clark, 2009), además de que sus formas de expresión
no necesariamente se darán a través de expresiones faciales, o
manifestaciones corporales visibles (Izard, 1977).
No obstante, si inicialmente se propone esta clasiicación
gruesa de los fenómenos emocionales para diferenciar de manera
clara ciertos procesos según la especie o el nivel de desarrollo
68
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
cognitivo, esto no signiica que solo en un momento particular
habría de manifestarse una de las formas emocionales descritas, y
solo en las maneras como las hemos descrito. Dicho de otro modo,
nuestra identiicación inicial de las emociones básicas con un
periodo inicial del desarrollo no nos debe llevar a pensar que solo
en estos momentos primitivos del desarrollo se han de encontrar,
de manera única y exclusiva, estas expresiones de la afectividad.
La ira, la tristeza o cualquiera de las emociones básicas que se
propongan no son exclusivas de los primeros momentos del desarrollo; pero solo en ellos se presentan de manera fácilmente
identiicable con una manifestación corporal, y son desencadenadas por estímulos de complejidad reducida.
Las emociones básicas son el sustrato más elemental en que
se pueden presentar las emociones, pero, obviamente, estas pueden manifestarse de acuerdo a estímulos o eventos que el sujeto
valore según su estado particular de desarrollo cognitivo. Si un
niño puede sentir tristeza por la no percepción de su mamá en un
momento de necesidad o de dolor físico, un adulto puede manifestar la misma emoción (o cualquier emoción básica) por situaciones
más complejas como una historia escuchada, un resultado no
agradable de una competencia deportiva o de un evento político
(Ekman, 2003; Izard, 1977; Izard, Stark, Trentacosta & Schultz,
2008). Obviamente, no es posible desconocer que muchos de los
estímulos naturales que operaban de manera general en la infancia, pueden presentarse con las mismas características en muchos
adultos.
Las emociones básicas, por su naturaleza elemental, pueden
ser generadas por estímulos inmediatos (en sus formas más primitivas, claro está), al tiempo que están estrechamente ligadas
a la acción y la respuesta inmediata por parte del individuo;
mientras que las emociones complejas nos conducen a niveles de
signiicaciones no muy precisas, además de una relación no muy
clara de sus vínculos con la acción.
69
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Ilustremos la idea anterior con un ejemplo. La aparición de
una serpiente puede provocar gritos de pánico y desencadenar,
en el sujeto (en este caso incluimos a muchos animales que
muestran este tipo de respuesta ante una serpiente) que percibe
el peligro potencial, una carrera desenfrenada en la dirección
opuesta a donde se encuentra el reptil mencionado. De manera
algo diferente, podemos entender el miedo que pueden tener
individuos particulares frente a la toma del poder por parte de
un individuo que puede ser caliicado con adjetivos peores que
los atribuidos a nuestro rastrero animal. Igualmente, este miedo
puede conducir a diferentes acciones, no asociadas del mismo
modo a como se vinculan la emoción y la acción en las formas más
primitivas. Asimismo, alguna sensación de culpa moral puede
conducir a conductas muy diferentes, sin que haya un vínculo estrecho y generalizable entre el evento que la genera y la conducta
consecuente36.
El hecho fundamental es que, independientemente de las
maneras como se exprese una emoción básica, esta puede ser
provocada por procesos de signiicación y de estructuración cognitiva diferenciales. La ira, por ejemplo, puede ser provocada
porque a un niño le quitan un juguete, o por el desacuerdo con
una idea política. Pero si esto es así con las emociones básicas,
es claro que las emociones complejas no demandan la misma
reciprocidad, en tanto estas últimas se expresan solo en sujetos
que poseen determinadas capacidades cognitivas. Si pensamos en
la culpa o en sentimientos patrios, por ejemplo, es evidente que
solo una persona que ha podido comprender nociones como pertenencia, patriotismo, o determinadas reglas morales, puede generar
Obviamente son múltiples las combinaciones entre signiicaciones, emociones y
acciones posibles. En este libro intentaremos abordar algunos problemas de esta idea de
complejización cognitiva en los otros artículos relacionados.
36
70
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
ese tipo de sensaciones emocionales. La culpa, la vergüenza o los
sentimientos patrios, entre otras emociones morales complejas,
serían, por lo tanto, únicas en los seres humanos.
Creemos que con estas últimas líneas hemos cumplido
nuestros propósitos y preocupaciones conceptuales. Por un lado,
hemos ampliado los conceptos de lo cognitivo, hecho que nos
posibilitó establecer niveles diferenciales en las expresiones emocionales. De esta manera, las oposiciones aparentes entre las
posturas racionalistas y sentimentalistas se minimizan, al igual
que las oposiciones entre las teorías isiológicas y cognitivas de la
psicología moderna. Las reacciones automáticas, propias de especies no humanas y de niveles elementales de cognición, que
eran ejempliicadas en las teorías isiológicas, son reinterpretadas
como expresiones emocionales de organismos que tienen formas
cognitivas muy elementales. Las formas emocionales que expresan prejuicios, pasiones de largo aliento o ideas contradictorias y
poco sistemáticas son expresiones propias de la especie humana
y sus variadas formas cognitivas.
Si bien esta propuesta puede permitirnos resolver algunas
de las diicultades de las teorías expuestas en la primera parte del
artículo, es necesario resaltar que este abordaje necesita resolver
una serie de detalles esenciales para el análisis de la conducta moral
y la comprensión de las emociones. Si bien hemos presentado una
clasiicación general sobre formas cognitivas y manifestaciones
emocionales, es claro que muchas veces estas formas se presentan
de manera mezclada, y con una serie de efectos mutuos y de aspectos particulares que sería importante delimitar. Veamos algunos ejemplos, con el ánimo de presentar algunos puntos que
demandarían algunos detalles adicionales a nuestra propuesta
conceptual.
71
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Un primer ejemplo se reiere a las relaciones de apego que
un niño construye con su madre en los primeros dos años de
vida y que pueden alterarse por información o por sesgos representacionales37. De igual manera, dos amigos de infancia que
se aman de manera intensa pueden ver afectadas sus emociones
mutuas si en su relación se involucra alguna perspectiva fanática
(sea de tipo político, o religioso) que lleva a ver con diferentes ojos
al grupo social al que pertenece alguno de ellos. Otro ejemplo que
evidencia las relaciones complejas entre los diferentes momentos
cognitivos y entre las diferentes formas emocionales se releja en
los casos de anorexia, o en los casos de movimiento no espontáneo
de ciertas patologías. Un esquizofrénico puede alterar las formas
expresivas usuales y convertir su cuerpo en un dispositivo que
expresa sus fantasiosas y rígidas formas representacionales.
A pesar de lo anterior, obviamente, las relaciones entre las
diferentes formas cognitivas y emocionales pueden operar de
manera armónica, como es usual en la cotidianidad de la mayoría de las personas, donde las diferentes manifestaciones se
hacen invisibles porque se integran de manera coherente. De
igual manera, esta propuesta conceptual demandaría estudiar
Bowlby (1998), Köhler (1969), Lorenzer (1977) y Perls (1951) incluso airman que,
en los seres humanos, los procesos representacionales complicaron las expresiones
emocionales y la armonía afectiva. Solo las formas elementales de emoción y vínculo
afectivo garantizaban una respuesta adecuada y adaptativa a las demandas del ambiente.
El hombre, en tanto único ser con representaciones, se ve arrastrado a formas cambiantes
y poco estables en su vida emocional. Esta visión, (que recuerda las ideas románticas
del siglo XVIII y XIX donde el cuerpo, la emoción y la imaginación se vinculaban
para ofrecer una mirada positiva y creativa de lo que los ilustrados condenaban)
simplemente expresa de manera igualmente dicotómica los pares analizados. Como lo
hemos dicho repetidamente, la noción de adaptación, de adecuabilidad de un proceso
demanda una diferenciación de contextos y una teoría que relacione de manera más
rica las diferentes formas cognitivas y emocionales. En vez de condenar algún proceso
cognitivo, o emocional, atribuyéndole valoraciones particulares, hay que establecer las
variadas formas en que la cognición corporizada opera. La cognición corporizada y los
abordajes fenomenológicos son una línea de trabajo de nuestro grupo donde creemos
poder encontrar insumos necesarios para solucionar estas oposiciones entre las teorías.
Insumos que son parte de otros textos.
37
72
Las emociones y la moral:
una propuesta desde la psicología
las emociones complejas únicas de la especie humana, como la
culpa, la indignación, el resentimiento y ciertos comportamientos
que muestran que se necesitan categorías y teorías más precisas
para dar cuenta de las pasiones políticas, la psicopatía, el amor
a propósitos de vida irrealizables y una serie de fenómenos que
presentan toda una gama variada de factores.38 Esperamos abordar
esta tarea posteriormente.
38
En otros artículos de este libro abordaremos la culpa moral y la psicopatía. Pero hay
una serie de fenómenos que demandan más precisión para evaluar el poder heurístico de
nuestra propuesta.
73
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
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79
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
80
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
LA CULPA Y SU RELACIÓN
CON LA MORALIDAD1
Laura Pacheco Castañeda
Jaime Yáñez-Canal
1
Este documento es un producto del proyecto Emociones y Responsabilidad Moral,
ganador de la convocatoria de Investigación Orlando Fals Borda 2015-2016 de la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Modalidad
IV. Grupos de Investigación: Eventos Publicación en Coautoría (código 32940. Código
Quipu: 201010025056).
81
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
82
La culpa y su relación con la moralidad
En este artículo intentaremos abordar el problema de la
culpa, un fenómeno emocional muy complejo que usualmente
vincula contenidos de tipo moral. Esto, a su vez, nos permitirá
evaluar nuestra postura sobre el desarrollo sociomoral y sobre las
relaciones cognitivo-emocionales.
Con la culpa pasa lo mismo que con otros procesos emocionales: se encuentran posturas que abogan por considerar esta
particular emoción como adaptativa, mientras que otras la ven
como un contaminante del adecuado proceder moral. En este
sentido, presentaremos los argumentos de cada una de estas posturas y adelantaremos algo de nuestras ideas sobre el particular.
Continuaremos con la esquematización de nuestra oposición a
toda forma dicotómica de pensamiento, para luego ofrecer una
teoría —o un bosquejo de ella— en la que se vean las múltiples
formas que puede adquirir el sentimiento de culpa.
Para inalizar, mostraremos que, para poder desarrollar esta
concepción, es recomendable asumir una teoría del desarrollo humano que muestre la complejidad de las formas cognitivas en su
desarrollo y las relaciones variables que se dan entre este proceso
y lo emocional.
La culpa como emoción moral
En la ilosofía moral hizo carrera la discusión entre Kant y
Hume sobre el papel de la razón y la emoción en la determinación
de la acción moral. Para el primero, la emoción era absolutamente
variable y no estaba asociada a la autonomía y a la acción intencional
y, por lo tanto, tampoco podía ser asociada al comportamiento
moral. Lo moral solo podría expresarse a partir de una capacidad
83
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
racional que establece principios que orientan la acción y garantizan la dignidad humana. Para Hume, en contraste, la razón
solo podría establecer relaciones entre verdades matemáticas o
contenidos abstractos, pero carecería de esa fuerza motivacional
y valorativa que sería propia de la emoción2.
Esta oposición entre razón y emoción no solo releja las
maneras algo restrictivas en que se han asumido los conceptos,
sino que también muestra la diicultad de establecer entre ellos
formas variadas de relacionarse. Sin embargo, existen emociones
que demandan una valoración de criterios y principios morales
para poder manifestarse, a la vez que requieren una fuerte carga
motivacional en el sentido del deber y de obligación para que el
sujeto se sienta comprometido a realizar ciertas acciones que
considera dignas. Un ejemplo de las posibles interacciones entre
este par tradicionalmente opuesto de razón y emoción es el de la
culpa moral. La culpa es una emoción que puede suscitarse cuando se han violado algunos criterios o principios morales.
Un sujeto puede sentirse culpable o con fuertes remordimientos después de haber golpeado o dañado a algún semejante,
al que le debe respeto y consideración. De la misma manera, muchas personas pueden reconocer fuertes sentimientos de culpa
después de haber mentido o realizado alguna acción que les trajo
algún beneicio a costa del bienestar de otro. Posiblemente el remordimiento se acompañe de juicios sobre los principios o valores
que se han violado; aunque no es necesario que se tenga conciencia
de los mismos. Lo que es claro es que, independientemente del
2
Estas son las versiones más difundidas de estos autores, las cuales se han convertido
en puntos de referencia para los debates sobre la acción y la psicología moral. En este
sentido, seguiremos esta distinción para desarrollar nuestras ideas, sin polemizar con
esas interpretaciones. Solo baste aclarar que cuando Hume se reiere a la justicia y a
las decisiones que tienen que ver con la regulación de las instituciones, propone a la
razón como la orientadora de las decisiones. Igualmente, Kant acepta que, en los ideales
perfeccionistas y en la defensa de la virtud, los aspectos emocionales juegan un papel
fundamental.
84
La culpa y su relación con la moralidad
grado de conciencia del sujeto, el sentimiento de culpa se puede
relacionar directamente con un juicio o unos valores morales
preestablecidos.
En líneas generales, una perspectiva que abogue por una
integración particular de la emoción y la cognición debe tener
en cuenta que para que una emoción sea moral, debe implicar la
consideración de estándares morales y normativos; es decir, que
involucra creencias sobre el quebrantamiento de normas, a la vez
que se relaciona con los estereotipos inherentes a los códigos y
creencias individuales (Mercadillo, Díaz, & Barrios, 2007).
El que una emoción surja en relación con principios o
estándares morales especíicos signiica que involucra elementos
cognitivos superiores para su generación; esto es, un conjunto
complejo de conceptos, creencias y deseos relacionados con la
moralidad, un conocimiento del otro3 y un reconocimiento de
los diversos matices del sistema de relaciones interpersonales,
con las exigencias y las expectativas que estas relaciones suponen
(Hansberg, 1996).
Sumado a lo anterior, las emociones morales podrían catalogarse como complejas4, en tanto que requieren habilidades
Las emociones morales tienen en común procesos cognoscitivos subyacentes frecuentemente vinculados con la teoría de la mente, donde se destaca la capacidad para inferir y
representar los estados mentales y emocionales de otros. Sin embargo, aunque la capacidad
de toma de perspectiva es usualmente vista como necesaria para la generación de las
emociones morales, no parece ser suiciente dado que, como señalan Mercadillo, Díaz, y
Barrios (2007), “además de identiicar en otro el daño provocado por el quebrantamiento
de un valor moral, el contexto socio-cultural particular y la historia individual del agente
moldean la experiencia emocional resultante” (p. 37).
4
La distinción entre emociones primarias (p. ej. ira, tristeza y miedo) y emociones complejas no se abordará aquí, dado que se sale de nuestro objetivo expositivo. Es suiciente
con señalar que la diferencia entre estas dos categorías se centra en el nivel de procesos
cognitivos que involucran. En tanto que las emociones morales requieren, obviamente, un
conocimiento explícito de reglas y principios éticos, se deben considerar como emociones
complejas. Sin embargo, resulta importante señalar que las emociones primarias, aunque
no estén fundamentadas en esquemas morales, también pueden estar relacionadas con
la moralidad en una variedad de formas. Estos aspectos no van a ser abordados en este
texto, pero el lector puede ampliar la información en Hoffman (2002), Stark, Trentacosta,
y Schultz (2008), o en otros textos de este mismo volumen.
3
85
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
cognitivas superiores. Pero, además pueden denominarse como
emociones autoconscientes5, en tanto parecen surgir como resultado de algún tipo de evaluación del propio self 6. El resultado de
esta evaluación es el que usualmente indica la adecuación de la
conducta con los estándares de la moralidad que desencadenan
la experiencia de emociones como la culpa, la vergüenza y la indignación, las cuales han sido vistas como morales por excelencia
(Eisenberg, 2000).
Teniendo en cuenta estos lineamientos, para que se experimente una emoción como la culpa es necesario que exista la
creencia de que el propio self ha violado alguna exigencia moral.
La persona que se siente culpable puede pensar que ha hecho
algo prohibido, que ha transgredido una norma, que ha roto un
tabú o que no ha hecho algo que consideraba obligatorio, sea esto
cierto o no. Acá, la íntima relación entre culpa y moralidad se hace
evidente, en tanto que el contenido de lo que el agente considera
como prohibido u obligatorio es, por lo general, moral. Se siente
culpa, por ejemplo, por haber hecho algo que se cree injusto, al evaluar la propia conducta como causante de alguna incomodidad o
afrenta a otros (Bybee & Quiles, 1998) o por hacer algo deshonesto
o poco generoso.
Pero si en muchos casos se hace evidente el vínculo entre
el sentimiento de culpa y elevados preceptos morales, en otras
situaciones esta relación no se ve de forma tan clara ni tan positiva
en cuanto a su inluencia en la acción moral; existen muchos
ejemplos de abierta violación de estándares morales sin que ellos
se acompañen de esos sentimientos incómodos de culpa. De
La etiqueta de “autoconsciente” se deriva del hecho de que la experiencia de emociones
como la culpa y la vergüenza involucran un proceso de pensamiento relexivo sobre el
self (Eisenberg, 2000).
6
Por lo que se cree, no se encuentran en animales sin capacidad de autorrelexión ni en
niños pequeños, quienes aún no han adquirido la capacidad de pensar conscientemente
acerca de ellos mismos (Lewis & Brooks-Gunn, 1979; Mitchell, 2003; como se citó en
Leary, 2004).
5
86
La culpa y su relación con la moralidad
igual manera, estos sentimientos pueden volverse absolutamente
estorbosos e incapacitantes en muchas otras circunstancias, así
como surgir de valoraciones no necesariamente morales.
La elucidación de esos extremos opuestos nos demanda una
exposición más detallada de estas visiones y de una serie de conceptos asociados, tarea que abordaremos a continuación.
Emociones y adaptación
Las funciones adaptativas de las emociones han sido conceptualizadas de manera amplia. Algunas teorías de la emoción, de
claro corte darwiniano, han asumido que la capacidad del hombre
para la experiencia emocional evolucionó debido a su valor adaptativo. En este sentido, las emociones habrían posibilitado que
los organismos reaccionaran de manera rápida y efectiva a ciertas
condiciones especíicas del ambiente. Una emoción de miedo, por
ejemplo, agilizaría la reacción de huida de un organismo en peligro; de igual forma, todas las emociones facilitarían la comunicación y la interacción social entre organismos de la misma
especie (Frijda, 1986).7
Aparte de las emociones básicas, como el miedo, la ira o la
tristeza (las cuales se pueden identiicar en varias especies animales), los seres humanos poseemos otras emociones que demandan tipos de análisis muy diferentes. Las emociones complejas, o
7
Es claro que, en este contexto, nos referimos a las versiones evolucionistas que, por su
naturaleza conceptual, siempre intentan encontrar las funciones adaptativas de cualquier
conducta o rasgo presente en nuestra especie. Darwin, la socio-biología y la psicología
evolucionista, proponen entender las emociones según su utilidad para garantizar la
supervivencia de los individuos o de la especie. Obviamente existen otras posturas que
han propuesto entender la emoción, y otros conceptos asociados (afecto, pasión, etc.),
como no adaptativas o como obstáculos para el desempeño efectivo de un sujeto. No es
nuestro interés ampliar mucho este debate, ni la historia de las posiciones en esta área de
investigación, simplemente intentaremos presentar algunas posturas que nos permitan
dilucidar algunos aspectos de las emociones complejas, y especialmente del problema
de la culpa.
87
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
autoconscientes, al no operar como reacciones automáticas ante
eventos con cierta regularidad y elementalidad, nos enfrentan
a interpretaciones opuestas. La primera interpretación, y la que
posiblemente goza de mayor aceptación, considera que este tipo
de emociones complejas tienen una función crucial, pues garantiza
un adecuado desempeño social. Tangney (1999), Tracy & Robins
(2004), Tracy & Robins & Tangney (2007, como se citó en Gao,
WanG & Qian, 2010), Blum (1980), Kochanska y Aksan (1995), y
Eisenberg (2000), han señalado que las emociones autoconscientes contribuyen al logro de metas sociales especíicas y son
la base de la regulación social, ya que impulsan a las personas a
comportarse de acuerdo con formas que son socialmente valoradas, a la vez que evitan acciones que podrían generar algún tipo
de desaprobación moral.
Estas perspectivas parecen coincidir en la importancia que
estas emociones tienen para la especie en cuanto a su valor adaptativo, principalmente en lo referido al mantenimiento del orden
social. De hecho, para Izard (1977), la culpa es la emoción8 más
importante en el desarrollo de las estructuras afectivo-cognitivas
y en la ejecución de la acción moral, ya que sería la base evolutiva del sentido de responsabilidad personal, fundamental para el
desarrollo y mantenimiento de las normas sociales.
Kochanska, Gross, Lin, y Nichols (como se citó en Dost &
Yagmurlu, 2008), por ejemplo, reportan que los niños que muestran mayor nivel de culpa, tienen menos probabilidad de violar
los estándares de conducta esperados y un mayor “sentido moral”.
Desde perspectivas más radicales, además de ligar la culpa a la
moralidad, se la ve en sí misma como un bien moral (Neblett, 1981).
De este modo, las emociones morales no solo estarían relacionadas
8
Aunque existen diferencias conceptuales entre sentimiento y emoción, términos que
son usados de manera diferencial por algunos de los autores citados, en nuestro escrito
se hará referencia indistinta a los dos términos con el ánimo de no perdernos en aspectos
secundarios de nuestra exposición.
88
La culpa y su relación con la moralidad
con la moralidad, sino que podrían constituirse como requisitos
indispensables para la generación del sentido de responsabilidad
personal en tanto que, sin ellas, airma Neblett (1981), las personas perderían la presión que ejerce sobre ellas las normas morales
y la ética.
Para Neblett (1981), sentir culpa es condición indispensable
de una estructura moral adecuada. Desde la propuesta conceptual
de este autor, las fallas en sentir nuestras obligaciones también
son fallas morales. Esto es, si un sujeto no muestra culpa por la
realización de una acción reprochable moralmente, encontrará un
mayor rechazo y mayor indignación que si solo falla en el actuar.
El cinismo, la frialdad y la no demostración de culpa ante actos
atentatorios de lo moral, son condenados de manera más fuerte
que la sola conducta que se acompaña de arrepentimiento y fuertes sentimientos de remordimiento.
Pero además de que la moralidad tradicional espera que
experimentemos sentimientos de culpa, también estipula que debemos hacerlo de una manera particular. Es así que no solo se nos
reprocha por fallar en sentir esta emoción, sino también por no
hacerlo de la manera correcta, pues hay varias formas en las que
podemos sentirla, y no todas satisfacen los requerimientos morales. Desde esta perspectiva, es claro que la moralidad demanda
una actitud auténtica hacia la culpa y, además, que dicha culpa
debe corresponderse con la afrenta.
Además de la consideración de la culpa como un bien moral
en sí mismo, las perspectivas que rescatan su valor funcional
en la regulación de la conducta (p. ej., Izard, 1977; Weiner, 1985;
Eisenberg, 2000) resaltan que las emociones morales pueden guiar
el curso de acción de un individuo, en tanto que este intentará
evitar las sensaciones desagradables que le produciría la violación
de sus estándares morales. De esta manera, la culpa funciona
89
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
como inhibidor de la acción, ya que el evitar sufrir tan incómodos sentimientos lleva a que las personas se abstengan de cometer
actos reprobables, a la vez que puede ser un impulsor eicaz de
acciones prosociales (Hofman, 2002) y de acciones reparadoras,
como pedir perdón o compensar una mala acción, por los beneicios o sentimientos positivos que pueden provocar9 (p. ej.,
Kugler & Jones, 1992; Ferguson, Stegge, & Damhuis, 1991; Walter &
Bumaford, 2006).
Pero, aunque en muchos casos el sentimiento de culpa puede
conducir a una acción con un claro matiz moral, es necesario tener
en cuenta que no toda culpa tiene este vínculo estrecho con valores
o principios éticos, ni tiene esta función positiva de facilitar la vida
social y el desempeño adecuado de los sujetos. Existe ininidad
de situaciones donde el sentimiento de culpa puede presentarse de
manera irracional, sin ningún vínculo con una afrenta moral, o
porque el sujeto afectado por este sentimiento está siendo manipulado por diferentes signiicados y discursos ideológicos.
El fenómeno de la culpa es otro terreno donde se encuentran las posturas que intentan relexionar sobre la emoción y
sus posibles relaciones con la razón. Si hasta este momento presentamos las posturas que ven en toda expresión emocional un
propósito adaptativo con adecuados niveles de eiciencia social,
también se hace necesario mostrar que existen posiciones que
señalan las diicultades y los obstáculos que pueden asociarse
a este sentimiento moral. El que señalemos las diicultades que
pueden acarrear los sentimientos de culpa no tiene como objetivo
reeditar las posturas que han entendido lo emocional-afectivo
como la expresión de impulsos caóticos, ni para sugerir una visión
unidimensional de la vida emocional. Simplemente, al presentar
9
Esto es evidente en particular en el sentimiento de culpa de base empática, que resulta
de la consideración de las necesidades del otro.
90
La culpa y su relación con la moralidad
los argumentos y los datos válidos de las diferentes posturas,
pretendemos sugerir nuevas maneras de abordar los problemas y
de presentar la conceptualización sobre las emociones y la afectividad humanas. Esperamos que nuestra estructura expositiva nos
permita ir mostrando la necesidad de encontrar nuevas maneras
para organizar un viejo debate.
Expresiones maladaptaivas de la culpa
Existen fenómenos sociales e individuales que desafían el
tipo de posturas que sostienen que emociones morales como la
culpa deben ser concebidas como fenómenos indiscutiblemente
benéicos y útiles, tanto para el individuo como para la sociedad.
Entre los fenómenos sociales, casos como el de Auschwitz
y los campos de concentración permiten ejempliicar situaciones
en donde la culpa de las personas10 fue manipulada de tal forma
que solo se suscitaba por situaciones y transgresiones muy particulares. Los sujetos desconectaban sus sentimientos de culpa
de las acciones que realizaban y esta alteración de los estándares
morales tradicionales permitía, e incluso incentivaba, la perpetuación y ejecución de un tipo particular de barbarie. En la
eliminación y alteración de los sentimientos de culpa pudo haber
participado la existencia de demandas exageradas alrededor del
deber (Arendt, 1999) o el proceso sistemático de deshumanización
con el que los victimarios veían a los judíos (Kekes, 2006; Bandura,
Underwood, & Fromson, 1975; Kelman, 2010).
Como argumenta Bernstein (2006), los sentimientos de obligación y de culpa en Auschwitz iban en ‘contravía’ de los preceptos
10
Cabe aclarar que esto no fue así para todas las personas, pues algunas, sincera
y abiertamente, admitían sentirse culpables; no así los nazis de alto rango o aquellos
pertenecientes al círculo interno del Tercer Reich.
91
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
morales. La norma consistía (a diferencia de lo que se esperaría
inicialmente desde los parámetros morales convencionalmente
aceptados por nosotros) en no pensar en los sentimientos de los
demás, lo que permitía la ejecución de las conductas que ahora y
en otros contextos caliicaríamos de inmorales.
En este sentido, puede decirse que el problema central en
este caso no es la presencia o ausencia de emociones morales, dado
que incluso estos sujetos podían sentir culpa por no obedecer las
directrices de su líder político, o por no acatar otras obligaciones
ciudadanas. Asimismo, tampoco podría explicarse este aberrante
y cruel comportamiento por el desconocimiento de principios
o argumentaciones morales, ya que en los juicios de Núremberg
los discursos y justiicaciones de los líderes y militares nazis frecuentemente se basaban en el pensamiento de los más reconocidos ilósofos morales (Gross, 2007; Arendt, 1999).
La inluencia de discursos políticos en la sensibilidad moral
de las personas, al igual que en la alteración de su escala de valores
es una constante en la historia humana. Las guerras religiosas, los dictadores de muy diversa orientación ideológica o los
usuales líderes carismáticos que se presentan con una constante
periodicidad en muchas partes del mundo, evidencian que la
culpa, al igual que muchos sentimientos, puede ser bastante frágil
y susceptible de manipularse y alterarse (Kekes, 2006; Aiken, 2011).
El sentimiento de culpa no necesariamente nos ayuda a preservar
nuestros valores morales, ni tiene una función social rígida de
cohesión de una comunidad alrededor de ideas de respeto, empatía
y consideración.
La susceptibilidad y labilidad de las emociones morales no
solo pueden hacerse visibles en situaciones extremas, donde las
92
La culpa y su relación con la moralidad
ideologías o los dolores acumulados alteran el buen juicio y generan intensas pasiones; también se evidencian en muchas situaciones a las que se enfrentan los ciudadanos del común.
Zimbardo (2007) muestra claramente en un experimento cómo la
sensibilidad y la culpa pueden alterarse de manera progresiva sin
que el sujeto tome conciencia de su alteración. Este autor solicitó
a un grupo de voluntarios que asumieran roles diferentes en un
supuesto juego de presos y carceleros. Al cabo de poco tiempo, los
“carceleros” mostraron conductas ofensivas y degradantes sobre
sus similares sujetos experimentales. Esa alteración progresiva de
la conducta y de los sentimientos de los sujetos experimentales
que actuaban como carceleros permitió mostrar a Zimbardo que
las emociones y las acciones morales pueden alterarse en un
proceso alejado de las relexiones y de principios racionalmente
establecidos.
El segundo grupo de ejemplos que desafía la visión de las
perspectivas que proponen entender las emociones morales en términos adaptativos hace referencia a las formas exageradas en que
puede sentirse o experimentarse la culpa. Un caso concreto de este
tipo de situaciones es el que Hofman (2002) denomina “alicción
simpatética”. Aquí, el sujeto puede sentir culpa al ver el dolor de
una víctima, sin que él sea el causante de ese dolor o cuando incluso
nadie sea responsable de su tragedia. Una persona puede sentirse
culpable cuando un desastre natural deja a algunas personas sin
hogar, o incluso cuando recuerda una hambruna en algún lugar
distante de la tierra en medio de una elegante cena. Esta “culpa
existencial del sobreviviente”, como fue llamada inicialmente por
Cobb y Lindemann (1947), no se genera en relación estrecha con la
agencia del sujeto, ni con su sentido de responsabilidad (Wilson,
Harel, & Kahana, 1988). Posiblemente este tipo de sentimiento
93
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
se asocie a un fuerte sentido de solidaridad, o a una vocación de
servicio muy fuerte, mas no necesariamente se asocia a parámetros
de no afectación del otro, como usualmente se ha entendido la
función reguladora de lo moral11.
Otro caso donde no es clara la relación adaptativa de esta
emoción moral es en lo que Hofman (2002) ha denominado sentimiento de culpa virtual. Este hace referencia a la existencia del
sentimiento de culpa ante una trasgresión ‘virtual’, es decir, una
trasgresión que no es real. Ante tal sentimiento virtual, queda
la pregunta abierta sobre la función adaptativa de una respuesta
emocional que no se corresponde con un estado de hechos materiales,
en tanto que no se puede reparar una falla que realmente no existe.
Asimismo, se encuentra el sentimiento de culpa por la
alicción del otro (Hofman, 2002), el cual se puede dar cuando
existe una relación estrecha entre dos personas, aunque la causa
de la trasgresión sea confusa y el sujeto no sea el responsable
del suceso desencadenante de la situación. Uno de los ejemplos
más claros de esto es el sentimiento de culpa del niño pequeño al
ver triste a su madre: aun cuando él no sea el causante de dicho
11
Es conveniente aclarar que, en la historia de la moral, se ha hecho una diferencia
sustancial entre los deberes perfectos e imperfectos, o las obligaciones morales de los
deberes supererogatorios. Los primeros son aquellas normas que adquieren un carácter
obligatorio y que deben ser acatados por todos los sujetos, o que al menos se busca se
acaten de manera universal. Ejemplos de estos deberes perfectos es el de “no matar”
y “no robar”. Los deberes imperfectos o supererogatorios, por su parte, no tienen un
carácter de obligación, a pesar de que su cumplimiento sea loable. El ayudar a alguien
a cruzar la calle y el ser caritativo son parte de esfuerzos individuales que no pueden
ser demandados o requeridos a todos los sujetos. La caridad puede ser un propósito de
instituciones particulares, pero no puede ser parte de las normas que debe garantizar
un Estado o un sistema legal o moral. Esta diferenciación establecida por las posturas
deontológicas y liberales es la que hizo carrera en las primeras épocas de la psicología
moral y actualmente enfrenta a diferentes concepciones en la ilosofía y la psicología
moral. Independientemente de los detalles que demande la clariicación de esta discusión,
es conveniente resaltar que la culpa se ha postulado en relación estrecha con los deberes
perfectos. Solo a un sujeto que puede instaurar normas de respeto hacia sus semejantes,
asumir como obligación el no hacer daño a los otros y establecer los límites y posibilidades
de “su poder hacer”, puede demandársele un acatamiento de normas morales.
94
La culpa y su relación con la moralidad
estado afectivo, puede asumirlo como si lo fuera y emprender la
realización de acciones reparadoras que le ayuden a disminuir
este sentimiento o mostrar, mediante su comportamiento, que se
siente aligido por el estado afectivo de su madre (Hofman, 2002).
En este tipo de casos, no es algún acto concreto el que inluye
en el sentimiento de culpa; es la relación misma la que genera un
sentido de responsabilidad por el otro y por sus estados afectivos,
aunque no haya correspondencia con el nivel de responsabilidad
real. Además, como Hofman (2002) aclara, no es necesario que
los niños que se sienten culpables por la alicción de su madre
hayan desarrollado una teoría de la mente que les permita inferir la
inluencia de sus acciones en los demás, simplemente es suiciente
con que puedan asociar los cambios entre el ánimo de su mamá y
su forma de actuar.
Pero esta confusión entre el sentimiento y la sensación de
responsabilidad no solo se presenta en niños pequeños. En estados de dolor o conmoción intensos, los sujetos adultos pueden
presentar sentimientos de culpa sin que ellos sean los agentes
responsables de una situación particular. En los estados de duelo,
por ejemplo, un sujeto puede sentirse culpable por una serie
de acciones insigniicantes las cuales asume como causa de un
desenlace no deseado: una madre puede culparse por no haberle
dado un beso a su hijo o por no haberlo retenido dos segundos
antes de salir de su casa, con lo que podría, desde su punto de
vista, haber evitado una tragedia. De la misma manera, la culpa
puede generarse en un sujeto por sentir que no le dijo suicientes
veces a una persona que la amaba, o por no haberle dado gusto
en un capricho inofensivo, si esta persona sufre alguna calamidad. Las personas pueden culpabilizarse durante mucho tiempo
por el fracaso de alguna relación que no era del todo placentera.
Incluso, en personas maltratadas, los sentimientos de culpa y de
autorreproche pueden generarse cuando el maltratador ejerce
sobre ellas una conducta violenta.
95
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Estos casos hacen evidente que el sentimiento de culpa
depende de las percepciones o creencias sobre la propia responsabilidad, pero estas no operan siempre de manera adecuada ni
son ieles a las situaciones objetivas. Los defectos en la percepción
de las situaciones no son exclusivos de la inmadurez de la infancia; también, insistimos en ello, son comunes en la adultez. Las
situaciones traumáticas, los dolores repentinos y las relaciones
largas e intensas, entre muchas situaciones cotidianas más, se
acompañan de percepciones y valoraciones que no necesariamente se construyen sobre juicios justos y equilibrados. En este
sentido, el sujeto puede o responsabilizar a los demás de sus propias acciones lesivas, o sentirse responsable de manera exagerada
del bienestar de alguien particular (Hansberg, 1996).
Esta percepción particular de responsabilidad en los casos
señalados se complementa con la, a veces exagerada, manera de
expresar el sentimiento de culpa, lo que permite cuestionar la visión tan positiva que se le ha dado a este.
El sentimiento de culpa, al igual que otras emociones, admite
grados variables de intensidad: se pueden experimentar niveles diferentes de culpa en función de la proporcionalidad y apropiación
de la acción y la situación (Morris, 1992). La intensidad de este
sentimiento puede variar de acuerdo con factores como la gravedad del daño causado o la intención con la que se haya ejecutado
el acto perjudicial. Aunque estos factores pueden exagerarse, tanto
en relación con las responsabilidades del actor, como respecto a
la fragilidad del sujeto afectado (Neblett, 1981; Bernstein, 2006).12
En diferentes patologías psicológicas, el sentimiento de culpa
12
Dentro de la investigación que ha examinado la relación de la culpa con los índices de
psicopatología, se han encontrado asociaciones positivas entre esta emoción y síntomas
como depresión, somatización, síntomas obsesivo-compulsivos, psicoticismo, ideación
paranoide, ansiedad e ira (p. ej., Balkaya, 2002; Harder, Cutler, & Rockert, 1992; Jones
& Kugler, 1993; O’Connor, Berry, & Weiss, 1999; y Sahin & Sahin, 1992, como se citó
en Dost & Yagmurlu, 2008).
96
La culpa y su relación con la moralidad
exagerado puede producir conductas desadaptativas, autolagelaciones, sometimientos a personas maltratadoras, conductas exageradas de sacriicio, inmolación por el semejante y hasta el suicidio.13
La culpa, un proceso complejo de
interacción entre la emoción y la cognición
En las líneas anteriores se han presentado las dos perspectivas que tratan de abordar el problema de la culpa en los discursos
morales. Por un lado, están las posturas que asocian este sentimiento con la capacidad de respuesta empática y con la adhesión a los
esquemas morales14, y por otro, están los autores que cuestionan la
función adaptativa y la versión positiva que se le atribuye a la culpa
en la determinación del comportamiento moral15.
Estas posturas opuestas reeditan de manera similar las discusiones que enfrentaban a Kant con Hume. Para Kant las emociones no podían proponerse como el fundamento de lo moral,
debido a que eran variables, dependientes del contexto y de las
particularidades de la situación, así como de los vínculos afectivos
o personales entre individuos. Estos aspectos impedirían garantizar
13
Estas consideraciones alimentan otro debate adicional que gira en torno a la pregunta
de si la culpa, en vez de tener ines altruistas que se ejempliican en el deseo de la
remediación del daño o de sanar la falta, puede tener meramente ines egoístas, que se
limitarían al deseo de efectuar una reparación con respecto a sí mismo. Si esto es cierto,
cabría aclarar que, aunque es verdad que los sentimientos de culpa algunas veces pueden
motivar la ejecución de acciones correctas, la práctica de acciones correctas solo por
aliviar los sentimientos desagradables no sería merecedora de elogio moral.
14
La exposición completa de esta perspectiva puede verse en Ferguson, Stegge, Miller
& Olsen, 1999; Fontaine, Luyten, De Boeck, & Corveleyn, 2001; Leith & Baumeister,
1998; Lutwak, Panish, Ferrari & Razzino, 2001; Niendenthal, Tangney, & Gavanski,
1994; Orth, Berking, & Burkhardt, 2006; Pineles, Street, & Koenen, 2006; Tangney et
al., 1995; Tangney, Wagner, Fletcher & Gramzow, 1992; y Tangney, Wagner, & Gramzow
como se citó en Dost & Yagmurlu, 2008.
15
Los más representativos son Bybee & Quiles, 1998; Ferguson, Stegge, Eyre, Vollmer &
Ashbacker, 2000; Ferguson & Stegge, 1998; Lindsay-Hartz, De Rivera & Mascolo, 1995;
Scheff & Retzinger, 1991; Harder, 1995; Harder, Cutler, & Rockert, 1992; y Kugler &
Jones 1992, como se citó en Dost & Yagmurlu, 2008.
97
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
el trato digno a todas las personas, así como la consideración
universal de respeto a todo ser humano. Es por esto que el sentimiento de obligación16 debería derivarse de un juicio racional
de las normas y principios que garantizarían el establecimiento de
reglas morales. Al entender de manera tan restrictiva las emociones, su papel en la determinación de la acción moral sería no solo
secundario, si no que llegaría a considerarse estorboso.
En la orilla opuesta encontramos a Hume, quien, de manera
también bastante limitada, proponía entender a la razón en términos del establecimiento de relaciones entre formas abstractas o
del señalamiento de similitudes entre contenidos sin ningún acto
de valoración. Obviamente, esta manera restringida de entender la
razón17 carecía de todo acto de signiicación moral, ya que un sujeto
sin ningún tipo de sentimiento no podría condenar o rechazar de
manera vehemente un acto aberrante o una afrenta moral.
Estas dos tradiciones, que han determinado muchas de las
discusiones posteriores de la psicología, la ilosofía y la biología del
comportamiento, se han dedicado a señalar eventos o casos donde
parece reinar su concepción particular; los ilósofos y los cientíicos del comportamiento humano siempre habrán de encontrar
ejemplos donde su posición se haga evidente. Pero la discusión no
16
Es claro que este sentimiento de obligación y de acatamiento del deber es igualmente
un sentimiento. Es irrelevante debatir sobre las diicultades de la formulación kantiana
sobre este particular. Baste solamente con señalar que un sujeto kantiano sin vínculos ni
intereses personales, difícilmente habría de sentirse obligado a seguir una norma que ha
aceptado racionalmente, ya que no existe ninguna motivación que a él pueda atribuírsele.
La formulación de un sentimiento de obligación, o la necesidad de formular la motivación
ofrecida por la salvación y por la presencia de Dios enfrenta una de tantas contradicciones
en la ilosofía moral kantiana (MacIntyre, 1987).
17
En la ilosofía, lo cognitivo y lo racional, además de verlas de manera asociada, se han
relacionado con formas efectivas y adecuadas de resolver problemas y como el espacio
donde el hombre establece su autonomía o su libertad. Independientemente de los matices
y las funciones adicionales que en la historia de la ilosofía se le haya dado al concepto de
razón, de cognición, u otro similar, el sujeto humano se ha proclamado como el responsable
de su propia historia y como quien determina su destino. Las versiones contemporáneas
de la ciencia cognitiva y de la psicología han matizado el signiicado de lo cognitivo, de
manera que la oposición con lo emocional no necesita seguir manteniéndose.
98
La culpa y su relación con la moralidad
puede limitarse a recoger ejemplos de adaptación, desadaptación
o de funcionalidad de una emoción, ni de su relación con los
preceptos morales. Es necesario aclarar antes la manera como son
entendidos los conceptos de emoción y de cognición, así como las
diferentes formas en que pueden darse sus relaciones.
Por lo anterior, es importante destacar, como ya se ha venido
haciendo a lo largo del texto, que el concepto de cognición debe
entenderse de manera más amplia18. Ya se ha resaltado que esta
se reiere a los procesos de percepción y organización de la información que realiza todo ser vivo para seleccionar los estímulos y
la información que sean signiicativos para su supervivencia, los
cuales se han ido desarrollando de manera particular como parte
de los proceso de evolución para todos los miembros de su especie.
En este sentido, todo proceso de selección y valoración de la información debe entenderse como parte de un proceso cognitivo. A
su vez, la discriminación y selección de ciertos estímulos o eventos
del ambiente como datos relevantes dependen de las capacidades,
procesos de percepción y conocimientos, que adquiere de cada
especie. De la misma manera, las conductas de activación, los
programas que desencadenan la acción o las manifestaciones
corporales que generan un determinado evento, dependen de las
posibilidades biológicas de cada especie.
En las especies animales superiores, donde la acción se
da acompañada de ciertas manifestaciones corporales visibles
(como expresiones faciales u otras señales perceptibles de manera
directa), podemos hablar de emociones. La ira, el miedo, la tristeza, la alegría y la sorpresa, son algunas de las emociones que
atribuimos de manera universal a los humanos, pero estas también
pueden presentarse en otros animales que muestran la ejecución
18
En el artículo Las emociones y la moral, una propuesta desde la psicología (en este
mismo volumen) se hace una exposición más detallada de lo que acá se presenta a manera de esbozo.
99
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
de valoraciones intensas de ciertos eventos, a través de expresiones corporales. Es posible que, por ser una especie social, el ser
humano posea una mayor expresividad facial, donde el reconocimiento del rostro juega un papel fundamental, pero esto no
signiica que las emociones no puedan ser mostradas de otras
maneras en otras especies19; la expresividad de un acto de valoración de un evento puede variar en las especies de acuerdo con
sus formas anatómicas y según los repertorios y posibilidades
corporales. Las diferencias entre los seres humanos y otras especies estarían dadas por las maneras cognitivas que poseen y
por las maneras en que expresan la signiicación y valoración de
ciertos eventos.
La observación muestra que, en las etapas más tempranas de
la vida humana (en el niño prelingüístico), las formas cognitivas
están estrechamente vinculadas con los eventos más notorios e
inmediatos del ambiente: un ruido repentino, la pérdida de equilibrio, la aparición de un objeto en el campo de visión, un evento
inesperado o una persona o un ente que se haya asociado a una
situación peligrosa, pueden desencadenar reacciones que identiicamos naturalmente como emocionales. El llanto, las muecas
de dolor, las lágrimas visibles u otras conductas que, en nuestra
especie, normalmente se maniiestan de manera más clara en el
rostro, nos llevan a caliicar la reacción del sujeto como emocional.
Pero igualmente, la alegría, el regocijo, o simplemente la tranquilidad y paz que un niño sienta al recibir el abrigo y el apoyo de
19
Es usual en los estudios comparativos establecer índices de rendimiento en función de las
similitudes de comportamiento que tienen otras especies con el ser humano. Por ejemplo,
se establece como índice de inteligencia el manejo de herramientas, lo que favorece a
los animales que muestran una particular forma anatómica similar a la de los humanos
(los primates que poseen extremidades superiores parecidas a las nuestras) o destrezas
particulares y especializadas (el pico en algunas aves o las nutrias que usan instrumentos).
Con esta forma de evaluar las capacidades cognitivas quedan en desventaja, por ejemplo,
los delines y las orcas, a pesar de que poseen una notable inteligencia, incluso superior en
muchos aspectos a la de muchos primates. De igual manera, las formas de comunicación
y de expresión de las emociones acaban siendo resaltadas en aquellas especies con las que
compartimos más rasgos anatómicos.
100
La culpa y su relación con la moralidad
su madre, pueden interpretarse como reacciones emocionales.
En consecuencia, pueden caliicarse dentro de los procesos emocionales tanto aquellas reacciones que tienen formas visibles
como aquellas que no evidencian una conducta llamativa. Así, es
posible airmar que las emociones son las formas como el sujeto
siente o expresa, a través de su cuerpo, un proceso de valoración de
un acontecimiento.
Las diferencias entre los humanos y otras especies no
humanas20 pueden presentarse en cuanto a la complejidad de
las formas cognitivas y, por consiguiente, de las valoraciones que
hagan de los eventos, así como por las maneras complejas en
que se expresen los diferentes signiicados emocionales. De esta
manera, es claro que la culpa es una emoción compleja que solo
puede sentir el ser humano. El ser humano es el único animal que
puede valorar de manera explícita un estado de cosas en contraste
con un estándar personal, sin mencionar que es el único capaz de
dar una valoración explícita sobre las ideas de igualdad y sobre los
derechos y bienes que otro demande, para sentirse satisfecho con
20
Obviamente esta aproximación a las particularidades humanas de lo emocional
amerita una exposición más detallada de la historia y los debates existentes sobre las
especiicidades del ser humano y las similitudes y diferencias con otras especies. En
este momento estamos siendo algo ligeros al sostener de manera implícita la concepción
que atribuye como diferencia esencial de lo humano el lenguaje y las capacidades de
representación. Esta conceptualización que comparten Cassirer, Piaget, Saussure, Wallon,
Vygotsky y una serie de autores de inicios del siglo XX en Europa puede tener muchas
críticas y nuevas reformulaciones sobre el debate continuidad discontinuidad en la
evolución humana. La extensión de este debate demandaría otro texto para exponer las
argumentaciones de cada postura. Por razones de espacio simplemente planteamos la idea
general, que no despertaría muchas resistencias conceptuales, que la particularidad del ser
humano está en la capacidad de referirse a eventos alejados en el tiempo pasado y a planes
hacia un futuro distante. Esta capacidad simbólica hace que el hombre pueda referirse
de manera explícita, y alejado de contextos perceptivos inmediatos, a acontecimientos
y a eventos vividos. Independientemente de la concepción que se proponga sobre lo
especíico y único del ser humano, lo importante de nuestra exposición es establecer
que lo emocional es la traducción corporal y el sentimiento que acompaña todo proceso
de valoración y signiicación de los diferentes acontecimientos y eventos del mundo.
Una teoría más detallada de lo emocional demanda una clariicación de los procesos
cognitivos y de valoración del ser humano en su desarrollo. Nuestro escrito tiene tan solo
la pretensión, como repetidamente lo hemos dicho, de ofrecer unos bocetos preliminares
para un nuevo programa de investigación.
101
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
los planes de realización que haya construido21. Esta valoración es
lo que hace que el ser humano pueda sentir incomodidad cuando
percibe que ha violado los reclamos de consideración y respeto
hacia los otros miembros de su misma especie, o hacia animales a
los que les atribuyen características cercanas a las de los humanos
—aunque también es posible que se desencadenen estas respuestas emocionales por una gran variedad de objetos que se puedan
investir con algún tipo de valoración (Yáñez-Canal, 1985) —.
Ahora bien, que el ser humano pueda sentir emociones complejas como la culpa, no implica que siempre exprese las emociones de manera evidente o consciente, ni que estas se construyan
de manera objetiva (esto es, bajo parámetros racionales o vínculos
de asociación adaptativos, o que se adecúan a los estándares de
normalidad que nuestro sentido común haya establecido). Las
formas cognitivas del ser humano pueden ser variadas y de muy
diversa complejidad, pero así mismo, la vida emocional que se
deriva de ellas puede manifestarse en diferentes niveles.
Tanto el niño preescolar como el adulto que experimentan
estados de dolor o la pérdida de seres queridos, o que se encuentran
en situaciones de fuertes demandas cognitivas, pueden establecer
conexiones erradas o extrañas entre eventos o entre su acción y
determinados acontecimientos22. De forma equivocada, un sujeto
Nuestra airmación no está encaminada a desconocer los estudios que muestran formas
de justicia, de altruismo y de preocupación moral en otros animales (Hauser, 2000; de
Waal, 2001; Haidt, 2012; Machery & Mallon, 2010; y Kropotkin, 1902; Wilson, 2002;
Levy, 2004; Krebs, 2005; Dennett, 1995; Joyce, 2006 y Lahti, 2003 como se citó en
Doris, 2010). Pretende resaltar que, para hablar de moral, debe haberse establecido una
serie de normas explícitas, con sus respectivas razones y justiicaciones. Razones que
deben haberse establecido y reconocido socialmente. El vínculo y la evolución de estas
posibilidades morales amerita una ampliación que no podemos ofrecer en este espacio.
21
Las posturas cognitivas que serían más adecuadas para dar cuenta de la expresividad
emocional es un tema que no pretendemos abordar en este texto. Posiblemente, una teoría del desarrollo sea la mejor herramienta para esta tarea, la cual debería contemplar la
complejización cognitiva, las formas de experticia que se presentan en el desarrollo y las
sensaciones de agencia, conciencia y responsabilidad, que el sujeto va construyendo en su
ciclo vital. Es evidente que una teoría de este tipo tiene que enfrentar las complejidades
22
102
La culpa y su relación con la moralidad
puede sentirse responsable de un accidente que él no provocó
(hasta el punto de considerarse el responsable de un cataclismo
natural). La manera en que una persona se siente afectada por la
situación particular de alguien puede deberse a vínculos causales
particulares que establece entre diferentes acontecimientos, o a
las percepciones sobre su propia valía y sus obligaciones con sus
semejantes (Yáñez-Canal, 1985).
De igual manera, como lo expusimos algunas líneas más
arriba, en circunstancias particulares, un sujeto puede ir transformando sus parámetros morales para valorar de manera diferente
un determinado acontecimiento. Por esta razón, una persona
puede transformar de manera abrupta los sentimientos que otra
persona le provoca si sus signiicaciones o valoraciones cambian.
Los sentimientos de amor o de respeto hacia un amigo o un vecino
pueden variar si mis creencias políticas o religiosas convierten
a ese mismo sujeto en mi enemigo. Los nazis pudieron eliminar
sensaciones de culpa o de vergüenza, relacionadas con los judíos
u otros enemigos políticos, debido a la importancia vital que adquirieron ciertas ideas políticas o ideológicas en sus seguidores.
Estas creencias afectaron toda la consideración de humanidad
que las personas pudieran otorgar a sus enemigos.
Con la repetición de estos casos expuestos más arriba podemos, a manera de conclusión provisional, ofrecer un esquema
general de cómo entender la culpa y las diferentes expresiones
emocionales. Las emociones básicas las compartimos con especies animales superiores. Las emociones complejas, como la culpa,
solo está presente en los seres humanos. Pero esta emoción se
que representan los fenómenos patológicos, las situaciones de crisis que ocasionan intensos cataclismos emocionales y las mismas regresiones o estancamientos en el desarrollo.
El no comprometernos con una teoría cognitiva o del desarrollo en este artículo no invalida nuestra propuesta de considerar lo emocional desde una visión cercana a las ciencias
cognitivas o a la psicología del desarrollo.
103
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
expresa de muy variadas maneras. Puede presentarse con hechos,
o acciones atentatorias contra el bienestar, o la seguridad de otros,
pero puede darse ante situaciones que no guardan ninguna relación causal entre sí. En estos casos un sujeto puede sentirse
culpable por las hambrunas en lugares alejados, por haberse
comido un alimento que no representa ningún riesgo para su
salud, o su belleza, o por creer que la no realización de un hábito
inofensivo, como el no despedir a su hijo con un beso cuando va al
trabajo, lo hace responsable de que éste haya sufrido un accidente.
Estas últimas expresiones de culpabilidad pueden caliicarse como
irracionales, o de cualquier manera que resalte las conexiones
azarosas entre eventos, pero no por eso pierden el atributo de ser
cognitivas. Lo cognitivo, contempla tanto formas predecibles bajo
estándares de adecuabilidad racional, como creencias, o comportamientos bizarros, incoherentes y patológicos.
El incorporar dentro de lo cognitivo expresiones “noracionales” nos permite cuestionar la fácil oposición entre lo
racional y lo emocional, donde a este último proceso se le atribuía toda forma de comportamiento no esperable bajo ciertos
esquemas sociales. Lo cognitivo, puede estudiarse bajo diferentes
formas, siempre y cuando se mantenga la idea que el sujeto en su
interacción con el medio percibe, y organiza la información del
medio de acuerdo a unos parámetros o esquemas particulares. Lo
emocional es el acto de valoración que puede conducir a ciertos
estados expresivos por parte del sujeto, o a unas sensaciones
subjetivas que el agente reporta. De esta manera la culpa, como
cualquier emoción, no puede analizarse como totalmente dotada
de una signiicación, sino que tiene tantas formas de expresión,
como sean posibles las formas de manifestación de lo cognitivo.
El que los niños pequeños tengan formas elementales de
cognición que posibilitan expresiones emocionales básicas, y que
los niños preescolares demuestren formas cognitivas no usuales
104
La culpa y su relación con la moralidad
para el mundo adulto, nos puede conducir a sugerir un camino
evolutivo para estudiar las diferentes formas de la emoción y sus
determinantes cognitivos. La psicología del desarrollo debe ser el
campo de estudio que establezca algunos criterios para diferenciar
las maneras en cómo los sujetos se relacionan con el mundo y
van logrando formas diferenciales de interpretación y valoración.
Camino que se debe recorrer con algunos insumos presentados
en este texto y con la sugerencia de romper las dicotomías y
ese pensamiento de presencia o ausencia, sin matices, de algún
proceso particular23.
En la clariicación de los niveles de expresión de lo cognitivo y lo emocional, obviamente
deben contemplarse las posibles relaciones entre diferente niveles de cognición. Las
ideas presentadas en el texto sobre cómo las emociones básicas pueden alterarse, o
complejizarse por formas cognitivas más elaboradas, muestran que las relaciones entre
niveles ofrecen muchas problemas para la investigación. De igual manera las ideas de
no-conciencia, de conversión de una idea o creencia en una pauta de acción, o similares,
deben ser aspectos que una teoría del desarrollo debe contemplar. Sobre esos puntos
sacaremos pronto un avance adicional.
23
105
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
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109
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
110
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
LA ACCIÓN MORAL Y LA
PSICOPATÍA1
Laura Pacheco Castañeda
Jaime Yáñez-Canal
1
Este documento es un producto del proyecto Emociones y Responsabilidad Moral,
ganador de la convocatoria de Investigación Orlando Fals Borda 2015-2016 de la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Modalidad
IV. Grupos de Investigación: Eventos Publicación en Coautoría (código 32940. Código
Quipu: 201010025056).
111
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
112
La acción moral y la psicopatía
Investigaciones recientes en psicología del desarrollo moral
han demostrado que los juicios y principios de una persona no
son necesariamente los que determinan sus acciones ni los que
explican su comportamiento. Aunque las teorías clásicas del desarrollo moral (Piaget, 1977, 1985; Kohlberg, 1992) caracterizan la
vida moral de las personas a partir de ciertos principios y criterios
que, se supone, operan como determinantes de sus acciones y de
las formas en que logran diferenciar lo bueno y lo correcto de lo
malo y lo injusto, resultan numerosos los casos en donde la relación entre dichos principios, juicios y las acciones llega a ser
contradictoria, opuesta e incluso incoherente. Existen muchos
ejemplos que hacen evidente la incoherencia entre las creencias
morales, los juicios y las acciones de las personas. Así mismo, se
presentan situaciones en que las disertaciones morales se construyen para justiicar conductas en situaciones especíicas que los
mismos agentes considerarían aberrantes en otros casos o contextos. En este sentido, una persona que usualmente condena el robo
o la corrupción de los políticos, si encuentra dinero en un espacio
público, puede tomarlo para sí, o puede alterar algunas cuentas y
recibos para declarar menos impuestos. De la misma manera, un
sujeto que reclama el cuidado de las personas indefensas, o que
se queja de las condiciones laborales en su oicio, puede pasar
por alto la explotación laboral que comete con la empleada de
servicio o con alguien que hace cualquier tipo de trabajo para él.
En muchas situaciones de la vida cotidiana se pueden mostrar
conductas incoherentes con nuestras creencias morales: cuando
su acatamiento va en contra de nuestros intereses, cuando no hay
una autoridad cerca para sancionar nuestra conducta o cuando,
simplemente, la pereza nos domina.
De manera más aterradora, es posible ver cómo las más loables justiicaciones morales se acompañan de razones que abogan
por medios de manera utilitaria. Los políticos, los líderes religiosos
113
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
o los activistas de organizaciones de justicia, pueden en algún caso
aceptar programas de exclusión y de injusticia cuando consideran
que estos pueden facilitar el logro de un bien mayor para la humanidad. Los discursos totalitarios y los fanatismos religiosos
que se presentan como benefactores de la humanidad pueden
recomendar incluso el exterminio o la humillación de aquellos
que se resisten a sus más “altruistas” consideraciones.
Estas incongruencias entre el juicio y la acción moral demandan de la psicología un intento de conceptualización. Con el
ánimo de explorar algunas vías para resolver este problema de tan
vital importancia para las relexiones éticas, intentaremos abordar
un caso que nos ofrece nuevas posibilidades de comprensión: se
trata del psicópata. A través de esta igura podremos ver, de manera extrema, la incoherencia entre el juicio y la acción. Además,
nos facilitará enfrentar perspectivas tan opuestas como las existentes en el campo de estudio de la obligación moral. En este
sentido, el objetivo de este artículo es evaluar las diferentes teorías
existentes en la psicología moral2.
La relación entre el juicio y la acción moral
En la historia de las discusiones morales sobre la acción, se
han presentado dos posturas opuestas: la internalista, que asume
que la acción está motivada intrínsecamente por los juicios, las
creencias y los principios que los sujetos tengan o puedan formular
de manera explícita; y la externalista, que considera que son el
Los ilósofos reclaman para sí el estudio de lo que han denominado psicología moral.
Desde Hume hasta los teóricos de la metaética, la psicología moral se ha asociado al
problema de la acción, la motivación y la noción de responsabilidad. Si bien este tipo
de relexiones han hecho carrera en la ilosofía analítica, es necesario airmar que no
es una relexión propia de una determinada corriente en la historia de las relexiones
sobre lo moral. Al contrario, “psicología del desarrollo moral” es la denominación que
se ha usado para presentar los debates iniciales de la psicología cientíica, así como a los
trabajos herederos de Lawrence Kohlberg. Si bien, las preocupaciones de Kohlberg se
enmarcan en otras corrientes y relexiones sobre lo moral, es justo reconocer que esas
fronteras ya no son tan claramente impermeables ni tan estrictamente delimitadas. Por
esta razón usaremos la expresión psicología moral, para abordar el problema que en este
texto trabajamos, sin preocuparnos por variaciones terminológicas.
2
114
La acción moral y la psicopatía
deseo y la pasión, por encima de los juicios y las creencias, los que
motivan la acción. La primera posición se enmarca dentro de la
tradición kantiana, que supone que las creencias normativas motivan por sí mismas la acción moral, de forma que considera que el
juicio moral y la motivación para la acción guardan una relación
directa e interna (Kenneth & Fine, 2008; Villegas de Posada, 2004).
Los seres humanos, para Kant, establecen de manera autónoma las
reglas morales y, de igual manera, se autoimponen la obligación
de seguir las reglas por ellos establecidas. Por su parte, la postura
externalista, que deriva de la obra de Hume, plantea que la conducta está determinada por el deseo y la emoción.
Esta discusión ilosóica se trasladó al campo psicológico3.
En 1980, Augusto Blasi publicó una revisión acerca de las discusiones que, hasta entonces, se habían dado dentro de la psicología alrededor de la pregunta sobre cuál es la relación entre el
conocimiento y la acción moral. Uno de los resultados de esta
investigación fue la organización de las aproximaciones a la acción
moral en dos categorías: las aproximaciones de rasgo4 y las aproximaciones cognitivas.
Como aproximaciones de rasgo, identiicó todas aquellas
que suponen que la acción moral está determinada, no por el
conocimiento moral, sino por ciertas tendencias de comportamiento (rasgos de personalidad). Es decir, desde esta perspectiva
se airma que la acción moral se deriva de una serie de tendencias
o pautas que determinan el comportamiento de manera automática (bien sea para facilitarlo o para inhibirlo). Esta postura,
3
Como lo dijimos en una nota anterior, las discusiones en la psicología del desarrollo
moral asumieron de manera acrítica las relexiones kantianas y no se preocuparon, sino
muchos años después, del problema del juicio y la acción o motivación moral. En la
psicología las discusiones sobre competencia y actuación, o entre el sujeto epistémico y
el sujeto psicológico, posibilitadas por los acercamientos computacionales de la psicología cognitiva y algunos debates en contra de las posturas estructuralistas, condujeron a
Kohlberg y a muchos de sus continuadores a abordar el problema de la acción y la incoherencia entre lo que dice y hace un sujeto.
4
Con el término ‘rasgos’ se hace referencia a ciertos hábitos o patrones de conducta que
constituyen la esencia del comportamiento moral (Blasi, 1980).
115
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
que reedita en psicología las relexiones humeanas, incluye tanto
las versiones que parten de ciertas características biológicas
(Wilson, 1975), de la personalidad y de las emociones, como
aquellas que incluyen el carácter moral de las personas5. Para Blasi
(1980), todas las aproximaciones incluidas en este primer grupo
conciben la acción moral como una acción no racional. Esto no
quiere decir que se desconozca la existencia de ciertos procesos
cognitivos involucrados a ella, sino que no se les atribuye un papel determinante. En este sentido, el razonamiento es visto más
como un resultado a posteriori que como una causa de la acción
(resulta más una forma de justiicarla que de desencadenarla).
En cuanto a la aproximación cognitiva, Blasi (1980) incluye
dentro de este grupo a todas aquellas teorías que plantean que
la acción moral se vincula con las deiniciones y las creencias
explícitas que muestran los sujetos, así como a las que formulan
como condición fundamental el razonamiento moral. Para las
teorías incluidas en esta categoría, los procesos cognitivos6 tienen
un valor funcional y a priori en la determinación de la acción. En
este sentido, se incluyen en esta categoría todas las aproximaciones que asumen la existencia de una inluencia directa del uso de
Las categorías usadas por los ilósofos y psicólogos muchas veces son imprecisas y
generan confusión. En otro artículo de este volumen (Las emociones y la moral, una
propuesta desde la psicología) intentamos aclarar algunos de estos términos. En este
artículo, y en los momentos en que se encuentra la exposición, usaremos de manera
imprecisa la misma terminología usada por los autores citados. A medida que avance el
texto, el lector podrá establecer la coherencia con otros artículos de este volumen.
6
Es conveniente señalar, que el concepto de cognición usado normalmente en el campo
moral (Kohlberg 1992; Piaget, 1932/1987) se relaciona con parámetros de racionalidad
y de juicios explícitos por parte del sujeto. Las investigaciones de Piaget sobre lo moral,
fueron de su primer período intelectual, donde asociaba lo cognitivo a la formulación
explícita de una idea, o creencia. Posteriormente su idea de lo cognitivo incluyó formas de
conocimiento prehumano, donde los organismos no podían formular de manera explícita
sus maneras de organizar la información del medio. Con esto queremos decir, que su
concepto de lo cognitivo se amplió. Las formas de conocimientos son construcciones
establecidas por el cientíico para dar cuenta de la regularidad de los sujetos estudiados.
Kohlberg retoma las ideas iniciales de Piaget, además de la idea kantiana de establecer
lo correcto moralmente. Solo al inal de su obra incorpora otras visiones de la moral y
del desarrollo psicológico. Algunas discusiones que lo llevaron a ese cambio en su obra
tardía tiene que ver con el debate sobre la acción moral. El lector puede consultar el tomo
III de esta serie (titulado: “Experticia, sabiduría y desarrollo moral”) donde presentamos
algunos de estos cambios conceptuales de Kohlberg.
5
116
La acción moral y la psicopatía
la razón sobre la conducta y que consideran que el razonamiento
moral es indispensable para la construcción del signiicado moral;
en otras palabras, incluye todas aquellas aproximaciones que se
sustentan en la premisa kantiana de que el deber —expresado a
través de juicios morales— “es intrínsecamente motivante y debe
llevar a un comportamiento moral” (Villegas de Posada, 2004).
En este modelo, la teoría de Lawrence Kohlberg (1992)
constituye la de mayor reconocimiento y estudio. Este autor plantea que no son las consecuencias ni la deseabilidad social las que
determinan si un acto es moral o inmoral, sino que esa cualidad
está dada por la forma de razonamiento que se usa para justiicarlo
(Kohlberg, 1992; Pacer, 1985). En otras palabras, plantea que una
acción es moral en la medida en que se interrelaciona con principios universales y con el juicio moral del propio individuo. En este
orden, la acción moral se derivaría de las formas cognitivas y del
juicio moral que posea el sujeto. En este sentido, las capacidades
cognitivas de los sujetos harían parte de unas competencias generales que contemplan contenidos diversos o espacios donde
puede ser demostrado su nivel de elaboración. De estas competencias cognitivas más generales se derivan las competencias sociales
que, desde el punto de vista kohlbergiano, se asocian al acto de
asumir una perspectiva. Y de estas estructuras de la cognición
social, que operan —nuevamente— como condiciones necesarias,
se derivan las estructuras del razonamiento moral que, a su vez,
posibilitan la acción moral7 la cual es el espacio que compromete
7
En el volumen III de esta serie (titulado “Experticia, sabiduría y desarrollo moral”)
analizamos con mayor detalle la propuesta kohlbergiana, sobre el juicio y la acción. Baste
decir en este contexto que Kohlberg oscila entre una idea de lo cognitivo que no demanda
participación de la conciencia, ni de juicios explícitos —tal como lo plantea el Piaget del
año 1935 en adelante—, y otra noción que demanda juicios y principios explícitos para
poder evaluar la acción moral como correcta. Los cambios conceptuales de Kohlberg,
demandan otros espacios, que esperamos presentar con algún detalle pronto. Por ahora
pasaremos por alto la imprecisión conceptual de Kohlberg. A pesar de sus nociones
contradictorias, seguiremos las formulaciones que este autor hace de lo cognitivo como
enunciados y principios explícitos que orientan la acción.
117
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
al individuo con sus juicios explícitos pero que, a su vez, se ve
afectada por una serie de variables de tipo psicológico, que una
teoría moral no tiene porqué contemplar 8. El cociente intelectual
(CI) y factores emocionales podrán afectar la acción de los individuos, pero estos aspectos no invalidan, cree Kohlberg, el hecho
de que para que una acción sea caliicada de moral esta deba desprenderse de un juicio explícito sobre qué principios garantizan el
trato justo e igualitario de todos los seres humanos9. Desde esta
perspectiva, solo un juicio basado en principios explícitos puede
orientar la acción y puede caliicarla en términos morales.
Las teorías cognitivas, especialmente dentro de la tradición piagetiana, han operado con
unos esquemas inmunizadores muy notorios. Por un lado, continúan una larga tradición
que opone lo abstracto a lo concreto, que les permite ubicar sus ejemplos de progreso en
el par más valorado y que expresa un mayor desarrollo intelectual, una mayor autonomía
y una mayor madurez psicológica. Los contenidos, que expresan ciertas maneras elementales de resolver algunos problemas, se postulan como la expresión de niveles más
elementales, en los cuales domina un pensamiento más concreto. Esta visión diacrónica,
que opone lo abstracto y lo concreto, se reedita cuando su análisis se hace sobre el nivel
sincrónico. Lo formal y universal son presentados según los estadios propuestos por este
autor. Lo concreto es ese espacio de la acción, que puede verse afectado por accidentes
y contenidos contingentes. Obviamente, la separación de formas y contenidos —o entre
competencia y actuación, o entre lo universal y lo particular— establece una barrera invisible que hace inocuos, para la estructura cognitiva universal, los hechos y fenómenos
que se presenten en el nivel más concreto. Piaget y Kohlberg acaban descaliicando todas
las críticas a sus modelos formales y postulan que lo que hacen los psicólogos (a pesar
de que durante años ellos postularon que sus propuestas eran básicamente psicológicas)
es un complemento menor, que no tiene por qué afectar sus teorías de desarrollo cognitivo. Estas estrategias inmunizadoras y la imprecisión conceptual que las acompaña
no son parte de nuestro análisis. Trataremos de seguir la propuesta kohlbergiana y las
posturas internalistas de manera general para orientar nuestra argumentación sobre
casos psicológicos particulares que nos demandan otros supuestos para el análisis de la
acción moral.
8
Las imprecisiones de Kohlberg, nuevamente, se pueden hacer notorias en este nivel de
su análisis. Aparte de que no hace una discusión explícita sobre conceptos como emoción
o afectividad, incorpora conceptualizaciones provenientes de las posturas clásicas del CI
(bien opuestas a la perspectiva cognitiva que él asume). Acaba diciendo que la acción
moral puede verse afectada si una persona de bajo desarrollo moral (estadio 3 o 4 de
su esquema de desarrollo) tiene un CI alto. Al contrario, una persona con un nivel de
desarrollo alto, si además tiene un CI alto, tiende a ser más coherente en su juicio y acción
moral. De la misma manera, introduce una serie de hipótesis ad hoc para tratar de ocultar
las limitaciones predictivas de su teoría. El estadio 4 y medio, los subestadios A y B y
otros conceptos, son parte de su estrategia inmunizadora. En un documento de próxima
aparición, como ya lo hemos anunciado, esperamos mostrar estas diicultades en la teoría
de Kohlberg.
9
118
La acción moral y la psicopatía
Estas posturas opuestas (de rasgo y cognitivas) se han
debatido durante mucho tiempo y a muy diferentes niveles10. En
la psicología recientemente, este debate ha vuelto a ocupar un
lugar protagónico. A continuación, abordaremos la relación entre
el juicio y la acción, a través de la evaluación del poder heurístico
de las teorías cuando se trata de analizar un caso muy polémico: el
actuar del psicópata11.
El juicio y la acción en los psicópatas
Los descriptores de este trastorno —como los criterios diagnósticos, su pronóstico, etc.— han variado en múltiples sentidos
a lo largo de su historia (Arrigo & Shipley, 2000; Elliott & Gillett,
1992). Sin embargo, en la actualidad es posible abordarlo desde el
análisis de ciertos rasgos conductuales, interpersonales y afectivos.
Por ejemplo, Robert Hare, uno de los expertos más destacados en el
estudio de esta anomalía, plantea que el psicópata es una persona
La historia de los debates sobre lo humano se asemeja a una especie de “círculo vicioso”,
en el que por momentos la humanidad pareciera sufrir de mala memoria o de prejuicios
que condujeran al olvido y al aislamiento de unas posturas particulares. El problema del
juicio y la acción está presente, de alguna manera, desde las formulaciones iniciales de
la ilosofía griega. Las preocupaciones teleológicas y las teorías perfeccionistas de la
ilosofía moral, desde siempre, han abordado esta conlictiva relación. En la modernidad,
al establecerse una radical separación entre lo público y privado, esta temática perdió
fuerza o se relegó a espacios personales sobre los que no era necesario o posible teorizar.
Esta herencia fue materializada en la psicología a través de la obra de Kohlberg. Por
esta inluencia, la psicología cientíica no abordó este problema sino hasta hace muy
pocas décadas. La ilosofía analítica, y más especíicamente las relexiones metaéticas,
abordaron estos interrogantes desde mucho antes. Por eso es usual encontrar en la
bibliografía una diferenciación entre psicología del desarrollo moral, que corresponde
a la tradición kohlbergiana, y la psicología moral, que bajo orientaciones empiristas y
posturas positivistas (en sus inicios), abordó de manera directa, como tema central de lo
moral, el problema del juicio y la acción. Estas distancias se están acortando hoy y las
posturas kohlbergianas se han visto obligadas a reformular de lo moral, así como el papel
que se le otorga al juicio.
11
La psicopatía es una categoría diagnóstica que aún hoy no se ha precisado, debido a que
se encuentra en permanente debate. Para los ines ilustrativos de este escrito, se entenderá
como psicopatía el caso patológico en donde hay una desarticulación entre los principios
morales (o conocimiento moral) y las acciones, es decir, en donde hay juicios morales
apropiados pero, a la vez, hay un alto nivel de conductas catalogadas como inmorales.
10
119
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
típicamente “centrada en el self y carente de remordimientos, de
empatía y de la habilidad para establecer relaciones emocionales
cálidas con otros; en otras palabras, una persona que funciona sin
la limitación de una conciencia12” (Hare, 1993).
Ya antes, en 1835, Prichard había descrito la ‘demencia moral’ (hoy psicopatía) como “una perversión de los sentimientos
naturales, afectos, inclinaciones, disposiciones morales e impulsos
naturales sin ningún trastorno o defecto destacable del intelecto
o de las facultades racionales, y particularmente sin la presencia
de alguna ilusión o alucinación absurda” (como se citó en Arrigo &
Shipley, 2001). Así, tanto Prichard como Hare (al igual que muchos
otros investigadores), reconocen en el psicópata una propensión
al crimen y a la conducta antisocial, que se acompaña generalmente por una carencia de sensibilidad moral13, por cuanto existe
una aparente incapacidad para sentir preocupación por el daño
causado a otros.
El psicópata evidencia su entendimiento de la moralidad al
mostrarse capaz de emitir juicios sobre lo que es y lo que no es
moralmente aceptado para el común de la sociedad, a la vez que
puede lanzar opiniones estructuradas sobre lo que hace buena
o mala una acción; más aún, llega a usar este conocimiento para
su beneicio al reconocer claramente tanto las acciones ilícitas
12
En otros idiomas se hace una diferenciación entre el concepto de consciencia
(Consciousness, o Bewusstsein) y conciencia (sin la “s” intermedia, que corresponde
a conscience en inglés, o a Gewissen en alemán) para diferenciar el uso referido a la
verbalización explícita, o a la sensación de unidad del self (Consciousness), de las maneras
en cómo un sujeto actúa a partir de ciertos parámetros morales que tienen internalizados
(conscience). En otros textos de nuestro grupo hemos intentado hacer esta traducción
según la palabra vaya, o no, con la “s” intermedia. Pero no somos muy estrictos con este
uso, sobre todo en los textos no dedicados a problemas de cognición, como este. En el
contexto ha de quedar claro a qué sentido se está haciendo referencia.
13
De acuerdo con Rest (1986), la sensibilidad moral es la capacidad de interpretar una
situación particular en términos de qué acciones son posibles, quién (incluyéndose uno
mismo) será afectado por cada curso de acción y cómo las partes interesadas sentirán los
efectos que cada curso de acción tiene en su bienestar. En otras palabras, en el modelo de
Rest, la sensibilidad moral es la conciencia que ha desarrollado una persona sobre cómo
las propias acciones afectan a los demás e implica, además, la capacidad de hacer una
lectura de la realidad que permita identiicar las connotaciones éticas de la experiencia.
120
La acción moral y la psicopatía
(que tiende a evitar para no ser aprehendido) como las acciones
loables (que aprovecha y usa para manipular) (Elliott & Gillett,
1992). Esta habilidad para la manipulación da cuenta de que el
psicópata reconoce los términos y conceptos morales. Por ejemplo,
cuando logra persuadir a una persona para que le preste algún
bien o para conducirla a cierto lugar donde le ocasionará daño,
está demostrando que comprende la naturaleza de la promesa, así
como del constructo de honradez implícita, tanto que es capaz de
estructurar su discurso en los términos en que una víctima podría
aceptarlo como correcto. En este orden de ideas, la deiciencia en
la conducta moral del psicópata parece mucho más profunda
que la del simple entendimiento de las reglas morales, normas,
términos y conceptos que gobiernan la interacción social.
Pero antes de llegar a concluir algo de manera apresurada,
con base en estas características que todos los manuales de
psiquiatría presentan de manera algo supericial, podemos preguntar: ¿conoce el psicópata las particularidades de una norma
moral?, ¿es capaz de diferenciarla de una ley o de una mera
costumbre?, ¿son sus juicios claramente racionales? Con el ánimo
de esclarecer estas preguntas, dirigiremos nuestras relexiones a
evaluar las diferentes teorías que se proponen para caracterizar
el actuar psicopático.
Primera propuesta: el problema
del psicópata es racional
Empecemos citando nuevamente a la primera autoridad
mundial en el estudio del psicópata. Según Hare (1952), el psicópata usa los términos morales en un sentido entre comillas, esto
es, elabora juicios y airmaciones de carácter ambiguo que, si
bien son enunciados que parecen claros y comprensibles para
cualquier sujeto, no tienen el mismo signiicado que les atribuiría una “persona normal”. Aunque los psiquiatras y los manuales
121
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
de diagnóstico usan una serie de palabras que logran consensos
fáciles, se hace evidente que con las ideas anteriores no nos queda
claro qué podemos entender sobre las limitaciones del psicópata
y mucho menos qué se demanda cuando se utiliza el término
‘racional’.
El concepto de racionalidad dista mucho de ser un concepto
que cuente con una deinición de común aceptación. Para unos,
podría asociarse a una visión instrumental del actuar humano,
donde un sujeto es caliicado de acuerdo con los ines que establezca o la capacidad de coordinar los medios para alcanzarlos14.
Para otros, lo racional está asociado al seguimiento de ciertos
esquemas normativos de la lógica15. Y para otros es parte de una
14
Esta concepción, que ha determinado los desarrollos de la economía y los cálculos
de desarrollo social, suponen que lo racional es la capacidad que tiene un sujeto de
maximizar sus beneicios sobre los costos de su acción. Esta visión utilitarista, que ha
posibilitado los cálculos de mayor bienestar en una sociedad, ha generado un sinnúmero
de discusiones sobre los efectos de la acción, la escala de satisfacción utilizada, los plazos
para evaluar los efectos, la participación de otras emociones que no se relacionan de
manera directa con beneicios de tipo económico o material, entre otros. Sin embargo,
estos debates, que han conducido a múltiples desarrollos de teorías matemáticas, como
la teoría de juegos y de la decisión, o a discusiones psicológicas sobre la racionalidad,
no ofrecen investigaciones sobre patologías psicológicas tan especíicas como las del
psicópata. Podríamos arriesgarnos a decir que para una visión utilitarista extrema el
sujeto más racional sería el psicópata, pero debido a los pocos elementos para abordar
nuestro problema moral, no abordaremos esta concepción de racionalidad. Con esto no
queremos que el lector asuma que condenamos de las discusiones morales las posturas
utilitaristas, ni negamos los aportes que las relexiones de esta tradición han tenido en
muchas políticas de justicia, y discusiones de la psicología moral.
15
Para los defensores de la lógica como expresión del razonamiento moral, los psicópatas
no emiten juicios morales reales porque una persona que juzga que es correcto hacer X
en la circunstancia A y no lo hace, es ‘prácticamente irracional’ (Clarke, 1738; Balguy,
1731). El uso de la lógica y de estos ejercicios normativos para analizar el operar
psicológico genera muchas diicultades. Esto se debe a que las disciplinas formales —
como la citada— operan sobre enunciados que no se prestan a ninguna confusión. En el
campo psicológico y en el de la ilosofía moral, los conceptos de deber y obligación no
tienen sentidos unívocos ni gozan de aceptación universal—posiblemente, con este uso
de la lógica, ningún ser humano pasaría la evaluación de un tribunal de racionalidad—.
Por otra parte, para que la lógica pueda ser un modelo de evaluación para la racionalidad,
se debe partir, como condición fundamental, de un uso no ambiguo y muy preciso de los
signiicados de las premisas morales, lo que en la realidad se muestra como un imposible.
En este sentido, no pasaría de ser un ejercicio de caliicación sin grandes impactos en la
conceptualización psicológica.
122
La acción moral y la psicopatía
argumentación, que se basa en la referencia a una serie de premisas y conclusiones que despiertan una serie de simpatías y de
acuerdos con el sentido común16.
En la psicología, el proceso de determinación de lo racional
es diferente. Usualmente se establece por asociaciones con actividades, o tareas valoradas socialmente como más complejas. A
continuación, ampliaremos esta idea, ya que es la que seguiremos
en nuestro texto.
Los psicólogos cognitivos17 y del desarrollo parten de tareas
o procesos que, en diferentes contextos, se han evaluado como los
más complejos, para establecer los parámetros de juicio de aquellas acciones que requieren una mayor elaboración intelectual. En
la tradición piagetiana, lo racional se asocia con el pensamiento
adulto y, más particularmente, con las personas que trabajan en
el mundo de la ciencia o de la relexión ilosóica. Bajo el supuesto
de toda teoría desarrollista, el ser humano está orientado hacia el
progreso, donde al inal de esta escala ordenada temporalmente
se encuentra el cientíico, el adulto autónomo, o el ser más justo.
Por ejemplo, Rawls sigue un procedimiento que caliica de racional para concluir
con concepciones particulares de igualdad, lo que había presentado como necesario
justiicar. El equilibrio relexivo, que presenta como forma de justiicar sobre una noción
particular de justicia, sigue el proceder kantiano. Posiblemente en el campo moral sea
esta la manera más usual de proceder, ya que los argumentos no pueden sustentarse en
hechos, ni en fenómenos perceptivos que conduzcan a acuerdos fáciles. Obviamente
este no es el espacio para discutir sobre el proceder argumental en la ilosofía moral.
Simplemente estamos presentando una serie de ideas sueltas que nos habrán de conducir a
concepciones particulares propias de la psicología. Un análisis más riguroso demandaría
una diferenciación de estas perspectivas, así como de la manera en que ellas han tenido una
poderosa presencia en nuestra disciplina. Tarea que, a pesar de reconocer su importancia,
no es necesaria para los ines de este escrito.
16
17
En los inicios de la psicología cognitiva, el concepto de cognición se asoció (por una
clara inluencia de la discusión ilosóica) con la idea de lo racional. Incluso, en etapas
tempranas de su desarrollo, el campo de la inteligencia artiicial se preocupaba por
desarrollar máquinas que lograran reproducir el comportamiento humano inteligente más
complejo. Posteriormente, la ciencia cognitiva y la simulación ingenieril ampliaron el
concepto de lo cognitivo.
123
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Para Kohlberg (1992), el sujeto más avanzado, el que está en
el estadio 6 de su esquema de desarrollo, es aquel que es capaz de
pensar en términos de equidad y justiicar sus juicios, de tal manera
que asegure el trato igualitario para todos los seres humanos. Un
sujeto de niveles más avanzados, y por lo tanto más racional, es
aquel que esgrime argumentos explícitos que aseguran el respeto
a la libertad de los seres humanos, además de hacer prevalecer
el bienestar y dignidad del prójimo por encima de intereses
particulares. Siguiendo el esquema kantiano, Kohlberg (1992) y
la vía cognitivo-evolutiva asumen que un juicio moral complejo
debe ir acompañado de enunciados explícitos e intencionales y
debe hacer referencia al respeto por el otro y la consideración del
semejante como un ser que puede obrar de manera autónoma.
En su estudio doctoral, Kohlberg (1958/1994) asocia el pensamiento criminal con el pensamiento de un niño de estadio 3. A
pesar de que este autor no hace referencia explícita al psicópata,
este esquema inicial fue utilizado para demostrar lo irracional o
infantil del pensamiento de este tipo de personas que no muestran
ningún comportamiento moral. Sin embargo, los estudios posteriores sobre el razonamiento moral del psicópata que se han
realizado con base en el paradigma del desarrollo moral de este
autor (Kohlberg, 1969 y Colby & Kohlberg 1987, como se citó en
Blasi, 1980), han mostrado resultados no concluyentes que, incluso, han sido contradictorios (Kennet & Fine, 2008).
Aunque algunos estudios ubican al psicópata en el mismo
nivel de desarrollo moral de un delincuente común —cuyo
razonamiento moral se encuentra por debajo del que tienen los
sujetos control— (Blasi, 1980 y Trevathan & Walker, 1989, como
se citó en Blasi, 1980), es todavía debatible que estos dos tipos de
sujetos sean equiparables en este aspecto. De la misma manera,
existen estudios que clasiican a los psicópatas en los estadios más
bajos de la escala de desarrollo sociomoral (Fedor, 1983; Jurcovic &
124
La acción moral y la psicopatía
Prentice, 1977), pero también hay investigadores que evidencian
que los psicópatas son capaces de razonar al mismo (o mayor) nivel
que delincuentes no psicopáticos o sujetos control (Chandler &
Moran, 1990; Link, Scherer, & Byrne, 1977).
Dentro de la misma corriente cognitivo-evolutiva, la teoría
de Turiel también ha sido utilizada para analizar el pensamiento
psicopático18. En una investigación comparativa, llevada a cabo por
Blair en 1995, se encontró que mientras niños y adultos no psicópatas resultaban capaces de hacer distinciones signiicativas entre
situaciones morales y situaciones convencionales19 —en aspectos
como la permisibilidad, la gravedad de la falta y la contingencia
a la autoridad—, los psicópatas no evidenciaban esta capacidad
(Blair, 1995). De hecho, Blasi (1980) y otros autores han encontrado
la habilidad para hacer esta distinción en la totalidad de los grupos
poblacionales evaluados, incluso en niños con autismo.
En estos estudios se encontró también que los psicópatas
no orientan las justiicaciones de sus acciones hacia el cuidado y
bienestar de sus víctimas, sino que dan justiicaciones de orden
convencional para sus transgresiones, argumentando, por ejemplo,
que ciertas acciones que implican violaciones morales prototípicas deberían ser permitidas por la autoridad. Los psicópatas pueden llegar al punto de equiparar acciones de índole muy distinta
18
Esta teoría propone diferenciar el juicio socio-moral según tres tipos de dominios. El
moral, el social y el personal. Estos tres dominios pueden diferenciarse desde edades
tempranas y tienen un desarrollo paralelo en el niño.
19
Elliot Turiel, presenta a sus sujetos experimentales ejemplos prototípicos de transgresiones a reglas morales y convencionales acompañados de una serie de preguntas,
para determinar si estos consideran las acciones transgresoras como incorrectas y, de ser
así, qué tan graves las consideran. En general, en las personas normales y en los niños
pequeños, las transgresiones de reglas morales prototípicas (que casi siempre involucran
una víctima inocente que ha sido claramente lastimada) son juzgadas como más serias
—más generales y objetivas, menos dependientes de una autoridad— que las reglas
sociales (como comer con las manos, saludar de ciertas maneras, etc.). Estos juicios son
justiicados apelando al daño, la justicia o a los derechos del individuo (Kelly, Stich,
Haley, Eng, & Fessler, 2007).
125
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
—como poner los codos sobre la mesa durante la cena a golpear
a una persona— desde la premisa de que para ninguna de las dos
acciones existe una regla prohibitiva. Lo anterior da cuenta de
que, aunque el psicópata reconoce lo que está bien y lo que está
mal, para él estos conceptos no están cerca de ser universales y
prescriptivos —en los términos en que la tradición kohlbergiana
entiende el dominio moral—. En otras palabras, a pesar de que los
psicópatas reconocen que algunas cosas están bien y otras mal,
evidencian una falla en la apreciación de que las normas morales y las reglas sociales tienen estatus diferentes (Blair, 1995;
Prinz, 2007).
Estas versiones cognitivas generan muchas dudas. Con respecto a la postura kohlbergiana, es claro que muchos sujetos, como
lo dijimos unas pocas líneas más arriba, que han tenido conductas criminales o realizado acciones políticas injustas o crueles,
han acompañado sus acciones con las justiicaciones morales
más elaboradas, lo que ha sido evidenciado por Arendt, Kekes y el
mismo Kohlberg20 (muchos crímenes políticos y religiosos pueden
acompañarse de elaborados juicios morales). En este sentido, los
psicópatas pueden emitir fácilmente una serie de juicios morales
propios de los estadios 5 y 6 del esquema kohlbergiano.
Como contraposición a la teoría de Turiel, surge un grupo
de autores que cuestionan la validez de sus formulaciones. Para
empezar a debatir esta propuesta, resulta necesario mencionar
que muchos jóvenes tienden a interpretar las normas morales en
términos relativistas y consideran que estas no se diferencian de
cualquier otro tipo de reglas sociales. En este sentido, según ellos,
las reglas morales no son universales y varían según la cultura.21
20
Fueron las discusiones sobre estos casos y otros hechos políticos los que llevaron a
Kohlberg a interesarse por la relación entre el juicio y la acción y a agregar una serie de
categorías ad hoc, para dar cuenta de este desequilibrio.
21
El mismo Kohlberg (1992) propuso en sus primeras obras entender el pensamiento del
joven universitario (en sus primeros semestres) como completamente relativista.
126
La acción moral y la psicopatía
De la misma manera, algunas personas con limitaciones intelectuales evidentes pueden tener diicultades para diferenciar lo
moral de lo social, sin que esto los conduzca a cometer crímenes
atroces, como lo hace el psicópata.
Igualmente, hay que diferenciar las formas en que se presenta la patología psicopática. Algunos de estos criminales pueden mostrar un comportamiento sistemático y repetitivo en sus
crímenes, sin que esto sea común en todos los psicópatas. Es
posible que los sujetos que dejan pistas de sus crímenes de forma
permanente y que no pueden elaborar discursos muy complejos,
tampoco tengan la posibilidad de diferenciar entre las justiicaciones de tipo social y las de tipo moral. Pero lo psicópatas “exitosos”
—según la expresión de Hare— pueden incluso emitir los más
elaborados discursos políticos y la más compleja argumentación
moral para manipular a una población o individuos particulares.
También debe destacarse que se hace poco iable una
teoría que cuestiona la capacidad de diferenciación de dominios
sociomorales en este tipo de sujetos, cuando esta misma capacidad
es identiicada en etapas tempranas del desarrollo infantil. Un
psicópata comete sus crímenes con la intención y cuidándose de
no ser descubierto, lo que es evidencia de que tiene conciencia
de la gravedad de su conducta cruel o criminal; pero no ve la
necesidad de hacer lo mismo cuando viola una convención social,
como sería comer con las manos o poner los codos sobre la mesa,
punto que reairma la idea de que es consciente de la gravedad de
sus actos criminales.
Segunda propuesta: el problema del psicópata
está en el procesamiento de información
La teoría del procesamiento de información ha propuesto
otras hipótesis sobre cuáles serían las limitaciones cognitivas del
psicópata. Macoon y Newman (2006) plantean que en el psicópata
127
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
hay una limitación para atender y procesar toda información que
no haga parte de su foco actual de atención; en otras palabras, no
tiene la capacidad de atender a las “entradas de información
no dominante”.
Desde esta perspectiva, la operación cognitiva no depende
de los dominios de conocimiento (como los dominios “convencional” y “moral” de Turiel), sino de la manera en que se lleva a
cabo el procesamiento de la información. En este sentido, es
secundario si el psicópata considera si una acción es mala —moral
o convencionalmente— al momento de ejecutarla, en tanto
que esta depende de los estímulos que captan su atención en un
momento dado. Esto explicaría por qué, aunque los psicópatas
dan cuenta de juicios moralmente correctos en situaciones hipotéticas, producen juicios incongruentes cuando se encuentran
involucrados ellos mismos o se ven afectados sus intereses personales. Esta inconsistencia entre los juicios en tercera persona
y los emitidos acerca de la propia conducta estaría relacionada
con una atención selectiva de aquellos elementos personalmente
relevantes (Trevethan & Walker, 1989, como se citó en Kennet &
Fine, 2008).
Así, la conducta psicopática obedecería más a fallas en la
localización de la atención que a la incapacidad de organizar y
diferenciar la información (Macoon & Newman, 2006). Este déicit de atención, además, no se limitaría al campo de lo moral,
sino que conformaría un fallo generalizado, ya que los psicópatas
muestran una capacidad limitada para atender cualquier entrada no
dominante, sin importar su naturaleza o su signiicado emocional.22
La explicación que hacen estas teorías sobre la conducta psicopática parece defenderse
gracias a hallazgos como los de Khetrapah (2008), que evidencian que en personas
con desórdenes psicopáticos la amígdala se encuentra lesionada, lo que conlleva a
deiciencias en la percepción del miedo, en la socialización moral y en la reducción de la
agresión. Dado que la amígdala también juega un papel importante en la tarea de hacer
que estímulos desencadenantes del miedo —percibidos inicialmente en la periferia—
se conviertan en focos de atención y conciencia, habría un sustento para plantear la
existencia de un déicit en el procesamiento adecuado de la información, que favorece
las conductas impulsivas como consecuencia de la baja propensión a tener en cuenta
elementos capaces de fomentar procesos relexivos y de autocontrol.
22
128
La acción moral y la psicopatía
En consecuencia, un psicópata tendría menos probabilidad
de registrar el conlicto entre una red inhibitoria (por ejemplo,
cumplir las normas morales o la presencia de un policía) y su
respuesta dominante actual (lograr su objetivo). Esta baja capacidad para identiicar una discrepancia informacional inhibe en
él la búsqueda de acciones alternativas y el logro del control de
la acción lesiva23.
Ahora bien, esta hipótesis parece desconocer que la conducta delictiva de los psicópatas supone una respuesta selectiva
de los elementos de atención que se encuentran fuera y dentro del
foco actual de procesamiento. Un ejemplo concreto de ello es que
el psicópata podría estar torturando a su víctima y, al mismo
tiempo, estar procesando información sobre lo que va a usar como
coartada o lo que va a hacer después con el cuerpo.
Dentro de la teoría del procesamiento de información,
también se ha sugerido que el comportamiento psicopático se
debe a otro tipo de déicit (Prinz, 2007). Blair (1995), por ejemplo,
plantea que los psicópatas tienen una disfunción en el mecanismo
de inhibición de la violencia24, que es el que produce la respuesta de retiro o cese de la agresión como reacción a la expresión del
sufrimiento del otro (por ejemplo, un gesto de tristeza o el sonido
del llanto).
Ahora bien, si se considera que la moderación de esta
conducta agresiva está relacionada con estándares personales,
La búsqueda de acciones alternativas es lo que permitiría el reconocimiento de que
los eventos actuales discrepan de las expectativas, lo que, a su vez, posibilitaría el
control sobre sí mismo y el ambiente. En otras palabras, si un individuo no experimenta
su conducta actual como discrepante, tendrá menos posibilidades de controlarla y crear
atribuciones causales especíicas acerca de ella. Más aún: si un individuo psicopático
hace una valoración, es probable que no releje en ésta la inluencia de información no
dominante (como pueden ser los sentimientos del otro frente a la satisfacción propia
inmediata, donde esta última sería la entrada dominante) (Macoon & Newman, 2006).
24
En esta teoría, el mecanismo inhibidor de la violencia es cognitivo y se activa por el
reconocimiento del estado emocional del otro.
23
129
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
tales como las creencias normativas25, el psicópata fallaría en uno
de dos sentidos: primero, porque no cuenta con estándares que
se ajusten totalmente a las exigencias sociales, y segundo, porque
aunque llegara a tenerlos, sus deiciencias en el procesamiento
de información no le permitirían la generación de procesos autorrelexivos acordes a dichos estándares. En otras palabras, aun
cuando el psicópata poseyera un estándar que pudiera moderar
su crueldad, no estaría inluenciado por este, a menos que pasara
a ser un estímulo dominante en una situación particular; y si el
mismo individuo tuviera un estándar que le sugiriera que su conducta actual es inapropiada, esta no se vería afectada si su atención está enfocada en otros aspectos de la misma situación.
Lo anterior se relaciona con la evidencia de que el psicópata
es más propenso que otros criminales a usar agresión instrumental
(Cornell, Warren, & Hawk, 1996), así como con el hecho de que
usualmente no regule la cantidad de agresión que ejerce para lograr
sus objetivos. Así, por ejemplo, si un psicópata está enfocado en
robar a alguien, es improbable que su atención vaya a estándares
personales que le sugieran el uso de una violencia mínima, lo que
no implica que no cuente con tales estándares morales.
En esta misma línea, Newman, Schmitt y Voss (1993) airman
que los psicópatas carecen de responsividad a las entradas de castigo y que tienen diicultades especíicas para procesar estímulos
relacionados con el miedo de otra persona. En consecuencia,
estos sujetos expresan temor en menor nivel que una persona
normal y, a su vez, no interpretan de la misma manera estímulos
de asco, rechazo, o miedo en los rostros humanos. Es decir, los
psicópatas tendrían un déicit en el procesamiento automático
25
Al parecer, los estándares y normas personales involucran sentimientos de obligación
moral, relacionados con acciones especíicas, que ejercen una inluencia directa en la
evaluación de los alcances de las posibles vías de acción y de sus consecuencias (Dovidio,
Piliavin, Schroeder, & Penner, 2006). El impacto de las normas y estándares personales
se releja en el siguiente hecho: si un individuo interioriza el deber de ayudar, tendrá
una mayor inclinación a hacerlo en una situación determinada, a razón de que se verá
motivado a actuar en congruencia con las normas y estándares que ha asimilado.
130
La acción moral y la psicopatía
que subyace a su habilidad para proyectar, detectar y redireccionar
la atención, como respuesta a estímulos particulares (Newman,
Schmitt, & Woss, 1993) que, aunque se relaciona con su conducta
inmoral, no se limita a ella.
Aunque las hipótesis de la teoría del procesamiento de información constituyan un buen intento explicativo, hasta ahora,
ninguna ha podido ser corroborada empíricamente. Para demostrar su validez, sería necesario evaluar si las deiciencias
planteadas se evidencian solo en actuaciones delictivas, criminales o antisociales, o si también se dan en actuaciones cotidianas.
De igual forma, es preciso determinar si se trata de deiciencias
particulares de los psicópatas.
Parece muy fácil decir que cuando el psicópata está torturando a una víctima, no está considerando otros estímulos
secundarios —como lo que le enseñó su mamá en su niñez o la
posibilidad de ir preso—. Pero si se mira esta explicación con
atención, se hace evidente que desde esta postura podría justiicarse cualquier tipo de conducta: si el psicópata no comete un acto
criminal es porque estaba atendiendo a estímulos diferentes a la
satisfacción de sus propias necesidades por medios ilegales; si lo
hace, es porque estaba atendiendo a ellos. Esta es una exposición
circular que carece de poder explicativo. Además, el que los
psicópatas consideren estímulos paralelos a su conducta, como
la presencia de un policía o de personas que puedan ejercer sobre
él algún control, sugiere que pueden atender a estímulos que, de
alguna manera, son secundarios a sus objetivos inmediatos.
Asimismo, el hecho comprobado de que los psicópatas
pueden planear sus actos criminales o antisociales con mucha
antelación y detalle da cuenta de que las capacidades de atención
de este tipo de sujetos son diversas e invierte en ellas mucha de la
energía atencional. Si, al momento de cometer una acción ilícita
o inmoral, un psicópata atiende a una información focalizada que
131
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
absorbe toda su energía, ¿por qué otros eventos, que por algunos
instantes también tienen que ser considerados por el sujeto, no
roban esa energía para inhibir la conducta?, ¿o por qué se obsesiona,
de manera tan particular, con cierto tipo de eventos y no con otros
que fácilmente podrían captar toda su energía atencional?
Por otro lado, si se parte de la suposición de que el psicópata
tiene alguna limitación para atender a cierto tipo de información
y que su capacidad de procesamiento es limitada, la pregunta
que surge es: ¿por qué esta limitación cognitiva solo se expresa en
acciones egoístas y negativas y no a través de conductas altruistas? La incapacidad de orientar su atención no ayuda a aclarar
las inclinaciones particulares del psicópata a hacer daño. Para
que la capacidad de atención inhiba o posibilite ciertas conductas, tiene que haber algún tipo de valoración externa a los
procesos cognitivos. La teoría del procesamiento de información,
suponiendo que sea válida, solo nos describe las limitaciones de
procesamiento, pero no explica por qué esta limitación solo se da
en ciertos eventos signiicativos o por qué solo se maniiesta en
conductas con una notable manifestación de violencia. Son estas
incógnitas relacionadas con los procesos de valoración las que
nos conducen al siguiente apartado.
Tercera propuesta: el problema del
psicópata es emocional y senimental
Las aproximaciones sentimentalistas al problema de la
psicopatía parten del supuesto de que el psicópata conoce la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, pero carece del sentimiento
en relación con lo que es o no correcto (Glenn, Raine, & Laufer,
2011). En este sentido, los psicópatas se diferencian de las personas
que padecen trastornos como la esquizofrenia o la demencia (que
evidencian deterioro de la capacidad cognitiva) en que, a pesar de
que comprenden que ciertas acciones violan las normas sociales o
132
La acción moral y la psicopatía
la ley, carecen del factor que motiva a los individuos a comportarse
moralmente, esto es, de la capacidad emocional (Glenn, Raine, &
Laufer, 2011).
Las teorías que otorgan a la emocionalidad un papel preponderante en la conducta del psicópata coinciden en el postulado
de que la acción moral es el resultado de la participación de deseos
o sentimientos que son extrínsecos a las normas (Villegas de Posada, 2004). Siguiendo el planteamiento de Hume (1981), están de
acuerdo con la idea de que la razón ‘carece de fuerza’ para impulsar
o frenar la acción, y es por esto que esta última requiere siempre
del sentimiento o del deseo para que sea realizada por el sujeto.
Desde esta perspectiva se airma que, en las personas normales, la conducta moral es guiada o motivada principalmente
por respuestas emocionales26 espontáneas, que operan de forma
automática e inconsciente (Haidt, 2001). Por esta razón, situaciones que involucran daño a terceros, las personas suelen experimentar una respuesta emocional de aversión a las señales de
quien está ejerciendo el daño y de empatía con las de la víctima
(Blair, 2007, como se citó en Glenn, Raine, & Laufer, 2011), lo que
genera cursos de acción especíicos.
En este mismo sentido, estudios neurológicos muestran que,
durante el proceso de toma de decisiones morales en situaciones
de exposición a escenas en las que se causa daño a una persona, se
activan las regiones cerebrales involucradas en el procesamiento
emocional (Greene, Nystrom, Engell, Darley, & Cohen, 2004 y
Greene, Sommerville, Nystrom, Darley, & Cohen, 2001, como se
En estos estudios, el signiicado que se otorga a ‘lo emocional’ no es muy preciso, ni
se hacen diferenciaciones claras entre emociones básicas y complejas. La construcción
de un signiicado más puntual y delimitado de “emoción” sería parte de un estudio más
profundo para el caso de la psicopatía. Adicional a esto, las propuestas que diferencian
niveles y formas emocionales (y que presentamos en otros artículos de este volumen)
podrían conducir los estudios en ciertas direcciones. En este texto solo presentamos
algunas teorías que intentan dar cuenta de estos casos patológicos con categorías generales. La intención de la exposición es presentar un grupo de preguntas básicas que
permitirían clariicar los debates sobre el juicio y la acción moral.
26
133
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
citó en Glenn, Raine, & Laufer, 2011). Evidencia adicional (Koenigs
2007, como se citó en Glenn, Raine, & Laufer, 2011) da cuenta de
que pacientes con daño en la corteza prefrontal y en la amígdala
(usualmente asociadas con la expresión de emociones) son más
propensos a juzgar hechos lesivos como permisibles. Esto sugiere
la posibilidad de que dichos sujetos no experimenten el mismo
grado de aversión emocional que tendrían las personas sanas ante
situaciones similares. Clínicamente, estos pacientes muestran
emociones embotadas; falta de empatía o remordimiento; reducción del miedo al castigo; y comportamiento abusivo hacia
los demás (Damasio, 1994); características que también se presentan en la psicopatía (Glenn, Raine, & Laufer, 2011).
Adicional a lo anterior, se sabe que las respuestas empáticas
son motivadoras de la conducta prosocial (Hofman, 2002; Blair,
1995) y que, a la vez, son las causantes de mecanismos de inhibición
de la violencia (Feshbach, 1983; Gibbs, 1987; Perry & Perry, 1974;
Samenov, 1984). De esta manera, la empatía guía los juicios morales porque gracias a ella se genera una red de claves que permite
actuar con base en la situación que vive —o podría vivir— otra
persona (Hofman, 2002). Es decir, la empatía genera una serie
de reacciones emocionales que inluyen en la elaboración de un
juicio moral, sin necesidad de llevar a cabo complejas operaciones
cognitivas27.
27
Como se aclaró en una nota anterior, en estas discusiones no hay mucha precisión en
cuanto a la forma en que se pueden expresar las emociones. Posiblemente, la empatía
y las formas de regulación de la agresión operen con diferentes niveles de elaboración
cognitiva. El nivel más elemental, presente en muchos animales, se genera a partir de
ciertas conductas o expresiones de un miembro de la misma especie. Una agresión fuerte
puede ser inhibida cuando el contrincante demuestra sumisión, o una serie de conductas
que cada especie posee para evitar la muerte entre semejantes. Sin embargo, en algunas
especies (p. ej., los chimpancés) estas formas de control no operan de la misma manera
con todos miembros de la misma especie, lo que desencadena formas de agresión
extrema. En los humanos, la empatía y el mecanismo de control de la agresión pueden
alterarse por signiicados simbólicos o por las valoraciones particulares que se construyan
sobre el semejante. Si se odia al otro o se lo denigra de forma extrema, los mecanismos
más primitivos de control de la agresión se inhiben. Estos conceptos deben ampliarse para
poder tener una discusión más detallada sobre cómo se pueden presentar los extremos de
crueldad presentes en la especie humana y en algunas especies cercanas. Los diferentes
niveles cognitivos y emocionales demandan nuevos modelos que ofrezcan un abanico
más amplio de comportamientos y de interrelaciones.
134
La acción moral y la psicopatía
En 1759, Adam Smith (2004) analizó cómo la alicción y
el regocijo explícito del otro afectan al espectador y le causaban
una emoción similar. Este contagio emocional se produce por la
acción de sentimientos empáticos28, que conducen a la inhibición
de conductas de daño o al auxilio de una persona que expresa
alguna incomodidad. Es en este sentido que —para Smith, Hume,
Hutcheson y la tradición sentimentalista— estas expresiones
emocionales son asumidas como naturales y espontáneas, además de otorgarles un fuerte poder en el desenvolvimiento de la
conducta moral.29
Así, pese a que los psicópatas exhiben la capacidad de asumir
un punto de vista, fallan en experimentar las respuestas emocionales asociadas con el reconocimiento del estado del otro. En esta
línea, Kirsch y Becker (2006) presentaron evidencias de que las
señales del habla capaces de desencadenar reacciones emocionales en individuos normales, como los gritos o los quejidos, no
provocan una reacción equivalente en los individuos con rasgos
psicopáticos. De igual forma, según una investigación adelantada
por Khetrapal (2008), las señales emocionales que normalmente
desencadenan la activación del sistema de respuesta defensivo
Realmente el concepto de empatía es de más reciente aparición. Los sentimentalistas
y Adam Smith usaban el término de simpatía y obviamente con algunos sentidos algo
diferentes. Estas variaciones terminológicas ameritan tan solo, al menos en este escrito,
estas aclaraciones de notas de pie de página.
29
Para complementar lo escrito en la nota anterior, podemos decir que el contagio
emocional (el reaccionar de manera similar ante ciertas emociones de los otros), aunque
se encuentre presente en especies no humanas, no necesariamente se constituye como el
fundamento de la acción moral. Además, es claro que la capacidad de sentir el dolor del
semejante se puede alterar en la especie humana —insistimos en ello— por signiicados
que puedan atribuírsele a los otros. Ejemplos como el nazismo, las ideologías racistas
o radicales de cualquier tipo, muestran cómo ha sido posible deshumanizar al enemigo
para evitar el poder de contagio de la empatía. Pero esta afectación también puede darse
en la dirección contraria. Un sujeto puede desarrollar sentimientos de empatía y de
cuidado hacia seres que no comparten con el hombre sus formas de expresión emocional.
Estas relaciones entre diferentes niveles de expresión emocional o cognitiva son las que
demandarían una teoría más precisa que dé cuenta del pensamiento psicopático y de otros
fenómenos de no coherencia entre el juicio y la acción. Erickson, Hoffman y el mismo
Kohlberg, al inal de su vida, trataron de diferenciar niveles de empatía, así como las
formas en que cada una de ellas desencadena conductas de cuidado y de protección del
prójimo.
28
135
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
no provocan el mismo efecto en los psicópatas. Esto demuestra la
existencia de un déicit en la capacidad de reacción al miedo. De
esta manera, el elevado umbral de reacción ante estímulos emocionales y el fallo en la respuesta al miedo resultan ser indicadores de una deiciencia signiicativa en la experiencia emocional de
estos sujetos. Además, debe tenerse en cuenta que el alto umbral
para ser sensible a las reacciones de los otros está asociado con un
déicit mayor en las expresiones empáticas, lo que puede resultar
más relevante para la perpetración de la agresión instrumental,
característica en estos casos.
Las investigaciones de Kirsch y Becker (2006) también
presentan evidencia de que los psicópatas poseen una capacidad
reducida para discriminar expresiones de tristeza y temor —que
podría estar relacionada con la misma falta de empatía—, lo
que facilita sus comportamientos ofensivos.30
Otros autores interpretan el déicit no tanto en términos de
la capacidad de reconocer las emociones de los otros, sino de darle
el valor correspondiente. Es preciso comprender que, aunque se
han adelantado investigaciones que demuestran que no hay
deterioro de la capacidad de reconocimiento emocional en los
psicópatas (Glass & Newman, 2006) —además de airmar que son
totalmente capaces de reconocer las diferentes expresiones faciales emitidas por terceros (Blair, 2002; Stevens, Charman, &
Blair, 2001, como se citó en Kirsch & Becker, 2006)—, la capacidad
de distinguir emociones no implica, de manera necesaria, una
respuesta concordante con el estado emocional del otro. En este
sentido, el hecho de que no se encuentre ninguna falla en el
reconocimiento de estas emociones, por parte del psicópata, no
constituye un razón para descartar un déicit emocional (que en
este caso se daría en términos de la reacción que tales expresiones
Aunque el grado en que estos déicits facilitan la violencia instrumental es desconocido,
es posible airmar que la incapacidad de reconocer el impacto emocional que tienen
sus acciones sobre los otros es un potenciador signiicativo de sus comportamientos
antisociales y agresivos.
30
136
La acción moral y la psicopatía
provocan en estos individuos, así como en el signiicado que ellos
les atribuyen). En este orden de ideas, no es que el psicópata
carezca de o tenga reducida una capacidad emocional funcional
que explique su conducta inmoral, sino que es la forma en cómo
estos elementos se estructuran lo que parece estar afectado en estos individuos.
Esta última interpretación genera más preguntas vinculadas
a la comprensión de lo emocional, a saber: ¿lo emocional se asocia
con la capacidad de expresar, o reconocer, emociones (como la
tristeza, el miedo, o la ira) a través de ciertas formas gestuales, o esta
capacidad se asocia a darles el valor, o importancia que usualmente les dan las personas normales? En ánimo de responder a esta
pregunta podríamos indagar ¿la habilidad especial que poseen los
psicópatas para manipular los sentimientos de los otros, no nos
muestra que son conscientes de estas situaciones y son capaces de
reconocer las expresiones emocionales? También puede decirse
que, ¿el hecho de que busquen el dolor en su víctima es evidencia
de que son capaces de reconocerla? Con estas preguntas más bien
podría interpretarse las diicultades emocionales del psicópata
como variaciones en la valoración dada a las expresiones de sus
semejantes.
Además, hay fenómenos confusos sobre la interpretación
de las fallas emocionales del psicópata —o de las personas que
realizan actos con cierto nivel de crueldad y sevicia—. Los psicópatas —y las personas que podríamos caliicar de “frías”— no
solo pueden reconocer las expresiones emocionales de los otros,
sino que también pueden tener reacciones similares ante eventos
particulares: las mascotas, la música, así como sus concepciones
particulares de pureza o perfección, pueden generarles fuertes
estados emocionales similares a los que los seres humanos normales tienen por sus semejantes. La expresión de las emociones
ante estas diferentes clases de eventos demanda una referencia a
137
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
procesos de valoración de los mismos y obliga a la ampliación de
los conceptos de cognición y procesamiento valorativo, con el in
de que puedan dar cuenta de estos casos.
Las emociones pueden darle el color y la intensidad a una
acción, pero en sí mismas no pueden determinar la orientación o
el contexto moral en que se expresan (Orsi, 2006). Por ejemplo,
pensemos en las diferentes maneras como la agresión se ha
expresado a través de las culturas. Posiblemente, las maneras
emocionales31 no han cambiado a lo largo de historia humana,
pero sí los eventos que las desencadenan y las formas como ellas
pueden expresarse. El amor romántico, las conductas de agresión
o de humillación no permitidas, el trato a los débiles o a personas
diferentes, han cambiado con el devenir histórico, lo que hace
evidente el papel orientador que tienen las signiicaciones y los
sentidos establecidos culturalmente. Puede que, por ejemplo, el
miedo pueda ser percibido como igual por todos los seres humanos que lo experimentan, a pesar de que sus causas o motivos, así
como las maneras lícitas de expresarlo, se hayan ido transformando. En otras épocas, un animal, un fenómeno natural imprevisto
o, simplemente, el nombre de algún personaje no deseado,
ocasionaban las formas más extremas de pavor. En épocas más
recientes, el temor puede asociarse con una enfermedad, una raza,
una vida en el más allá, o un político al que le atribuimos todas
las desgracias en un futuro posible. Con esto queremos decir
que lo emocional también es un acto de valoración que puede
operar en diferentes niveles de complejidad, sin que esto nos
conduzcan a oponerlo a los procesos cognitivos32. De esta manera,
31
Posiblemente el miedo, la ira, o la tristeza —como emociones básicas—, pueden
generarse ante eventos perceptivos sin ninguna elaboración cognitiva —como un trueno,
una agresión física, etc.—. Por ello, nuestra argumentación se dirige a analizar eventos
propios de las emociones complejas.
32
En los artículos anteriores de este volumen intentamos analizar las diferentes
concepciones sobre lo emocional y sus relaciones con lo cognitivo. En este artículo solo
ponemos a prueba, sin mayor elaboración, algunas preguntas y aspectos que en otros
espacios del libro hemos señalado.
138
La acción moral y la psicopatía
el comportamiento del psicópata puede interpretarse en términos
diferentes a los de las expresiones particulares de lo emocional,
sin que esto nos conduzca a aceptar las posturas racionalistas,
criticadas en los primeros apartados de este artículo.
Lo cognitivo no necesariamente debe asociarse a expresiones
delimitadas, ni a niveles de conciencia que dirigen una acción. Lo
emocional, de manera relacionada, no puede proponerse como
lo opuesto a lo cognitivo, ni como un proceso ausente de toda
valoración. Un camino posible para solucionar estas oposiciones
puede ser los conceptos de identidad y de carácter.
Blasi (1980) propone que la identidad (asociada al carácter
o a la personalidad) es aquello que proporciona la fuerza motivacional y el fundamento para la acción moral. Además, el autor
deine el carácter moral33 como la serie de rasgos (tendencias de
personalidad) que aseguran la estabilidad de una conducta y los
actos de valoración de una persona. Dicho carácter se revela en la
manera como el sujeto logra regular sus deseos ante las exigencias
del entorno social, a partir de una serie de normas interiorizadas a
lo largo de su vida (Peters, 1984).
La noción de carácter moral, lleva a la idea de que la
moralidad, implica algo más que simplemente saber cuáles son
las normas de la sociedad o tener la capacidad de experimentar
sentimientos especíicos. En este concepto se incluyen procesos
de valoración subjetivos, que generan la sensación de coherencia
y cumplimiento de ciertos estándares, los cuales aseguran una
determinada apreciación del actuar propio: una conciencia moral
(Elliott & Gillett, 1992).
33
Para forjar este carácter, el individuo debe construir una conciencia —o conocimiento
moral— que empieza a ediicar desde los primeros años de vida y que es uno de los
elementos determinantes en la construcción de la personalidad moral.
139
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
El fundamento de la identiicación moral es la elección autónoma, por parte del sujeto, de estrategias o pautas morales que
se asumen como propias (Kamler, 2002)34. La identiicación con
aspectos morales —como las normas y valores— es lo que deine
los ideales personales que determinan la manera en que se concibe
la vida, así como los aspectos que hacen parte de los estándares
individuales. Cuando esta identiicación no se da, las personas
construyen proyectos de vida no morales, los cuales terminan
siendo más importantes que las estrategias normativas a las que
pudieran someterse.
Según Kamler (2002), el grado de identiicación moral se da
en un continuo. Así, aquellos sujetos que se encuentran en la parte
más baja de la escala son quienes, de manera sistemática, no se
identiican con las normas y estándares sociales, como es el caso
de los psicópatas. De este modo, puesto que no se experimenta a
sí mismo como agente moral, las preocupaciones del psicópata no
giran en torno a la necesidad de identiicarse con la idea de una
vida moral. Es más, Kamler sugiere que en estos sujetos existe
una diicultad para identiicarse con muchos aspectos del mundo,
razón por la cual experimentan una pérdida de identidad que no
se reduce al ámbito moral.
Entonces, si se acepta la noción del carácter moral, el comportamiento del psicópata podría entenderse en relación con la
construcción de una personalidad sin conciencia moral. Esto quiere decir que, a pesar de que tenga cierta comprensión de las reglas,
difícilmente se ajustará a las demandas del entorno colectivo, en
tanto que no interiorizará las normas morales, ni le otorgará una
valoración especial a éstas. Desarrollemos más este concepto.
Kamler (2002) plantea que el papel desempeñado por la identiicación psicológica es de
gran importancia, ya que asegura un sentido de la identidad personal (self-identity), que se
desarrolla a medida que la persona va adquiriendo la capacidad de ser un agente autónomo.
El mantenimiento de la identidad equivaldría al mantenimiento de la identiicación del
sujeto consigo mismo (self).
34
140
La acción moral y la psicopatía
La idenidad y el carácter, categorías sintéicas
En el contexto de la conciencia moral, se entiende por identidad35 el actuar coherente del sujeto ante unas pautas morales y
sociales que le aseguran un sentimiento de seguridad y estabilidad.
Veremos algunos ejemplos informales para ilustrar cuál es el uso
puntual que hacemos del término. En primer lugar, haremos
referencia, a manera de analogía, a la manera como actúan las
personas con buena ortografía y a otros ejemplos de la vida social.
Las personas aprenden ortografía a través de la reproducción
de sus reglas en una serie repetitiva de planas, por una labor
constante de lectura o por la ejecución de numerosos ejercicios36.
Independientemente de si su aprendizaje se hizo o no de manera
explícita y consciente, las reglas de ortografía se convierten, en
el sujeto que las aprende, en gestos automáticos de la escritura.
Aunque haya casos de personas capaces de hacer un reporte sobre
cuáles son las reglas en uso —previo o posterior a la escritura—, lo
más común es que estas sean utilizadas sin ningún grado de control
o de consciencia explícitos37. La escritura y la buena ortografía son
El concepto de identidad ha tenido muchos signiicados en las ciencias sociales y
humanas. Sin embargo, el que le damos en este espacio es el relacionado con la conciencia
moral. Un sujeto es coherente en su actuar a pesar de que él no pueda explicar las razones
de esto, ni tenga el más mínimo conocimiento de la historia de sus determinaciones.
Independientemente del conocimiento explícito que tenga o no, el sujeto se reconoce
en sus acciones y tiene sentimientos desagradables cuando altera una pauta usual en
su comportamiento. Las culpas y el desagrado de sí mismo pueden ser expresiones de
esa sensación de unidad, que opera por encima de las razones o rendiciones de cuentas
explícitas que pueda hacer el individuo. La sensación de unidad, es una sensación
subjetiva de coherencia, sin que eso signiique que el sujeto se comporte de manera
coherente en todas sus actuaciones.
36
Es irrelevante cuál haya sido el método con el que cada uno haya aprendido a escribir y
a tener buena ortografía. La utilización de este proceso como ejemplo en el texto se hará
evidente más adelante.
37
Con esto no estamos diciendo que los automatismos se dan siempre como producto
posterior a un proceso de consciencia explícita, ni que estos automatismos operen de manera acertada en contextos especíicos. Hay procesos que inician de manera inconsciente
e incluso son impermeables o muy resistentes a las tomas de consciencia. El esquema
corporal —sensación propioceptiva— puede ser un ejemplo de ello. Nuestro uso del
ejemplo de la ortografía tiene como objetivo señalar la manera en que el sentido de armonía
o de adecuación opera de manera muy particular, a pesar de que su campo de acción sea
tan delimitado. Este tipo de ejemplos nos muestra los vínculos posibles entre las teorías
de la cognición encarnada (o Embodiment) y las teorías sobre la identidad y el carácter.
35
141
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
parte de un automatismo en que las personas ya han olvidado su
historia, sus procesos y sus reglas. Cuando un buen escritor tiene
alguna duda de cómo se escribe una palabra, es usual que tome
un lápiz y, de manera rápida, intente escribirla, sin relexión o
planeación previa. El que el sujeto haya logrado tal nivel de automaticidad y de “no-consciencia” no signiica que no posea las
reglas, ni que carezca de un sentido de ‘buena ortografía’.
Igual sucede con ciertas pautas o modos de comunicación
social. Por ejemplo, una persona puede sentirse incómoda al ser
tuteado por —o al tutear a— alguien que considera que no merece
ese trato. Así, podría decirse que estas reglas del tuteo, en muchas
culturas, hacen parte de un conjunto de normas que se aplica con
algún grado de consciencia, pero eso no siempre es así. El caso
bogotano puede ilustrar esto de una forma muy particular: los
usos del “tú” varían de acuerdo con la clase o el sector donde se
viva, sin que la gente pueda dar cuenta clara de su actuar. Además,
la sensación de adecuación puede variar, incluso si un sujeto habla
un idioma extranjero. Un bogotano de cierto sector social —al
igual que un santandereano— que encuentra incómodo tutear en
su idioma materno —incluso a sus propios parientes—, puede
hacerlo en un idioma extranjero sin ninguna sensación de incomodidad o ridiculez. Las reglas de cortesía propias del lenguaje no
son reglas que operen de manera uniforme en un sujeto; son pautas
de acción generadas en un contexto particular38.
38
Podrían darse muchos otros ejemplos de la forma en que operan las reglas: un sujeto, a
pesar de manejar perfectamente varios idiomas, encuentra más cómodo realizar las sumas
o las operaciones con números en un idioma particular (usualmente su idioma materno);
de la misma manera, sujetos que pierden la capacidad de nombrar ciertos eventos, o
de realizar ciertas operaciones en un idioma determinado, pueden seguir haciéndolas en
un idioma diferente donde se posea alguna destreza sobresaliente. Estos aspectos del
operar de la consciencia, que son esenciales para nuestra argumentación en este artículo,
son tratados con mayor detalle en otros escritos de esta serie de “cognición, moral y
desarrollo psicológico”. Para nuestro propósito actual, es irrelevante profundizar en estas
conceptualizaciones de la consciencia.
142
La acción moral y la psicopatía
De estos ejemplos de cortesía, o de destreza ortográica (que
son solo ejemplos para ilustrar nuestra argumentación) podemos
resaltar varios puntos:
Primero: las reglas no deben hacerse explícitas necesariamente para orientar la acción de un individuo. Los sujetos
no siempre pueden explicar las razones de su actuar, a pesar
de que sigan algunas pautas y reglas particulares al desempeñarse en ciertas áreas.
Segundo: aunque las reglas se postulan o se asumen como
universales, no tienen ese carácter necesariamente. Es posible que el sujeto, en un idioma particular o en una cultura
especíica, siga una serie de reglas que lo obligan a actuar
de cierta manera, pero esa sensación de obligatoriedad no
es universal. La persona puede sentirse compelida por unas
reglas de acción, e incluso puede recomendar algunas normas como pautas del buen obrar, sin que su conciencia de
adecuación funcione de manera uniforme.
Tercero: las reglas propias de los dominios expuestos no
necesariamente son estructuras uniformes, ni horizontes establecidos de forma estricta. Los usos del lenguaje cortés o
las formas correctas de escritura no se derivan de principios
generales (universales). Por el contrario, se actualizan por
una experticia social en la que se aprende a diferenciar
contextos.
Cuarto: la sensación de coherencia que tiene el individuo
se da por la actualización, a nivel subjetivo, de una serie de
pautas de acción, que no se hacen explícitas necesariamente.
La adecuación de una expresión puede transformarse cuando
un sujeto cambia de idioma o de universo gramatical.
143
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Quinto: a pesar de la variabilidad de las reglas —en los
ejemplos citados—, el sujeto puede sentirse obligado, dentro
de un universo particular de signiicación, a operar de una
manera determinada. El no cumplimiento de una regla de
cortesía puede acompañarse de pena, de vergüenza o de culpa. Esos sentimientos expresan la sensación de obligatoriedad en el cumplimiento de la regla, o las pautas de
comportamiento que un sujeto debe seguir al pertenecer a
una comunidad o a un horizonte de signiicación. Es posible
que estos horizontes de signiicación estén lejos de ser precisos y estables. Pero, independientemente de lo contradictorios que puedan llegar a ser, estos horizontes de
signiicación son demandantes en diferentes grados. En este
sentido, puede ocurrir que un gramático o un gentleman,
además de sentirse obligados a seguir ciertas normas,
demanden un mejor uso de las reglas (de escritura o de
cortesía, respectivamente); personas como estas (por su
oicio, por las valoraciones de su cultura o por su historia
personal) pueden ser más estrictas en el seguimiento de las
normas, además de sentir que estas reglas merecen todo el
respeto y el carácter de deber.
Sexto: el carácter de obligatoriedad de una regla es parte de
una serie de valoraciones que cada individuo ha incorporado
en su historia. Posiblemente, algunos que han deinido como
parte esencial de su vida el seguimiento de particulares normas tiendan a considerar que su actuar debe ser modelo
universal. En relación con ese sentido de compromiso, estos
mismos sujetos pueden relexionar sobre su actuar y establecer pautas explícitas para orientar el comportamiento de
otras personas —propósito que puede estar sustentado con
argumentos de muchos tipos—, con la más irme intención
de hacer de su proyecto un sentimiento colectivo.
144
La acción moral y la psicopatía
Después de haber pasado por estos ejemplos de cortesía,
podemos volver a nuestro problema de la acción moral (se debe
tener en cuenta que con esto no pretendemos sostener que las
normas morales son parte de normas de cortesía y de prudencia39).
De acuerdo con lo que hemos analizado, las reglas pueden operar
de maneras no explícitas, ni de manera uniforme y universal. Las
reglas, como la cognición40, no son una serie de principios explícitos que deben enunciarse, de manera consciente, antes de actuar.
Lo cognitivo es solamente una manera coherente de actuar, que se
acompaña de sentimientos de adecuación y de ciertos sentidos de
correspondencia. El carácter, o la propia identidad, es el conjunto
de estos sentidos de coherencia y adecuabilidad que acompañan el
actuar moral.
Las signiicaciones que se tienen de los otros41 expresan
las historias particulares de las sociedades o de los individuos.
Una persona radical en sus ideas políticas o en sus sentimientos
En la ilosofía y la metaética abundan las conceptualizaciones que separan las normas
de prudencia y de cortesía de las obligaciones morales. No es nuestro propósito pasar por
encima de tan larga y profunda discusión, ni reducir las obligaciones morales a normas
sociales (tan variables y con un carácter prescriptivo tan bajo). Nuestra comparación llega
hasta el nivel que nos hemos propuesto en este apartado. Nos interesa ejempliicar las
formas en que operan algunas reglas y cómo estas determinan el actuar y las sensaciones
de adecuación. Las sensaciones de adecuación, la mayor fuerza del sentido del deber
y otras características adicionales son aspectos que diferencian las problemáticas
morales de las conductas sociales descritas. El uso de los ejemplos sobre las maneras de
interactuar las personas, o sobre el cómo escribir, son solo ejemplos para exponer nuestra
idea sobre las reglas y su manifestación en la conducta de maneras que no generen, al
menos inicialmente, algunos supuestos existentes en el campo moral.
40
En las ciencias cognitivas, la manera en la que actúa el experto se ha convertido en
modelo de una nueva conceptualización del desempeño eiciente y adecuado. El experto
no posee, necesariamente, unas reglas explícitas que lo lleven a juzgar como adecuada
una determinada conclusión o una nueva teorización. Su conocimiento opera con base en
cierta familiaridad que le permiten detectar la novedad o la sensatez de una acción o una
argumentación. En un volumen anterior de esta serie (volumen III titulado: Experticia,
sabiduría y desarrollo moral) abordamos en extenso esta concepción de experticia y sus
usos en el campo moral. En este artículo utilizamos esa información para referirnos a esas
sensaciones de adecuación que acompañan el acatamiento de ciertas reglas.
41
Pueden ser seres humanos de otras culturas, religiones o pensamiento político, o
simplemente los seres humanos en general.
39
145
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
patrióticos puede ver a quien piensa diferente, al rival o enemigo,
como un objeto o ente no humano y, posiblemente, como merecedor de los castigos más crueles. De forma paralela, este mismo
sujeto puede mostrar los modales más dulces y cariñosos ante
sus semejantes y familiares, sin que por ello sufra un conlicto en
relación con su comportamiento42. En este orden de ideas, las reglas
y signiicaciones no tienen necesariamente un signiicado similar,
ni están exentas de contradicciones o valoraciones opuestas en
relación con quiénes son o no merecedores de su uso adecuado.
De igual forma algunas personas pueden considerar a grupos concretos (por raza, tendencia sexual o género, etc.) como no merecedores de respeto o consideración y, en consecuencia, decidir
que ciertas reglas, o tratos, no se aplican a estos.
De acuerdo con esta conceptualización, la particularidad del
psicópata es que la categoría de no respeto incluye a todo el género
humano, sin que esto le impida comprender las reglas o diferenciar
los contextos donde el irrespeto puede ser desencadenado sin
ninguna restricción. El psicópata puede diferenciar los contextos y
puede anticiparse al uso social de ciertas reglas que, sin embargo,
tienen para él baja valoración. El otro puede ser visto solo como un
ente o como un evento que no demanda un trato especial; las reglas
de convivencia y respeto no tienen la fuerza compulsiva que tienen
en los otros sujetos. Así, dañar a otros e inligirles dolor no ocasiona
ninguna culpa ni arrepentimiento. Las reglas morales que tienen
que ver con el trato respetuoso del semejante no son parte de ese
sentimiento de adecuación; no generan en el psicópata ninguna
obligación ni sentimiento de compromiso. Esta despreocupación
por las reglas morales en la identidad psicopática no signiica que
La consciencia explícita puede ser un engaño, o una fabulación a posteriori que el
sujeto construye para asegurar su sentido de coherencia o su conciencia moral. Los seres
humanos podemos comportarnos de maneras muy diferentes en muy variados contextos,
sin que la sensación de unidad se altere. La culpa y otros sentimientos morales son
intentos por hacer más coherente nuestro actuar sin que necesariamente esta búsqueda
de unidad se logre.
42
146
La acción moral y la psicopatía
estos sujetos no tengan las capacidad emocional o cognitiva de los
sujetos no patológicos, sino simplemente que estas reglas no son
parte esencial de su desenvolvimiento en el mundo.
Estas últimas formulaciones tienen el único propósito de
señalar un camino para entender tanto el comportamiento del
psicópata como, en general, la acción moral de todos los seres humanos. El caso del psicópata solo muestra la necesidad de tomar
otro rumbo en las conceptualizaciones psicológicas; un rumbo que
lleve a cuestionar las concepciones que se tienen de lo cognitivo,
de lo emocional y de las maneras contradictorias en que actúan
los seres humanos. Ese es el camino que conduce a la comprensión de la identidad, el cual demanda algo más que estas breves
palabras y que estas simples referencias a la “ortografía moral”.
147
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
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Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
RAZONAMIENTO SOCIOMORAL
EN LOS NIÑOS CON RESPECTO
A LAS RELACIONES DE
INCLUSIÓN-EXCLUSIÓN1
Jaime Yáñez-Canal
Elfriede Billmann-Mahecha
Adriana Milena Perdomo Salazar
Andrea Mojica Mojica
Este documento es el producto del trabajo investigativo realizado gracias a la inanciación
hecha por Colciencias (código 1101-10-13875) y la División de Investigaciones de la
Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá (2004).
1
151
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
152
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En el campo de las disciplinas que estudian lo moral han
surgido posturas divergentes respecto de las teorías de tradición
kantiana, que han sido las dominantes durante un largo período
de tiempo. El comunitarismo, (MacIntyre, 1987; Sandel, 1997, 2010;
Taylor, 1996; 1997; Kymlicha, 2001, 2007; Walzer, 2007, 2008), el
pragmatismo (Rorty, 2000) y algunos autores poskohlbergianos
en la psicología (Turiel, 1998, 2008a, 2010a; Nucci, Saxe & Turiel,
2000; Nucci & Turiel, 2009; Varela, 1998), son ejemplos de este movimiento renovador de los fundamentos del debate ético. Estas
nuevas posturas abogan por el reconocimiento de las diferencias
y por la variabilidad de los criterios que se tienen en cuenta a la
hora de realizar juicios morales.
En psicología, algunos autores (Varela, 1998; Dreyfus, 1993,
2004, 2009, 2014; Turiel, 1998, 2008a; 2010a; Yáñez-Canal, 2000,
2001; Yáñez-Canal & Billmann-Mahecha, 2003) proponen entender el desarrollo moral como un proceso de expertización, el cual
consiste en perfeccionar constantemente la capacidad de diferenciar las demandas y presupuestos de los contextos y los dominios
sociales.
Una de las propuestas diferenciadoras de dominios en el
desarrollo moral es la presentada por Elliot Turiel (2008a, 2008b,
2010a, 2010b), quien distingue lo moral de lo social y de lo personal.
Sin embargo, aclara que, aunque cada uno de estos dominios sigue
caminos diferentes de desarrollo, avanzan de manera paralela,
esto es, no es posible establecerse alguno como precedente o
fundamento de los otros. Es importante decir que este trabajo de
investigación se enmarca en los lineamientos generales de la teoría de los dominios de Turiel y su equipo.
153
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
La teoría de los dominios del
razonamiento sociomoral
A continuación, veremos con algo más de detalle cómo
caracteriza Turiel (2010) sus diferentes dominios del desarrollo
sociomoral —así como otros investigadores como Nucci, (2003)
y Smetana, & Killen (2015)—. Presentaremos de manera textual
la caracterización que hicimos de dichos dominios para nuestra
investigación, los cuales ya hemos presentado en otros documentos (Yáñez-Canal & Billmann - Mahecha, 2004; Yáñez - Canal &
Perdomo, 2009; Yáñez-Canal, Perdomo, & Mojica, 2010; YáñezCanal, Billmann - Mahecha, Perdomo, & Mojica, 2013).
Dominio moral
Este dominio hace referencia a las obligaciones morales
que pretenden tener validez universal y que tienen que ver con la
seguridad, el bienestar y el respeto a la dignidad y a los derechos
del otro. En otras palabras, lo moral se entiende como la serie de
“principios” obligatorios que señalan qué tipo de acciones deben
ser evitadas para no afectar el bienestar físico o emocional del otro.
En lo moral, los juicios hacen referencia a la igualdad entre los
seres humanos, la dignidad de las personas, la justicia en el trato,
la equidad y los derechos, así como a la igualdad de oportunidades
y la forma en que deben ser tratadas todas las personas.
Las investigaciones iniciales sobre la diferenciación de los
dominios muestran que los niños consideran que el daño físico
(pegar o empujar a otros), el daño psicológico (poner sobrenombres, burlarse o lastimar los sentimientos de los otros) y la imparcialidad —o justicia— (dar a cada uno lo que se merece, igualdad
de oportunidades para todos), constituyen acciones morales.
154
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Además, los niños y adolescentes consideran que estas cuestiones
morales son obligatorias y no contingentes a la existencia de reglas
o consensos, es decir, que no pueden basarse en los dictados de
una autoridad particular, ni pueden validarse por la práctica común
de un grupo o cultura (Turiel, 1998, 2010a; Yau & Smetana, 2003;
Reed, Turiel, & Brown, 1996; Killen, 2001; Killen & Stangor, 2001).
Dominio social
El dominio social estaría orientado hacia el conocimiento
especíico más profundo de las normas y las reglas sociales. Lo social está constituido por todas las normas y pautas de relación de
una comunidad o sociedad particular. Los juicios sociales incluyen
referencias al funcionamiento del grupo, los roles y funciones que
deben tener sus miembros y las reglas o rituales que deben seguir
sus integrantes para pertenecer a ellos (Turiel, 1998, 2010a; Yau &
Smetana, 2003; Reed, Turiel, & Brown, 1996; Killen, 2001; Killen
& Stangor, 2001).
Los niños y adolescentes conciben las convenciones ligadas a
la existencia de acuerdos sociales, y consideran que la uniformidad
y la regulación —que sirven a la coordinación y funcionamiento
de lo social (formas de vestir, de comportarse y reglas de buenas
maneras)— son problemas propios de este campo (lo convencional). Las justiicaciones que hacen de sus juicios sobre los aspectos
convencionales se basan en la comprensión de la organización
social, donde se incluyen el rol de la autoridad, las costumbres y
la coordinación social (Turiel, 2008a, 2008b).
Estos diferentes dominios se presentan desde los primeros
momentos y tienen un desarrollo independiente que, en algunos
casos y dependiendo del contexto, habrán de establecer cierto tipo
de relaciones.
155
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dominio personal
Lo personal se reiere a la serie de acciones que el individuo
considera que pertenecen fundamentalmente al campo del sí mismo y que, por lo tanto, se hallan fuera del área de una regulación
social justiicable. Estas acciones no pueden ser consideradas
correctas o incorrectas, sino preferentes o alternativas (Nucci,
2003). Ejemplos de esto serían el decidir sobre el estilo de corte
de pelo, las actividades recreativas que cada uno preiere, la
elección de los amigos o de la pareja y los actos centrados en el
propio cuerpo (Nucci, 2003).
Por su naturaleza, las cuestiones personales se circunscriben a la serie de acciones que deinen los límites de la autoridad.
Cuestiones como las ejempliicadas en el párrafo anterior tienen
que ver con la airmación de la propia capacidad para preservar
la integridad personal, la identidad y la individualidad. La identiicación y el control de lo personal sirven para establecer los
límites sociales entre uno mismo y el grupo, lo que permite al sujeto construir el sentido de sí mismo como un ser único.
Los antecedentes teóricos de la conceptualización del dominio personal pueden rastrearse en la obra de Erikson (2000, 2009),
Mahler (como se citó en Nucci, 2003) y Stern (2005), quienes
señalan que, desde el momento en que los niños aprenden a caminar, empiezan a descubrir un nivel de autonomía y un espacio
de decisión personal. En edades bien tempranas, los niños ya
reclaman el reconocimiento, por parte de los adultos, de cierto
espacio de decisión autónoma.
La edad más temprana en la que los sujetos pueden diferenciar estos dominios es a los dos años y medio. Smetana y Braeges
(como se citó en Nucci, 2003) mostraron que, a esta edad, los
sujetos estaban más dispuestos a ampliar a otros contextos las
156
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
cuestiones morales —como el hecho de considerar erróneo golpear a otro niño sin haber sido provocados—. Los mismos autores
creen que, ya desde los tres años, los sujetos son capaces de
aplicar las reglas de gravedad, contingencia y generalización para
diferenciar los juicios morales de los sociales.
Son muchas las evidencias que corroboran estos hallazgos.
Estudios realizados en el norte de Brasil, en islas Virginia, así como
otros realizados con niños cristianos y musulmanes en Indonesia,
niños judíos en Israel, niños y adultos de India, Corea, Nigeria y
Zambia, muestran los mismos procesos de diferenciación entre
lo moral y lo social (Smetana, 1996).
Es evidente que las comprensiones de los dominios y los
conlictos entre sujetos pueden variar con la edad. Y de la misma
manera en que las formas morales se van complejizando, para
comprender la noción de equidad y reciprocidad, las nociones
y conocimientos sobre lo social y lo personal también se hacen
más robustos. En este sentido, el desarrollo del dominio social
aumentará la comprensión de las normas sociales, de la misma
manera que se tendrá una capacidad mayor de entender el funcionamiento social, la razón de la existencia de ciertas normas y la
necesidad de su cumplimiento. En cuanto al dominio personal, su
desarrollo permitirá que el niño pueda reclamar más espacios de
decisión y participación autónoma (Turiel & Killen, 2010), al igual
que posibilitará que el sujeto, en sus niveles más desarrollados,
pueda entender y formular un discurso sobre los derechos. Así, en
la medida en que se produzca el desarrollo, los sujetos tendrán la
capacidad de diferenciar de forma más clara los diferentes dominios y establecerán relaciones más ricas entre ellos. La relación
entre el dominio personal y lo moral posibilita la comprensión
de la libertad y la consideración de los derechos en los momentos
más avanzados del desarrollo humano.
157
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Después de esta rápida exposición de los caminos del desarrollo sociomoral, podemos presentar los estadios sugeridos
por Turiel para caracterizar las diferentes formas en que los niños
emiten juicios sociomorales y cómo estos se presentan a lo largo
de dicho desarrollo.
Estadio 1 (niños entre los 5 y los 7 años)
En la primera infancia, lo moral se expresa en la atención que
prestan los niños a aspectos referidos al daño de uno mismo o de
los demás. Los sujetos en edad escolar se preocupan mucho por
su propia seguridad y entienden que no es adecuado causar daño
a los demás. Por ejemplo, los niños sostienen que es incorrecto
golpear y hacer daño a otros, incluso cuando no hay una regla que
lo prohíba. En este sentido, el juicio moral se regula tanto por las
preocupaciones relativas al mantenimiento del bienestar como
por la evitación del daño. Estos juicios se dirigen básicamente
a aquellos actos que afectan a los sujetos de manera directa. Sin
embargo, a pesar de esta preocupación, sus juicios no relejan una
comprensión de la justicia como reciprocidad. La justicia se expresa, más bien, en términos de intereses personales y en relación
con las necesidades que cada uno desea satisfacer.
En cuanto a los aspectos convencionales, los niños buscan
patrones o regularidades que les permitan prever el curso de
acción correcto en situaciones especíicas. Un ejemplo de estas
regularidades empíricas que se convierten en reglas sería el siguiente raciocinio: los hombres no usan vestidos porque no son
mujeres y son las mujeres las únicas que usan vestidos; un
hombre no se podría poner un vestido ya que esto equivaldría
a violar una regularidad del mundo social.
Estadio 2 (niños entre los 8 y 10 años)
La característica más llamativa de esta edad es la idea estricta
de reciprocidad (Turiel 2010a; Nucci, 2003), la cual lleva al niño
158
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
a preocuparse por las obligaciones morales, más allá de evitar el
daño directo de los otros. Hacia los nueve o diez años, el niño establece una noción de reciprocidad sostenida sobre necesidades
morales, que se imponen para buscar el tratamiento igualitario de
las personas. Esta “rigurosa” lectura del tratamiento igualitario,
sin embargo, se asocia con obligaciones morales con aquellos de
los que se podría esperar algo a cambio, y siempre y cuando las
acciones se establezcan de manera equilibrada.
En este nivel, los niños son capaces de negar la concepción
de que las convenciones se establecen a partir de las regularidades empíricas. Las excepciones a las convenciones (p. ej., algunas mujeres usan pantalones) se plantean como prueba de la
arbitrariedad de las mismas. De esta manera, cuestionan la obligatoriedad de las normas sociales, al contrario de lo que hacían
los niños más pequeños (Nucci, 2003).
Estadio 3 (niños entre los 10 y 12 años)
Al contrario de la idea estricta de reciprocidad presente en
los juicios de los niños menores, los niños de este estadio se
empiezan a preocupar por la equidad, en coordinación con la
reciprocidad (Damon 1990; como se citó en Nucci, 2003). Tratar
de manera justa a los demás se relaciona con otorgar ciertos
beneicios a aquellas personas que se encuentran en situación
desventajosa como una manera de asegurar un equilibrio en las
relaciones. De esta forma, los niños empiezan a entender la justicia en el tratamiento diferencial que los padres dan a sus hijos en
cuanto a responsabilidades y beneicios.
La ampliación de los juicios morales lleva a que los niños
consideren la justicia como algo más que un intercambio recíproco directo. En consecuencia, sus juicios se aplican a aquellos de
quienes no se puede esperar nada a cambio, e incluso a aquellos
que han sido injustos o poco generosos con el mismo niño.
159
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Respecto de las convenciones, el niño mantiene su valor funcional, ya que las considera como unas normas establecidas para
garantizar el orden social. Para los niños, las convenciones pueden
variar según las situaciones e incluso pueden llegar a admitir
excepciones. Cabe anotar que las normas analizadas por los niños
tienen que ver con aquellas propias de sus contextos cotidianos de
interacción, como las normas existentes en la escuela o en su propia casa, y que son establecidas por aquellas personas que tienen
una responsabilidad sobre ellos, esto es, en quienes reconocen una
autoridad que debe respetarse.
Estadio 4 (niños entre 12 y 14 años)
Durante este período se consolidan las relaciones entre la
equidad y la igualdad. Los esfuerzos por conjugar estos dos aspectos de la justicia, además de su preocupación por establecer
principios morales universalizables, llevan a que estos niños hagan sus juicios más allá de su propio grupo de referencia o de sus
relaciones cercanas. El juicio adolescente sobre las convenciones
se opone a la interpretación anterior, que consideraba que las
normas se justiicaban por la relación con la autoridad social. El
niño de este estadio niega las convenciones, ya que las ve como si
fueran parte de imposiciones de la autoridad. En estos momentos
el sujeto considera que las normas y las convenciones sociales
son arbitrarias y, por lo tanto, carentes de sentido.
Estadio 5 (jóvenes entre 14 y 17 años)
En relación con este nivel, es poco lo que airman Turiel
(2008a, 2010a) y Nucci (2003), ya que siguen a Kohlberg (1992)
en sus planteamientos sobre su estadio 4 de pensamiento convencional. En general, lo que reconocen como propio de esta edad
es la codiicación de la moral en términos de una serie de normas
propias del sistema social, que sirven para garantizar el orden y el
tratamiento igualitario de todos sus ciudadanos.
160
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Con respecto a las convenciones, los jóvenes las empiezan
a entender como elementos constituyentes de campos de acción
más amplios; en este sentido, se las considera como normativas y
vinculantes, dentro de un sistema que opera con relaciones jerárquicas y donde las personas adquieren un rol y una posición social.
En este momento del desarrollo sociomoral, la transgresión de las convenciones es considerada como un elemento generador de desorden, por lo que atenta contra todo el sistema
normativo. De este modo, los niños reclaman y esperan que todos
los integrantes de un sistema respeten y se atengan a las normas
y convenciones del mismo.
Estadio 6 (jóvenes entre 17 y 20 años)
A esta edad se presenta un relativismo moral y la defensa de
una ética contextual. Ese “relativismo” se debe a que estos jóvenes
creen que la moralidad se deriva de las normas de una sociedad
y que, por lo tanto, toda regla moral sería particular; en otras palabras, no tendría un carácter universal. Kohlberg había señalado la particularidad de este tipo de pensamiento, que evidencia
una especie de regresión a una forma de pensamiento no orientada
por principios universales. En relación con las convenciones, el
joven de este estadio considera que son arbitrarias y, en consecuencia, no les atribuye ninguna fuerza ni obligatoriedad. Ciertas
convenciones especíicas (p. ej., el uso de títulos para dirigirse a las
personas) no se consideran necesarias para el mantenimiento de
cierto orden social.
El modelo de desarrollo sociomoral propuesto por Turiel
y su equipo puede presentar algunas limitaciones en cuanto a la
caracterización de los dominios y a la descripción de los estadios.
Esto se debe a la poca atención prestada a los aspectos personales
y a la pobre caracterización de las relaciones entre los dominios.
Estas limitaciones de la teoría de Turiel pretenden subsanarse en
este estudio, donde se intenta abordar, de manera más clara, las
particularidades de los dominios y sus relaciones.
161
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Consideramos que el desarrollo sociomoral debe entenderse,
a la vez, como un proceso de diferenciación de dominios y como
un proceso más lexible que permite analizar las demandas y
características de las situaciones especíicas. El ser humano, durante su desarrollo sociomoral, logra hacer una diferenciación
progresiva de los dominios y, con ella, establece una relación más
rica y compleja entre estos mismos dominios. De la misma forma,
amplía los presupuestos en los que se sostienen sus interpretaciones, lo que le permite comprender mejor las variaciones que
se dan entre los diferentes contextos donde se desarrolla la interacción humana. Este modelo es el que nos va a orientar en
nuestra investigación y esperamos poder aportar una serie de
datos empíricos que nos permitan exponer nuestra propuesta
de manera más clara, para que sea posible entender el desarrollo
moral más profundamente.
Discusiones sobre las relaciones entre
pares y las relaciones de inclusión-exclusión
Apoyándonos en la idea de que diferentes contextos reclaman la consideración de presupuestos variados y distintos, dirigiremos nuestra investigación al análisis de las relaciones entre los
niños y sus interpretaciones de las reglas y pautas de interacción
propias de los grupos. Según Killen & Stangor (como se citó en
Abrams & Killen, 2014), a pesar de que abundan los estudios sobre
exclusión de pares y sobre los parámetros de comportamiento
para la exclusión de un grupo, en estos, sin embargo, no se ha
contemplado cómo los niños analizan la exclusión a partir de
las características particulares de los grupos y sus exigencias
especíicas. Es claro que, de acuerdo con ciertos rasgos de las
asociaciones, o según las actividades que realizan, usualmente los
grupos deben establecer criterios de admisión o exclusión para
conseguir, por ejemplo, determinadas metas o planes propuestos.
En otras palabras, el acto de “exclusión” no necesariamente se
162
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
asocia a connotaciones morales, según el sentido que les da Turiel.
Hay situaciones “sociales” que demandan un proceso de selección
de sus miembros, sin que este sea percibido como incorrecto o
atentatorio de algún derecho o deber.
El concepto de “exclusión” puede ser considerado como
un concepto “limítrofe”, ya que puede generar justiicaciones o
argumentaciones de tipo moral, a la vez que puede interpretarse
dentro de los campos de los juicios sociales o personales. Por ello,
y con el ánimo de hacer una separación clara de los componentes
de cada uno de los tipos de juicios (morales, personales y sociales),
proponemos una diferenciación de los grupos en términos de los
objetivos que estos persiguen. Los grupos informales buscan,
simplemente, el esparcimiento y la integración de sus miembros.
Los grupos constituidos para desempeñar una tarea o alcanzar
una meta demandan que sus miembros tengan una habilidad
determinada y exigen unos criterios de selección explícitos. Las
situaciones de encuentro íntimo ponen en juego los vínculos y
las relaciones de amistad que unen a un grupo de personas. Cabe
señalar que, en los tres tipos de grupos, pueden presentarse formas de exclusión tanto morales como no morales, además de
darse justiicaciones de la exclusión. En todo caso, cada grupo supone el despliegue de razones íntimamente ligadas a su naturaleza
y a las características de las situaciones que le son propias, así como
a los dominios de razonamiento sociomoral implicados.
Con base en los aportes y los presupuestos establecidos en
este documento, se planteó como objetivo general de nuestra
investigación el análisis de los juicios de los sujetos en desarrollo,
relacionados con la inclusión y la exclusión en sus sentidos moral,
social y personal.
Como objetivos especíicos se propusieron: 1) determinar
las diferencias en el desarrollo infantil en relación con la capacidad de distinguir y coordinar los dominios moral, social y personal;
163
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
2) identiicar la manera en la que se dan los procesos morales
de argumentación para justiicar o rechazar las conductas de exclusión; 3) identiicar la manera en la que se desarrollan las argumentaciones sociales para justiicar o rechazar las conductas
de exclusión; 4) identiicar la manera en la que se desarrolla la
argumentación en el campo de lo personal para justiicar o rechazar
las conductas de exclusión; y 5) establecer si existen diferencias
relacionadas con el género y el estrato con respecto a la forma en
que los niños justiican o rechazan las conductas de exclusión.
En el desarrollo de la investigación, estos objetivos se fueron
ampliando en virtud de las posibilidades que brindaban los hallazgos pero, en general, las preguntas que nos planteamos giraron
en torno a cuatro aspectos fundamentales: a) la caracterización
de los dominios sociomorales; b) los niveles de complejidad de los
dominios durante el desarrollo; c) el proceso de diferenciación e
integración de los dominios; y d) las diferencias en el desarrollo
según el género y el estrato social.
Método2
Tipo de invesigación
Estudio descriptivo-exploratorio.
Sujetos
La investigación se realizó con 96 sujetos pertenecientes a
cuatro instituciones educativas de la ciudad de Bogotá: dos entidades del sector público y dos del sector privado. Los dos colegios
públicos elegidos son mixtos, ofrecen educación laica y su población pertenece a estratos socioeconómicos bajos (1, 2 y 3). Por
otra parte, en el caso de los dos colegios privados, la población
es de un solo género (uno es femenino y el otro es masculino),
La metodología expuesta en este apartado es resultado de un estudio piloto previo, en
el que se pusieron a prueba tanto las características de la muestra como la situación de
entrevista y el procedimiento de aplicación.
2
164
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
de educación religiosa y su población pertenece a estratos socioeconómicos altos (4, 5 y 6). Para la recolección de los datos, se
determinaron cuatro rangos de edad a saber: 5, 9, 13 y 17 años3.
Decidimos utilizar estas edades porque constituyen puntos precisos en el desarrollo, lo que permite observar una estructura
cualitativa de razonamiento claramente deinida y organizada; es
decir, no son edades transicionales en las cuales el razonamiento
puede presentarse de modo inconsistente o variable.
Situación de entrevista
Se plantearon tres situaciones que diieren en las reglas
necesarias para su implementación, en sus objetivos y en las demandas que planteaban a los participantes. Con base en estos
criterios procedimos a diseñar las situaciones de entrevista, en
las que presentamos a los sujetos tres láminas diferentes (con
situaciones propias de la vida cotidiana, encaminadas a propiciar
sus juicios y argumentaciones en relación con el problema de la
exclusión), cada una con un tipo de actividad grupal particular.
A continuación, presentamos una breve descripción de las láminas escogidas4 para la recolección de los datos de la investigación:
3
En la selección de la muestra seguimos las indicaciones de Keller (1996), quien sostiene
que los juicios de los profesores guardan una correlación alta (R= 0.80) con los resultados
de otras formas de evaluación de la capacidad cognitiva de los niños. Por eso, dentro de
cada institución se pidió a los profesores encargados de los cursos que fueran ellos los que
escogieran los niños que podrían ser entrevistados.
4
El grupo inicial de láminas estuvo conformado por cinco dibujos que fueron puestos a
prueba en el estudio piloto. Con base en sus resultados, se decidió eliminar la lámina de
la iglesia y la lámina de la iesta, ya que no cumplían satisfactoriamente con el criterio
de reconocimiento espontáneo de la situación de exclusión por parte de los niños. En la
lámina de la iglesia se ilustraba un grupo de personas que participaba de un rito religioso,
y dos personas con atuendo “rockero” (según la expresión utilizada por algunos jóvenes
entrevistados en la prueba piloto) paradas en la puerta de la iglesia, quienes observaban
la situación sin integrarse al grupo. En la lámina de la iesta se presentaba un grupo de
niños que bailaban haciendo una rueda, mientras otro grupo de niños conversaba y un
niño que aparecía apartado de ambos grupos. En la prueba piloto se descartaron estas dos
láminas porque se detectó que no incitaban de manera directa intervenciones que hicieran
alusión a situaciones de exclusión, ni facilitaban una clara diferenciación de los dominios
sociomorales.
165
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Figura 1. Lámina de juego informal (niños jugando a la pelota)
Fuente: creación de autores.
En la lámina de juego informal (igura 1) se muestran cinco
niños vestidos de manera informal. Cuatro de ellos forman un grupo que juega en desorden con una pelota, mientras que el quinto
niño se encuentra apartado de este grupo. El objetivo de la actividad mostrada en la lámina es el de esparcimiento. En este sentido,
todas las personas podrían y tendrían el derecho a participar en
ella, independientemente del tipo de relación que tengan entre sí
o de las habilidades deportivas que posean.
Figura 2. Lámina de juego de voleibol (juego formal)
Fuente: creación de autores.
166
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En la lámina de juego de voleibol (igura 2) se muestra
un juego formal de voleibol (conformado por dos equipos con
uniformes distintivos, cada uno con dos jugadores y en situación
clara de competencia) y dos niños que no participan de la actividad, vestidos de manera informal, pero que observan el juego.
La demanda fundamental en esta actividad sería la habilidad y
destreza deportiva. Además, supone una serie de reglas obligatorias y un número restringido de participantes.
Figura 3. Lámina de juego de la piñata
Fuente: creación de autores.
En la lámina de juego de la piñata (igura 3) se presenta un
grupo de niños jugando alrededor de una piñata durante una iesta
infantil y dos niños que observan al grupo desde una ventana (por
su vestimenta, pueden diferenciarse en términos de clase social).
Esta lámina se escogió porque sugiere en algunos sujetos de mayor
desarrollo sociomoral el reclamo de los derechos individuales de
escoger las amistades y de establecer, de manera consensuada, los
objetivos del encuentro, así como las reglas de interacción posibles
en este contexto.
A partir de las situaciones presentadas en las láminas, se
realizó una entrevista semiestructurada a los sujetos de la investigación, con el in de explorar sus razones al momento de explicar o justiicar las situaciones de inclusión-exclusión de los grupos.
167
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Procedimiento
Luego de la selección de los entrevistadores y la realización
del estudio piloto5, se hizo la recolección de los datos mediante el
dispositivo que se explica a continuación. En cada institución, se
organizaron grupos (cada uno de tres participantes) por edad y
género, que fueron evaluados en dos sesiones diferentes con un intervalo de una semana. En la primera sesión se presentaron las dos
primeras láminas (iguras 1 y 2). En la segunda sesión se presentó la
lámina 3 (igura 3). En cada sesión se trabajó de la siguiente manera:
en primer lugar, se realizaron entrevistas individuales sobre cada
lámina; luego se reunió al grupo para propiciar una discusión entre
ellos. Debido a algunas diicultades en la grabación y trascripción
de algunas entrevistas, estas debieron repetirse, lo que se hizo tres
meses después de realizadas las primeras entrevistas (en total,
se repitieron 16 entrevistas de niños de diferente edad). En estas
segundas entrevistas, las edades de los niños no pudieron ser las
mismas, debido a que, al trabajar con los mismos grupos, pasados
tres meses, algunos sujetos habían cambiado de edad.
Análisis de los datos
Los datos obtenidos fueron analizados mediante procedimientos cualitativos y cuantitativos con el in de responder a los
interrogantes planteados en esta investigación. A continuación, se
describe brevemente el proceso realizado en cada uno de ellos.
Análisis cualitativo
El interés principal de este tipo de análisis fue el de esclarecer
cómo funcionan los dominios sociomorales, cómo se maniiestan
5
En este análisis, además del investigador principal y las (incluyendo a nuestra
colaboradora internacional), participaron todos los entrevistadores. En esta fase colaboraron, además de los autores de este documento, Jhon Pablo Ardila, Pedro Pineda y
Megdy Zawady, estudiantes de último año del programa de Psicología de la Universidad
Nacional de Colombia.
168
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
en las argumentaciones de los niños, cómo se presenta el proceso
de desarrollo con respecto a sus juicios y la manera en que se hace
la diferenciación e integración de dominios. Las interpretaciones
fueron discutidas entre los tres miembros del equipo de investigación encargados de realizar este trabajo, y solo fueron aceptadas
cuando hubo una coincidencia total entre las propuestas. Este
análisis se realizó con base en el procedimiento de inducción
analítica (Taylor & Bogdan, 1990). La interpretación referida a los
dominios y a los niveles de desarrollo fue sometida a una validación
por jueces. Para este proceso se escogieron tres jueces expertos6 en
psicología del desarrollo. A partir de la validación por jueces, se
continuó el proceso de interpretación en relación con los dominios
sociomorales y los estadios del desarrollo.
Posteriormente, se plantearon categorías especíicas para
describir de manera más precisa cada uno de los dominios. Este
proceso permitió ampliar la caracterización de los dominios
planteada por Turiel, los cuales nosotros hemos denominado
personal-relacional, social-convencional y moral.
Ahora bien, para caracterizar el desarrollo sociomoral en
el análisis cualitativo, este se asumió como un proceso de diferenciación-integración de dominios y, al mismo tiempo, como
un proceso de diferenciación de contextos. La indiferenciación
y contradicción de dominios se entiende como la posibilidad de
utilizar o mezclar aspectos referidos a diferentes dominios de manera simultánea. En este sentido, la contradicción se reiere al uso
de juicios contradictorios para justiicar una determinada idea. Por
el contrario, la diferenciación se reiere a la capacidad de deinir
o caracterizar un dominio sin mezclar razones o características
propias de otros dominios.
6
Se escogieron tres jueces con una trayectoria reconocida en el campo del desarrollo
moral. Estos fueron: Jairo Gómez (psicólogo, profesor de la Universidad Distrital de
Bogotá), María Elvia Domínguez (psicóloga, profesora de la Universidad Nacional
de Colombia) y Clara Eugenia Arboleda (lingüista y licenciada en educación, profesora de la Pontiicia Universidad Javeriana).
169
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Además, otro aspecto que sirvió a la caracterización de los
dominios fue el tipo de juicio que propiciaba la comprensión del
niño. Así, se clasiicaron las respuestas de los sujetos de acuerdo
con sus juicios de evaluación (cuando el niño analiza la lámina
presentada), de elección (cuando explica qué haría si él estuviera
en una situación semejante a la presentada en la lámina) y de valoración (cuando juzga si cualquier decisión tomada para excluir
o incluir a alguien es buena o correcta). Con base en esta distinción, se consideraron las nociones de consistencia y lexibilidad,
entendidas como indicadores globales de la integración y la
complejidad creciente de las justiicaciones sociomorales a lo
largo del desarrollo.
La consistencia remite al uso del mismo dominio sociomoral (personal-relacional, social-convencional, o moral) cuando se
emiten los diferentes tipos de juicio (evaluación, elección o valoración). La consistencia de cada sujeto se establece de acuerdo
con los datos que entrega en su interpretación de cada lámina. En
este análisis de consistencia buscamos evaluar si el sujeto cambia
o mantiene sus juicios sociomorales (personal-relacional, socialconvencional y moral) ante las preguntas que se corresponden a
los tres tipos de juicio y a la aceptación o rechazo de la exclusión.
El análisis de la lexibilidad de los juicios, por su parte, alude al uso
de diferentes dominios sociomorales para analizar las diferentes
láminas. La utilización de distintos tipos de razones sociomorales
evidencia la riqueza en relación con los presupuestos que maneja
el sujeto a la hora de analizar y abordar una situación determinada.
Análisis cuantitativo
Después de realizado el análisis cualitativo, se procedió a
realizar un análisis cuantitativo de las categorías y propuestas
desarrollados en la primera fase. Se realizó el análisis estadístico
con la colaboración de un experto en el campo, quien tuvo un
contacto previo con el proyecto de investigación. En un primer
momento, se realizó un análisis descriptivo (tablas de frecuencias)
de las variables utilizadas en el estudio, con miras a determinar la
170
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
manera en que se distribuyeron y organizaron los datos. Luego se
aplicó el análisis de clasiicación, un procedimiento multivariado
que permitió determinar, según una clasiicación etaria, qué tipo
de razones—asociadas a cada dominio— expusieron los niños para
justiicar una determinada decisión de inclusión o exclusión. Como
las variables utilizadas no respondían a los requerimientos7 de los
principales métodos de clasiicación —a saber, tener variables
continuas (como en el caso del “método de las k-medias”) o que
se hallen, preferiblemente, en escalas similares (p. ej., el “método
jerárquico”)—, se vio la necesidad de buscar un procedimiento que
estandarizara las distancias entre categorías, previo al análisis de
clasiicación. La solución fue el uso del procedimiento multivariado
de análisis factorial de correspondencias múltiples, el cual permite
obtener estas coordenadas, aunque con algunas limitaciones, debido a la relación entre el número de sujetos de la investigación y el
número de modalidades contempladas. Posteriormente, se utilizó
la prueba Kruskal-Wallis para establecer la consistencia de las
respuestas de los niños ante los diferentes tipos de juicio, junto con
su lexibilidad para dar razones correspondientes a cada contexto.
Las diferencias entre género y estrato social no fueron analizadas
con un procedimiento estadístico ya que, según el análisis descriptivo inicial, no encontramos diferencias importantes entre los
sujetos de estudio que ameritaran un análisis más preciso.
Resultados
Descripción cualitaiva de los dominios
y de los estadios del desarrollo sociomoral
Caracterización de los dominios
Después de analizar las respuestas de los niños, y de que un
grupo de jueces realizara la validación, la caracterización de los
dominios presentes en nuestra investigación fue la siguiente:
Las variables consideradas en este estudio no son continuas, ni tienen escalas similares
(por ejemplo, las variables tienen cantidades disímiles de categorías).
7
171
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dominio moral: Este abarca las nociones de justicia, dignidad, derechos e igualdad, las cuales no son determinadas
por acuerdo o por consenso, sino que, más bien, poseen
un carácter intrínseco de universalidad. A este dominio se
asocian la preocupación por evitar el daño, tanto físico como
psicológico, y el interés por garantizar el bienestar de todas
las personas.
Gracias a los datos obtenidos, consideramos importante
incluir dentro de este dominio otros aspectos como el ‘ideal del
yo’, que constituye una poderosa fuente de motivación para la
acción moral, en tanto que se encuentra íntimamente ligado a
la identidad del sujeto. Este ideal actúa como un supuesto que
inluye, por una parte, en varios tipos de acciones que deben realizar las personas y, por otra, en varios sentimientos que estas
deben tener si quieren conservar su sentido de autoconsistencia.
Otro aspecto que incluimos en este dominio es la benevolencia entendida en un sentido amplio, es decir, como un sentimiento
que va más allá de la simple consideración del bienestar, como
una tendencia a evitar que algún individuo o grupo sea afectado, y
que incluiría los sentimientos, las necesidades o las particularidades de la situación en la que puede encontrarse un determinado
sujeto o grupo.
Dominio social-convencional: Este hace referencia a los
sistemas sociales (la organización social y las convenciones).
En este campo se contempla la consideración de las normas,
las regularidades y las prácticas culturales o sociales, cuyos
signiicados son deinidos por el sistema en el cual están
inmersas. Además, incluimos aquí las referencias a los prejuicios y estereotipos, la consideración de los objetivos de una
actividad o los motivos de asociación de un grupo, así como
172
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
las referencias a las habilidades o conocimientos necesarios
para que una persona pueda ser aceptada en un determinado
grupo o en una actividad.
Dominio personal-relacional: Partiendo de la teoría de
Turiel, consideramos que este dominio abarca las acciones
no morales que no son parte de los sistemas regulados convencionalmente. En este sentido, dichas acciones son juzgadas como parte del reino de la elección personal. La elección
propia de este campo—en las culturas occidentales— incluye
la elección de los amigos, las acciones sobre el estado del
propio cuerpo, el contenido de la correspondencia y las actividades recreativas. Como parte del resultado de nuestra
investigación, consideramos necesario ampliar la deinición
de este dominio para incluir la concepción que tiene el niño
de lo que signiica ser persona (un self o un otro), así como
la comprensión de las relaciones entre las personas y los
cambios en las concepciones de las mismas. Así, dentro de lo
personal-racional también se pueden considerar referencias
a las características de la personalidad de los sujetos, el tipo
de vínculo que establecen y las intenciones o motivaciones
—incluso de orden no-consciente— que pueden determinar
la explicación que el niño hace sobre la conducta humana8.
Como resultado de nuestra investigación, se propusieron
categorías especíicas relacionadas con los dominios de razonamiento sociomoral, que surgieron de las entrevistas con los niños
y que constituyen posibles razones para justiicar el problema de la
exclusión o la inclusión. A su vez, las categorías especíicas fueron
organizadas en 12 conglomerados.
8
Sobra aclarar que lo que se está indagando son las explicaciones, o teorías informales que
presentan los sujetos del estudio. Las referencias a la personalidad o a las motivaciones
inconscientes no tienen un carácter técnico, tan solo son parte de explicaciones que
apuntan que las personas pueden tener una forma de ser, que va más allá de lo que los
mismos agentes reieren sobre el por qué de su actuar. Los sujetos elaboran teorías de
sentido común sobre la personalidad de las personas y porque cada una podría reaccionar
de ciertas maneras en situaciones particulares.
173
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Es importante resaltar que las categorías especíicas guiaron
los análisis estadísticos en la parte descriptiva, mientras que las
categorías conglomeradas se utilizaron para el análisis de correspondencias múltiples y el de clasiicación (el cual exige un número
menor y más estable de categorías). En la tabla 2 se presenta la
asociación entre dominios, conglomerados y categorías especíicas y las deiniciones que, a modo de resultado, elaboramos sobre
cada uno de ellos.
Tabla 2. Asociación entre dominios, conglomerados
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
Preocupación por el daño:
reúne las jusiicaciones relacionadas con una intención o
interés real por evitar el daño
ísico o emocional de las personas involucradas en una situación determinada. Con base
en este ipo de argumentación,
los niños pueden aceptar la
exclusión, dependiendo de si
perciben algún riesgo para los
demás paricipantes de la acividad, la intención del agente
de hacer daño a otro o la retaliación por una situación previa
considerada por un individuo
como una ofensa o un daño.
Agresión ísica: jusiicaciones
en las cuales se excluye a aquel
que cause efecivamente algún
daño ísico a otros.
Dominio moral
y categorías especíicas
Jusicia A: esta categoría agrupa
las jusiicaciones referidas al interés por garanizar la igualdad
en términos de un trato imparcial en el acceso a bienes, recursos y oportunidades en la esfera
Derechos de las personas: jusiicaciones relacionadas con la
necesidad de garanizar un trato imparcial para todos los individuos, es decir, que no sean
discriminados o excluidos por
cuesiones de raza, género o
condición socioeconómica.
174
Humillación: argumentaciones
en las que se plantea un daño
en términos psicológicos, como
la burla, el desprecio o la indiferencia.
Venganza: jusiicaciones referidas a los casos en los que niños
excluyen a otros como represalia ante una ofensa anterior.
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Dominio moral
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
de lo público; la preocupación
por los derechos individuales y
colecivos; y el respeto a la dignidad y la integridad del otro.
Derecho a la inimidad: jusiicaciones a través de las cuales
la persona reclama autonomía
para decidir sobre asuntos que
competen al ámbito privado,
como escoger las personas con
las cuales desearía tener una
relación de cercanía o decidir
quiénes pueden pertenecer a, o
paricipar en, su espacio ínimo.
Jusicia B: en esta categoría se
agrupan las jusiicaciones relacionadas con el interés por
permiir que todas las personas
paricipen en la acividad, sin
tener en cuenta ningún criterio,
principio o derecho. Estas referencias, que están permeadas
por la necesidad de prevenir el
daño propio y de los otros, se
presentan a la manera de intuiciones de jusicia que el niño no
puede argumentar.
Igualdad de oportunidades: jusiicaciones que relejan una
preocupación por asegurar que
todas las personas implicadas
en una situación tengan el mismo acceso a los recursos, oportunidades y beneicios.
Ideal del “yo” A: en esta categoría, las jusiicaciones se reieren a la preservación de sí mismo, pero están condicionadas
por la evaluación de los otros
y las concepciones sociales relacionadas con lo que signiica
ser una persona idealmente
buena.
Debo ser bueno: referencias a
la deinición del sí mismo como
una persona buena que debe
comparir, no ser envidioso, no
debe pelear.
175
Igualitarismo: jusiicaciones referidas al interés del niño por
garanizar que todos los involucrados tengan las mismas cosas
o las mismas oportunidades, sin
considerar aspectos situacionales relevantes, como puede ser
la condición paricular de necesidad de alguna persona, las
capacidades o los méritos diferenciales.
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dominio moral
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
Ideal del “yo” B: esta categoría
agrupa jusiicaciones que relejan una preocupación por el
cumplimiento de normas morales vinculadas a la preservación
de una imagen de sí mismo,
las cuales se convierten en un
aspecto fundamental para su
autodeinición. Estos juicios son
congruentes con las caracterísicas propias de la idenidad y
no dependen de la expectaiva
social, sino de la autonomía del
sujeto.
Debo ser consecuente con mis
principios: referencias a la deinición de sí mismo como una
persona que está en la obligación de actuar acorde con sus
principios, es decir que debe ser
justo, honesto, coniable, tratar
de garanizar la igualdad de los
seres humanos, etc.
Benevolencia: esta categoría
agrupa las jusiicaciones referidas al interés por cuidar del otro,
teniendo en cuenta sus senimientos y su situación paricular.
Este ipo de jusiicaciones relejan una posición de solidaridad y
empaía del sujeto frente a una
situación de necesidad, desventaja o sufrimiento del otro.
Bienestar: jusiicaciones en las
que la exclusión aparece como
una medida preveniva frente
a la posibilidad de que el individuo (ya sea el excluido o quien
excluye) o el grupo sean lesionados.
Consideración del otro: bajo
esta categoría incluimos la preocupación del niño por darle
una oportunidad a los otros
para que puedan demostrar sus
buenas intenciones o su manera
de ser. Aquí también se incluyen la preocupación por tomar
siempre en cuenta a los otros y
atender a sus necesidades.
El más fuerte: jusiicaciones en
las que se observa un interés por
incluir al más fuerte en la acividad, no por ser el más apto o
tener más habilidades para cumplir un objeivo, sino porque no
podría salir lasimado o porque
podría paricipar en defensa de
otro. De la misma manera, se
excluye al más fuerte porque se
piensa en la posibilidad de que
lasime a los demás.
176
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Dominio social-convencional
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
Prejuicio: interpretaciones sobre las personas con base en
ciertos esquemas rígidos, que
se asocian con caracterísicas
físicas o con la pertenencia a
una clase, grupo o raza a la que
se le otorga un ipo de comportamiento paricular. La categoría de prejuicio supone un
rechazo al personaje, en virtud
de ciertas caracterísicas ísicas,
psicológicas o culturales que
son evaluadas negaivamente.
Este ipo de juicios puede expresarse con un maiz moral,
pues se considera que aquel
sobre el que recae el prejuicio,
comete una transgresión de
orden moral. Pero también funciona como un juicio de carácter
personal, en la medida en que
el planteamiento del prejuicio
o del estereoipo responde a
gustos, preferencias, intereses
o deseos de los sujetos.
Raza o género: con base en estas caracterísicas se plantean
diferencias que pueden limitar
el acceso y la paricipación de
las personas en una determinada situación o acividad.
Clase social: jusiicaciones referidas a las caracterísicas ísicas,
los comportamientos sociales o
costumbres, asociados a las disintas clases sociales, a parir de
las cuales se acepta la exclusión.
Creencias políicas, religiosas u
orientación sexual: jusiicaciones en las que se plantea una
valoración negaiva respecto de
la postura ideológica o a la orientación sexual del sujeto excluido.
Otros prejuicios o estereoipos:
jusiicaciones en las que se observa un juicio u opinión preconcebida y arbitraria, que iene por objeto a una persona o
grupo y puede ser de naturaleza favorable o adversa.
Objeivos de la acividad: agrupa las jusiicaciones referidas a
los objeivos o condiciones que
determinan la paricipación de
alguien en una acividad.
177
Habilidades para la acividad:
jusiicaciones referidas a las
habilidades ísicas o al conocimiento técnico necesario para
desarrollar la acividad, de manera que se logre el objeivo
trazado por el grupo.
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dominio social-convencional
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
Las situaciones pueden diferenciarse con base en la existencia
de objeivos de competencia
—donde la habilidad para el
juego es fundamental—, de
encuentro informal —donde el
objeivo remite a la diversión
y el esparcimiento— o de espacio ínimo —donde se trata
de un encuentro entre amigos
muy cercanos—. La aceptación
de la exclusión en estos casos
se presenta cuando las condiciones o el comportamiento
del excluido no garanizan el
cumplimiento del objeivo de la
acividad, independientemente
de jusiicaciones personales o
morales.
Desconocimiento de las reglas:
jusiicaciones por medio de
las cuales se excluye a quienes
no tengan conocimiento de las
normas propias de la acividad,
debido a que esto afecta su desempeño y el de los demás paricipantes.
Convención social: esta categoría agrupa los juicios relacionados con las reglas, parámetros,
creencias comparidas, costumbres, formalidades sociales, roles y funciones, rituales, idenidades del grupo y regularidades, propias de la organización
social. Estas pueden expresarse
como alusiones a acciones independientes, que no deinen
o caracterizan la acividad en
su conjunto, o como pautas rígidas que deben seguirse obligatoriamente, ya que su incumplimiento se concibe como una
falta de orden moral.
Incumplimiento de las normas:
jusiicaciones en las cuales el
sujeto es excluido por transgredir intencionalmente alguna de
las normas o parámetros de la
situación.
178
Objeivos de la acividad: jusiicaciones en las que se plantea el cumplimiento de los
objeivos de la acividad como
criterio válido de inclusión o
exclusión. Los objeivos son diferentes en cada situación, pero
el niño reconoce que debe estar
por encima de los intereses pariculares o de las preferencias
personales.
Normas de buena conducta esperadas: jusiicaciones referidas a la conducta que se espera
de un individuo en ciertas situaciones (como no decir groserías,
obedecer a la profesora o a los
padres, hablar en voz baja, respetar la casa ajena etc.).
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Conglomerado
Categorías especíicas
De igual manera, pueden expresarse como parámetros o
condiciones dados por las caracterísicas de la acividad,
que no ienen un carácter de
obligatoriedad y que dependen
de un consenso del grupo social
involucrado.
Convención social: jusiicaciones relacionadas con ciertas
formalidades, costumbres y parámetros aceptados y establecidos por una comunidad, grupo
o tradición, para paricipar en
una acividad especíica (por
ejemplo, hay que estar vesido
de cierta manera, no se puede
actuar de un modo paricular,
no se puede llegar tarde, etc.).
Caracterísicas del grupo: jusiicaciones en las que se plantean
caracterísicas de grupo —como
una cierta idenidad común, la
unión— en pos de un objeivo o
de caracterísicas idiosincrásicas
para validar la exclusión o la inclusión.
Dominio social-convencional
Dominio
del juicio
Consenso: en esta categoría se
agrupan las jusiicaciones referidas a los acuerdos, convenios
o compromisos —establecidos
entre los individuos o al interior
de un grupo— que sirven como
criterio normaivo para disponer las condiciones de admisión
y paricipación de una persona
en una acividad determinada.
Desaprobación de otros: agrupa jusiicaciones para excluir
a alguien en virtud del miedo a
ser juzgado o evaluado negaivamente por otros, o de recibir
algún ipo de sanción.
179
Autoridad paricular: jusiicaciones en las que el sujeto delega la decisión sobre la exclusión
en una igura de autoridad para
él.
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dominio personal-relacional
Dominio social-convencional
Dominio
del juicio
Conglomerado
Categorías especíicas
En algunos casos, se enfaiza
la posible reprobación de los
adultos signiicaivos —como
los padres, los profesores o
cualquier persona que ocupe
un lugar de autoridad para el
niño—. En otros, la desaprobación se presenta relacionada
con las opiniones o acitudes
del grupo social al que pertenece el individuo.
Temor a la sanción o desaprobación de otros: jusiicaciones
en las que se releja una posición heterónoma del sujeto, en
la que decide realizar o no una
acción con el in de evitar un
casigo o el rechazo de personas signiicaivas para él.
Preferencia o elección personal: esta categoría agrupa las
razones o jusiicaciones de la
elección y la decisión de un individuo (que puede ser la persona excluida o la que excluye)
según sus gustos, intereses o
deseos, y los vínculos o relaciones interpersonales que se
convierten en moivos para la
exclusión o la inclusión en una
acividad determinada, sin tener en cuenta las signiicaciones convencionales o morales
que puedan estar involucradas
en la situación.
Caracterísicas ísicas: agrupa
jusiicaciones en las cuales los
niños toman los rasgos ísicos
de una persona como moivo
para la exclusión o la inclusión.
180
Caracterísicas de personalidad:
jusiicaciones que aluden a
componentes mentales para dar
cuenta de la acción de un individuo, el funcionamiento determinado de un grupo o las consecuencias que puede tener
para otro una situación concreta.
Estos aspectos contemplan moivaciones, senimientos, emociones, intenciones, rasgos de
personalidad y otro ipo de caracterísicas, que suponen una
teoría sobre el funcionamiento
mental de los otros.
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Conglomerado
Categorías especíicas
Las jusiicaciones dependen de
la manera en que el sujeto caracteriza al sí mismo propio y
de los otros, en un espectro que
va desde la consideración de rasgos ísicos o comportamientos
observables, hasta la concepción
de sus intenciones, moivaciones,
senimientos, pensamientos e incluso sus razones inconscientes.
Senimientos generados por el
otro: jusiicaciones en las que
se hace alusión a los senimientos —posiivos o negaivos—
que genera una persona y que
se convierten en una razón personal para validar la inclusión o
la exclusión de alguien en una
acividad determinada.
Amistad: describe las relaciones
de amistad reiriéndose a las
acividades que congregan a un
grupo de personas, las ainidades,los senimientos o la historia común, que consituirían el
vínculo entre amigos.
Dominio personal-relacional
Dominio
del juicio
Deseo o intención de no paricipación: jusiicaciones en
las que se plantea que el niño
no paricipa en la acividad, no
por haber sido excluido, sino
porque él mismo no desea ser
parte de la acividad por algún
moivo personal.
Preferencia personal: en esta
categoría se agrupan las jusiicaciones relacionadas con
los gustos, intereses o deseos
personales que dan lugar a la
inclusión o exclusión de algún
individuo de la acividad.
Fuente: creación de autores.
181
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Estadios del desarrollo sociomoral
A continuación, se hará una presentación de los estadios del
desarrollo sociomoral, a la luz de los hallazgos obtenidos gracias
al análisis cualitativo de las entrevistas. En cada estadio se contempla la manera en que se presentan los dominios, sus posibles
relaciones y la manera en que los sujetos responden a los juicios
de evaluación, valoración y elección.
Estadio 1 (5 años)
En el dominio personal-relacional, se evidencia que los niños
de este estadio no han logrado hacer una diferenciación plena del
otro y el sí mismo, es decir, estos sujetos se perciben diferenciados física pero no psicológicamente de los otros. Dada esta
imposibilidad de distinción, el niño no logra ponerse en el lugar
del otro ni entender sus motivos, sentimientos o intencionalidades, precisamente porque no considera al otro en términos
psicológicos. Por lo tanto, no se le atribuyen sentimientos ni motivos diferentes a los suyos. La concepción del otro se hace en
términos de rasgos físicos aislados (como expresiones corporales,
conductas, acciones etc.) sin que se observe ningún tipo de explicación que contemple características psicológicas. Las únicas
intenciones que el niño atribuye a otros para explicar su comportamiento son las relacionadas con ciertos sentidos morales (como
por ejemplo el ser envidioso, el ser peleón, el de resolver todo con
golpes, el querer dialogar y compartir con los otros).
Esta capacidad limitada para contemplar componentes
psicológicos lleva a que la relación de amistad no sea entendida
como interpersonal, es decir, no está construida ni basada en
sentimientos, ainidades, historia e identidades compartidas. El
vínculo en este estadio no es un factor determinante y no aparece
182
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
en las argumentaciones de los niños con respecto a la validez de
la exclusión en diferentes contextos. Aquí el vínculo es entendido
como la participación transitoria en una actividad en común; el
niño utiliza la categoría “amigo” para señalar o nombrar al compañerito de juegos, sin que medie algún tipo de sentimiento o de
relación duradera en el tiempo. Se trata, más bien, de una suerte
de simpatía que no es constante y que depende de las circunstancias, de la actividad en la que participa el niño en un determinado
momento.
En cuanto al dominio social-convencional, en este estadio
se hacen alusiones poco consistentes que no remiten a las reglas,
roles, objetivos o inalidadesde la actividad, ni la idea de competencia o a una diferenciación de los contextos —en términos de las
características propias de cada actividad o de cada tipo de grupo—.
Las caracterizaciones de los niños solo contienen elementos descriptivos evidentes o algunas alusiones a sus propias experiencias
o situaciones cotidianas.
De la misma manera, se incluyen normas sociales ajenas a la
actividad, con las que se hace una valoración moral que pueden
llegar a justiicar que alguien haya sido excluido de un juego o que
haya recibido algún tipo de sanción drástica (ejemplos de estas
conductas sociales pueden ser el llegar tarde a la iesta, no estar
vestido de acuerdo con la situación, estar sucio, decir groserías,
bajarse los pantalones, decir mentiras, no obedecer a la profesora,
no usar el uniforme para la clase de educación física, etc.). Estas
conductas adquieren un valor moral y se esgrimen como razones
para excluir a alguien de un juego o una actividad social.
En relación con lo moral, en el niño de esta edad se presentan, principalmente, juicios de benevolencia o de evitación del
daño a otros. El niño expresa su preocupación por el daño que se
les pueda causar a otros o a sí mismo —aunque es obvio que este
183
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
daño está asociado a acciones físicas o a sentimientos negativos
evidentes—. Estos juicios se emplean de la misma manera para
justiicar la exclusión o inclusión de alguien de un juego o actividad. Este sentido, la evitación del daño, sirve al niño para relejar
las primeras expresiones de justicia, ya que él busca equilibrar
las diferencias entre las personas y establecer condiciones que no
representen una distinción de fuerza o de oportunidades entre los
que participan en una actividad. Esto se ve expresado en el temor
de que alguien con más fuerza pueda causar daño o, simplemente,
en la exigencia de distribuir de manera igualitaria los beneicios
y posibilidades de participación entre todos los miembros.
La particularidad del niño de 5 años es que sus juicios pueden variar (carentes de estabilidad) en un espectro que va desde
el rechazo por aquel que ocasiona un daño hasta su aceptación
cuando el mismo es percibido como débil o se lo relaciona con
sentimientos de tristeza o sufrimiento.
Las manifestaciones de los diferentes dominios en los
niños de 5 años muestran que estos establecen un discurso poco
diferenciador e integrador de ellos mismos. El niño puede aceptar o recomendar la exclusión (e incluso llegar a proponer una
sanción) de aquel que agrede a otros, que llegue tarde a una iesta,
que no obedezca a la profesora, que no deje jugar a otros, que no
quiera jugar con otro, que no le preste a otros algún objeto, que
lleve un vestido no adecuado a la situación o que no tenga el
uniforme que tienen los otros compañeros. Esto muestra la diicultad del niño para comprender el carácter convencional de ciertas
normas sociales, que asume como si tuvieran un carácter de obligatoriedad, lo cual es muestra de un sentido moral rígido y de
una confusión entre este último dominio y el social-convencional.
Igualmente, en esta edad el sujeto no puede notar una diferencia
entre los juicios evaluativos, de elección y valorativos, aunque en
184
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
los primeros (evaluativos) pueda condenar la posible conducta
negativa del excluido y aceptar la exclusión, y en las otras dos formas de juicios es capaz de recomendar, normalmente, la inclusión
de todas las personas con razones como “no se puede ser egoísta”,
“hay que aprender a dialogar” y “no se resuelven las cosas a golpes”.
Estadio 2 (9 años)
En cuanto al dominio personal-relacional, es importante
señalar que en este estadio aparecen justiicaciones de tipo
psicológico para explicar conductas y gestos de los personajes
representados en las láminas (iguras 1, 2 y 3). También empieza
a aparecer la capacidad de diferenciar, en el plano psicológico, el
“yo” de los otros. Las personas son deinidas por su manera de ser,
aunque esta sea entendida en relación con comportamientos o
acciones presentadas de manera regular, sin referencia a intenciones o características de la personalidad.
Por otra parte, el vínculo se caracteriza como una relación
interpersonal constante en el tiempo, sin que se lleguen a
comprender rasgos profundos, como la historia o la identidad
compartidas. Por el contrario, considera el vínculo en términos de
los gustos y preferencias de uno u otro. En este estadio el amigo se
deine como otro con el que se juega frecuentemente, con el que
se comparten los mismos gustos y como el que está en capacidad
y disposición de satisfacer los deseos del niño.
A pesar de que ya expresa algunos elementos del dominio
social-convencional, el niño de esta edad no es capaz de justiicar
la importancia de estos ni de establecer las condiciones en que
tendrían prioridad. Reconoce ciertas reglas y metas de algunos
juegos o encuentros sociales, pero esto aún no le permite diferenciar las situaciones en términos de las demandas a los
185
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
participantes, ni de los objetivos que se puedan perseguir en ellas.
Por ejemplo, el niño de este estadio puede considerar que una
situación de competencia no es restrictiva, esto es, no entiende por
qué la competitividad puede ser un impedimento para la participación en una actividad especíica.
En lo que respecta a lo moral, en esta edad encontramos
juicios de benevolencia y otros que involucran a la justicia y el
restablecimiento de la igualdad (llegando incluso a compensar
cualquier diferencia o debilidad de los implicados). Al igual que los
más pequeños, los niños de este estadio se preocupan de manera
sobresaliente por el daño físico y por los sentimientos generados
a otros. Sin embargo, en este momento ya se incluyen aspectos
de tipo psicológico tanto para describir la conducta que puede
ocasionar daño como para entender los sentimientos de malestar
ocasionados por dichas acciones.
Por lo general, los niños de este estadio buscan que todos
puedan participar en una actividad, siempre y cuando los sujetos
involucrados lo deseen. De esta manera, plantean soluciones
que pueden no relacionarse con las condiciones del juego, o que
se encuentran por fuera de una situación de competencia. No
obstante, también existen niños que consideran que una manera
correcta de decidir es evitar el ingreso de aquellos que hayan
cometido algún tipo de falta, sean personas desconocidas o que
generen algún grado de desconianza o de inseguridad para los
miembros de un grupo especíico. Los argumentos utilizados para
sustentar una exclusión pueden estar basados, igualmente, en
juicios de benevolencia o de justicia, que son parte de los criterios estrictos de evaluación propios de los niños de esta edad.
Esta preocupación benevolente y “justiciera” del niño determina las relaciones que se establecen entre los diferentes dominios. A pesar de que en, este momento, el niño logra diferenciar
186
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
los dominios personal-relacional, social-convencional y moral, sin
embargo, no logra establecer un discurso integrado de ellos. Esta
diferenciación precaria de los dominios se debe a su forma elemental de caracterización y a la inquietud que genera en el niño
el hecho de querer establecer un sentido fuerte de sí mismo, que
corresponda a un ideal moral particular. Esta preocupación por
dar una imagen positiva y por deinirse a sí mismo como alguien
que cumple unos estándares morales estrictos, es una característica propia de un ideal del “yo” muy marcado, que tal vez sea la
característica más clara y distintiva de este estadio del desarrollo.
Lo anterior es particularmente evidente en los juicios de elección
y valoración, en los que prevalecen razones del dominio moral.
Estadio 3 (13 años)
Con respecto al dominio personal-relacional, los niños se
reieren a los otros actores, o participantes de las situaciones,
con el uso de categorías abstractas (forma de ser, tipo de carácter,
etc.), las cuales dan cuenta de una organización psicológica que ya
cuenta con cierto nivel de estabilidad, lo que, a su vez, les permite
identiicar las motivaciones, intenciones y maneras de comportarse como aspectos determinantes en las relaciones con los demás.
En este estadio, la caracterización psicológica constituye un factor
decisivo en la argumentación de los niños y en su aceptación o rechazo de la exclusión. Se observa una capacidad clara de entender
la perspectiva del otro, sus circunstancias, sus sentimientos y sus
pensamientos, a la hora de tomar una decisión y de evaluar una
situación. Esta comprensión es fundamental, en tanto que hace
posible que el niño contemple múltiples perspectivas y sea capaz
de buscar un consenso en el que se tengan en cuenta a todas las
partes, a la hora de plantear soluciones alternativas para una
situación concreta. Así, los niños demuestran una mayor habilidad para tener en cuenta las diferencias entre la coniguración
187
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
psicológica de los otros en relación con la propia, además de
reconocer las consecuencias y los efectos que las circunstancias
particulares de cada individuo tienen en su comportamiento y en
su forma de pensar.
En este estadio, el vínculo y del tipo de relaciones interpersonales que se establecen con otros se fortalecen, lo que, a su
vez, aumenta la importancia de estos, que terminan por convertirse en factores determinantes en el razonamiento del niño. De
esta forma, la amistad ya es entendida en términos de un lazo
construido a partir de los sentimientos, las ainidades, la historia
compartida, las referencias comunes de identiicación y el apoyo
o el soporte que proporciona el amigo en diferentes situaciones.
Este privilegio de la amistad y del vínculo va de la mano con el
fortalecimiento de la noción de grupo, que pasa a ser entendido
como una red de relaciones y de vivencias compartidas. Así, el
grupo de amigos se concibe como una suerte de soporte frente a
otros grupos y la amistad es vista en términos de un compromiso
que genera obligaciones particulares.
En este momento, la amistad se convierte en un aspecto
importante que inluye en los juicios del niño, ya que la opinión y
las dinámicas de los grupos comienzan a ser factores a considerar
al momento de explicar o justiicar el que un niño sea excluido
o aceptado como partícipe en una actividad. En este estadio, los
amigos y su grupo de referencia pueden determinar la aceptación
que el sujeto tenga de alguna persona en particular. De la misma
manera, el niño espera una serie de conductas comprensivas y
solidarias por parte del grupo y de sus amigos, al mismo tiempo
que evita contrariar, en lo posible, las relaciones que entabla con
estos, pues la relación de amistad se sustenta en una serie de ideales de apoyo, comprensión e incondicionalidad.
188
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Esta dependencia y valoración de la amistad y de las decisiones grupales, contrastan con la importancia que los niños dan
a las decisiones personales y a la responsabilidad. Las personas
se hacen responsables por sus conductas y por sus situaciones
particulares, e incluso se puede llegar a responsabilizar a un individuo por su situación desventajosa tanto social como afectiva.
En cuanto al dominio social-convencional, el niño en esta
edad es capaz de construir un discurso independiente y diferenciado para cada situación de las láminas presentadas (iguras 1, 2 y 3),
pero no logra constituir un discurso general en el que se ordenen
y jerarquicen las diferentes razones ofrecidas, de acuerdo con las
demandas o signiicados de cada contexto. Estas limitaciones en
el discurso generan en el niño algunos conlictos cuando dominios diferentes se le presentan de forma simultánea.
Durante este período también utilizan razones de tipo social
para dar cuenta de las costumbres o maneras de ser de las personas, así como de las relaciones o conlictos que se puedan generar
entre ellas. Estas teorías “psicológicas” particulares lleva a estos
sujetos a producir interpretaciones variables del comportamiento
de las personas, al mismo tiempo que generan juicios y opiniones
estereotipadas y prejuiciosas. En esta edad, los estereotipos —que
pueden referirse a las clases sociales, los géneros, la orientación
sexual o las razas— se exponen para justiicar la exclusión: la
persona rechazada se le atribuye una serie de comportamientos
que usualmente se oponen o atentan contra un conjunto de reglas
de buen comportamiento o contra ideales que intentan defender
de manera insistente.
Gracias a las entrevistas, podemos airmar que en este
momento el niño ya es capaz de diferenciar en sus enunciados
ciertas demandas propias de las situaciones o de los contextos
189
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
(informal, formal y personal). Con respecto a la situación personal, cabe señalar que el individuo, a pesar de que resalta el valor
de la amistad, no reclama ningún derecho a compartir un espacio
íntimo con aquellas personas con las que se tiene una amistad
profunda o con aquellas que, simplemente, desean o reclaman una
relación en un lugar reservado. Más bien, enfatiza en los valores
que conforman un particular ideal del “yo”, que afectan las razones para seleccionar o excluir a alguien, así como aquellas por
medio de las cuales emite sus juicios morales sobre lo correcto o
adecuado de ciertas decisiones. Este ideal valorativo no solo lo
lleva a prejuicios y estereotipos, sino también a conlictos con los
juicios y opiniones diferentes del dominio moral, punto que se
expondrá en los próximos párrafos.
En cuanto al dominio moral, al contrario de los niños más
pequeños, la valoración de sí mismo no se establece en relación
con ciertos actos que se piensan como normas morales (“hay que
compartir con los demás”, “hay que dialogar”, como decían los
niños de menor edad), sino esta se hace con base en virtudes a
las que se otorga cierto carácter general y que contemplan las
intenciones o motivos de las personas. Estas virtudes —como
ser comprensivo, buena gente, buen amigo, honesto— implican
una actitud que supone una capacidad para juzgar y valorar las
conductas de acuerdo con el contexto.
Ya que es capaz de hacer una valoración sobre cualidades
intencionales, ya que tiene la capacidad de reconocer ciertos
atributos estables en los otros, los juicios que el sujeto emite,
en relación con la justicia y la benevolencia, se constituyen más
claramente. En esta edad aparecen las referencias a los derechos
de los otros, ya sean entendidos como igualdad de oportunidades
o como el reconocimiento de los otros como iguales (como pares).
190
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
De esta manera, aboga por la inclusión de todos en una actividad
donde debe protegerse la posibilidad o el derecho a tomar parte en
situaciones de no competencia, siempre y cuando no se enfrente
a una situación de inseguridad, o de peligro para sí mismo. La
unión del tratamiento igualitario con la preocupación por el bienestar puede conducir a juicios que promueven la equidad (que
a veces pueden ser contradictorios con sus juicios estereotipados
sobre las clases, razas o géneros) y la compensación a aquel que
se encuentre en una situación de desamparo. Ejemplo de esta
actitud compensatoria es la preocupación por el más débil o más
pobre, para quien solicita un tratamiento más favorable como
manera de asegurarle mejores condiciones o para proporcionarle
alivio transitorio, al menos. Este tipo de preocupación no se resalta por la debilidad física o por la no posesión de ciertos objetos
—como en los niños más pequeños—, sino por una teoría sobre
las diferencias sociales y las desventajas de cierto tipo de poblaciones a las que recomienda compensar, como forma de asegurarles
un trato igualitario que las haga partícipes de los beneicios que
otras personas o grupos pueden estar gozando.
Esta preocupación por la justicia y la benevolencia puede
generarle conlictos con los otros dominios que, como ya se ha
dicho, a pesar de que ya pueden expresarse de manera diferenciada, no logran hacer parte de un discurso integrado que establezca
cuándo y bajo qué condiciones un dominio determinado debe
predominar sobre los otros.
Los niños se enfrentan a un conlicto cuando sus argumentos
o razones pueden actuar en dominios diferentes de manera simultánea. Las decisiones que los llevan a aceptar la exclusión pueden
generar algunas dudas, sobre todo cuando se sienten impulsados
a justiicarlas teniendo en cuenta los sentimientos y los efectos
negativos que puede sufrir un amigo, e incluso una persona ajena.
191
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Veamos con más detalle los juicios propios de cada lámina
y los conlictos entre dominios. En esta edad los juicios sobre
cada contexto son claramente diferentes y pueden describirse de
la siguiente forma. En la primera lámina (igura 1), a pesar de que
el sujeto puede considerar la manera de ser de una persona como
un motivo suiciente para excluir a alguien de un juego informal,
argumenta que esta no es una condición indispensable y que a
todos se les debería dar la posibilidad de integrarse, ya que la
actividad no impone ninguna condición en particular.
En la segunda lámina (igura 2), el joven de este estadio reconoce algunas exigencias para entrar en el juego —como cumplir
ciertas reglas o poseer determinada capacidad para jugar—. Estas,
a pesar de que son defendidas insistentemente por el niño, son
puestas en duda cuando se resaltan algunos aspectos relacionados
con la amistad o la moral. De la misma manera, en la lámina 3
(igura 3), a pesar de que el sujeto pone como requisito fundamental conocer a las personas para que sean aceptadas dentro de
su grupo, se enfrenta a un conlicto cuando se le interroga por
razones de justicia o adecuación moral, por el hecho de recomendar la exclusión de algún desconocido.
Las diferentes formas que el niño intenta usar para resolver
los conlictos son:
1.
El niño le da más peso a un aspecto o dominio. Esto quiere
decir que le quita o desconoce el valor del otro dominio que
genera el conlicto, que en otras situaciones había valorado
notablemente. Un ejemplo de esta manera de resolver la
situación problemática es cuando el niño, después de reconocer la habilidad para jugar como una condición necesaria
para dejar entrar a alguien en un juego de competencia,
responde a la pregunta “¿consideras que está bien no dejar
jugar a alguien porque no sabe jugar?” de la siguiente manera:
192
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
“uno sabe que está mal, pero uno en ese momento no piensa”
o “realmente es más importante la amistad que el que no sepa
jugar. Yo lo dejaría jugar”.
2.
Soluciona el conlicto descargando la responsabilidad en
otros. Un ejemplo de este caso es cuando el niño argumenta
que si deja entrar a alguien a una iesta puede ser regañado
por sus padres. En el mismo sentido, el niño puede argumentar que la inclusión de alguien en un grupo o una actividad es
una decisión grupal y que él acataría la decisión de todos, ya
que si no lo hace puede perder la amistad de los otros o ser
excluido de un grupo.
3.
Recurre a un aspecto procedimental de la actividad, o establece una estrategia ajena al juego presentado, para evitar
la resolución del conlicto o para suavizar las posibles consecuencias de la decisión. Este tipo de razones se hacen
evidentes cuando argumenta, en las situaciones de competencia—después de aceptar la exclusión de alguien por su
poca habilidad—, que se podría hacer otro equipo con los
que no saben jugar o con los más pequeños, o que se podrían
establecer turnos para entrar al juego, de tal manera que se le
pudiera dar la oportunidad a otros. También puede proponer que se entrene aparte a los menos hábiles para que, en
el futuro, ayuden a ganar al equipo. Asimismo, en la lámina
de la piñata (igura 3), estos argumentos se pueden presentar
en la recomendación del niño de organizar otra iesta
donde puedan estar todos los que no fueron invitados a un
determinado encuentro social.
4.
Oscila entre una solución u otra ante preguntas especíicas, sin que aclare o analice las razones del conlicto. El niño
puede permanecer indeciso insistentemente, por ejemplo, en
la situación de competencia, cuando debe escoger entre un
193
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
amigo —por su relación, por su lealtad, por la fuerte unión
que tiene con él— o alguien que tenga una gran habilidad
para el juego. Este tipo de solución también puede expresarse en las propuestas de meter en el equipo la mitad de
jugadores que sean amigos y la mitad que juegue bien, o que
empiecen jugando los buenos jugadores “para que hagan
puntos” y después podrán entrar los amigos que no tendrían
muchas habilidades para el juego.
En la lámina 3, este conlicto y la diicultad en su resolución
se pueden expresar de la siguiente manera: después de escuchar la pregunta sobre si estaría bien dejar a uno de los niños
por fuera de la iesta, puede oscilar, con razones variables,
entre escoger uno u otro niño. Por ejemplo, es posible que
escoja inicialmente al niño rico (al niño con corbatín y traje
en la lámina) por razones de estereotipo social, ya que el
pobre puede ser ladrón. Pero después, al ser nuevamente
interrogado sobre si esto estaría bien, cambia su decisión y,
con un argumento en contra del estereotipo, escoge al niño
pobre de la lámina. En este sentido, puede dejar entrar al
rico, pero airma que, si es “creído”, lo saca para dejar entrar
al pobre. En últimas, en esta lámina puede oscilar entre razones de seguridad, por un lado, y de compasión y benevolencia, por el otro, sin que opte deinitivamente por alguno
de estos criterios.
Independientemente de cómo se maniieste el conlicto
entre dominios, o como se solucionen estos, lo esencial en la caracterización de este tercer estadio del desarrollo es la diicultad
del niño para construir un discurso que le permita establecer, de
manera precisa, las relaciones entre los dominios y el peso que
cada uno de ellos puede jugar en las situaciones particulares. A
pesar de que su capacidad de diferenciar dominios y contextos es
194
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
muy compleja, estas limitaciones pueden conducirlo a enunciar
razones variables, según sea el aspecto que esté siendo analizado
en su juicio sociomoral.
Las limitaciones de este tercer estadio se hacen más que
evidentes si se comparan con la forma como el niño del cuarto y
último estadio establece las relaciones de diferenciación-integración de dominios. Veamos, entonces, el cuarto estadio del desarrollo, que proponemos como parte de los resultados de nuestra
investigación.
Estadio 4 (17-18 años)
El estadio que presentamos a continuación es el nivel de elaboración más alto que encontramos en nuestro análisis, aunque
cabe anotar que no todos los jóvenes de 17 o 18 años que hicieron
parte del estudio parecían haberlo alcanzado. La descripción
y caracterización de este estadio se establece a partir de algunos
casos que muestran juicios diferentes a los expuestos por los niños
de 13 años. En este sentido, los elementos distintivos nos condujeron a proponer un estadio 4 del desarrollo, que podría ser el
esperado —a pesar de que algunos jóvenes de 17 años hayan dado
respuestas similares a las presentadas por niños de 13 años—.
Con respecto al dominio personal-relacional, los jóvenes de
este estadio de desarrollo muestran una comprensión compleja
de las características psicológicas de los otros. Son capaces de contemplar las intenciones, motivaciones, sentimientos, concepciones,
pensamientos y decisiones en los actos de los otros individuos.
Incluso pueden dar explicaciones sobre la personalidad de los
demás, así como de sus motivaciones o razones inconscientes.
Esta compleja teoría sobre las características psicológicas de los
otros les posibilita considerar a sus compañeros como entidades
psicológicas estables y organizadas.
195
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Estos sujetos también son capaces de reconocer la estabilidad y compromisos propios de una relación de amistad, sin que
estos impliquen incondicionalidad total, ni inlexibilidad para
reclamar ciertas obligaciones y reglas de funcionamiento. A pesar
de que consideran propio de la amistad el apoyo y la ainidad, esta
no se propone de manera incondicional, ni impone obligaciones
por encima de ciertas condiciones o demandas del contexto. El
amigo debe ser preferido en esta edad, por encima de otros, en las
iestas íntimas o en los juegos informales, pero estas relaciones
se mantienen y respetan cuando se cumplen ciertas normas
de respeto y apoyo. Igualmente, a los amigos se les debe ofrecer
apoyo y solidaridad, pero no por encima del bienestar de otros, y
sin que esto conduzca a favorecer a los más cercanos por encima
de los procedimientos que garantizan que todas las personas
puedan participar en condiciones de igualdad en una competencia,
por ejemplo.
En relación con el dominio social-convencional, el joven de
este último estadio puede diferenciar claramente los objetivos
de las actividades y las reglas demandadas en cada situación, a la
vez que puede contemplar más factores para hacer el análisis de
cada contexto. En este momento, el joven establece, de manera
espontánea, una diferenciación entre tipos de juegos, según los
objetivos en cada uno y de acuerdo con los requisitos de admisión
correspondientes. De esta manera, diferencia los juegos informales y formales (que pueden caliicar de lúdicos y profesionales, o
de recreo y de competencia, etc.).
En este sentido, los sujetos que pertenecen a este estadio
entienden que los primeros están abiertos a todas las personas, ya
que su objetivo es el esparcimiento o la integración. Sin embargo,
aunque se reconozca la ausencia de requisitos para la inclusión de
alguien en un juego informal, aceptan como posible la existencia
196
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
de razones para la exclusión de posibles participantes, las cuales
se mueven en el terreno de lo interpersonal. No obstante, aunque
acepten como posible la presencia de estas razones, consideran
que en dichas situaciones la selectividad y la exclusión no serían
totalmente aceptables.
En los juegos formales, los jóvenes reconocen, sin ninguna
ambigüedad, la situación de competencia y las demandas propias
de un juego cuyo objetivo es el triunfo. En estas situaciones, el joven reconoce que, para ser admitido a un equipo, se deben poseer
ciertas habilidades en el deporte especíico, de tal manera que el
equipo logre más fácilmente el objetivo por el que fue conformado:
ganar. Las habilidades exigidas pueden ir desde la destreza para
jugar hasta la capacidad para trabajar en equipo —pasando por
tener un alto grado de competitividad, la perseverancia deportiva,
etc.—. Así, los sujetos dan prioridad a los aspectos deportivos por
encima de factores relacionados con la amistad o la preocupación
por los sentimientos generados en las personas rechazadas. Y como
reconocen estas condiciones de los juegos formales, no encuentran ningún conlicto en el hecho de que un amigo que no posea
determinadas habilidades no pueda ingresar a un grupo particular.
En otras palabras, los sentimientos que pueden generarse por la
exclusión de aquel que no cumple con los requisitos exigidos son
secundarios, ya que si el criterio de selección ha sido el adecuado,
no tendría que presentarse ningún conlicto personal, ni moral.
Esta capacidad para diferenciar los contextos y establecer una
explicación que dé cuenta de sus particularidades, que además
permita entender por qué ciertos criterios o dominios deben ser
o no tenidos en cuenta para analizar una determinada situación,
se hace evidente una vez más cuando estos jóvenes se enfrentan a
los encuentros sociales. En este estadio ellos también están en la
capacidad de diferenciar tipos de iestas o encuentros sociales. Por
197
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
ejemplo, si los eventos son organizados en espacios abiertos o se
trata de una celebración que involucra a muchas personas o a una
institución (como es el caso del triunfo del equipo del colegio en
un torneo deportivo), al igual que en los juegos informales, estos
jóvenes asumen que, como se trata de eventos abiertos, muchas
personas pueden participar; incluso piensan que cualquiera podría reclamar su participación como un derecho, independientemente de cómo sean las relaciones interpersonales de los asistentes
a dicho encuentro. Si, por el contrario, las iestas son en espacios
privados (esto es, una reunión en la casa de alguien), el elemento
que debe primar, según ellos, es la amistad o la cercanía entre las
personas. En este tipo de contextos, el dueño de la casa —o el
organizador de la iesta— podrá escoger a quienes invita, según
las simpatías y relaciones que tenga con las personas. En este caso,
la admisión de alguien en el grupo depende de la disposición o
deseo de la persona que organiza el encuentro social (el cual es
pensado en términos de “tener derecho a”), sin que factores ajenos
o sus relaciones interpersonales puedan afectar su decisión.
La diferenciación entre los tipos de encuentros sociales lleva
a los sujetos de esta edad a exigir el respeto a ciertos derechos, que
asocian a cada contexto. El poder establecer esta distinción de los
contextos y, a su vez, reconocer en ellos un conjunto de derechos
que debe garantizarse, sin que se confundan en la aplicación correspondiente a cada contexto, evidencia de manera clara el nivel
más alto del proceso de diferenciación-integración de los dominios en cuestión.
También se destaca de esta edad la capacidad de elaborar
razones y procesos de argumentación más complejos para dar
cuenta de las situaciones e interacciones humanas. Además de
ser más compleja la “explicación psicológica” sobre los motivos
y sentimientos que determinan la amistad y la relación entre
198
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
pares, los jóvenes exponen razones sociales más elaboradas —en
comparación con las presentadas en los estadios anteriores— para
sustentar la forma en que construyen sus juicios. Así, en el estadio 4 los sujetos son capaces de proponer “teorías” sobre los
grupos y clases sociales, al igual que pueden hacer análisis sobre
los hábitos y costumbres de los diferentes grupos o de la sociedad
en general. En estas “teorías”, los sujetos son capaces de dar explicaciones sobre el porqué de ciertos comportamientos humanos,
a la vez que pueden establecer una crítica sobre los comportamientos sociales descritos por ellos mismos. De este modo, pueden
encontrarse en estos jóvenes explicaciones de comportamientos
racistas, o de discriminación, de manera simultánea con la crítica
o con una serie de relexiones sobre los inconvenientes morales
de este tipo de hábitos o comportamientos sociales.
Por otra parte, de acuerdo con la diferenciación de contextos —donde las personas ya son capaces de diferenciar los
objetivos, habilidades demandadas o niveles de integración de
los participantes, para proponer criterios de admisión—, estos jóvenes piensan que se deben dar ciertas valoraciones morales. Si,
por ejemplo, el juego es informal —y si en él no se exige ninguna
habilidad, ni nadie se vería afectado por el desempeño de los
otros—, consideran que lo correcto y justo es permitir el ingreso
y la participación de todas las personas. En este sentido, todos
deberían tener derecho a un rato de esparcimiento o diversión y
no podría justiicarse ninguna forma de exclusión, a no ser que la
persona que pretende ser admitida sea una amenaza para la seguridad del grupo o de alguno de los miembros ya participantes.
En los juegos formales, el joven de este estadio propone un
procedimiento imparcial que posibilite evaluar a todos los participantes en términos de sus habilidades para el juego. En estos
casos, la amistad, las diferencias de raza, estrato social, maneras
199
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
de pensar, o maneras de ser, no deberían ser consideradas, con el
in de asegurar que todos se encuentren en igualdad de condiciones, de tal manera que puedan demostrar sus destrezas o
habilidades para la consecución de una meta deportiva.
En las situaciones de encuentro social, como las iestas, lo
adecuado moralmente se expresa de acuerdo con la situación
analizada. En estos casos —iestas o encuentros sociales abiertos—, toda persona podría entrar, siempre y cuando (al igual que
en los juegos informales) no ocasione daño a otros. En las iestas
organizadas en espacios privados, la selección de los amigos
cercanos como únicos invitados no es juzgada negativamente; al
contrario, esto es reclamado como un derecho que debe garantizarse a todas las personas. Los seres humanos, se alega, tienen el
derecho a escoger a las personas con las que quieren compartir un
espacio íntimo.
A pesar de que la justiicación moral en cada contexto es
diferente, los sujetos reconocen la discriminación como un aspecto que debe rechazarse moralmente, a pesar de que muchas
veces los juicios contra ciertas personas estén basados en prejuicios y estereotipos.
Hecha esta aclaración sobre la mayor complejidad en los
juicios del niño y la capacidad de considerar múltiples aspectos
relacionados con una situación concreta, podemos airmar que
la relación entre dominios en esta etapa se da de la siguiente manera. En los juicios sobre la lámina de juego informal (igura 1), los
jóvenes resaltan aspectos relacionados con la forma de ser de las
personas y el tipo de ainidades que pueden tener como factores
que inciden en la aceptación de otros. Adicional a esto, ellos reconocen la fuerza que pueden tener los sentimientos en contextos
como este y resaltan la diicultad que ellos mismos tendrían
200
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
para actuar en una situación similar. Sin embargo, son capaces
de reconocer que lo adecuado y justo sería darle la oportunidad
de jugar a todos, ya que las personas tienen derecho a la diversión,
además de que su inclusión en la actividad no tendría por qué
afectar a los otros.
La moral en la lámina formal (igura 2) pierde su poder y se
expresa en la necesidad de establecer un procedimiento para que
cada cual demuestre sus habilidades. En este contexto, el rechazo
no debe verse de manera negativa. Tampoco debe considerarse
el sentimiento de tristeza producido por el rechazado como un
elemento de juicio ni como una forma de presión para exigir la
admisión de un individuo.
En la tercera lámina (igura 3), al contrario de la anterior, los
sentimientos y el tipo de relación ocupan un lugar central en los
juicios de estos jóvenes. De esta manera, reclaman para ellos un
espacio de reconocimiento y valoración. Debido a que la situación
se desarrolla en un espacio íntimo sobre el que las personas deciden, el poder escoger a aquellos con los que se quiere compartir
el espacio íntimo o personal se convierte en un derecho que no
puede ser cuestionado, ya que el mismo depende de las relaciones
interpersonales del individuo. El criterio que la persona proponga
para escoger a quien invita a dicho espacio personal no puede ser
cuestionado, ni evaluado bajo ningún procedimiento o estándar
común. En consecuencia, cuando se trata de estos lugares íntimos
y privados, el sentimiento y el tipo de relación que se tiene con
otros deben ser los únicos criterios a respetar, y estos son parte de
toda la arbitrariedad que las personas reclaman para decidir con
quién quieren tener una relación de amistad.
Además de todas las maneras y recursos que se tienen para expresar los dominios y hacer una clara diferenciación de los mismos,
201
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
es importante señalar nuevamente el logro más importante de
este estadio: la construcción de un discurso que establece las
relaciones entre estos dominios y las formas en que cada uno de
ellos debe ser tenido en cuenta para el análisis de las diferentes
situaciones, con el in de que sea posible evaluar la adecuación
de una conducta de exclusión. Al discriminar los criterios —que
se aplican o se corresponden con cada situación—, el sujeto ya
no presenta los conlictos que eran típicos del estadio anterior.
Lo moral (el sentimiento del amigo, por ejemplo) no habrán de
generar ningún tipo de conlicto al momento de seleccionar los
mejores jugadores para una competencia deportiva. De igual
modo, el sentimiento de frustración —o cualquier llamado a
normas de buen comportamiento— no afectará su reclamo para
escoger las personas con quienes quiere establecer una relación
de amistad o con quienes desea compartir un espacio íntimo.
En este nivel se dejan de presentar los conlictos y las
contradicciones que sí sufrían los niños de 13 años porque, en
este momento, el sujeto ya es capaz de reconocer las demandas
y supuestos que están presentes en una determinada situación
social. Más aún, no solo no presenta el conlicto entre dominios
—presente en estadios anteriores—, sino que, en este momento,
el joven ya es capaz de explicar por qué estas situaciones no generan conlicto alguno, en tanto son parte de una jerarquización
lexible, que habrá de establecerse de acuerdo con las particularidades de cada situación.
En este estadio, las relaciones entre todas las formas en
que se pueden expresar los conlictos se hacen más complejas y
lexibles. El sujeto ya goza de una capacidad mayor para entender las particularidades de las diferentes situaciones, así como las
posibles manifestaciones y demandas de las mismas. Lo personal
202
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
se entiende en relación estrecha con necesidades y motivaciones
que incluso pueden estar por encima del conocimiento del mismo
sujeto. Por otra parte, en este campo de lo personal empiezan a
aparecer la posibilidad de reconocer los derechos de decisión y
de libre determinación en los planes de vida de cada persona.
Lo social-convencional ya muestra la posibilidad de entender
la sociedad: por una parte, ya se comprende cómo funcionan los
acuerdos entre los miembros de un grupo, y por otra, se manejan
las reglas propias de cada contexto y las razones para su respeto
y aceptación. Con respecto a lo moral, se empieza a considerar
(aparte de los discursos sobre la justicia y la benevolencia) el
respeto por los derechos de los otros, los cuales tienen que ver
con la posibilidad de divertirse y con la libertad de asociación y de
selección de sus amistades. En este momento, la idea de la justicia
como equidad y las exigencias procedimentales se hacen evidentes
en los juicios que hacen los sujetos.
Por otra parte, en este último estadio se hace evidente el proceso de diferenciación-integración de dominios, en el que el sujeto
ya es capaz de analizar, de manera más rica y lexible, las diferentes situaciones a las que se enfrenta, al mismo tiempo que puede
solucionar una serie de conlictos, sin alterar las condiciones dadas,
para indagar por la manera como proceden las demandas y los
dominios en situaciones concretas.
Resultados del análisis cuanitaivo
El análisis cuantitativo de los datos apuntó a determinar si la
distribución y el tipo de justiicaciones de los niños, en relación
con el problema de la exclusión, se relacionaban con la edad y con
los niveles del desarrollo. Para este análisis se tomaron en cuenta
203
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
las categorías planteadas en el apartado anterior, agrupadas en
conglomerados de subcategorías, debido a que la relación entre
número de modalidades y número de sujetos de la muestra no
permitiría encontrar vínculos signiicativos entre las variables.
En general, estas categorías o conglomerados son usadas
para los juicios de inclusión y exclusión. Sin embargo, encontramos que algunas se asocian más con el problema de la exclusión,
mientras que otras solo se hacen presentes cuando se formula la
pregunta por la inclusión. Esta relación exclusiva de las categorías, con la aceptación de la exclusión o la recomendación de la
inclusión, va a hacerse particularmente notoria con las categorías de justicia, ideal del “yo”, preocupación por el bienestar y
derecho a la intimidad.
A continuación, presentamos los resultados organizados
en tres apartados: 1) descripción de las variables y tablas de frecuencias; 2) análisis de clasiicación; y 3) análisis de consistencia
y lexibilidad de los juicios.
Descripción de las variables y tablas de frecuencias
En la tabla 3 se registra la frecuencia de las respuestas de los
niños. Estas se muestran agrupadas por edad, género y estrato —
como se determinó en el diseño de la investigación—, de acuerdo
con las 13 categorías especíicas utilizadas para caliicar los datos
de las entrevistas. Para efectos de brevedad en la descripción, se
decidió presentar únicamente aquellas categorías cuyas frecuencias de respuesta fueran iguales o superiores a 20. En general,
se destaca que la categoría con mayor frecuencia es la elección
personal (269 en total), seguida por objetivos de la actividad (184),
preocupación por el daño (178) y bienestar (160). La categoría temor
a la sanción es la que presenta menor frecuencia (6).
204
Tabla 3. Frecuencias de las categorías especíicas
5
Edad
Estrato
13
9
F
F
M
M
17
M
F
F
M
2
5
2
5
2
5
2
5
2
5
2
5
2
5
2
5
Preocupación por el daño
15
11
19
12
16
28
26
10
5
2
13
7
4
5
5
0
Prejuicio
4
3
3
1
1
0
2
3
5
6
4
6
3
3
2
7
Elección personal
15
20
8
16
14
6
12
13
16
21
12
15
29
27
25
20
Temor a la sanción
2
0
1
0
1
0
0
0
0
0
1
0
1
0
0
0
Preocupación por el bienestar
4
9
12
7
12
2
7
15
19
8
12
13
9
9
17
5
Convención social
3
6
6
9
12
5
8
10
14
10
12
9
7
20
18
9
Objeivos de la acividad
1
1
3
11
14
7
10
12
15
15
15
21
11
12
17
19
Jusicia A
0
0
0
1
4
7
7
9
7
12
9
5
14
9
12
13
Jusicia B
12
13
15
8
4
9
12
5
0
0
0
0
0
0
0
0
Ideal del “yo” A
6
7
10
3
13
13
7
0
0
0
7
0
0
0
0
6
Ideal del “yo” B
0
0
0
0
0
4
0
11
7
10
1
5
4
4
4
6
Categoría especíica
0
0
0
0
0
0
0
0
2
2
0
3
0
4
1
3
No acepta la exclusión
17
15
14
15
11
13
2
9
7
6
5
2
9
8
4
6
Fuente: creación de autores.
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
205
Derecho a la inimidad
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Con relación al género, no se encontraron diferencias representativas entre las frecuencias de niños y niñas relacionadas
con el conjunto de las categorías. Esta tendencia se vio conirmada
por análisis posteriores, en los que no se identiicó ningún valor
signiicativo entre el género y las demás variables. Sobre el estrato,
se destaca la diferencia en las frecuencias dadas por los sujetos de
estrato bajo y alto en relación con las categorías de preocupación
por el daño, preocupación por el bienestar e ideal del “yo” B. Estos
puntajes expresan una preocupación mayor por la seguridad en
los sujetos de estratos bajos, que contrasta con el poco valor dado
a estas categorías en los estratos altos.9 Si comparamos las respuestas por categoría en cada estrato, se destaca que en las clases
altas el mayor número de justiicaciones está relacionado con el
dominio social-convencional (aparte de las razones del dominio
personal-relacional, que es igualmente alto en los dos grupos
sociales), lo que hace que sea menor el número de respuestas de
tipo moral. En el estrato bajo esta relación es inversa, es decir, es
mayor el número de respuestas morales.
Con el in de indagar si, a partir de la descripción de los datos,
era posible determinar una distribución de las puntuaciones de
las categorías en función de la edad, se estableció cuáles fueron las
categorías que tuvieron mayor frecuencia para cada grupo etario
(igura 4).
Para el grupo de 5 años, se encontró que la categoría más
relevante es no acepta la exclusión, con una frecuencia de 61. Luego aparece elección personal con 59. Le siguen preocupación por
el daño (57), justicia B (48), preocupación por el bienestar (32) e
ideal del “yo” A (26).
9
Las diferencias en estos puntajes se hacen notorias solo en las edades de 13 y 17 años.
206
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Frecuencias
Figura 4. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de 5 años
70
60
50
40
30
20
10
0
Preocupación por el daño
Elección Personal
Preocupación por el
bienestar
Jusicia B
Ideal del Yo A
No acepta la exclusión
Categorías
Fuente: creación de autores.
Es de destacar que, de estas 6 categorías, 5 corresponden al
dominio moral. Estos resultados coinciden con lo señalado en el
análisis cualitativo, ya que estos niños evitan tomar decisiones
que afecten a los otros y siempre buscan no generar daño a otros
o garantizar su bienestar. Por otra parte, sus razones siempre
expresan preocupaciones morales —especialmente aquellas que
tienen que ver con asegurar el bienestar físico o con unos esquemas donde el sujeto se sienta coherente con respecto a sus
elementales esquemas morales—.
Frecuencias
Figura 5. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de 9 años
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Preocupación por el daño
Elección Personal
Preocupación por el
bienestar
Convención Social
Objeivos de la acividad
Ideal del Yo A
Categorías
Fuente: creación de autores.
207
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Para el grupo de 9 años (igura 5), se observa un predominio
de la categoría preocupación por el daño con una frecuencia de 80.
Posteriormente encontramos las categorías objetivos de la actividad (45), elección personal (45) y preocupación por el bienestar
(36). Finalmente, aparecen la categoría de convención social (35) e
ideal del “yo” A (33). Aquí aparecen dos categorías correspondientes al dominio social-convencional, que no eran relevantes para el
grupo anterior.
En este momento se evidencia con mayor claridad razones
relacionadas con el dominio social-convencional, aunque siguen
dominando las razones de tipo moral. A pesar de que el sujeto a
esta edad ya es capaz de reconocer ciertos aspectos de tipo socialconvencional, estos no juegan un papel crucial cuando se confrontan con razones morales. A pesar de que los datos de frecuencias
no permiten mostrar el predominio moral en situaciones de conlicto, se puede observar un alto porcentaje de razones relacionadas
con ideal del “yo” A y con las categorías preocupación por el daño y
preocupación por el bienestar.
Frecuencias
Figura 6. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de 13 años
70
60
50
40
30
20
10
0
Preocupación por el daño
Elección Personal
Preocupación por el
bienestar
Convención Social
Objeivos de la acividad
Jusicia A
Categorías
Fuente: creación de autores.
208
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En el grupo de 13 años podemos ver (igura 6) que la categoría
con mayor frecuencia es objetivos de la actividad con 66. Le sigue
elección personal (64) y luego encontramos las categorías de preocupación por el bienestar (52), convención social (45), justicia A
(33) y preocupación por el daño (27). Con relación al dominio, se
observa que una de las categorías del dominio social-convencional
es la más relevante. Asimismo, encontramos que aparece una categoría de justicia dentro de las frecuencias más altas, pero desaparece la categoría de ideal del “yo” A.
En este estadio del desarrollo se hace evidente el predominio
de razones social-convencionales, como también lo señalamos
en el análisis cualitativo. De igual modo, empieza a aparecer una
preocupación por la justicia y la equidad. Es evidente que el aspecto más llamativo de esta edad, a saber, la manera como resuelve
las situaciones de conlicto sociomoral, no es detectado en este
nivel de análisis, aunque podamos señalar que los tres dominios
sociomorales tienen una frecuencia similar (el personal-relacional,
social-convencional y moral).
Figura 7. Categorías de mayor frecuencia para el grupo de 17 años
120
Elección Personal
Frecuencias
100
Preocupación por el
bienestar
Convención Social
80
60
40
Objeivos de la acividad
Jusicia A
20
Derecho de la inimidad
No acepta la exclusión
0
Categorías
Fuente: creación de autores.
209
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Sobre el grupo de 17 años (igura 7) podemos decir que la
categoría con mayor frecuencia es elección personal con 101. La
siguen objetivos de la actividad (59), convención social (54) y justicia A (48). Más abajo, encontramos las categorías de preocupación por el bienestar (40), no acepta la exclusión (27) y derecho a la
intimidad (8). Con respecto a este grupo podemos observar que
la categoría de preocupación por el daño deja de ser relevante y es
reemplazada por referencias que remiten a otro tipo de categorías
morales.
En relación con esta edad, es importante resaltar la gran
cantidad de razones que abogan por el derecho a la intimidad y
la justicia A. Dado que estas razones pueden ser parte de las esgrimidas como respuestas en relación con sola una de las láminas,
puede ser por esto que no tienen una mayor frecuencia. Sin
embargo, ello no le quita la importancia de ser el grupo de edad
con mayor número de respuestas de este tipo. También es importante resaltar el predominio total de razones de elección personal
que, comparado con el otro tipo de respuestas, nos permiten
observar la mayor riqueza de justiicaciones para analizar los
diferentes contextos presentados en las situaciones de entrevista,
así como la mayor capacidad para reclamar un espacio de decisión
personal por encima de presiones morales o convencionales.
Este análisis de frecuencias solo muestra tendencias, que
fueron precisadas gracias a un análisis de clasiicación posterior.
No obstante, el mismo nos ofrece unos datos generales que
ayudan en nuestra tarea de interpretación del desarrollo, aunque
es importante señalar que los datos en este nivel de análisis no
permiten establecer diferencias en las respuestas de los niños
según las láminas (iguras 1, 2 y 3) usadas durante la entrevista,
ni contemplan los tipos de juicio relacionados con las diferentes
preguntas (de evaluación, elección y valoración). Los datos que se
presentan son la suma total de respuestas correspondientes a cada
210
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
categoría, sin diferenciar todas sus variantes y sin poder establecer
cómo se exponen las relaciones entre categorías, cuando el niño es
confrontado a decidir sobre categorías en disputa.
Análisis de clasiicación
Luego de la descripción general, se realizó un análisis factorial de correspondencias múltiples, condición previa para la aplicación del análisis de clasiicación que permite explorar las relaciones
generales entre las categorías contempladas en la investigación, las
láminas y los tipos de juicios. Con esto se busca conectar toda la
información y establecer aquellos valores que muestren alguna
relación signiicativa entre algunas de las variables trabajadas.
Así, el análisis de clasiicación permitió agrupar los sujetos en
cuatro clases, así como establecer para cada una las modalidades
o categorías que las caracterizan. Se decidió tomar las particiones
del dendograma en el nivel de cuatro grupos, debido a que así se
corresponde con el número de grupos según la edad determinada
en el diseño de la investigación. Además, la aplicación del algoritmo del SPAD-N —que permite observar las mejores particiones—
arrojó como resultado que esta selección constituye un buen
nivel de descripción de los datos. A continuación, presentamos la
deinición y la interpretación de cada una de las clases.
Clase 1
Este grupo corresponde, principalmente, a los niños de 13
años. Estos sujetos suelen dar justiicaciones convencionales
cuando se les pregunta por la evaluación de la situación de exclusión en la lámina informal (igura 1). En la lámina formal (igura
2), tienden a desplegar argumentos convencionales para dar cuenta de los objetivos de la actividad, que se relacionan con los tres
tipos de juicio sobre la exclusión y la inclusión. Con respecto a la
211
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
lámina de la piñata (igura 3), encontramos que estos niños, de
manera frecuente, plantean argumentos prejuiciosos ante las preguntas que tienen que ver con la evaluación de la exclusión. Por
otra parte, las preguntas sobre la valoración presentan justiicaciones morales (preocupación por el daño) y personales. En el
caso de la inclusión, este grupo se distingue por dar respuestas
que involucran juicios cargados de benevolencia en relación con
las preguntas de valoración.
Asimismo, se destaca que —en la lámina informal (igura 1)—
estos niños no se distinguen por construir justiicaciones que se
conecten con la categoría justicia B, cuando se abordan las preguntas de valoración de la inclusión. En la lámina formal (igura 2),
este grupo no suele dar argumentos morales como respuesta a las
preguntas de valoración (para exclusión e inclusión) y elección
(para inclusión). En la lámina de la piñata (igura 3) es frecuente
que acepten la exclusión frente a las preguntas de valoración.
De la misma manera, en esta edad son usuales los prejuicios cuando se trata de evaluar una situación de exclusión
(especialmente en la igura 3), aunque esos prejuicios conduzcan
a ciertos conlictos morales cuando se pide hacer una valoración
de las justiicaciones dadas.
Clase 2
Esta agrupa a los jóvenes de 17 años que, por lo general, dan
justiicaciones personales en respuesta a los tres tipos de pregunta
en la lámina informal (igura 1) y en relación con las preguntas de
elección (igura 3). En la lámina formal (igura 2), el grupo tiende
a dar razones convencionales para los juicios de evaluación. Este
grupo no suele desplegar argumentos morales en las preguntas de
elección de la lámina informal (igura 1) ni de valoración y elección
en la lámina de la piñata (igura 3). Además, estos jóvenes aceptan
con frecuencia la exclusión cuando se les formulan preguntas de
212
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
elección en la lámina informal. Este hecho muestra la pérdida
de ese poder obligante de lo moral, propio de las edades anteriores, que conducía a los sujetos a tener conlictos permanentes o a
realizar juicios inconsistentes.
En este grupo ya es notoria y recurrente la alusión a su poder
de elección personal y a su autonomía a la hora de escoger con
quienes pueden y desean relacionarse. También se considera que
las decisiones personales no son condenables moralmente, e incluso en muchos casos se reclaman como un derecho moral al
que no se puede renunciar. Debemos tener en cuenta que, como
señalamos en el análisis cualitativo, no todos los sujetos de 17 años
logran dar argumentos para reclamar su derecho a decidir con quién
desean establecer relaciones cercanas, así como tampoco pueden
ofrecer justiicaciones de tipo moral y personal-relacional. Como
consecuencias de estas apreciaciones (hechas en la etapa cualitativa de análisis), en ese apartado proponíamos un estadio particular
al que no llegaban todos los sujetos, en tanto que se observan en
algunos sujetos de este grupo formas de razonar que ameritaban
ser consideradas como diferentes.
Clase 3
A esta corresponden los niños de 9 años. Este grupo se
caracteriza por una tendencia general a las respuestas morales o
a no aceptar la exclusión. Los argumentos morales en respuesta a
los tres tipos de preguntas relacionadas con las láminas formal
e informal (iguras 2 y 1). En cuanto a los rasgos que no son propios de esta clase, se destaca la referencia a juicios convencionales y a no aceptar la exclusión en ninguna de las circunstancias
planteadas por las tres láminas.
Estos datos resaltan una serie de características señaladas
en el análisis cualitativo. En este sentido, los niños de esta edad
tienden a mostrar un notorio predominio de razones morales y
213
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
a considerar todo acto de exclusión como lesivo. No obstante, a
pesar de que pueden presentarse algunas justiicaciones socialconvencionales (como lo mostraba el análisis de frecuencias), la
mayoría de respuestas de los niños de este grupo están dominadas
por razones morales y por la regencia de ciertos ideales del “yo”
bastante restrictivos y limitados.
Clase 4
Aquí se encuentran los niños de 5 años. Estos, por lo general,
no aceptan la exclusión frente a los juicios de valoración y elección
en ninguna de las láminas. Sin embargo, tienden a justiicar la
exclusión ante preguntas de evaluación con razones del tipo
“preocupación por el daño”. La referencia a la justicia A se hace de
manera signiicativa en relación con las preguntas de valoración
en las iguras 1 y 2. Con respecto a la inclusión, encontramos que
suelen desplegar justiicaciones de benevolencia frente a las preguntas de elección en las láminas formal (igura 2) y de la piñata
(igura 3). En esta esta última se destaca que, en general, estos
niños no dan razones personales para responder a las preguntas
por la elección de la exclusión.
En la lámina formal (igura 2), este grupo no suele desplegar
justiicaciones referidas a los objetivos de la actividad frente a la
situación de exclusión o de inclusión. Por otra parte, en los sujetos
de esta edad es muy baja la frecuencia de las justiicaciones de tipo
social-convencional, salvo aquellas que remiten a acciones muy
generales y poco relacionadas con las actividades analizadas.
Consistencia y lexibilidad del juicio
Para profundizar en la forma en que los niños organizan y
diferencian sus justiicaciones a lo largo del desarrollo sociomoral,
214
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
se realizó un análisis sobre la consistencia y la lexibilidad de las
respuestas de los niños relacionadas con la inclusión y la exclusión, frente a los tres tipos de juicio plateados a través de las láminas (iguras 1, 2 y 3). En este sentido, la consistencia se deine
como la tendencia a responder de la misma manera en los tres
tipos de juicio (evaluación, elección y valoración) en cada lámina.
En este caso, se estableció un nivel de consistencia que apunta a
determinar si los niños utilizan el mismo tipo de justiicaciones
de un dominio especíico frente a los tres tipos de juicio. La lexibilidad, por su parte, remite a la capacidad del niño para utilizar
diferentes dominios, de acuerdo con las características de la
situación presentada en cada lámina. El nivel de lexibilidad
determina si los niños respondieron de la misma manera a las
preguntas de tres láminas o si, por el contrario, eligieron hacerlo
de una forma diferenciada.
Con el objetivo de establecer si se presenta una distribución
signiicativa de los niveles de consistencia y lexibilidad se aplicó
la prueba Kruskal-Wallis. Se eligió aplicar esta prueba estadística
ya que permite determinar si los niños de cada grupo responden
de manera diferenciada, de acuerdo con el tipo de pregunta o el
contexto presentado. Para ello, previamente se realizó la descripción de las variables a través de tablas de frecuencia. Cada una de
estas variables se puntuó así: cero cuando las respuestas de los
niños frente a los tres tipos de juicio —en cada lámina— corresponden a conglomerados de justiicaciones diferentes; uno cuando
dos de esas respuestas coinciden; y tres cuando hay total acuerdo
entre las tres respuestas. Cabe señalar que en las preguntas de
inclusión se registró una gran cantidad de “datos perdidos”, que
corresponden a aquellos niños que no dieron justiicaciones en
relación con alguno de los tipos de juicio (en las tablas siguientes,
esto se indica con un asterisco).
215
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Tabla 4. Niveles de consistencia a través de las láminas por grupo de edad
Niveles de
consistencia
Lámina
Informal
Formal
Exclusión Inclusión
0
1
3 0
1
Exclusión
Piñata
Inclusión
Exclusión
Inclusión
0
3 0 1
3
0
1
3
1
3
0
1
3
5 años
6 16 2 3 15 1* 7 14
3
3
11 4* 9 11 4
8
7
0*
9 años
7 13 4 4 13 5* 5 16
3
6
12
6
7 13 7
4
15 3*
13 años
3 17 3 4 15 2* 3 9
12
6
17
1
3 17 4
5
14 4*
17 años
3 15 6 5 18 0* 4 13
7
10
9
4* 6 17 1 12
9
3
Fuente: creación de autores.
En la tabla 4, las frecuencias más altas se registran en los niveles de consistencia media. Sin embargo, podemos ver algunas
variaciones por grupo según la edad. En las respuestas de exclusión de la lámina formal (igura 2), el grupo de 13 años presenta
una alta frecuencia de acuerdo en las justiicaciones, en contraposición a los demás grupos de edad. Esto sugiere que los niños de
13 años respondieron de la misma manera a los tres tipos de juicio
en esa lámina, mientras que los niños de otras edades tendieron
a responder con justiicaciones diferentes en cada caso. Por el
contrario, cuando se trata de la inclusión, estos niños muestran
las frecuencias más bajas de acuerdo, en relación con las razones
dadas para justiicar los tipos de juicio.
En la lámina de la piñata (igura 3), el grupo de 17 años presentó la frecuencia más baja de acuerdo total en las preguntas
de exclusión, de acuerdo con los valores de las otras edades. Esto
señala que los jóvenes de este grupo muestran una mayor variabilidad en sus justiicaciones frente a los tres tipos de juicio, en
comparación con los niños de las demás edades. Finalmente, cabe
destacar que, con respecto a la inclusión, en esta lámina los niños
216
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
de 5 y 17 años registran las frecuencias más bajas de desacuerdo
relacionadas con las justiicaciones, comparados con los demás
grupos de edad.
En la tabla 5 encontramos las frecuencias de lexibilidad de
los tres tipos de juicio, en relación con la exclusión y la inclusión,
para cada uno de los grupos de edad. Debido a que en esta tabla
nos interesa presentar las variaciones en los juicios sociomorales
a través de las diferentes láminas, analizamos las respuestas de
los sujetos en cada una de ellas (niveles de lexibilidad de 0, 1 y 3)
con base en la observación separada de sus respuestas, de acuerdo con el tipo de juicio emitido.
Tabla 5. Niveles de lexibilidad en los ipos de juicio por grupo de edad
Niveles de
lexibilidad
Tipos
de
juicio
Juicio de elección
Juicio de evaluación
Juicio de valoración
Exclusión
Inclusión
Exclusión Inclusión Exclusión
0
0
0
1
3
1
3
1
3
0 1
3
0
1
Inclusión
3 0
1
3
5 años
5 15 4
1 16 5* 6 14 3* 0 3 0* 2 18 4 0
8
11*
9 años
8 12 4
8 10 6
2 19 3
6 4 0* 4 15 5 0
4
20
13 años 11 12 1 12 12 0
3 21 0
7 5 2* 5 15 1 1
8
14*
17 años 10 12 2 11 11 2
2 20 2
4 6 0* 9 14 1 1 13
10
Fuente: creación de autores.
En este caso se pueden observar altas frecuencias de acuerdo
medio para todos los tipos de juicio. Se destaca que el juicio de
valoración de la inclusión muestra una alta coincidencia en todas
las edades, especialmente en el grupo de 9 años.
Una vez descritas las variables, presentamos los resultados de la aplicación del análisis estadístico. Cuando los valores de
217
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
signiicancia son menores a 0,05 se señalan diferencias relevantes entre los grupos de edad según los niveles de lexibilidad y
consistencia.
Tabla 6. Niveles de consistencia de Kruskal-Wallis de los tres
ipos de juicio en cada lámina
K-W
G/L
Signiicancia
Lámina informal – exclusión
3,47
3
0,324
Lámina informal – inclusión
2,51
3
0,47
Lámina formal – exclusión
9,44
3
0,024
Lámina formal – inclusión
3,49
3
0,32
Lámina Piñata – exclusión
3
3
0,391
Lámina Piñata – inclusión
8,66
3
0,034
Lámina Ex./Inc.
Fuente: creación de autores.
Como podemos ver, se encontraron valores signiicativos
en la lámina formal en exclusión y en la lámina de la piñata en
inclusión. Esto sugiere que las respuestas de los niños frente a los
tres tipos de juicio en estas láminas son más consistentes.
A continuación, se especiican las diferencias entre los grupos
de edad, con respecto al nivel de consistencia en estas dos láminas.
Tabla 7. Rangos de signiicancia por edad
5 años
9 años
13 años
17 años
Exclusión en la lámina formal
39,96
42,92
60,31
50,01
Inclusión en la lámina piñata
32,27
49,02
48,74
36,94
Fuente: creación de autores.
218
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En cuanto a los valores de la lámina formal, estos indican que
el grupo de los niños más pequeños presenta menor consistencia
en sus respuestas en relación con el grupo de los mayores. Este
resultado releja la tendencia de los niños de 5 y 9 años a dar
respuestas morales y personales frente a los tres tipos de juicio.
En contraposición, los niños de 13 y 17 años plantean respuestas
convencionales en la evaluación, la elección y la valoración de la
exclusión de la lámina formal (igura 2). Estos resultados están
en consonancia con los hallazgos del análisis cualitativo y del
análisis de clasiicación, en la medida en que los jóvenes de mayor edad pueden considerar las particularidades y los objetivos
de la situación de competencia, a la vez que están en la capacidad
de dar respuestas más consistentes y relacionadas con el carácter
convencional de la lámina.
En la lámina de la piñata (igura 3), en relación con la inclusión, los valores más bajos corresponden a los grupos de 5 y
17 años, mientras que para los grupos de 9 y 13 años registran un
mayor nivel de consistencia entre los juicios de inclusión. Estos
últimos tienden a dar razones de carácter moral frente a todos los
tipos de juicio, especialmente los niños de 9 años, que presentan
una alta frecuencia de justiicaciones referidas al ideal del “yo” A
y a la justicia. Además, como lo muestra el análisis de clasiicación, suelen dar respuestas morales en todos los contextos.
Sobre los niños de 5 años cabe destacar que el nivel de
consistencia registrado releja la falta de coherencia en sus respuestas en relación con los tres tipos de juicio. También debe
destacarse el hecho de que, en esta categoría, hay una gran
cantidad de datos perdidos (29). En general, los argumentos
desplegados por estos niños se reieren a lo moral y a razones
personales sobre preferencias simples —como se explicita en el
análisis cualitativo—. Sobre el grupo de 17 años, podemos señalar
que el nivel de consistencia releja la distribución de las respuestas de estos jóvenes, que se reparten entre las referencias al
219
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
dominio personal-relacional y al dominio moral. Si bien se dan
valores un poco similares para ambos grupos, cabe anotar que se
trata de niveles de complejidad distintos, como hemos mostrado
en el análisis cualitativo.
Consideramos que estos datos sobre los juicios de inclusión
generan varias dudas, que se relacionan con el hecho de que, en la
formulación del proyecto las preguntas sobre este punto no fueron
lo suicientemente explícitas y, en consecuencia, hay una enorme
cantidad de datos perdidos. Los tres tipos de juicio se relacionaban de manera más explícita con preguntas alrededor de la exclusión, campo en que los datos pueden ser más signiicativos.
Hecha esta salvedad, y reconociendo que debemos ser muy
prudentes en el análisis de los datos sobre la “inclusión”, nos
atrevernos a ofrecer algunas interpretaciones, que funcionan más
a manera de conjeturas que podrían servir para futuras investigaciones. Así, los niños de 5 años pueden relejar una consistencia
baja en sus respuestas sobre la inclusión debido más a que sus
juicios varían constantemente, dependiendo de cuál sea el foco
de su atención, y no tanto a que puedan diferenciar el tipo de demandas de cada tipo de juicio10. Por ejemplo, los sujetos de esta
edad pueden aceptar, e incluso recomendar, la exclusión de alguien
si su atención está dirigida al excluido, que es percibido como
agente y al que se le puede atribuir una serie de actos riesgosos
para los otros. Al contrario, si su atención está dirigida a sí mismo
y a las consecuencias que los actos del mismo sujeto puedan ocasionar a otros (especialmente si el otro se presenta como alguien
que sufre una situación de exclusión, o si él mismo se percibe
El tipo de justiicaciones dadas por el niño pequeño coincide aparentemente con el dado
por los jóvenes de 17 años (como se mostró en el análisis de consistencia de la inclusión
de la lámina 3 y en el análisis factorial presentado en las primeras líneas de este apartado),
debido al limitado análisis cuantitativo que no permite discriminar el nivel de elaboración
de las respuestas y a que el foco de atención de las mismas varía sin ninguna estabilidad.
Esto hace que las respuestas del niño puedan ser muy variables, en algunos casos, o muy
rígidas, en otros.
10
220
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
como parte de un proceso de valoración y aceptación), es usual
que recomiende la inclusión de todas las personas. En consecuencia, las respuestas de estos sujetos son poco consistentes
porque no han establecido una perspectiva estable o un foco para
realizar el análisis. A pesar de que los juicios de dicho sujeto son
completamente dominados por razones morales, estas se expresan de manera diferente debido a la variabilidad de los puntos de
vista de análisis.
Algo diferente puede observarse en los niños de 9 años, y de
alguna manera también en los de 13. A los 9 años, el foco de atención de sus análisis es su propia persona y por eso, en los juicios,
tienden a recomendar siempre la inclusión de todas las personas
por medio de razones morales. Por otra parte, los niños de 13 años,
a pesar de que han mitigado el poder de la autoevaluación moral
(su ideal de “yo” es menos rígido que el de los niños de 9 años),
presentan algunos conlictos cuando la situación de desamparo
sea claramente notoria, como es el caso de la lámina de la piñata (igura 3). En estas situaciones, recomiendan la inclusión
de aquellos que de manera visible están en una clara situación de
desventaja.
Los jóvenes de 17 años, al contrario de los otros grupos, ya
han eliminado el peso coercitivo de lo moral y pueden diferenciar
en la situación de la piñata aquellas decisiones que tienen que ver
con aspectos de justicia de esas otras que son del ámbito personal.
Los amigos pueden ser escogidos libremente y las simpatías y
afectos no pueden ser regulados por razones ajenas a las dinámicas interpersonales. Por esto, el sujeto puede variar sus razones,
dependiendo del tipo de juicio que se demande.
Con respecto a la situación de exclusión, los resultados
muestran total coherencia con análisis realizados anteriormente.
Los niños pequeños muestran una variación en sus juicios, las
221
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
cuales dependen de si el interrogatorio se dirige a contemplar
el análisis de la situación, su poder de decisión personal o su
valoración moral de la decisión tomada (juicios de evaluación,
elección y valoración). Los sujetos de mayor edad (13 y 17 años),
al contrario, son capaces de reconocer las demandas de una situación de competencia y mantienen sus juicios de exclusión,
independientemente de cuál sea el tipo de juicio demandado.
Vale la pena anotar que las respuestas registradas para este
análisis se hicieron cuando las preguntas se concentraban en
señalar un juicio determinado (de evaluación, de elección y valoración) y no cuando se confrontaban varios dominios sociomorales. Como se señaló en el análisis cualitativo, los sujetos de 13 años
se caracterizan por tener diicultades para resolver los conlictos
entre dominios, ya que evitan su solución u ofrecen alteraciones de
las situaciones de juego para evitar sentir alguna inconformidad,
consecuencia de los juicios o valoraciones que se encuentran en
conlicto. Este tipo de tensión no fue visualizada en el análisis
cuantitativo y por eso el nivel de consistencia de sus juicios de
exclusión es mayor que el de los sujetos de 17 años —para la lámina del juego formal—.
Tabla 8. Niveles de consistencia de Kruskal-Wallis de los tres ipos de juicio
Tipo de juicio
K-W
G/L
Signiicancia
Elección de la exclusión
4.81
3
0.18
Elección de la inclusión
14.61
3
0.002
Evaluación de la exclusión
2.5
3
0.47
Evaluación inclusión
2.83
3
0.41
Valoración de la exclusión
8.44
3
0.038
Valoración de la inclusión
8.93
3
0.030
Fuente: creación de autores.
222
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Con respecto al nivel de lexibilidad en los tipos de juicios
para exclusión e inclusión, encontramos valores signiicativos en
los juicios de elección de la inclusión y en los juicios de valoración,
tanto para la exclusión como para la inclusión. Los datos indican
que estos juicios presentan variaciones en las respuestas de los
niños durante todo el desarrollo del trabajo con estas tres láminas;
además hay diferencias signiicativas entre los grupos de edad en
relación con cada tipo de juicio. A continuación, presentamos un
examen detallado del comportamiento de los grupos en cada caso.
Tabla 9. Rangos de signiicancia de los niveles de lexibilidad
por grupos de edad
5 años
9 años
13 años 17 años
Juicios de elección de la inclusión
62.2
51.25
36.75
41.02
Juicios de valoración de la exclusión
54.17
52.27
43.48
37.65
Juicios de valoración de la inclusión
44.47
55.67
45.02
36.6
Fuente: creación de autores.
Los rangos de signiicancia para los juicios de elección de la
inclusión sugieren que los niños de 5 años presentan el mismo
tipo de razones frente al juicio de elección, en comparación con
los demás grupos de edad (como resultado del trabajo realizado
con base en las láminas). Esto releja la tendencia de los niños
más pequeños a dar respuestas de carácter moral, especialmente
referidas a la benevolencia y a la categoría justicia B (ver clase 4,
análisis de clasiicación). En menor proporción, los niños de 9
años presentan una distribución similar de sus justiicaciones que,
como hemos podido observar, suelen referirse a las categorías
ideal del “yo” A y justicia B. En contraposición, los grupos de 13 y
17 años muestran una baja sensible en los rangos de signiicancia,
debido a que tienden a responder con argumentos personales,
convencionales y morales, de acuerdo con el objetivo de cada
223
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
situación. Las diferencias entre los valores de uno u otro grupo se
deben a que, aunque los niños de 13 años captan con claridad las
particularidades de los contextos, sus justiicaciones se ven afectadas cuando se ponen en tensión razones morales y personales.
En lo que se reiere a la lexibilidad de los juicios de valoración sobre la exclusión, los datos muestran una tendencia
decreciente con la edad, que revela una paulatina diferenciación
de las justiicaciones que se hacen en relación con los juicios
sobre las situaciones propuestas en las tres láminas. Es decir
que, mientras que los niños más pequeños tienden a dar el mismo
tipo de justiicación en las preguntas de valoración sin importar
el contexto (no se acepta la exclusión, en el caso de los de 5 años,
y se dan razones morales, en el caso de los niños de 9 años), los
sujetos de 13 y 17 años justiican sus razonamientos dependiendo
de los objetivos y las condiciones propias de cada una de las situaciones expuestas en las láminas. Este resultado apoyaría la
idea de que, a medida que se van desarrollando, los niños van
alcanzando un mayor nivel de lexibilidad que les permite sopesar y plantear las justiicaciones en función de la coniguración
particular de cada situación. Sin embargo, todavía es necesario
adquirir nuevos datos de investigación para poder corroborar esta
exploración inicial.
Finalmente, encontramos que, frente a los juicios de valoración de la inclusión, los niños de 9 años suelen presentar argumentos morales (referidos a las categorías de justicia —A y B—
y de ideal del “yo” A) sin tener en cuenta las posibles variaciones
en función del contexto. Los grupos de 5 y 13 años registran
valores un poco más bajos en relación con el grupo de 9 años. Sin
embargo, siguen la misma tendencia: dar el mismo tipo de razones (con base en justicia B e ideal del “yo” A, en los niños de 5 años,
y de justicia A e ideal del “yo” B, para los niños de 13 años) frente a
224
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
la pregunta por la valoración de la inclusión. En los niños de 13
años, estos resultados se explican por las diicultades que tienen
para manejar los discursos morales, así como para matizar su
poder de inluencia. Usualmente, los juicios de valoración generan en estos niños justiicaciones morales, lo que se releja en
la poca lexibilidad de los niños según los datos presentados —a
pesar de que los resultados sobre otro tipo de juicios puedan ser
diferentes—.
Por último, los jóvenes de 17 años presentan el valor de signiicancia más bajo con respecto a los demás grupos, lo que sugiere
que este grupo tiene el nivel de lexibilidad más alto frente al
juicio de valoración de la inclusión, y que sus respuestas varían en
función del contexto en que se presentan. En ese sentido, puede
deducirse que el grupo de 17 años tiene más lexibilidad que los
demás a la hora de formular sus juicios —tanto de inclusión como
de exclusión—.
En general, los resultados de los análisis estadísticos realizados van en la misma línea de los planteamientos hechos en
análisis cualitativo. Hemos encontrado que los grupos de edad
pueden caracterizarse de manera diferencial, de acuerdo con: el
nivel de complejidad de la justiicación, el tipo de razones emitidas para juzgar una situación, la lexibilidad para analizar las
diferentes situaciones y la consistencia entre los tres tipos de
juicio (evaluación, elección y valoración). Queda como pregunta
si esposible conirmar la tendencia a la consistencia y a la
lexibilidad en los juicios como un logro general del desarrollo
en tanto que capacidades ligadas al razonamiento —aspectos que
serían solidarios con la idea de desarrollo moral considerada en
este estudio— o si, por el contrario, se trata de algo que se restringe a un determinado tipo de contextos —como los presentados
en este estudio—.
225
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Discusión y conclusiones
Luego de presentar los resultados de la investigación, consideramos necesario retomar algunos puntos de debate relacionados
con las posturas imperantes en el campo de la psicología del desarrollo moral. Nuestro interés apunta a establecer un modelo
de desarrollo que se desprenda de los planteamientos que hemos
desplegado a lo largo de este documento. Los análisis cualitativos
y cuantitativos realizados sustentan este propósito, en tanto que
parecen permitir una organización distinta del desarrollo, alejada
de la tendencia tradicional a la abstracción y la formalización que
ha orientado gran parte de los trabajos realizados en el campo.
Nuestra investigación ofrece algunos datos que sirven para entender el desarrollo moral como un proceso de “concretización” o
de expertización.
Algunos puntos fundamentales para el debate de la psicología del desarrollo moral, para resaltar en este proyecto, son: la
caracterización de los dominios y el desarrollo moral como un
proceso de diferenciación-integración.
Con respecto a la caracterización de los dominios, con nuestro trabajo ofrecemos una ampliación de cada uno de ellos y unas
variaciones en las descripciones, que posibilitan entender de manera más clara sus relaciones intrínsecas a través del desarrollo.
En relación con el dominio social-convencional, además de
la comprensión de ciertas regularidades sociales y algunas normas de cortesía, contemplamos la posibilidad de reconocer los
objetivos que diferencian a los grupos, al igual que las habilidades
necesarias —o la manera en que se deben hacer ciertas demandas—
para participar en un determinado grupo. A esto se suman las
explicaciones y teorías del sujeto, sobre el funcionamiento social o
sobre el comportamiento de ciertos grupos sociales.
226
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En el dominio personal-relacional, establecimos que —aparte
de los reclamos por el poder de decisión en aspectos propios de
este ámbito (por ejemplo, sobre la forma de vestir o los amigos
que se frecuentan)— es necesario incluir la capacidad de reconocer al otro como un sujeto con ciertas necesidades y características psicológicas. Además, el otro también debe ser entendido en
con base en las diferentes maneras en que puede entenderse una
relación de amistad y los posibles conlictos que ella plantea.
A partir de nuestro estudio, se propone entender lo moral
en relación con las preocupaciones por el daño y bienestar de los
otros, además de resaltar su vínculo con las relexiones sobre la
justicia y las autopercepciones. En este proceso de resigniicación
será necesario entender cómo habrían de deinirse los sujetos
según el cumplimiento de ciertos ideales morales.
Sumado a lo anterior, es clave comprender que estos dominios heterogéneos pueden establecer entre sí relaciones que
determinan formas mixtas de expresión. Por ejemplo, se puede
crear un espacio donde el sujeto reclame el derecho a decidir
sobre aspectos que tienen que ver con su ámbito privado, como
son su estilo de vestir, su grupo de amigos, sus creencias personales y sus posibilidades de elegir quienes pueden compartir sus
espacios íntimos.
Pueden observarse otras formas de integración cuando el
sujeto reclama derechos correspondientes para cada situación, de
acuerdo con los objetivos y las reglas propios de cada uno de estos.
Por ejemplo, puede reclamar el derecho a participar en un juego
donde no hay ningún tipo de exigencia deportiva y donde no existe ningún tipo de reglas o demandas relacionadas con el número
de participantes o el tipo de vínculo entre las personas. Por el
contrario, cuando se trata de un juego con reglas muy precisas y
el objetivo es ganar —lo que permite la exigencia de unas habilidades especiales en las personas para poder participar—, los sujetos
227
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
que han logrado integrar los dominios pueden exigir ciertas reglas
procedimentales que garanticen que en el proceso de selección
solo se tendrán en cuenta sus habilidad o destrezas deportiva.
Igualmente, gracias al proceso de integración de dominios,
los sujetos están en la capacidad de identiicar aquellas reglas que
son parte de una tradición social, las cuales no pueden alterarse,
en tanto que fueron establecidas como formas de garantizar, por
ejemplo, el trato igualitario de todas las personas. De manera
diferente, gracias a este mismo proceso de comprensión, los sujetos pueden reconocer que, en juegos informales, donde participa
un grupo de amigos o conocidos, las reglas se establecen de manera grupal y consensuada y que, por este mismo motivo, pueden
alterarse cuando estas no obedecen a ciertos propósitos establecidos previamente.
Estas formas de integración de dominios se presentan en los
momentos más avanzados del desarrollo psicológico. Gracias a
esto, los sujetos son capaces de diferenciar las demandas particulares de los contextos y las signiicaciones propias de cada dominio
asociados a ellos. Sin embargo, las formas en las que se relacionan
los dominios pueden ser muy variadas, ya que dependen de niveles diferentes en el desarrollo psicológico. Estos momentos del
desarrollo pueden separarse tanto en términos de la complejidad
en que se expresen los diferentes dominios, como en la manera en
que se distingan y establezcan relaciones de integración.
Después de haber presentado las formas más desarrolladas
de diferenciación e integración de dominios, se hace evidente
cómo podrán entenderse los estadios más elementales, ya que
estos habrán de ser caracterizados de acuerdo con la distancia
que tengan con estas formas de juicio inales, que son presentadas
a manera de guía para el desarrollo.
228
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
En consecuencia, podemos caracterizar el juicio del niño de
5 años como lo opuesto a las formas de máxima diferenciación y
desarrollo del pensamiento moral. El niño de este primer estadio
no es capaz de reconocer al otro como un sujeto con intenciones
y motivaciones diferentes. De la misma forma, no es capaz de
entender las características de la amistad —amigo es aquel niño
con el que comparte un juego en un momento especíico, o aquel
quien le ha preguntado si desea ser su amigo—. Igualmente, el
niño de esta edad no reconoce el sentido de las reglas sociales y
no es capaz de reconocer las particularidades de ciertos encuentros sociales, como las situaciones de competencia o los encuentros íntimos. Por todo lo anterior, el niño pequeño reclama
como única razón moral el no pegarle a nadie y el que todos puedan jugar o participar en cualquier actividad cuando lo deseen.
Los niños de 9 años ya son capaces de tener algunas nociones sobre las maneras de ser de los otros y sus motivaciones
e intenciones. De igual modo, son capaces en este momento de
entender que un amigo es aquel con quien se comparten ciertas
situaciones o gustos, o es aquel que tiene ciertas conductas de
apoyo y ayuda. En estos momentos, el sujeto puede reconocer
algunas reglas de los juegos y sus objetivos, en relación con los
contextos particulares.
A pesar de los grandes logros del niño de esta edad, su característica más notoriamente infantil es su gran preocupación
por responder a ciertos estereotipos de buen comportamiento. El
sujeto del segundo estadio del desarrollo establece unos parámetros estrictos que lo llevan a juzgar el comportamiento propio y
ajeno de acuerdo a ciertos ideales morales. Acepta o descaliica el
comportamiento humano según se sigan unos ideales puntuales,
como el saber dialogar, aceptar a los otros, ser comprensivo, dar
una oportunidad a otros, etc. Estos niños, aunque pueden entender algunas reglas sociales y tienen algunas nociones sobre las
229
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
situaciones de competencia —y sobre las simpatías propias de las
relaciones entre amigos—, abogan siempre por considerar aspectos sobre el buen comportamiento que determinan sus decisiones sobre la exclusión.
Podemos considerar que los sujetos de 13 años se encuentran en un estadio intermedio entre el anteriormente descrito y
el último —donde el sujeto ha logrado diferenciar claramente
todos los dominios sociomorales—. En este momento, el sujeto
ya es capaz de diferenciar los dominios y, con ellos, los diferentes
contextos. Además, es capaz de entender las formas de ser de las
personas, de la misma manera en que considera que en una amistad las ainidades y simpatías juegan un papel fundamental.
También diferencia las iestas de los encuentros sociales públicos, como también lo hace entre los juegos informales y los de
competencia. En este estadio el sujeto ya ha logrado elaborar un
discurso sobre las diferentes situaciones que se parece mucho al
que construye el sujeto del máximo nivel de desarrollo.
La única limitación de este estadio es la diicultad que
muestra el individuo para construir un discurso que le permita
relacionar los diferentes dominios, al igual que diferenciar las
situaciones y jerarquizar las valoraciones que determinan las particularidades de los contextos. Esta limitación se hace evidente por
las diicultades del sujeto para solucionar aquellas situaciones de
conlicto que enfrentan los dominios entre sí: el muchacho de 13
años puede caer en grandes contradicciones cuando, por ejemplo,
alguna decisión de tipo social (como el escoger a los mejores en una
situación de competencia) se confronta con razones personales (su
mejor amigo se ofende por no haberlo seleccionado para participar
en un juego de competencia) o morales (la persona excluida puede
sentirse lastimada).
230
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Por último, el estadio inal del desarrollo, como lo describimos más arriba, es ese en el que el sujeto es capaz de diferenciar
los dominios y construir un discurso donde los relaciona y los
integra, gracias a que puede establecer jerarquías sobre el valor
de cada uno en los contextos particulares. En este sentido, dicho
discurso es lo suicientemente complejo como para integrar los
niveles social-convencional, personal-relacional y moral. Así, el
sujeto identiica y puede expresar toda la variabilidad del comportamiento humano y reclamar derechos y reconocimientos, de
acuerdo con las singularidades y exigencias del contexto.
Estas diferencias en los estadios fueron corroboradas con los
datos cuantitativos. Con ellos pudimos observar, además de lo ya
señalado en los párrafos anteriores, que las razones relacionadas
con las “convenciones sociales”, al igual que la consideración de
“los objetivos de la actividad”, aumentan con la edad, apreciación
que se evidencia de manera notoria en los jóvenes de 13 y 17 años.
De otro modo, las razones relacionadas con la justicia A
aumentan con la edad, mientras que las razones de justicia B
disminuyen. Esta dirección en el desarrollo se puede observar en
relación con el ideal del “yo”. En los niños pequeños, especialmente a la edad de 9 años, el ideal del “yo” A se presenta con mayor
frecuencia. Respecto al ideal del “yo” B, esta relación se invierte,
ya que se presentan respuestas más frecuentes en los jóvenes de
13 y 17 años.
Otro marcador importante, que guarda relación con lo expuesto sobre los estadios, es el cambio de categorías de juicio
según la edad de los sujetos. Los niños más pequeños (5 años)
tienen el número de respuestas más alto (80) para la categoría
preocupación por el daño. De forma opuesta, los jóvenes de 17 años
son los que presentan el número más bajo de respuestas (17)
231
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
en esta misma categoría. Los niños de 13 años son los que tiene
más respuestas relacionadas con la categoría prejuicio, y los que
menos la presentan son los niños de 9 años. Los jóvenes de 17 años
son los que puntúan más alto en la categoría elección personal.
Respecto a los resultados sobre la consistencia y la lexibilidad son varios los análisis que se pueden realizar. En general
los niños más pequeños (5 y 9 años) son más consistentes si consideramos los dominios personal y moral. Los niños de 9 años
tienden a dar más respuestas morales que los niños de otras
edades, siendo esto más notorio en la lámina de la piñata donde
en los tres tipos de juicio (evaluación, elección y valoración) el
dominio predominante es el moral. El niño de 5 años es igualmente consistente con sus respuestas, ya que estas tienden a
orientarse hacia razones de tipo moral y personal.
Los sujetos mayores (13 y 17 años) tienden a ser más
consistentes en la lámina formal (igura 2), donde dan más respuestas del dominio social-convencional —de manera puntual,
hacen referencia a los objetivos de la actividad y a las reglas del
juego—. En las otras láminas, las respuestas del sujeto pueden
variar según sea la demanda, por algún tipo de juicio, lo que se
nota en la diferencia entre los dos grupos de edad en los juicios
de valoración y elección —situaciones en las que los sujetos de 13
años tienden a presentar algunas contradicciones y variaciones—.
Estos resultados corroboran lo dicho más arriba en el sentido
de que muestran que los sujetos más pequeños tienden a orientar
sus respuestas por razones morales o de preferencia personal, sin
ser capaces de considerar que, en ciertos casos, pueden invocarse
dominios diferentes. Solo los sujetos de más edad muestran una
mayor riqueza de supuestos, lo que les permite considerar muchas posibilidades, de acuerdo con las situaciones. A su vez,
pueden hacer referencias —de diferentes maneras— a razones
232
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
relacionadas con los distintos dominios, según se lo demanden
las circunstancias. En el caso del juego formal —situación de
competencia—, los sujetos más grandes (especialmente los de 17
años) son consistentes en sus respuestas, ya que insisten en que
en esas situaciones lo único que debe primar es el reconocimiento de las habilidades de las personas y los objetivos de la actividad.
Estos análisis de consistencia guardan una relación estrecha
con los de la lexibilidad de los sujetos. Ejemplo de esto es que
los niños más pequeños (5 y 9 años) dan respuestas morales en
casi todas las láminas analizadas, especialmente cuando se les
pregunta por sus juicios de elección y valoración. En cambio, los
sujetos más grandes —y de manera más notoria los jóvenes de 17
años— presentan una variación en sus juicios sociomorales, en
tanto que estos se adaptan a las particularidades de las diferentes
situaciones evaluadas —esta variación se hace más notoria cuando
los sujetos expresan sus juicios de elección y valoración en relación con las diferentes láminas, situaciones en las que pueden
presentar juicios tanto de tipo personal-relacional como socialconvencional y moral—.
Estos datos agregan una información complementaria a
todo lo dicho: el desarrollo del juicio sociomoral, por una parte, se
evidencia en la complejidad de los discursos sobre los dominios, y
por otra, en las relaciones de diferenciación-integración de éstos;
pero también puede evidenciarse en la manera en que se realizan los juicios de consistencia y de lexibilidad. Con respecto a los
juicios de consistencia, se ve una liberación progresiva del poder
de los juicios morales, así como una delimitación —una cada vez
más clara— de los espacios de inluencia de los dominios sociomorales. En relación con la lexibilidad, esta se destaca como un
logro del desarrollo, ya que se expresa de manera clara en los sujetos de mayor edad.
233
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Estos ejes utilizados, para describir los diferentes estadios
del desarrollo, nos permiten proponer un esquema general para
entender el desarrollo:
1.
El desarrollo en el tipo de razones expuestas y en su complejidad para dar cuenta de las diferentes situaciones
2.
El desarrollo en los procesos de diferenciación-integración
de dominios
3.
El desarrollo en la consistencia de los tipos de juicios y la
lexibilidad de los juicios sociomorales para analizar las diferentes situaciones
Proponemos, entonces, el proceso de desarrollo como una
secuencia hacia la concretización, sin que esta última caiga en
los límites de un pensamiento dicotómico, sino que, por el contrario, sirva para exponer e ilustrar la gran lexibilidad contextual
que adquieren los sujetos de mayor desarrollo. Este punto es fundamental en el debate sobre el campo del desarrollo moral. Por
ello, es necesario que ilustremos esta línea argumentativa.
Al contrario de aquellas posiciones que, oponiéndose a
Kohlberg y a toda perspectiva cognitiva, rescatan de manera romántica algún espacio armónico o integrador de la naturaleza
primitiva, el concepto de concretización hace referencia a que toda
forma de conocimiento y acción funciona de acuerdo con ciertas
delimitaciones contextuales que se resisten a ser formalizadas.
Lo concreto no hace referencia a una intuición primitiva, ni
a unos afectos anteriores y determinantes de la razón, como tampoco a una capacidad imaginativa que se rebela ante los designios
del entendimiento. El término es entendido en un sentido de
adecuación que se actualiza permanentemente, con cada acto
de interpretación.
234
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
El término “concretización” (que tal vez pueda ser poco
adecuado por los signiicados que se asocian a él) no se propone
para mantener alguna forma de oposición conceptual, ni para
rescatar algún par o proceso que por tradición hubiera sido
reducido a espacios o momentos primitivos de la historia o el
desarrollo, ni para señalar la no consideración de cualquier tipo
de variable que la investigación psicológica haya señalado en el
trabajo de Kohlberg. El término de “concretización”11 se propone
para señalar la imposibilidad de establecer procedimientos para
la toma de decisiones y para el proceso de solución de conlictos
entre diferentes seres humanos. La “concretización” es la manera
como solo los sujetos más hábiles aprenden a descifrar las demandas y los supuestos implícitos de toda situación de negociación y de intercambio social.
En un principio, fueron Dreyfus (1993, 2009, 2014) y Rorty
(2000) quienes sentaron las primeras bases, desde la relexión
ilosóica, para entender el desarrollo moral como un proceso
hacia la concretización, la expertización y la ampliación de la sensibilidad. Para Rorty, el desarrollo moral del ser humano consistiría no en un proceso hacia el mayor control de la acción y la
diferenciación entre lo general y lo particular, sino más bien en un
proceso hacia un mayor grado de lexibilidad. De la misma manera,
El término se ha usado anteriormente en psicología con un signiicado un poco
diferente. Sussane K. Langer (discípula de Ernst Cassirer) entendía el desarrollo como
un proceso hacia lo concreto, porque creía que todos los seres humanos poseían la
misma capacidad de manejar formas lógicas, diferenciándose en el desarrollo los sujetos
solamente por la capacidad de aplicar las reglas a contextos especíicos. Heinz Werner y
algunos pospiagetianos, igualmente, proponían que el desarrollo no mostraba diferencias
en estructuras lógicas, sino en la capacidad de reconocer procedimientos especíicos
de cada contexto. Nuestro uso del término se distingue de estas concepciones en que,
por este, entendemos la capacidad de descifrar sentidos diferentes en cada contexto o
campo de interacción. Nuestro concepto se propone con el in de eliminar la referencia a
estructuras formales de cualquier naturaleza, como mecanismo explicativo de los juicios
de los sujetos. La estabilidad y sistematicidad de los comportamientos y juicios de los
sujetos demandan otros modelos, que no necesariamente tienen que estar vinculados a las
estructuras o análisis formales tradicionales.
11
235
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Dreyfus entiende el concepto de desarrollo como el proceso
que permite a los seres humanos ir considerando cada vez más
posibilidades, así como situaciones y experiencias muy distintas,
a la hora de justiicar sus decisiones.
Estas formulaciones nos permitieron cuestionar las concepciones tradicionales de razón y juicio, al igual que la noción de
desarrollo como dominio progresivo de la naturaleza y los intereses humanos. Estos autores nos ofrecieron nuevas posibilidades
heurísticas para pensar lo cognitivo, las interacciones, los juicios
y el desarrollo de los seres humanos, gracias a que por una parte
cuestionan la existencia de un “yo” —o de una conciencia que
controle y planee de manera precisa, y según reglas explícitas, los
juicios y las acciones del sujeto—, y por otra, como consecuencia
de los cuestionamientos que se hacen a la idea de que los juicios
morales se constituyen por el manejo de unos principios o procedimientos explícitos.
Gracias a una aproximación a algunas ideas de la fenomenología ya las teorías del constructivismo radical12, hemos podido
cuestionar la unidad del espíritu humano. Es decir, se ha puesto en
duda la idea de que nuestros procesos mentales operan de manera
formalizada, así como el supuesto de que las relexiones sobre la
justicia solo se hicieron posibles con el desarrollo de formas de
razonamiento particulares —y con la superación progresiva de atavismos primitivos y de determinaciones “ideológicas” asociadas a
épocas particulares e intereses sociales—.
12
No creemos necesario profundizar en los desarrollos y diferencias entre las posturas
fenomenológicas (al menos la interpretación que asume H. Dreyfus, el primer gran
crítico de la inteligencia artiicial y las teorías “representacionales” de la cognición),
el constructivismo radical de Glassersfeldt, Watzlawick, las teorías enactivas, o corporizadas de Varela, Maturana, Merleau-Ponty, Gallagher, u otras posiciones críticas
de la investigación cognitiva actual. Para nuestra exposición es suiciente recoger las
ideas en las que los autores pueden estar de acuerdo y aquellas que nos permitieron otra
caracterización de lo cognitivo y del desarrollo.
236
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
Las relexiones sobre la justicia y la igualdad de los seres
humanos pueden rastrearse hasta siglos y épocas lejanas, a pesar
de que en las poblaciones merecedoras de un trato igualitario
y justo no estuvieran incluidas—las poblaciones minoritarias,
los “diferentes”, los extranjeros, las mujeres, o los niños—. Los
principios que se asociaban a los discursos sobre la justicia no
necesariamente posibilitaban la consideración de todos como
semejantes, como tampoco garantizaban que en todos los contextos de las interacciones humanas los agentes merecieran el
mismo respeto. Independientemente de la complejidad de un
determinado principio, de la pureza y fortaleza de una forma de
argumentación, o de los estrictos procedimientos para enunciar
un juicio a partir de reglas generales, los discursos morales solo
operaban con base en ciertos supuestos que no necesariamente
eran tematizados de manera explícita por los agentes.
A pesar de que, desde épocas inmemoriales, se considerara igual a todos los seres humanos —o que se intentara postular
como un propósito universal la libertad y la dignidad para todos—,
solo fue un logro reciente incluir dentro de las poblaciones
merecedoras de ese respeto a grupos que antes estaban fuera del
espacio de atención del discurso moral. La igualdad de las mujeres,
el respeto a las diferencias raciales, sociales, o sexuales, son logros
recientes en la historia de la humanidad; la reglamentación de los
espacios de intercambio social, la ponderación de los intercambios
justos (abolir la posibilidad de que una mujer pudiera ser cambiada por dos canicas, o por cualquier otro bien material), la posibilidad de que ciertas esferas íntimas fueran espacio de control
público y motivo de la relexión moral (reconocer, por ejemplo,
que los hijos no son propiedad privada del padre, o que el abuso
sexual o físico de la esposa no sea parte de un espacio íntimo que
no admite interferencia externa), todo ello se debe, antes que a
una mayor riqueza en la formulación de principios morales, a una
reformulación de los supuestos que determinaban en una época los
juicios relacionados con las ideas de justicia y dignidad humana.
237
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
A no ser que asumamos que Aristóteles (1993), Kant (1785)
o cualquier ilósofo moral de épocas anteriores, poseían menos
capacidad de juicio, o tenían herramientas lógicas mejores menos desarrolladas, o poseían principios morales más primitivos,
tenemos que reconocer que el desarrollo de lo moral se dio por la
ampliación de la categoría de lo semejante y por la contemplación
de nuevos presupuestos, que incluían consideraciones nuevas y
signiicaciones más variadas y lexibles.
De la misma manera, en el campo del desarrollo individual
podemos reconocer como absurdo, o como “idiota moral”, a aquel
que trate de orientar de manera estricta su acción según principios morales determinados. Toda persona puede entender la complejidad de los juicios cuando trata de pensar en la manera en que
actuaría en situaciones distintas. Por ejemplo, ¿en qué condiciones consideraríamos lícito mentir?, ¿hasta dónde encontraríamos
aceptable no seguir una ley social por el beneicio o seguridad de
una persona particular?, ¿hasta qué punto reconoceríamos las
conductas particulares de una persona con orientación sexual
diferente a la nuestra?, ¿qué tipo de acciones consideraríamos
parte del fuero personal?, ¿seríamos capaces de renunciar a un
interés personal cuando su satisfacción puede afectar el bienestar
de otros?, ¿hasta qué punto llegaríamos con un amigo para
tratar de asegurar su compañía o para evitar el rompimiento
de la relación? En todas estas situaciones podemos entender lo
compleja que es una decisión moral y lo bajo que caliicaríamos a
alguien que tratara de mantener las mismas pautas de conducta en
todas estas situaciones, o que pretendiera tener una fórmula para
guiar su acción, o que tratara de aplicar un determinado conjunto
de principios estáticos. Dreyfus (1993, 2014) utiliza el término
“experticia”13 para caracterizar el juicio moral más avanzado, que
Dreyfus, retomando ciertas relexiones de la fenomenología husserliana, se hizo famoso
por presentar las limitaciones de los programas iniciales de la inteligencia artiicial, que
prometían reproducir el comportamiento humano inteligente. Dentro de su crítica, propuso
el rescate de la intuición y de un pensamiento holístico, al igual que la consideración del
funcionamiento cognitivo de los expertos en cualquier campo del conocimiento. Esta
13
238
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
consiste en la capacidad de ponderar las necesidades y demandas
de las personas o instituciones involucradas en un conlicto moral, mientras se evalúan de manera lexible las consecuencias que
podría traer una determinada decisión.
Solo los niños, o las personas con un bajo nivel de “experticia”
moral, nos diría Dreyfus (1993, 2004), tratan de seguir una serie
de “principios” de manera rígida. Solo los niños, o las personas de
bajo nivel moral —diríamos nosotros, para evitar en estos momentos una discusión sobre qué entendemos por “principios”— no
contemplan las particularidades de los contextos, ni las demandas especíicas de cada situación. Todas las personas con un
bajo nivel de “experticia” o “concretización” tendrán diicultades
para contemplar las demandas y necesidades de cada sujeto, los
signiicados de cada acción, las valoraciones diferenciales que
damos a todas las conductas y lo complejas que pueden ser las
formas de interacción humana. Los niños son aquellos que, siendo incapaces de entender las necesidades y demandas particulares
de los sujetos, esgrimen reglas y pautas rígidas de comportamiento, sin ninguna variación.
El desarrollo, según esta formulación, mostraría un proceso
hacia la lexibilidad en el análisis y la ampliación de horizontes
de signiicación. El sujeto de mayor desarrollo moral, o de mayor
propuesta (obviamente existen otras propuestas diferentes y más aines con el paradigma
clásico de la inteligencia artiicial y de la teoría del procesamiento de la información) lo
llevó a plantear que estos expertos no se diferencian de los novatos por mayor capacidad
intelectual, ni por memoria, ni por poseer más procedimientos algorítmicos para evaluar
una situación, sino por la posesión de un horizonte de comprensión más amplio, que les
permite contar con más posibilidades interpretativas. Esto les facilita detectar de manera
diferente la relevancia de los hechos o eventos que participan en una situación problema,
al igual que simpliica el proceso de valoración, lo que permite tomar decisiones de manera
más rápida y efectiva. El concepto de “experticia” usado por Dreyfus tiene su origen en
los estudios de la ciencia cognitiva, aunque no necesariamente se reieren a especialistas
en un campo. La experticia es un logro alcanzado después de muchos años de interactuar
y analizar situaciones especíicas. Todos los adultos, en mayor o menor grado, somos
unos “expertos” del mundo social y esto se debe a que nos hemos enfrentado a ininidad
de casos e historias de vida y todos, de alguna manera, hemos tenido que tomar decisiones
que han afectado a los otros. Ver: Yáñez-Canal, Segovia y Chaparro (2012).
239
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
“experticia” en sus juicios, es capaz de reconocer las demandas
de cada situación, al igual que puede ofrecer nuevas formas de relación de los valores en conlicto. La riqueza del juicio del “experto”
estaría en la ponderación diferencial de cada variable participante
en un contexto y en la amplitud de marcos interpretativos, que
ofrecerían más y nuevas posibilidades para entender los conlictos
morales.
Al igual que reconocemos el valor de un artista por la manera en que nos muestra nuevas conexiones entre eventos que
percibimos cotidianamente, apreciamos el juicio de un “experto
moral” porque este disminuye el peso de nuestros iconos morales
y nos facilita las “apariciones” y “revelaciones” de nuevas relaciones de sentido.
Precisamente, para comprender el funcionamiento de este
juicio sociomoral en situaciones cotidianas y poder adelantar
algunas categorías de descripción más especíicas, recurrimos a
Elliot Turiel y su equipo, quienes nos permitieron presentar con
más detalle este proceso de lexibilización y experticia desde la
niñez hasta los primeros estadios de la juventud.
Turiel, aunque con otras preocupaciones teóricas, ofrece las
posibilidades heurísticas para entender este proceso de concretización y expertización en los primeros momentos del desarrollo
humano. La teoría de los dominios sociomorales propone una
separación de contextos, de acuerdo con las demandas y signiicados que genera cada uno de ellos, lo que facilita la comprensión
de toda la complejidad y variabilidad de los juicios morales de
los sujetos.
Con base en las indicaciones ofrecidas por Turiel, además de
las guías generales ofrecidas por Dreyfus, Varela y Rorty, hemos
ofrecido en este documento una nueva concepción del desarrollo,
240
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
donde se lo entiende como parte de un proceso hacia la expertización (concretización), o como un proceso progresivo de mejoramiento de la capacidad de reconocer las particularidades,
intereses y signiicaciones de diversos aspectos de las situaciones
concretas. Tal capacidad exige, de parte del sujeto, el análisis
especíico de una situación a la luz de la red compleja de presupuestos culturales, tradiciones, determinaciones sociales y convencionales, así como de los vínculos interpersonales involucrados y
las características del sí mismo como entidad psicológica y moral.
Se estableció que dicho proceso de expertización responde a una
“lógica de los estados”(o a una secuencia de fases), en la cual la
complejización y el reordenamiento de los elementos de cada
estadio permitirían al sujeto avanzar en la línea del desarrollo
orientada hacia la especialización.
En nuestro estudio encontramos que las descripciones de
las situaciones hechas por los sujetos, en su desarrollo, iban ganando complejidad. Al mismo tiempo, los juicios se fueron
volviendo más lexibles, diferenciados e integrados. Los niños,
en la medida en que tenían más edad, eran capaces de entender
más características psicológicas de los otros, al igual que podrían
aceptar las dinámicas de una relación de amistad o de funcionamiento social. De la misma manera, proporcional a su desarrollo,
los sujetos de nuestro estudio podían comprender más fácilmente
las reglas sociales y las demandas convencionales propias de cada
contexto, además del poder diferencial de sus obligaciones y
compromisos. Por último, respecto al dominio moral, pudo observarse que los sujetos lograban identiicar progresivamente
cuáles demandas podían establecerse dentro de la categoría de
derechos y deberes y cómo las responsabilidades dependían
de los contextos y de reclamos particulares relacionados a las
situaciones concretas.
A la par de este proceso de complejización de los juicios,
los sujetos mostraban una capacidad cada vez mayor para diferenciar e integrar los diferentes dominios. Los niños pequeños,
241
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
a pesar de no tener una comprensión adecuada de lo moral, lo
socioconvencional, o lo personal-relacional, juzgaban de manera
estricta las condiciones y las responsabilidades en cada uno de
los contextos analizados, además de expresar en sus juicios un
marcado contenido moral. Los sujetos de mayor desarrollo, al
contrario, lograban reconocer las demandas de cada situación y
podían establecer discursos sobre la fuerza o el papel que cada
dominio pudiera tener en cada situación. Estos últimos sujetos
eran capaces de diferenciar las reglas y las características de cada
dominio o contexto de evaluación, al mismo tiempo que lograban establecer relaciones variadas entre los dominios según las
particularidades de cada contexto.
Los resultados de nuestro estudio comprueban que nuestro modelo puede ofrecer nuevas posibilidades heurísticas a la
psicología del desarrollo. Evidentemente, los sujetos pueden diferenciarse tanto en la capacidad de reconocer las demandas de
cada situación, como en la manera en que sus juicios establecen
relaciones entre dominios.
Esperamos que esta investigación y nuestra propuesta sobre
el desarrollo generen los debates necesarios y ofrezcan nuevas
posibilidades heurísticas para futuras investigaciones, al igual
que deseamos lograr progresivamente un mayor nivel de experticia en el campo de estudio del juicio sociomoral.
242
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
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Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
250
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
COMPRENSIÓN Y RESOLUCIÓN
DE CONFLICTOS EN LAS RELACIONES
DE PARES: EL DESARROLLO MORAL
EN LA VIDA COTIDIANA1
Adriana Milena Perdomo Salazar
Jaime Yáñez-Canal
Andrea Mojica Mojica
1
Este proyecto es producto de un convenio establecido entre la profesora Monika Keller
(del Instituto Max Planck de Berlín) y el profesor Jaime Yáñez-Canal, director del Grupo
de Estudios sobre el Desarrollo Socio-Moral de la Universidad Nacional de Colombia.
251
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
252
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
En las últimas dos décadas se ha registrado un cambio de
perspectiva y de énfasis investigativo en la psicología del desarrollo moral, que inicialmente se interesó por el abordaje de problemas generales de la vida social y de la justicia distributiva. De
acuerdo con estos problemas morales, en psicología se asumió
una posición deontológica encaminada a indagar sobre las formas consistentes de razonamiento de los sujetos ante situaciones
hipotéticas alejadas de su práctica y preocupaciones cotidianas.
Sin embargo, la poca coherencia encontrada entre el juicio
y la acción moral en la vida cotidiana (Blasi, 1983) ha animado la
emergencia de nuevas teorías psicológicas centradas en establecer qué motiva a las personas para la conducta moral. De esta
manera, el estudio de los vínculos, los sentimientos y el compromiso cobra relevancia en el campo de la psicología del desarrollo
moral ya que, al parecer, estos factores son determinantes para
que un sujeto actúe como agente moralmente responsable.
Dentro de esta nueva preocupación investigativa, Monika
Keller (1984, 1989, 1991, 1993a, 1993b, 1998, 2003, 2004) propone
estudiar las comprensiones morales de los sujetos sobre las relaciones sociales, al igual que sus sentimientos cuando una determinada obligación moral ha sido violada y se exige una determinada
acción reparadora, o una justiicación por la falta cometida.
La investigación que se presenta a continuación parte de
una réplica del trabajo de investigación que Monika Keller ha
desarrollado en el Max Planck Institute for Human Development
and Education, en compañía de Wolfgang Edelstein. Keller ha
recogido datos de culturas provenientes de países diversos, tales
253
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
como Islandia, China, Alemania, Estados Unidos, Turquía y otros
de África y Asia, en la realización de un estudio longitudinal sobre
la comprensión moral en contextos de interacción. Dado que en
este proceso de comparación no se cuenta con información sobre
Latinoamérica, el interés principal de la réplica es poner a prueba
la “universalidad” de sus supuestos, sobre todo el referido al
papel que juegan la comprensión de la instancia normativa de la
promesa, y los sentimientos y vínculos interpersonales en la determinación de un curso de acción especíico. Además, se pretende
discutir, a partir de los hallazgos obtenidos por Yáñez-Canal et
al.(2005) planteamientos centrales formulados por Keller en
relación a la caracterización de lo moral, su supuesto en torno a
la consistencia entre juicio y acción como rasgo esencial del self
moral y su modelo del desarrollo. En este sentido, este trabajo
busca constituirse en un aporte teórico signiicativo a la discusión
en torno a los modelos de desarrollo moral; y plantear lecturas
alternativas sobre los fenómenos morales, que esperamos puedan
ser debatidas a partir de nuevos resultados empíricos.
El documento presenta, en primer término, una revisión teórica sobre las diferentes posturas conceptuales de la psicología
frente al problema del juicio, la acción y el sentimiento moral.
Posteriormente, se dedica una sección a los aspectos metodológicos que orientaron el trabajo investigativo y, inalmente, se
presentan los resultados y la discusión correspondiente, lo que
nos permitirán introducir algunas relexiones y conclusiones a
partir del trabajo realizado.
Juicio, acción y senimiento moral:
relexiones desde la psicología
El propósito general de este trabajo es establecer el desarrollo
de la comprensión sociomoral y los signiicados de la misma (los
motivos y las razones) que podrían explicar por qué una persona
254
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
habría de sentirse obligada o impulsada a comportarse moralmente, en contextos de interacción cercana. En este sentido, Blasi
(1998) señala que, si bien en la psicología cognitiva se ha privilegiado la perspectiva del razonamiento moral para entender el
conocimiento moral, la tendencia a supeditar lo moral a criterios
generales y la recurrencia de prejuicios metodológicos lleva a
suponer que: a) los investigadores y los niños comprenden los
mismos enunciados sobre valores; b) el signiicado de las acciones
es el mismo para todos los que las realizan; y c) los signiicados
corresponden a expresiones verbales ijas. Esto ha llevado a la
necesidad de precisar la deinición de los juicios y las acciones
morales, a revisar la posible relación entre ambos y a privilegiar el
papel del agente en dicha deinición. En otras palabras, algunos
investigadores empiezan a considerar que la relación entre la
acción y la moralidad está mediada por la percepción del agente
en el marco de espacios de interacción cotidiana, que determinan
o inciden en el cariz de dicha percepción.
Para enmarcar este desarrollo resulta necesario esbozar las
orientaciones fundamentales que delimitan, desde el campo ilosóico, el debate en torno a los criterios que sustentan las valoraciones y las acciones morales, a saber: las posturas deontológica
y teleológica.
En términos generales, las posturas deontológicas sustentan
posiciones interesadas en entender las formas cognitivas a partir
de las cuales los sujetos entienden y razonan sobre problemas
morales. Desde esta perspectiva, lo moral se entiende como una
serie de procedimientos que, operando imparcialmente, garantizan que las personas emitan juicios sobre la justicia y la igualdad
de los seres humanos. En contraposición, las posturas teleológicas ponen el acento en la benevolencia, el bienestar y el cuidado
como nociones que permiten entender los comportamientos
altruistas y las conductas de solidaridad. Esta perspectiva se plantea como una alternativa crítica frente a la justicia, entendida
255
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
como único principio para abordar el juicio y la acción moral, en
la que se reconocen la importancia del contexto afectivo, social y
cultural en las elecciones morales.
A la luz de esta distinción, que opone a una moral basada
en principios universales y abstractos, una moral contextual que
reconoce el papel de los vínculos afectivos y el reconocimiento
del semejante, presentamos algunos planteamientos en psicología que intentan resolver esta dicotomía de diferentes maneras.
El estudio de la moral en psicología
Dentro de este marco, en este apartado se expondrán los
supuestos básicos de la teoría kohlbergiana, que se inscribe claramente en la perspectiva deontológica y posteriormente profundizaremos en los postulados de Keller, que reconoce el papel de
los sentimientos, la responsabilidad y el compromiso normativo
como fundamento del juicio moral. Esta revisión traza las coordenadas de la relexión sobre la motivación para la acción, cuestión
esencial para abordar la manera en que los sujetos analizan y
resuelven los conlictos morales en la vida cotidiana.
El Modelo cogniivo – evoluivo
del desarrollo moral
La teoría del desarrollo del juicio moral de Kohlberg es una
teoría cognitivo-evolutiva que retoma los supuestos básicos de la
postura piagetiana a la vez que deine la moralidad a partir de
las concepciones éticas deontológicas. El trabajo de Lawrence
Kohlberg (1976, 1981, 1989) supuso un cambio importante en la
aproximación de los psicólogos a la moralidad, al considerar que el
256
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
estudio del desarrollo moral en psicología no solo debía limitarse
a la descripción del fenómeno, sino que dicha descripción debía
estar fundamentada en las consideraciones ilosóicas sobre la
naturaleza de la moralidad.
Desde el inicio de su trabajo, Kohlberg planteó una distinción
entre la ilosofía y la psicología en términos de la función que cada
una debía desempeñar en el estudio de la moralidad: a la primera
le correspondería la fundamentación del dominio moral; mientras
que la segunda, dado su carácter empírico, debería ocuparse del
estudio del desarrollo moral, es decir, del análisis del razonamiento que realizan los sujetos sobre los tópicos éticos y morales
deinidos por la perspectiva ilosóica. De esta manera, la ilosofía
se asumiría como postura normativa que determinaría los principios fundamentales que deben regir el actuar moral; mientras
que la psicología se presenta como disciplina descriptiva, que
aportaría elementos de naturaleza empírica para esclarecer los
procesos cognitivos y sociales que posibilitan el desarrollo del
juicio moral.
En palabras de Boyd (1990), la psicología, en tanto disciplina descriptiva trataría solo con las airmaciones de hecho sobre
aspectos de la realidad contingente; su función es describir o
explicar ciertos sucesos, no prescribir o evaluar el valor de los mismos. La ilosofía, en cambio, se interesa solo en los juicios sobre
lo que ‘debe ser’: su función es clariicar y justiicar las demandas
normativas y prescriptivas.
En Supuestos ilosóicos de la teoría cognitivo-evolutiva del
desarrollo moral, Kohlberg (1981) critica las teorías del ‘aprendizaje
social’ que, por considerar que las relaciones causa-efecto son
suicientes para explicar el fenómeno de la moralidad, incurren en
la ‘falacia naturalista’, desconociendo la naturaleza distinta de este
257
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
fenómeno y planteando un discurso que no alcanza a dar cuenta de
su complejidad; esto lleva, en últimas, a considerar que los valores
son relativos y la ética se basa en costumbres. En este sentido,
Kohlberg airma que, desde esta perspectiva, el desarrollo moral
podría ser explicado, por ejemplo, por declaraciones provenientes de los cientíicos sociales sobre la causa y la motivación de la
acción moral, sin considerar los ines y los valores en sí mismos.
Para él, este tipo de práctica ha incidido en la fragmentación del
conocimiento, limitando la comprensión integral del fenómeno
—en este caso, de la naturaleza y complejidad del desarrollo
moral—.
Con esta crítica, Kohlberg trata de enfatizar la distinción
fundamental entre el ‘es’ y el ‘deber ser’ en la comprensión del
fenómeno de la moralidad. Según él, hay dos tipos de falacia
naturalista que una teoría del desarrollo moral no debe cometer:
La primera surge de derivar juicios morales de juicios psicológicos,
cognitivo-predictivos o de sentencias sobre el placer o el dolor (…).
La segunda deriva de concebir la moralidad o la madurez moral
como parte de la naturaleza biológica humana. La ciencia puede
probar si la concepción de un ilósofo de la moralidad fenomenológicamente se corresponde con los hechos psicológicos pero no
puede justiicar esa concepción de la moralidad en términos de lo
que la moralidad debe ser. (Kohlberg, 1981, p. 189).
Con esta distinción entre el “es” y el “deber ser”, Kohlberg
trata de aclarar que la moralidad no puede fundamentarse en
“airmaciones de hecho” sobre ciertos aspectos de la realidad
contingente, sino que su función es prescribir o evaluar el “valor”
de esos hechos. Según Boyd (1990), el “deber ser” constituye
una perspectiva superior que permite juzgar y criticar cualquier
descripción de condiciones existentes que puedan ser mantenidas
como verdaderas, y aplicar un enfoque prescriptivo para cambiar
esas condiciones en alguna dirección.
258
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
La segunda crítica hace referencia a lo que Kohlberg ha denominado “bolsa de virtudes”2. Mediante esta expresión, el autor
caracteriza la tendencia de muchas propuestas morales a exponer, mediante un catálogo de virtudes ideales, lo moral. En esta
perspectiva, el comportamiento moral es caracterizado en un contexto particular y lo que es deinido como ideal moral no puede
ser generalizado a todos los seres humanos, ya que se halla ligado
a variables sociales y culturales que determinan la moral individual.
Con lo anterior, esta “bolsa de virtudes” posibilita la reducción de la comprensión de lo moral a una serie de normas
que generalmente son acordes a la expectativa social; y remite a la
idea de múltiples moralidades y múltiples principios asociados a
las mismas, dando lugar a lo que él denomina “relativismo social”.
Para Kohlberg (1981), las teorías psicoanalíticas y las de aprendizaje social pueden ser consideradas “relativistas” en tanto consideran
que la moralidad depende de la interiorización de las normas propias de cada cultura, desconociendo la capacidad de autonomía
y autodeterminación individual, e implicando un reglamento de
acciones a seguir, una colección de reglas y no un principio3 o una
serie de principios morales universales.
En contraposición a estas teorías, Kohlberg (1981), siguiendo
a Platón, considera que “la virtud no son muchas sino una y esta
es la justicia”; que los principios éticos son el punto inal en el
2
Al respecto, Kohlberg, propone que dicha tendencia tiene su origen de alguna manera
en la clasiicación de virtudes hecha por Aristóteles (quien de acuerdo con su concepción
del alma, clasiica las virtudes en dos esferas: intelectual o dianoética, y ética o moral),
en la cual “evidencia una ausencia de una noción de unidad en torno a la idea de virtud”
(Kohlberg, 1981), la cual sirvió de parámetro para caracterizar al hombre justo griego
(con un listado de virtudes necesarias). Dicha tendencia se ha evidenciado en la psicología educativa americana de la personalidad dentro de habilidades cognitivas, pasiones o
motivos y rasgos del carácter y mediante la rotulación de vicios y virtudes, con base en
los cuales algunos comportamientos son alabados o cuestionados.
3
El concepto de principio para Kohlberg hace referencia a un procedimiento general
que permite solucionar los dilemas o conlictos morales. Esta deinición de principio la
retoma de la tradición de la ética deontológica.
259
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
desarrollo natural secuencial; y que su desarrollo no se da mediante la interiorización de creencias culturales arbitrarias. Además,
retomando a Kant, propone que el juicio moral opera mediante
principios que permiten evaluar cualquier caso particular mediante un procedimiento imparcial, que debe garantizar la igualdad y
dignidad de todos los seres humanos en cualquier circunstancia.
Así, la justicia como equidad, formulada como ideal en las discusiones ilosóicas, se convierte en la obra de Kohlberg en parte del
estadio inal al que tiende todo ser humano en su desarrollo.
Con base en esta concepción ético-ilosóica, Kohlberg
asume cuatro supuestos básicos, que según él, corresponden a la
naturaleza misma de la moralidad, y que por lo tanto deberían
estar presentes en el estadio inal del desarrollo. Estos son:
1.
Universalismo: emitir un juicio moral implica hacer una declaración universalizable sustentada en un principio que
tiene supremacía sobre cualquier otra consideración; es
decir, basada en un imperativo categórico justiicable como
válido por la razón humana en todo tiempo y espacio, de
modo que pueda ser aceptada libre y autónomamente por
cada uno de los sujetos afectados por ella. Este supuesto hace
referencia a la existencia de ciertos principios —los cuales
son diferentes a las reglas o normas culturales—que han de
ser universalizables en tanto denotan un modo imparcial y
racional para decidir o juzgar, de manera que se asegure la
dignidad y la igualdad de todos los seres humanos.
2.
Prescriptivismo: el juicio moral es prescriptivo, es decir,
constituye una obligación categórica para actuar según un deber autoimpuesto libre y racionalmente. Las prescripciones
morales son imperativos que el sujeto se formula a sí mismo
como guía para la acción moral.
260
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
3.
Autonomía: los seres humanos poseen una capacidad
racional por la cual eligen someterse por voluntad propia a
los principios universales en los que basan sus juicios morales (Kant, 2002).
4.
Justicia: basándose en la teoría de Rawls4, Kohlberg plantea
que la justicia es el único criterio capaz de garantizar sin
excepción, y de manera obligatoria, la igualdad y la reciprocidad de los seres humanos, de manera tal que cada
individuo pueda contar con las condiciones necesarias para
su realización personal, y que sus actos puedan ser evaluados bajo los mismos procedimientos5.
Estos supuestos sugieren una fundamentación no natural
de la ética y se constituyen en los parámetros fundamentales
a partir de los cuales la teoría cognitivo-evolutiva de Kohlberg
evalúa las argumentaciones morales cotidianas de los seres humanos. Respecto del plano psicológico, en Supuestos psicológicos
de la teoría del desarrollo del juicio moral Kohlberg recoge diferentes niveles o aspectos como lo cognitivo, lo social y lo moral,
que serán expuestos a continuación.
Para Kohlberg, la psicología del desarrollo moral era necesaria para interpretar cómo una persona hace y evalúa las demandas
4
Realmente Kohlberg varió las concepciones éticas que habrían de fundamentar su
investigación sobre el juicio moral. Kant, Hare, Habermas, e incluso Frankena son
retomados por Kohlberg en diferentes momentos de su desarrollo teórico. En este texto
no nos referiremos a las variaciones teóricas y éticas de Kohlberg; solo aludiremos a sus
formulaciones más conocidas y a las que han permitido identiicarlo como una propuesta
deontológica en la psicología del desarrollo.
La justicia debe operar gracias a una diferenciación total de las formas y los contenidos, y
debe ser el criterio último por el que se guíen los juicios morales, cuyos atributos formales
han de ser la impersonalidad, la imparcialidad, la universabilidad y la prescriptividad
(Des Jardin, 1980, como se citó en Fonseca & Yáñez-Canal, 2004).
5
261
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
del “deber ser”, por qué las personas pueden cambiar su forma de
hacer y evaluar esas demandas, y por qué ese cambio evoluciona
en una dirección particular6 (Boyd, 1990).
En este sentido, la teoría del desarrollo moral de Kohlberg
releja los supuestos fundamentales de las teorías estructuralistas,
cuya característica esencial es describir una secuencia universal
e invariante de estadios o formas cualitativamente distintas de
organización y entendimiento de ciertos dominios. Estas teorías
enfatizan en la estructura, antes que en el contenido del pensamiento; en los patrones universales del pensamiento, antes que
en las emociones o la conducta; y plantean que el desarrollo sigue
una secuencia que va de lo concreto a lo abstracto. Dentro de esta
tradición, cada nuevo estadio implica siempre una forma superior
de razonamiento que en términos cualitativos diiere de la forma
del estadio anterior; es decir, cada estadio nuevo obliga a reestructurar todas las opiniones sobre los asuntos morales. Además,
supone que los estadios superiores integran jerárquicamente
las estructuras de pensamiento de los estadios inferiores. Así, el
desarrollo moral se organiza en una secuencia evolutiva y coherente, de carácter invariante y universal (Salmerón, 2000).
Inscrito en la tradición estructuralista, Kohlberg (1989)
retoma los supuestos cognitivo-evolutivos de la teoría piagetiana
para extenderlos al estudio del desarrollo moral. Este enfoque
supone:
1.
Que los principales cambios producidos en el desarrollo
suponen importantes reestructuraciones en el signiicado
que el sujeto da al mundo (hipótesis cognitiva).
6
Siguiendo a Piaget, Kohlberg parte del supuesto de que los seres humanos son agentes
potenciales que construyen interpretaciones signiicativas de las situaciones; que hacen
juicios sobre esas interpretaciones; que esos juicios son racionales; y que la acción se
relaciona íntimamente con esta capacidad para el juicio racional.
262
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
2.
Que el resultado de las mismas posibilita formas superiores
de adaptación a dicho mundo (hipótesis evolutiva).
En otras palabras, Kohlberg sostiene que las nuevas estructuras logradas siempre representan formas de equilibrio superior
en la interacción organismo-medio: una mayor reciprocidad entre
la acción del organismo sobre el medio y la acción del objeto o
situación sobre el organismo. La aplicación de las dos hipótesis
anteriores al ámbito moral equivale a airmar que los principales
cambios producidos con el desarrollo son de tipo cognitivo, y
conducen a niveles superiores de justicia7.
Partiendo de estos supuestos derivados de la tradición
piagetiana8, Kohlberg considera que la condición última de la
moralidad, representada por un razonamiento abstracto y universal independiente de determinantes contingentes, sigue un
desarrollo paralelo a la evolución cognitiva que planteó Piaget.
De esta manera, propone la existencia de un paralelismo entre
los desarrollos de los juicios lógico y ético, en tanto retoma la hipótesis cognoscitiva según la cual el juicio moral tiene una forma característica en un estadio dado, y esta se presenta de forma
paralela a la formulación del juicio intelectual en una fase
correspondiente.
Según Kohlberg, Levine y Hewer (1983, como se citó en Boyd, 1990) “una teoría
psicológica adecuada de los estadios y del movimiento de los estadios presupone
una teoría normativa de la justicia; primero para deinir el dominio del razonamiento
de la justicia y segundo, para funcionar como parte de una explicación del estadio de
desarrollo. Por ejemplo, la demanda teórica normativa según la cual, un estadio superior
es ilosóicamente un estadio mejor, es parte necesaria de la explicación psicológica del
movimiento secuencial de los estadios”.
8
Los trabajos de Piaget sobre lo moral fueron realizados en al año 1932, cuando aún
no había desarrollado su modelo estructural y hacía una descripción de los estadios en
términos de nociones, que se asemejarían a la descripción de tipos ideales de juicio. En su
tesis de doctorado, Kohlberg (1958) intentó continuar esta idea de Piaget y propuso unos
estadios como tipos ideales de razonamiento. A partir de 1962, se interesó en establecer
correlaciones con la teoría “estructural” de Piaget (formulación propuesta por este último
a partir de 1935) (véase Yáñez-Canal, 2000a). De esta manera, Kohlberg reformuló su
idea de estadio en 1962 teniendo en cuenta la teoría “estructural” del desarrollo de Piaget.
7
263
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
El desarrollo de las capacidades cognitivas, como el descentramiento y la reversibilidad, posibilitarían al sujeto la
capacidad de pensar en términos abstractos y universales, y por
ende, liberarse de aspectos contingentes y contextuales. Así, en
la medida en que el sujeto se desarrolla, es capaz de alejarse de
pasiones, intereses y motivaciones personales, y de realizar un
juicio con carácter universal que considere la libertad, la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos.
En este sentido, el concepto de justicia en Kohlberg, según
Yáñez-Canal (2000b), se relaciona con modelos formales, con la
diferenciación entre “formas” y “contenidos”9 y la concepción del
desarrollo como un proceso que se dirige hacia una mayor abstracción y autonomía del sujeto. Sin embargo, según Kohlberg
(1989), aunque el desarrollo cognitivo es una condición necesaria,
no es suiciente para que se dé el desarrollo moral, que en últimas
no solo depende de unos estímulos deinidos en términos cognitivo-estructurales, sino también de estímulos sociales, resultantes de la interacción social. Además de la importancia del
desarrollo cognitivo, también son importantes los factores de
la experiencia y la estimulación social, en lo que él denomina
“oportunidades para la toma de perspectiva”; es decir, ponerse en
el lugar del otro, comprender sus actitudes y tomar conciencia
de sus pensamientos y sentimientos.
Kohlberg, retomando a Hare, rescata esta capacidad de
“toma de perspectiva” argumentando que para que la prescriptividad y la universabilidad sean seguidas sin ningún tipo de
9
Por otra parte, la teoría de Kohlberg —al igual que todas las teorías estructuralistas—
parte del supuesto de la diferenciación entre “forma” y “contenido”, o entre “competencia”
y “actuación”. La forma hace alusión a una “estructura” universal, a través de la
cual los sujetos organizan su razonamiento de forma coherente durante el desarrollo,
independientemente del contenido. Este último, en cambio, alude a las variables
contextuales o situacionales particulares e independientes sobre las cuales se expresa la
forma o la estructura subyacente del razonamiento. Por esto, dentro de este paradigma es
fundamental la comprensión de la “forma”, en tanto determina el razonamiento y permite
entender la coherencia de los juicios en una amplia variedad de contextos.
264
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
contradicción (es decir, para que el carácter obligatorio se aplique
incluso cuando nos afecte directamente), es necesario suponer
que todos los seres humanos tenemos una capacidad particular
de ponernos en el lugar del otro, y sentir con él aquellas sensaciones que nos conducirían a rechazar todas las acciones donde
cualquier ser humano pudiera verse afectado negativamente10
(Yáñez-Canal, 2004a). Sin esta capacidad de sentir lo que los otros
pueden sentir, no podríamos considerar todas las perspectivas
y necesidades de los sujetos involucrados en un conlicto moral.
Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro resulta fundamental para el ejercicio de la justicia, en tanto posibilita la resolución
de conlictos morales contemplando los puntos de vista y las
necesidades de todos los involucrados.
Con base en la teoría de Selman11, Kohlberg airma que al igual
que el desarrollo cognitivo, el desarrollo de la cognición social,
es una condición necesaria pero no suiciente para el desarrollo
moral. Considera que ambos son prerrequisitos para este último,
y llega a airmar que hay un fuerte vínculo, teórico y empírico
Igualmente, Rawls supone que los sujetos en la situación original habrán de tener
unos mínimos conocimientos psicológicos que les permitirían entender las ambiciones
y deseos de sus semejantes.
11
Selman (1980) se interesó en investigar el entendimiento interpersonal, aspecto
fundamental en el desarrollo de la cognición social, que incluye esencialmente la
coordinación de los puntos de vista psicológicos de uno mismo y de un otro. Esto es lo que
se deine como “apropiación de la perspectiva social”. Esta es una actividad constructiva
que cambia la concepción que tiene el niño de lo que signiica ser persona (un self o un
otro). El aspecto esencial de esta integración es la distinción dialéctica, planteada por
Mead, entre el self como sujeto (el yo o tomador de la perspectiva) y el self como objeto
(el yo o la perspectiva que está siendo tomada). Según Selman, existen tres parámetros que
caracterizan la apropiación de la perspectiva social: 1) La apropiación de la perspectiva
social incluye un entendimiento de la forma como los puntos de vista de los humanos se
relacionan y se coordinan con otros. 2) La apropiación de la perspectiva social también
involucra un entendimiento en desarrollo de las características y capacidades psicológicas
intrínsecas de los individuos, no solo la compleja coordinación de operaciones cognitivas
descentradas, es decir, tiene un componente social intrínseco; y 3) La apropiación de la
perspectiva social provee una infraestructura teórica sobre la que puede organizarse el
entendimiento del niño de un número signiicativo de relaciones psicológicas y sociales.
Así, la apropiación de la perspectiva social puede verse como una herramienta analítica y
como una habilidad sociocognitiva clave en el desarrollo del niño. La capacidad humana
de coordinar roles es la fuente de sentido del self y la esencia de la inteligencia social.
10
265
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
entre la apropiación de la perspectiva social y el razonamiento
moral. El niño, en un sentido general, estructura y entiende
su ambiente social a través de la apropiación de la perspectiva;
así, el razonamiento moral del niño dependerá, en parte, de su
apropiación de la perspectiva.
Si los estadios del juicio moral se reieren al desarrollo de
teorías cada vez más adecuadas sobre la manera como los individuos deberían actuar, pensar y sentir respetando al otro, cada
nivel de apropiación de la perspectiva social se reiere a teorías
cada vez más adecuadas sobre por qué y cómo los individuos
piensan y actúan en relación a otro. En este sentido, los constructos del juicio moral y la apropiación de la perspectiva pueden
verse como sobrepuestos. Así, para Kohlberg (1989), la estructura cognitiva piagetiana, unida a la cognición social y al juicio
moral, constituyen la dimensión horizontal del juicio. Si nos
representamos los estadios del desarrollo según un eje vertical
en un plano cartesiano, las diferentes formas del juicio se representarán en un eje horizontal.
Aunque este esquema horizontal del juicio supone, según
Kohlberg, los prerrequisitos necesarios para lograr un juicio moral
imparcial que atienda a principios universales, requiere además
un último escalón: la acción moral. Este componente debe establecerse a partir de las anteriores dimensiones del juicio, consideradas necesarias. En esta lógica, según la cual lo estructural (el
juicio) determina las acciones posibles del organismo, un sujeto
que ha logrado un alto razonamiento moral solo puede comportarse
conforme a normas morales universales y no en función de factores de otra naturaleza como, por ejemplo, aspectos relacionales,
afectivos o motivacionales.
Este último eslabón es precisamente un punto importante
de una serie de cuestionamiento a la teoría de Kohlberg. A pesar
de que Kohlberg (1989) intentó abordar el problema de la acción,
266
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
este es el punto álgido y débil en su formulación sobre el desarrollo moral, que ha motivado la formulación de nuevas propuestas.
Antes de clariicar algunos de estos nuevos abordajes, presentaremos algunas críticas a la obra de Kohlberg que son esenciales para
la comprensión de estas nuevas formulaciones que defendemos
en torno al desarrollo moral.
Críicas a la noción de jusicia, al concepto
de razón y a la diferenciación entre juicio y
acción en la obra de Kohlberg
La formulación teórica de Kohlberg ha sido objeto de múltiples críticas que han dado lugar a nuevas conceptualizaciones
del desarrollo moral; expondremos aquellas que sean fundamentales para nuestro estudio y nuestra conceptualización posterior.
Algunas de las críticas que queremos señalar son las referidas a la
idea de justicia, la negación del contenido en la moralidad y la idea
de la perfecta correspondencia entre juicio y acción moral.
Con respecto al primer tema, Puka (1990) crítica el postulado
de Kohlberg de que el estadio inal hacia el que tiende el desarrollo
moral natural se caracteriza por un razonamiento en términos de
justicia recíproca, igualitaria y universal. El estadio 6 (estadio inal
del desarrollo) de Kohlberg
(…) valida la visión moral que se centra en lo correcto y plantea la
lógica de lo correcto-lo incorrecto; también subestima la visión
que considera lo bueno; y favorece los principios universales sobre
las reglas pragmáticas, los hábitos situacionales o las intuiciones particulares; incluso favorece ‘el respeto por las personas´
kantiano (igual consideración por la autonomía personal) sobre
la preocupación utilitaria por el bienestar del grupo. (Puka, 1990,
p. 185).
267
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Para Puka (1990), la concepción ética de Kohlberg no puede
caracterizarse por procesos formales universales; más bien, depende de ciertas pautas en la comunicación humana y ciertos
procesos donde se coordinan las creencias y signiicaciones
particulares. Dicho de otro modo, no es posible establecer la
diferenciación entre formas y contenidos, ya que los juicios dependen de una serie de signiicaciones sociales y demandas
contextuales. Los sujetos emiten sus juicios de acuerdo a sus
intereses, vínculos y preocupaciones por el bienestar de otros
(Döbert, 1990; Gilligan, 1985).
De acuerdo a esto, Puka critica a Kohlberg por el rol central
que coniere a la justicia y los derechos de igualdad en el desarrollo moral. Para él, la teoría kohlbergiana contiene un prejuicio
en relación a la supremacía de la justicia liberal. Kohlberg “interpreta la respuesta a sus dilemas a partir de una tradición intelectual particular, propia de la cultura occidental: la tradición del
contrato social, liberal, de origen kantiano” (Puka, 1990, p. 189)12.
Para Gilligan (1985)13, en la mayoría de situaciones interpersonales de la vida diaria los juicios de justicia parecen críticos
(en sentido negativo) y frecuentemente están fuera de lugar. Estos
12
Puka retoma algunas ideas comunitaristas (especialmente a MacIntyre) para criticar
la idea liberal de Kohlberg. En la ilosofía moral, el comunitarismo criticó la idea de
razón, de juicio moral y los pretendidos criterios de universalidad de las éticas liberales.
Esta posición crítica abogó por entender el juicio moral como parte de un horizonte de
signiicados propios de una tradición moral, donde la narratividad y los vínculos sociales
posibilitaban el entendimiento moral y los sentimientos de compromiso. Este movimiento
crítico de la ilosofía es paralelo a la relexión y demanda que se hace en la psicología
por la consideración del juicio moral en términos de lexibilidad y reconocimiento de las
demandas y signiicados del contexto.
13
La propuesta teórica de Gilligan ha logrado una amplia aceptación y reconocimiento,
ya que surgió dentro de dos tradiciones muy respetables: Una es la tradición de la teoría
crítica, la cual denuncia y critica el egoísmo posesivo y competitivo escondido detrás de
los derechos individuales (Marx, 1843 y MacPherson, 1962, como se los citó en Puka,
1990, p. 194); y la otra es la de la benevolencia, que surge de la concepción de virtud
de Aristóteles, el confucionismo, el agapeísmo cristiano, a través del Utilitarismo y las
concepciones de autorrealización de Fromm y Maslow (Puka, 1990, p. 194).
268
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
juicios se caracterizan por la formalidad y la abstracción, y por
una adherencia legalista a los principios generales, incluso cuando se enfrentan al dolor y a la frustración individual. No logran
dar cuenta de las dinámicas de los conlictos situacionales o de
oportunidades, y la diferenciación entre aspiraciones y vulnerabilidades de individuos particulares. “Peor aún, ellos intencionalmente nos llevan a herir y lastimar a otros una vez que la
moralidad ha hablado en referencia a los cálculos de los derechos
y cuando la igualdad ha sido servida” (Puka, 1990, p. 192). La
justicia tiende a desestimar las lealtades personales surgidas
de lazos especiales y sanciona la autonomía del individuo por
encima de todo, olvidándose de las relaciones entre las personas
y de las necesidades entre unos y otros.
Por otra parte, la poca correspondencia entre el juicio
y la acción moral dio lugar a un tercer conjunto de críticas, que
evidenciaban la necesidad de abordar el tema de la motivación
moral en el campo de la psicología. La escasa correlación entre
juicio y acción moral se debe, a decir de Salmerón (2000), a la
falta de la inclusión de las virtudes de carácter, las actitudes y
disposiciones, y los sentimientos en el terreno de la moralidad.
Aunque para Kohlberg, al igual que para Kant, los sentimientos
y las inclinaciones naturales pueden mantenerse al margen en
el proceso de desarrollo moral, para Foot (1994, como se citó en
Salmerón, 2000) los sentimientos suponen formas de motivación
que, si bien no son el único fundamento de la acción moral, sí
constituyen un factor esencial en el plano de la ejecución. Para
ella, el cultivo de los sentimientos morales (benevolencia, generosidad, simpatía, cooperación) no solo informa a los procesos
racionales que permiten construir principios supremos, sino que
también pueden constituir el motivo de la acción moral. Esta
perspectiva obedece a una concepción de lo afectivo que no se
separa tajantemente de los procesos racionales; se trata de una
269
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
explicación que reconoce la participación de vínculos estrechos y
complejos entre sentimiento, creencias, deseos y otras actitudes
proposicionales14.
Así, en contraposición con la teoría Kohlbergiana, se ha
desarrollado una serie de teorías que proponen entender lo moral en situaciones cotidianas, o que entienden el juicio moral en
estrecha relación con las relaciones íntimas, o los sentimientos y
vínculos interpersonales.
Los senimientos, la idenidad y la
responsabilidad moral: nuevas perspecivas
Las críticas a Kohlberg y las teorías recientes en psicología
del desarrollo moral han puesto en el centro de la discusión
contemporánea la ampliación del ámbito de lo moral a la consideración de los aspectos motivacionales, al igual que las relaciones interpersonales y las variables contextuales. En este sentido,
aspectos como el componente afectivo y el papel del agente en
el ámbito de la moralidad ocupan el primer plano en el debate
actual. Investigaciones como las de Haan (1985), Turiel (1998,
2002), Krebs y Rosenwald (1977), Krebs et al. (1991, 2005, 2006) y
Nucci (2004), entre otros, muestran la importancia de considerar
ítems cercanos al contexto afectivo-emocional del agente, e interrogan acerca de los grados de su implicación con miras a pensar
la conexión entre juicio y acción moral. Estas posturas evidencian la necesidad de explorar la naturaleza psicológica de la
integridad, o de la coherencia personal, en función de los procesos y habilidades implicadas en la capacidad de atribuir a la vida
Al igual que en la psicología, en la ilosofía se ha transformado la relexión por lo
moral. Aparte de las discusiones de la ética normativa (sobre el fundamento y criterio
para entender lo correcto moralmente), en la metaética el foco de atención pasó de la
forma como se organizaba el lenguaje y el juicio moral a la pregunta del porqué del
comportamiento moral. En las discusiones metaéticas modernas (que en ilosofía se
encuentran con el nombre de “psicología moral”), las preguntas giran en torno a las
emociones morales, los sentimientos de compromiso y la responsabilidad.
14
270
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
propia signiicados compartidos y aceptados a nivel personal; y
de la acción según formas que concuerden con las concepciones
e ideas del agente. Dentro de esta línea vamos a abordar la propuesta teórica de Monika Keller, que hace énfasis en el desarrollo de la responsabilidad moral en los contextos de interacción
cercana.
La responsabilidad moral y su papel normaivo
La teoría de Keller busca clariicar la estructura y los aspectos de contenido del razonamiento sociomoral. Así, apunta al
estudio de la creación del signiicado sociomoral en las relaciones
de amistad, en tanto este tipo de vínculo permite analizar aspectos que se consideran fundamentales para la moralidad desde las
teorías éticas tradicionales.
En efecto, en contraste con las relaciones de poder asimétrico, la amistad representa una relación entre iguales. Esta
estructura simétrica permite la negociación del signiicado de las
obligaciones y las responsabilidades, que de esta forma ayudan
a fomentar el desarrollo de la autonomía moral. Así, el contexto
de la amistad permite evaluar los deberes que han sido deinidos
como negativos desde la ilosofía (no hacer daño a los otros),
que se consideran de obligatorio cumplimiento desde el punto
de vista moral, así como los deberes positivos (preocupación por
el bienestar de los otros). Emocionalmente, a través de los lazos
afectivos cercanos que se presentan en la amistad, las personas
experimentan el sentido de reciprocidad y cuidado mutuo, y
llegan a ser concientes de su responsabilidad en una relación interpersonal (Keller et al., 1998; Keller, 2004).
Los conlictos interpersonales en la vida cotidiana se relacionan con la moralidad, siempre que impliquen la evaluación
de las conductas, los motivos y los sentimientos del self y del otro
271
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
con respecto a las reglas y principios sobre lo que es “correcto” y
razonable en términos de justicia e igualdad, y lo que es “bueno”15
en términos de los ideales del self y de las relaciones.
Los tres supuestos básicos que caracterizan la teoría de Keller
son: 1) el desarrollo del signiicado sociomoral se inicia a partir
de teorías ingenuas de acción social16, que en el curso del desarrollo estas se organizan en categorías; 2) la organización de estas
categorías17 surge del proceso de diferenciación y coordinación de
las perspectivas, y a su vez produce como resultado la emergencia
de sistemas de signiicados más abarcadores o comprensivos; y 3)
una parte central de la creación del signiicado sociomoral es el
desarrollo del self como agente intencional y responsable. En la
teoría de este autor, el entendimiento interpersonal y la conciencia moral abarcan la comprensión de los aspectos descriptivos y
prescriptivos de las relaciones sociales, la cual deviene del proceso de diferenciación y coordinación de perspectivas18.
Retomando a Selman (1980), Keller considera que el conocimiento descriptivo alude al conocimiento explicativo acerca de las
motivaciones subjetivas en términos de intenciones, preferencias,
15
Recuérdese que la diferencia entre lo “correcto” y lo “bueno” se establece para diferenciar las diversas perspectivas éticas. Las posturas deontológicas relexionan sobre
lo “correcto” e imponen reglas que habrían de ser válidas, independientemente de las
particularidades históricas o personales. Las éticas teleológicas, al contrario, piensan lo
moral en términos de lo “bueno”. Esto signiica que lo moral se deine en función de los
proyectos de realización o los ideales de “vida buena” presentes en las visiones culturales.
16
Los conceptos o teorías ingenuas de la acción representan un conocimiento tipiicado
disponible para las personas en la interpretación de la situación, que funciona como
un conocimiento tácito desde el cual se derivan las interpretaciones especíicas de la
situación y los procesos de negociación entre demandas conlictivas.
17
Monika Keller retoma las teorías de la acción social y algunas posturas del
interaccionismo simbólico para deinir el self y las reglas morales como producto de
sistemas simbólicos propios de comunidades de interacción. Aunque esta misma perspectiva fue asumida por Kohlberg, en su obra no tuvo implicaciones explícitas sobre la
caracterización del juicio moral y la descripción de los estadios.
18
Keller (1989), retomando a Selman (1980), plantea que el razonamiento social
descriptivo abarca las relexiones sobre los estados psicológicos del self, sobre las otras
personas y sobre las relaciones entre personas, mientras que el razonamiento moral
prescriptivo abarca los juicios deónticos de lo que es correcto y obligatorio en términos
de los estándares morales que regulan las relaciones entre las personas.
272
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
esperanzas, intereses, expectativas y sentimientos. Igualmente, el
aspecto descriptivo contempla el conocimiento sobre las consecuencias de las acciones y las estrategias para llevar a cabo ciertos
objetivos. El conocimiento prescriptivo reiere a las normas y
valores que regulan la relación entre las personas. Estas normas
proporcionan al agente tanto “razones para la acción” (en el sentido
de la cognición social descriptiva), como razones justiicadas interpersonal y moralmente (Keller, 1984; Keller & Edelstein, 1991).
Keller intenta asumir dentro de las relaciones interpersonales los
aspectos descriptivos y prescriptivos, y de esta manera evaluar la
capacidad de toma de perspectiva de los sujetos a la par que sus
juicios sobre lo correcto de las acciones que pueden afectar el
bienestar y la integridad de otros.
En este sentido, la teoría de Keller parte de la distinción
entre la estructura y los aspectos de contenido en el razonamiento
social y moral. Como ya se dijo, la actividad del niño inscrita en
un contexto especíico permite, mediante el proceso de diferenciación y coordinación de perspectivas, la emergencia de categorías
de signiicado sociomoral. Estas categorías suponen un conocimiento general (prescriptivo), referido a las reglas que gobiernan
las interacciones y las relaciones, y uno especíico (descriptivo),
referido a las características particulares de las acciones, las personas y las relaciones.
Por otra parte, el desarrollo sociomoral implica una conciencia creciente del self como agente intencional y responsable.
En función de la coniabilidad social, el self debe ser consciente
de los intereses de los otros, ya que solo tal conciencia lo capacita para mantener relaciones interpersonales. El desarrollo de la
concepción de un self responsable requiere aspectos cognitivos
y afectivo-motivacionales. En los primeros se incluye el conocimiento de las reglas y principios morales que son relevantes
para analizar las interacciones sociales, al igual que la capacidad
273
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
para analizar las situaciones desde la perspectiva de los otros. El
componente afectivo-motivacional, por su parte, hace referencia
a la anticipación de las consecuencias que nuestra acción pudiera
tener sobre otras personas signiicativas para nosotros, y a la vez,
la posible identiicación con ellos y la preocupación por sus intereses como si fueran los nuestros. Esto incluye la motivación
para compensar a los otros por la violación de algunas de nuestras
obligaciones o responsabilidades, y el sentimiento correspondiente cuando se ha violado una obligación moral.
Para Keller (1984), las expectativas moralmente relevantes
que gobiernan las interacciones de las personas surgen entre el
self y el otro, y pueden verse como el resultado de las transformaciones en el desarrollo de la relación entre ambos. Incluso,
el entendimiento cognitivo y afectivo de las relaciones, así como
las teorías ingenuas sobre lo que signiica (moralmente) estar en
una relación, son consideradas como la base para el desarrollo
del entendimiento de los conceptos de obligación y responsabilidad en las relaciones.
Según Keller y Wood (1989) el desarrollo de las categorías
de las teorías ingenuas y el desarrollo de la responsabilidad derivan de la capacidad para diferenciar y coordinar las perspectivas.
Mediante esta última, las personas construyen el signiicado del
mundo social y del self como parte de este mundo, lo que les permite entender la forma en que sus acciones inluencian a los otros
y cómo inluyen las de los otros sobre sí mismos; a través de la
estructura relexiva del proceso de toma de perspectiva se establece la intersubjetividad.
Mediante la toma de perspectiva, las personas son capaces
de coordinar sus expectativas con las de los otros y entenderlas
como mutuas. El concepto de expectativa tiene un signiicado
explicativo (predictivo) en el marco de la cognición social, cuando
se establecen signiicados compartidos sobre las acciones. En el
274
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
marco normativo de la ética, dicho concepto implica patrones de
acción obligatorios y aceptados mutuamente, cuya legitimidad se
deriva de normas compartidas intersubjetivamente que regulan la
conducta en cierto tipo de situaciones. En este marco normativo,
comprender la acción signiica ser capaz de reconstruirla con
respecto a las expectativas recíprocas, considerando la diferenciación entre las preferencias subjetivas y lo preferible moralmente
(Keller, 1984). En su forma más desarrollada, este proceso complejo
de regulación-interacción reclama la existencia y la operación de
un conocimiento sociomoral complejo y un sentido de self como
agente moralmente responsable (Keller & Wood, 1989; Keller &
Edelstein, 1993a).
Por responsabilidad moral, Keller (1993a) entiende el compromiso de una persona con las obligaciones morales e interpersonales propias de las relaciones cercanas. Esto implica un self
que, como agente, acepta la responsabilidad por sus acciones y
las consecuencias que tienen para los otros. En este sentido, los
sentimientos son el indicador esencial de la responsabilidad
moral, ya que solo la consideración de los sentimientos y el
compromiso con los otros pueden lograr la coherencia entre juicio y acción moral.
Keller deine el self moral como la toma de conciencia de los
aspectos morales en las relaciones interpersonales; y plantea que
su desarrollo posibilitaría la consistencia o la coherencia entre el
juicio y la acción. Desde el punto de vista del desarrollo, sentir
la necesidad de establecer consistencia entre las acciones y los
pensamientos es un logro tardío en el desarrollo que, según Keller,
requiere el desarrollo de un self que acepte la responsabilidad por
sus acciones y deina por sí mismo las categorías morales relevantes.
En un primer paso del desarrollo de un self moral, los niños
llegan a ser conscientes de que sus acciones tienen consecuencias para otros, que pudieron ser o no pensadas o deseadas; esta
275
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
experiencia involucra aspectos cognitivos y afectivos. A través de
la toma de perspectiva, el self llega a participar cognitivamente
del mundo de otros, y mediante sentimientos empáticos participa
emocionalmente del mundo de los demás. Este compartir emocional de las consecuencias de las acciones del self sobre los otros
es una importante fuente motivacional para evitar consecuencias
negativas a estos, o a in de realizar estrategias compensatorias
que sirvan para restablecer el balance emocional en la relación
(Keller & Edelstein, 1993a).
En un siguiente paso del desarrollo del self, la persona empieza a comprender que sus acciones y los efectos que de ella dan
lugar a las evaluaciones que los demás hacen de este. Gradualmente, los niños llegan a ser conscientes de que este sistema
evaluativo no solo incluye las cualidades del self, sino también
sus cualidades morales. Incluso, las personas llegan a desarrollar
un sistema para evaluar el self y las acciones del mismo. Los
sentimientos morales están atados a una imagen de “sí mismo”
que la persona desea establecer o busca mantener, ya que funcionan como motivos para actuar de acuerdo con obligaciones y
responsabilidades, y establecen consistencia entre lo que es juzgado como correcto y responsable, y la acción que en estas mismas
situaciones de conlicto moral o interpersonal debiera realizarse.
El desarrollo de la responsabilidad interpersonal y moral
también signiica que las personas experimentan un aumento en
la necesidad de justiicar moralmente las acciones del self. La justiicación establece la consistencia de este último de dos maneras:
1.
Externamente: justiicaciones dadas a los otros que son
afectados por nuestras acciones, lo que permitiría mantener
o restablecer una determinada visión que los otros tienen
del self como agente moral.
276
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
2.
Internamente: justiicaciones y excusas para sí mismo que
buscan restablecer la consistencia moral cuando las responsabilidades y las obligaciones son violadas, logrando de
esta manera mantener una visión particular del sí mismo.
La necesidad de justiicar las acciones del self presupone el
desarrollo de una conciencia donde la persona ha interiorizado la evaluación de otros signiicativos y está orientada
por principios morales obligatorios que afectan a los otros
tanto como a sí mismo.
Como podemos observar, el concepto de self moral empieza
a adquirir gran importancia teórica en tanto se asume como una
fuente poderosa de motivación moral; en otras palabras, nuestros
compromisos morales adquieren poder motivacional en la medida en que el self se identiica con ellos.
Para probar sus planteamientos teóricos, Keller ha realizado
estudios empíricos en diversas culturas. En 1998 realizó un estudio transcultural sobre el razonamiento sociomoral con niños y
adolescentes chinos e islandeses. La muestra de ese estudio estuvo
constituida por 97 niños islandeses y 80 niños chinos, distribuidos
en 4 grupos de edades: 7, 9, 12 y 15 años. El razonamiento sociomoral se evaluó mediante entrevistas individuales sobre un dilema
moral-interpersonal. La historia se reiere a dos amigos cercanos
que se conocen hace mucho tiempo y un niño nuevo en la clase,
que aún no tiene amigos. El protagonista de la historia promete a
su mejor amigo visitarlo el sábado en la tarde, que es el día frecuente de encuentro; y este último dice al protagonista que
quiere mostrarle unos juguetes nuevos, pero quiere hablarle en
especial de un problema importante que tiene. Al inal del día,
el protagonista recibe una llamada del niño nuevo para invitarlo
a cine o a un concierto de pop de su grupo favorito, solo que
la presentación es el mismo día y a la misma hora en que había
prometido visitar al amigo. Además, al amigo no le agrada el
niño nuevo.
277
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
A partir de esta historia, Keller et al. (1998) exploran aspectos que consideran esenciales en el estudio del razonamiento sociomoral a partir de las siguientes preguntas:
●
Contexto de la elección práctico:
1.
Elección práctica: ¿qué hará el protagonista en esta
situación?
2. Razones para la elección y para la otra alternativa: ¿por
qué el protagonista decide hacer eso? ¿podría el protagonista decidir hacer (la opción alternativa)? ¿Por qué?
●
Contexto de la elección moral
3. Juicio moral: ¿es correcta la decisión del protagonista en
esta situación? ¿Cuál decisión sería correcta?
4. Razones morales: ¿por qué esa elección sería correcta?
Con estas preguntas Keller evalúa el contenido de razonamiento sociomoral; y apunta a dilucidar aspectos fundamentales
como el espectro motivacional moral y el desarrollo del self moral.
Los resultados generales de este estudio muestran que, en
general, en ambas culturas la opción del niño nuevo fue menos
elegida que la del amigo. Más aún, fue menos elegida por los
islandeses que por los chinos, y fue más frecuente en el contexto
de la elección práctico que en el moral. Esto, según Keller et al.
(1998), mostraría que, independientemente de la cultura la amistad, se vuelve un valor moral sobresaliente a lo largo del desarrollo, especialmente en la adolescencia.
En cuanto a la motivación moral, el estudio demuestra que
razones hedonistas como el interés por los objetos19 son más
19
Todas las categorías de contenido (razones para la elección el contexto práctico y moral,
tales como interés por el objeto, altruismo-empatía, calidad de la amistad, etc.) utilizadas
por Keller serán deinidas en el apartado de Categoría de análisis.
278
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
usadas por los islandeses que por los chinos, y en ambas culturas
más en el contexto de la elección práctico que en el moral. Entre
los islandeses, el uso de este tipo de razones era más frecuente
en los niños de edades menores; mientras que entre los chinos
el porcentaje de uso se mantenía estable en todos los grupos de
edad. Las razones altruistas, en cambio, fueron poco usadas por
toda la muestra en general. Sin embargo, fueron menos frecuentes en los islandeses que en los chinos, y menos frecuentes en el
contexto de la elección práctico que en el moral, pero más frecuente en los niños de 7 y 12 años que entre los de 15 años.
Sumado a lo anterior, se encontró que estos dos tipos de
razones —hedonistas y altruistas— se asocian mucho más a la
elección del niño nuevo que a la del amigo. En cambio, la elección
del amigo se encontró más asociada a razones legítimamente morales e interpersonales como la promesa hecha y la calidad de la
relación, respectivamente.
Las razones referidas a la calidad de la amistad fueron
usadas más por los chinos que por los islandeses, más frecuentemente en el contexto de la elección práctico que en el moral; y
se encontró que su uso en los islandeses aumentaba con la edad,
mientras que entre los chinos permanecía estable. Las razones
referidas a la obligación moral de la promesa, por su parte, fueron
más usadas por los islandeses que por los chinos, y más frecuentes en el contexto de la elección moral que en el práctico. Los
resultados muestran que el porcentaje de uso de razones referidas a la promesa permanece estable a través de los grupos de edad
entre los niños islandeses, mientras que entre los chinos la reieren
más los niños de 9 y 15 años.
En general, según Keller et al. (1998), los resultados apoyan
la hipótesis de que la consistencia es un logro tardío del desarrollo,
lo que evidenciaría el surgimiento y desarrollo del self moral. Esto
279
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
porque a mayor edad, más tendencia a evaluar la elección en el
contexto de la elección práctico como correcta en el de la elección
moral; y porque a mayor edad, más capacidad de percibir la violación de la obligación moral y de formular estrategias para la
resolución del conlicto moral.
Por otra parte, aunque los resultados apoyan diferencias
culturales referidas a la comprensión de los conlictos morales,
mostrando que los islandeses tienden a referir razones que privilegian los derechos personales mientras que los chinos privilegian los deberes sociales, es evidente para Keller que se presenta
una secuencia universal de niveles de desarrollo de la comprensión sociomoral, independientemente de la cultura. Es decir, los
resultados apoyan la idea de un desarrollo estructural de la
comprensión sociomoral, según la cual cada nivel de desarrollo
representa formas cada vez más complejas de teorías subyacentes
de la acción.
A partir de los resultados obtenidos en estos estudios longitudinales, Keller et al. (1998) han formulado una serie de niveles
de la comprensión sociomoral, teniendo en cuenta aspectos referidos tanto a los intereses personales como a los conlictos entre
las normas morales e interpersonales y una reconstrucción
adecuada del signiicado de las relaciones entre aspectos descriptivos y prescriptivos. A continuación, presentamos un cuadro
en el que se resumen las características más esenciales de los
niveles de desarrollo propuestos por Keller.
Niveles del desarrollo del razonamiento
sociomoral según Monika Keller
A continuación, se presentan los cinco niveles del desarrollo
de la comprensión sociomoral formulados por Keller en función
de cinco aspectos generales, a saber: la comprensión de aspectos
280
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
normativos; la comprensión de aspectos interpersonales; la
comprensión de la situación especíica (aplicación de normas
generales a situaciones particulares); la atribución de consecuencias de la acción (en relación a la capacidad de apropiación de la
perspectiva social); y la formulación de estrategias de reparación.
Nivel 0
En este estadio, los sujetos no comprenden el signiicado de
cumplir una promesa y no pueden dar razones de por qué debe
cumplirse; no ven la promesa como obligatoria, ni consideran
consecuencias resultantes de incumplirla. Por otra parte, los
sujetos de este estadio deinen la amistad cercana como una interacción física momentánea. El pensamiento del niño falla
en el reconocimiento o diferenciación de los atributos físicos y
psicológicos de las personas; se confunde el concepto de amistad
con el hecho de una interacción frecuente para jugar. Asimismo,
se considera como amigo a la persona que tiene más atributos físicos para el juego. En este marco, la conianza se limita a la lucha
en el terreno de las capacidades físicas: por ejemplo, se confía en
aquella persona que no rompe los juguetes, lo cual se asocia a la
falta de fortaleza para romperlos. Los problemas entre amigos
se resuelven a través de la fuerza física y, dado que la amistad es
física y momentánea, puede romperse por peleas o por disgusto
sobre atributos físicos (p. ej., la voz).
En cuanto a la compresión de la situación especíica, los sujetos de este estadio no comprenden la dimensión interpersonal
del conlicto, ni logran deinir la situación en términos de un
conlicto entre un interés personal y una obligación derivada de
una relación interpersonal. Además, estos niños consideran solo
objetos y acciones, mas no relaciones interpersonales en la toma
de decisiones; y atribuyen al amigo intereses hedonistas subjetivos del self, lo que muestra que aún no tiene la capacidad para
diferenciar las diversas perspectivas de los actores. Tampoco se
281
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
presenta una conciencia clara del self como agente intencional;
y los efectos psicológicos de la acción del self sobre los otros son
interpretados en términos de los intereses de este último, por lo
cual no se evidencia una conciencia real del dilema.
Dado que los sujetos de este estadio no perciben la violación
de la obligación interpersonal, no justiican su decisión, ni pueden
predecir consecuencias de su acción más allá del sentimiento de
tristeza del amigo por el incumplimiento, pero no lo relacionan
con la violación de una obligación sino con la frustración de deseos del amigo. Tanto para el actor como para el amigo y el nuevo
niño, solo consideran consecuencias referidas a emociones básicas
derivadas de la satisfacción o frustración de los deseos hedonistas
de cada uno. La satisfacción del deseo produce emociones positivas; mientras que la insatisfacción produce emociones negativas.
Esta consideración exclusiva de los deseos de carácter hedonista del self por parte de estos sujetos se traduce en que las
consecuencias de la acción no inluyan su decisión moral y, en que
el mantenimiento de la promesa en situaciones concretas dependa
solo de deseos y preferencias subjetivas. Además, como los niños
de este estadio no perciben que la situación implique una obligación derivada de una relación interpersonal y no deinen la amistad
como un vínculo duradero, no ven la necesidad de restablecer el
balance o al armonía en una relación de amistad; y por ende, no
planean conductas ni estrategias de resarcimiento.
Nivel 1
Los sujetos de este nivel entienden que se debe cumplir lo
que se promete y pueden dar razones para apoyar esta obligación, que es considerada como una cuestión de obediencia a la
regla (uno tiene que cumplir) o a una autoridad, sin que esta se
encuentre legitimada aún. El castigo es considerado una consecuencia de no cumplir una promesa.
282
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
En relación a la consistencia moral, Keller, citando a Blasi
(1984), señala que la motivación de los sujetos de este nivel para
aceptar la norma sucede en un movimiento a posteriori, en el que
se identiica el carácter estrictamente obligatorio que subyacea
su conocimiento de las normas morales. En otras palabras, los
niños no hacen su experiencia de las obligaciones morales como
estrictamente obligatorias; si bien plantean con frecuencia que la
promesa siempre debe mantenerse, su comprensión de los motivos que la hacen obligatoria es posterior.
Por otra parte, en este estadio la amistad cercana aparece
como asistencia de una sola vía. El niño se da cuenta de los motivos, pensamientos y sentimientos de los otros, y entiende la necesidad de ser visto como una persona independiente. Esto afecta
las relaciones de amistad, pero aún no se entiende la reciprocidad.
En este orden de ideas, los amigos son importantes porque ellos
realizan ciertas actividades deseadas. Para hacer un amigo se pone
atención en sus gustos: esto es, un buen amigo es aquel que hace
lo que a uno le gusta. En conclusión, los intereses o actitudes de
una persona son agrupados en un estándar ijo que le permiten
ser amigo o no. El niño confía en las capacidades del otro, pero
la conianza se da sobre los motivos y las intenciones de ese otro.
Las causas de los conlictos son vistas unilateralmente, al igual
que la solución de conlictos. La mejor forma de conciliar es ser
forzado al arrepentimiento (dar la mano, ofrecer disculpas).
En cuanto a la compresión de la situación especíica, este
nivel puede ser caracterizado como prenormativo ya que los sujetos no se reieren espontáneamente a la promesa mencionada
en la historia, sino que se centran en los deseos e intereses del
protagonista. Pueden referirse a ambas cosas: al placer del ofrecimiento hecho por el nuevo niño o al placer de la relación en
términos de jugar con el amigo. Aparece una primera regularidad
de la interacción en una amistad que puede expresarse bajo la
283
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
forma de “jugar con el otro frecuentemente”. Un sentimiento
de cuasi-obligación resulta del hecho de que el amigo hizo una
invitación, o quiere jugar con el protagonista.
Los niños de este estadio son capaces de comprender que la
violación de las expectativas o intereses del amigo puede generar
consecuencias negativas para este último (p. ej., el amigo se pone
muy bravo porque se queda solo, entonces no jugará nunca más
con el amigo por no haberlo visitado). Dichas consecuencias
también son utilizadas como criterio para el juicio moral (p. ej., él
o ella desea ir mucho a la película), pero también hay un intento
de no mencionar el deseo hedonista o incluso esconder la acción
alternativa al amigo (p. ej., no decir nada u ofrecer una excusa por
no cumplir). Así, es claro que en este nivel prima lo afectivo sobre
la obligación moral. En la valoración moral de la situación, los
sujetos de éste estadio tienen en cuenta a nivel afectivo la situación del nuevo niño, pero no son capaces de sopesar prioridades
en función de las particularidades del contexto, ni priman las
obligaciones hacia el amigo.
En relación a lo anterior, estos sujetos interpretan las consecuencias para el amigo en términos de sentimientos de tristeza;
por ello, y porque se prevé retaliación física, tratan de evitar las
posibles consecuencias de la decisión. Asimismo, aunque se tiene
la capacidad de formular estrategias de reparación, estas son
también de carácter físico (p. ej. dar regalos).
Nivel 2
Los sujetos de este nivel consideran que cumplir una promesa es obligatorio, pero en ocasiones se justiican algunas excepciones en función de situaciones especiales (p. ej., en la muerte de
un abuelo una promesa puede romperse). No cumplir lo que se
284
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
promete es juzgado como una traición. La obligación de cumplir
una promesa se deriva del compromiso de la persona, expresado
en el acto de prometer, y de la anticipación de consecuencias
concretas que el acto de violación de la norma supone para todos
los involucrados. Las consecuencias se reieren a los sentimientos
y reacciones de los otros, generados por la violación de la norma
(p. ej., sentimientos de tristeza o decepción, así como sentimientos
negativos del self: sentirse mal por no cumplir lo que se promete).
Keller y Wood (1989) plantean que la comprensión del sentimiento de culpa a nivel cognitivo presupone la coordinación de
perspectivas alcanzada en el estadio 2, donde el self puede observar sus propias acciones a través de los ojos de las otras personas
(estadio 2, nivel preconvencional Kohlberg). En este nivel, el
razonamiento no tiene un carácter de intercambio instrumental,
sino que se trata de unos argumentos genuinamente normativos
e interpersonales.
En este estadio, la amistad cercana es entendida como una
justa cooperación. Teniendo en cuenta que en este nivel se establece la coordinación de perspectivas en términos cognitivos,
el niño desarrolla la habilidad de ver la reciprocidad entre perspectivas interpersonales. El tener en cuenta los pensamientos
y sentimientos de las personas lleva a una justa reciprocidad;
sin embargo, esto se da accidentalmente y no porque se quiera
estructurar de esa manera. En otras palabras, la reciprocidad se
desarrolla como un medio para satisfacer los intereses propios, en
lugar de los comunes. El hacer amigos requiere la coordinación
de gustos en contextos especíicos, más que encajarlos en el estándar ijo de alguien. Compartir se entiende como una actividad
recíproca, por lo que el hecho de que el amigo se vaya con otra
persona puede ser motivo de celos. En este estadio, la amistad
difícilmente es vista como un sistema que puede trascender el
contexto inmediato.
285
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
En cuanto a la compresión de la situación especíica para
los niños de este nivel, el aspecto normativo de haber hecho una
promesa al amigo se convierte en el foco de interés para el niño. No
cumplir una promesa se juzga como traición y, por ende, el amigo
que incumple lo que promete es considerado traidor o mal amigo.
La dimensión temporal (haber sido amigos por mucho tiempo) y
las regularidades espaciales de interacción (reunirse siempre los
domingos) marcan aspectos especiales de la amistad y constituyen
razones para la elección de la acción y el razonamiento moral. Se
presenta empatía hacia los sentimientos del amigo si es ignorado,
rezagado o traicionado. En este nivel emergen sentimientos morales genuinos (p. ej., el protagonista se siente mal por no cumplir lo
que promete a su amigo) que se derivan de hechos morales como
la obligatoriedad de la promesa, pero también de aspectos de la
relación en sí misma (haber sido amigos durante mucho tiempo);
por esto, implica una preocupación especial por el bienestar del
otro y suscita una reacción emocional particular en el caso de la
violación de una responsabilidad.
Las estrategias reguladoras sirven para rechazar un desequilibrio o para restablecer el balance en la relación cuando se
presenta la violación de demandas morales e interpersonales.
Además, los sujetos de este nivel pueden pretender que el amigo
los entienda explicando sus motivos para ir a la invitación del
nuevo niño, reiriéndose a lo especial de la oportunidad. También
pueden pedir perdón, ofrecer una compensación especial al amigo e, incluso, tratar de alcanzar un acuerdo consensual con él,
explicando la situación antes de decidir.
En el caso de que el protagonista haya ido con el niño nuevo,
la estrategia de regulación es mentir de forma explícita, tratando
de rechazar las consecuencias negativas que resultan de la violación de la obligación y la responsabilidad. Raramente la situación
del niño nuevo es señalada como una razón para la aceptación de
su invitación.
286
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Es claro en este nivel que los sujetos anticipan las consecuencias para el actor o el amigo por la violación de una
obligación. Las razones hedonistas no son suicientes para justiicar el incumplimiento, sino más bien se utilizan razones
referidas a la excepcionalidad de la situación o razones altruistas
hacia el nuevo niño.
Dado que estos niños están en capacidad de considerar
la perspectiva del otro, se registra autoevaluación moral. En ese
sentido, los niños son conscientes de la trasgresión de la obligación y de la responsabilidad por la decisión/acción, lo cual señala
en este estadio la emergencia de sentimientos morales de culpa.
Así, las consecuencias para el amigo (por el incumplimiento) son
interpretadas en términos de la relación interpersonal (preocupación por los sentimientos del otro y por la amistad). Si esta relación resulta afectada, estos sujetos buscan restituir la armonía
interpersonal mediante estrategias de carácter interpersonal ya
señaladas, tales como pedir perdón, intentar que el amigo entienda
el porqué de la decisión o alcanzar un acuerdo consensual con él.
Además, se presenta una estrategia alternativa: ocultar la acción al
amigo dándole razones no verídicas, como “tuve que acompañar a
mi madre a una tarea x”. Esta es una forma de justiicación donde
la responsabilidad es negada y el balance moral se subvierte, a pesar de que se presenten sentimientos de culpa por estas acciones
de ocultamiento y engaño que busquen evitar las consecuencias
negativas de la violación de la obligación.
Nivel 3
La obligación de cumplir una promesa es vista como resultado de una concepción generalizada sobre la manera como deben
tratarse las personas unas a otras bajo la norma de reciprocidad, y
cómo se debe actuar con miras a ser una persona coniable y digna
287
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
de conianza. La violación de la obligación de cumplir una promesa es interpretada como una traición a la conianza y sus
efectos sobre el self se vuelven relevantes.
El cumplimiento de la promesa y la obligación de mantener
las relaciones cercanas teniendo en cuenta la toma de perspectiva
se convierte en un eje esencial en la consideración del self. A nivel
cognitivo, en este estadio, los sentimientos de culpa se basan en la
habilidad de evaluar el self desde un punto de vista imparcial, que
permite la comprensión de normas generalizadas de reciprocidad
y conianza. Esta perspectiva incluye la concepción de la forma
como una persona “moralmente buena” puede actuar para ser una
persona valiosa frente a sus otros signiicativos, y para mantener
la conianza en la relación. Sentimientos morales como la vergüenza y la culpa surgen cuando los actos de la persona han sido
inconsistentes con el ideal de self moral.
Por otra parte, en este estadio la amistad cercana es concebida como un compartir mutuo e íntimo. Así, el niño puede entender la amistad por sí misma y no solo para sí mismo; puede
verla como un sistema en evolución. Aquí se hace más énfasis en
la relación como tal, en lugar de los individuos que la componen.
La amistad se caracteriza por una ayuda mutua general que
se sostiene en el tiempo y que trasciende el objetivo de alcanzar
los intereses propios en el momento inmediato. El acercamiento
ocurre en la medida en que dos personas comparten problemas
personales y se esfuerzan por mantener la amistad. La conianza
es la mayor fuerza conceptual en las amistades de este estadio, lo
que supone que cada parte está dispuesta a compartir pensamientos y sentimientos íntimos. El sujeto diferencia claramente
entre el tipo de conlictos que son menores y sirven para mejorar
las relaciones de amistad, y aquellos que amenazan los principios
fundamentales del vínculo.
288
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Un amigo es aquel que me conoce y conozco bien, con el
que no solo se comparten intereses comunes, sino experiencias
personales y sentimientos internos. En virtud de este vínculo es
posible coniar entre sí y ayudarse en tiempos de necesidad. En
este marco, la amistad se presenta como sistema de expectativas
compartidas y compromisos mutuos.
En relación a la comprensión de la situación especíica, en
este nivel se establece una noción más general de responsabilidad moral interpersonal, que implica sentimientos fuertemente
ligados a los compromisos morales y de la amistad, propios del
sujeto. Las expectativas informales y las responsabilidades de la
amistad cobran una relevancia especial; estas últimas resultan no
solo de las promesas hechas y de la obligación de cumplirlas, sino
también de la relación en sí misma (p. ej. se debe ser especialmente
sensible al bienestar del amigo). Los amigos tienen que tener en
cuenta los sentimientos de uno y otro, y asistirse mutuamente
en situaciones de necesidad. En esta vía, los problemas del amigo
tienen un valor moral especíico. La obligación parece derivarse
de una concepción del self como parte de una relación en la cual
este se siente conectado cercanamente con el amigo y quiere ser
considerado por el mismo como digno de conianza y responsable.
En este nivel, el deseo o necesidad de mantener una promesa
al mejor amigo se deriva de una norma generalizada de reciprocidad, que involucra a la conianza y el vínculo emocional especíico
con el amigo. Las expectativas de la amistad y las responsabilidades morales logran igual preeminencia en la toma de decisión y
en el juicio moral. Así, el compromiso, la obligación y los vínculos afectivos determinan la elección, la evaluación moral de la
elección y la anticipación de consecuencias de la violación. Las
observaciones muestran que la obligación estricta para mantener
la promesa —tanto en el razonamiento moral general sobre
289
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
el mantenimiento de la misma como en la comprensión de las
relaciones cercanas— es evidente en las razones dadas para la
elección moral y práctica. La conianza, y ser digno de ella,
representan los atributos centrales del self. En las amistades
cercanas, obligaciones como mantener una promesa se transforman en responsabilidades especiales que emergen desde las
interconexiones cercanas entre amigos. Con lo anterior, en este
estadio el self moral puede ser deinido como un self relacional.
Ahora bien, la conciencia moral del sujeto registra la necesidad de comunicar las intenciones reales al amigo. La promesa
se rompe solo con aprobación y se buscan procesos de negociación entre amigos que integre las necesidades de todos. Estas
estrategias hacen evidente en este nivel la necesidad de los sujetos
de establecer consistencia entre acción y obligación.
Nivel 4
En este estadio cobra importancia la manera en que cada
uno se evalúa a sí mismo. El signiicado de la integridad personal
es congruente con el sistema de creencias de cada sujeto. En ese
orden de ideas, la violación de obligaciones y responsabilidades
no solo es incorrecta porque daña los sentimientos de otros, sino
porque indica una debilidad moral del self; por ende, se viola el
respeto del self de la persona. A diferencia del estadio anterior,
el incumplimiento de la promesa no solo se mide en términos
de las obligaciones del self con respecto a las opiniones de los
otros, o con respecto a las obligaciones y responsabilidades frente
al sistema social, sino en términos de la consistencia del self
psicológico (interno) que emerge en función de la autonomía y
la responsabilidad.
En este nivel, por otra parte, se produce la necesidad de
adquirir una distancia relexiva de las relaciones para establecer
una comprensión del self como actor autónomo. Con respecto
290
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
a la amistad cercana, el adolescente tardío (adulto joven) logra
comprender de forma simultánea las complejidades psicológicas
de la mente humana y de otras personalidades, así como la
particularidad y la individualidad. Las amistades cercanas son
vistas como la unión (el acompañamiento) de personalidades
individuales, donde el respeto por la otra individualidad es prerrequisito para mantener la cercanía.
Debido a su complejidad psicológica, las personas tienen
múltiples intereses y necesitan múltiples relaciones para satisfacerlos. Las relaciones pueden tener diferentes grados de intimidad
y servir a diferentes funciones, tales como perseguir intereses
comunes o comunicarse sobre ciertos asuntos psicológicamente
relevantes. Es comprensible que las personas puedan cambiar
su personalidad y sus intereses, por lo que los amigos cercanos
pueden crecer por separado como resultado de diferentes desarrollos. En esta etapa, la dialéctica entre interconexión íntima
e individualidad emerge, y la cercanía emocional y la autonomía
necesitan balancearse. En ese contexto, el deseo hedonista aparece como un derecho personal; y el self y las relaciones cercanas
requieren integrarse en un sistema social más amplio.
En cuanto a la comprensión de la situación especíica, los
sujetos de este estadio parten de una concepción diferente del
self, deinido a partir de dos componentes: el self caracterizado
en función de sus responsabilidades y obligaciones en el amplio
sistema social; y el self psicológico entendido en términos de
autonomía y responsabilidad. Desde esta perspectiva, la responsabilidad deja de estar referida exclusivamente al rol de las
obligaciones, o a la conformidad frente a otras personas o grupos
signiicativos, para referirse a la consistencia moral del self interno. Por ello, en este estadio cobra relevancia la manera en que
cada uno se evalúa a sí mismo. El sujeto empieza a establecer el
291
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
sentido de independencia del self con respecto a las demandas y
sanciones del grupo; y la conformidad con este último es menos
importante que la consistencia con los estándares interiores del
self. La persona establece estándares evaluativos del self en términos de metas e ideales, y los usa para juzgar su actuación según
el logro de esas metas e ideales.
El self es entendido entonces en función de la complejidad
psicológica, por lo que la evaluación de la actuación moral no
depende exclusivamente de la opinión de otros. En este punto,
Keller cita a Kegan (1982), quien deine el estadio 4 como de
“balance institucional”: el self es visto como un actor que controla sus relaciones, puede coordinar múltiples relaciones y escoger
entre ellas. Al mismo tiempo, las necesidades, intereses y sentimientos del self no solo están determinados por esas relaciones,
sino que la persona puede realizar un control interno y seleccionar
entre tendencias conlictivas, así como ijar prioridades de acuerdo
a los valores que la persona considera esenciales para el self.
Sumado a lo anterior, al tomar decisiones, los sujetos del
estadio 4 contrastan la legitimidad de las necesidades del amigo
con las propias y consideran las de todos como un derecho que
es parte de la amistad y trasciende las relaciones íntimas. Este
entendimiento se basa en un concepto de autonomía. La persona
se deine como conjunto de necesidades y parte de una red de
relaciones. La evaluación moral se basa ahora en una consistencia
moral con respecto a los estándares, los sentimientos, las necesidades y los intereses del self interno (psicológico). De esta
manera, la atribución de consecuencias de la acción y la formulación de estrategias de reparación ya no se basan en normas
externas, sino en la consistencia interna que resulta de sopesar
las particularidades de la situación y los derechos y necesidades
de todos los involucrados.
292
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Metodología
Planteamiento de la pregunta e
hipótesis de invesigación
En el marco de la propuesta teórica de Keller, reseñada en
el apartado anterior, esta investigación pretende responder la
pregunta “¿cómo se desarrolla la comprensión sociomoral en las
relaciones interpersonales cercanas?” En principio, este interrogante abre la puerta a la exploración y establecimiento de otros
criterios del juicio moral, que van más allá de los procedimientos
de justicia y podrían revelar bases motivacionales más amplias a
nivel psicológico en el desarrollo de la moralidad. Bajo estas premisas, consideramos como hipótesis que tales criterios podrían
estar referidos a la solidaridad y el cuidado, lo que nos lleva a
contemplar como aspecto relevante el análisis de los motivos o razones20 que los individuos de diferentes edades dan para justiicar
su elección en los contextos de la elección práctica y de la moral.
En este sentido, tomaremos como punto de referencia los
resultados obtenidos por Keller en los estudios que ha realizado
en culturas de otros países occidentales como Islandia, Alemania
y Estados Unidos. Así, en primera instancia esperamos encontrar evidencia que apoye el supuesto de que el desarrollo de la
comprensión sociomoral sigue una secuencia de estadios universales; cada estadio representa una forma cada vez más compleja de una teoría subyacente de la acción que incluye aspectos
descriptivos y normativos como el concepto del self y los otros,
sus relaciones y las normas que las gobiernan (Keller, et al., 1998).
A partir de los resultados obtenidos en sus estudios, Keller
(1984, 1998) ha planteado que, durante el curso del desarrollo, el
20
Cabe anotar que la indiferenciación entre razones y motivos en la obra de Keller se debe
a la perspectiva estructuralista desde la cual explica el desarrollo.
293
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
niño llega a comprender el rol que juegan los aspectos normativos en la toma decisión sobre una determinada acción. Así, se
espera que al comprender la obligación moral de la promesa21, los
adolescentes den predilección a este tipo de razón sobre otros
intereses personales. Sin embargo, Turiel (1995), Nucci, (2004),
Yáñez-Canal et al. (2005) y otros autores han encontrado en estudios similares que, si bien con el desarrollo se presenta una
mayor comprensión de los aspectos morales, sociales y personales, ninguno de estos tiene prevalencia sobre los otros. Más
bien, el niño parece determinar su acción teniendo en cuenta los
requerimientos y particularidades de una determinada situación,
sopesando y jerarquizando los aspectos que deberían ser tenidos
en cuenta en relación a las especiicidades contingentes y contextuales. Esperamos entonces, a partir de los datos empíricos,
analizar la naturaleza del desarrollo sociomoral en estas edades.
Objeivos
Objetivo general
Establecer el desarrollo de la comprensión sociomoral y sus
signiicados (motivos y razones) en contextos de interacción
cercana, en el contexto colombiano.
Objetivos especíicos
●
Analizar el desarrollo de la responsabilidad moral en las
relaciones interpersonales cercanas, especíicamente en
el contexto de la amistad.
●
Analizar el papel de los vínculos cercanos y el compromiso en la acción moral.
Tradicionalmente, la promesa ha sido deinida como una instancia normativa esencial
para el funcionamiento social, en tanto permite mantener el sentido de conianza y
seguridad en las relaciones sociales.
21
294
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
●
Analizar el funcionamiento de la instancia normativa
de la promesa cuando diferentes aspectos de obligación
moral y compromiso personal están implicados en una
situación de conlicto moral.
Caracterísicas de la muestra
La muestra de la investigación se compone de 96 niños
colombianos con edades entre siete (7) y diecisiete (17) años (diferenciados en cuatro grupos etarios: 7, 9, 12 y 17 años), pertenecientes a tres instituciones educativas de la ciudad de Bogotá: una del
sector público y dos del privado. La población del colegio público
pertenece a estratos22 socioeconómicos bajos (1, 2 y 3), mientras
que la de los colegios privados pertenece a estratos altos (4, 5 y 6).
Los participantes se distribuyeron de forma equitativa según el
género, la edad y la clase social, como se explicita en la tabla 10.
Tabla 10. Distribución de la muestra por edades e insituciones educaivas
COLEGIO
Corazonista
I.E.D. Japón
Nuestra Señora
del Pilar
Edad (años)
Niños
Niñas
Niños
Niñas
Niños
Niñas
Total
7
6
6
6
6
0
0
24
9
6
6
6
6
0
0
24
12
6
6
6
6
0
0
24
17
6
0
6
6
0
6
24
Total
24
18
24
24
0
6
96
Fuente: elaborado por el autor.
En Colombia se estableció una estratiicación de los ingresos de la población para
el pago de servicios públicos y otras obligaciones con el Estado. Los estratos 1 y 2
corresponden a poblaciones de ingresos bajos: 3 y 4, a poblaciones de niveles medios,
y 5 y 6, a sectores de clases altas. Esta diferenciación sirve para diferenciar los sectores
poblacionales y dividir los pagos de la población, de tal manera que las clases altas
subvencionen el pago de servicios de las menos favorecidas.
22
295
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
En la selección de los participantes se tuvo como criterio que
el profesor conociera al niño escogido por lo menos con 6 meses de
anterioridad, y que este tuviera un desempeño escolar avanzado y
un desarrollo cognitivo en el promedio o por encima del promedio
de sus compañeros de curso. Se acogió este criterio de selección
de la muestra siguiendo las indicaciones de Keller (1996), quien
sostiene que los juicios de los profesores guardan una correlación
alta (R= 0,80) con los resultados de otras formas de evaluación de
la capacidad cognitiva de los niños.
Procedimiento
Recolección de datos
Mediante la realización de las entrevistas, y según las indicaciones seguidas por Keller, se buscó indagar tanto el aspecto
cognitivo estructural del razonamiento sociomoral (comprensión
general) como su aplicación a una situación de conlicto especíico, es decir, el contenido de dicho razonamiento. La entrevista,
replicada del estudio de Keller, indagó inicialmente por la
comprensión general de las relaciones sociales y las normas
morales (temas conceptuales), para luego ahondar en su aplicación mediante la presentación de un dilema moral referido a las
relaciones de amistad (temas de situaciones especíicas). Cabe
anotar que, debido a diversas diicultades metodológicas, la
indagación por los temas conceptuales solo fue realizada a 32 de
los 96 niños, distribuidos en proporciones iguales en los grupos
caracterizados en la muestra. A continuación, se precisará cada
uno de estos aspectos con relación a la estructura de la entrevista:
●
Comprensión general de las relaciones sociales y las normas
sociales (temas conceptuales): Antes de contar el dilema
a los niños, se preguntó acerca de la comprensión de las
relaciones de amistad siguiendo la orientación de la teoría
296
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
de Selman (1984). El indicador más relevante dentro de
este tema conceptual es la comprensión de la intimidad en
la amistad, punto que se abordó a partir de preguntas como
las siguientes: ¿qué es lo especialmente importante en una
amistad estrecha? ¿Por qué sería importante esto? ¿Qué hace
que una relación de amistad estrecha se constituya como tal?
Posteriormente, se hizo énfasis en aspectos centrales de la
comprensión de la norma moral de la promesa, respecto a
la cual se hicieron preguntas como: ¿por qué es importante
cumplir lo prometido? ¿Qué sucede si alguien no cumple lo
que ha prometido? ¿Qué clase de persona es aquella que no
cumple lo que promete?
●
Aplicación del dilema (temas de situaciones especíicas):
terminado el punto anterior, se presentó a los niños un dilema, adaptado de Selman (1984), y se les pidió decidir entre
cumplir una promesa hecha a su mejor amigo o aceptar una
invitación interesante de un niño nuevo en el colegio. El género de los personajes de la historia se adecuó al género de
los sujetos entrevistados. A continuación se muestra la versión presentada a los niños cuyas edades oscilaban entre 7
y 9 años:
Cynthia y Olga tienen ocho años y son muy buenas amigas.
Ellas son amigas desde hace mucho tiempo y juegan mucho
juntas. Ambas tienen otros amigos y hacen otras cosas independientemente, pero los sábados, día en que se encuentran para
jugar en la casa de Olga o en la de Cynthia, han llegado a ser
muy especiales para ambas. Un día, llega una nueva niña al
colegio llamada Isabel, quien llega a ser conocida por las dos
niñas. Muy pronto se establece una relación de cercanía entre
Isabel y Cynthia, pero a Olga no le cae muy bien la niña nueva.
Olga piensa que Isabel es muy presumida, y que Isabel y Cynthia
pasan mucho tiempo juntas.
297
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Un día, a la hora del descanso, Olga invita a Cynthia a su casa
el sábado y le dice que quiere mostrarle unas muñecas nuevas
que sus papás le regalaron, pero que lo más importante es que
desea contarle algo muy importante. Así, Olga le pide a Cynthia
prometerle que asistirá sin falta el sábado a su casa; y Cynthia
promete que asistirá.
Ese mismo día, Isabel llama por teléfono a Cynthia y la invita
al mejor parque de diversiones que hay en la ciudad el sábado.
Después, Isabel invita a Cynthia y a otras amigas a su casa,
donde su madre les daría onces con Coca-Cola y torta. El único
problema es que el cine y la invitación a la casa son a la misma
hora que Cynthia había prometido visitar a Olga.
Cynthia y Olga podrían elaborar un plan diferente para cualquier otro sábado, pero ese en particular Olga deseaba realmente ver a Cynthia y contarle algunas cosas. Cynthia no sabe
qué hacer: ir al parque que más le gusta con Isabel y dejar a
su mejor amiga sola cuando la necesita, o visitar a su amiga y
desaprovechar una buena invitación.
Cabe anotar que los dilemas presentados a los niños contemplan algunas variaciones con ánimo de despertar su interés,
realizadas teniendo en cuenta las actividades que usualmente desarrollan los niños de cada edad, o que llaman suicientemente
su atención; por ejemplo, mientras para los niños de entre 7 y 9
años la invitación que recibió el protagonista fue ir a un parque de
diversiones, para los niños de entre 12 y 17 años fue ir a un concierto
de música de su grupo favorito. Con base en el material de estas
entrevistas se estudió el proceso de comprensión sociomoral ante
situaciones especíicas, teniendo como punto central el componente referido a las relaciones de amistad en la situación dilemática.
La estructura del dilema con los temas especíicos y los ejes
de pregunta correspondientes a cada uno se presentan en la igura 8.
298
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Figura 8. Estructura del dilema sociomoral
Temas especíicos de la compresión de la acción
a.
b.
c.
d.
Situación
Personas y relaciones
Reglas morales e interpersonales
Estrategias de regulación
Ejes de pregunta para cada tema
Deinición
del problema
Juicio sobre la
decisión prácica
y moral
Fundamentación
de la decisión/ o
de una alternaiva (moivos,
jusiicación)
juicios morales
de la decisión
Consecuencias
de la decisión
Actor - amigo niño nuevo
•
•
•
Senimientos
Valoración
Relación
Estrategias de
solución y
conlicto
•
•
•
•
Negociación
Jusiicación
Disculpa
Reparación
Fuente: creación de autores.
Las entrevistas se realizaron individualmente en sesiones de
cuarenta y cinco minutos aproximadamente, fueron grabadas y
posteriormente transcritas.
Análisis de datos
Las verbalizaciones de los sujetos se ordenaron inicialmente
según las unidades temáticas (temas conceptuales y temas de
situaciones especíicas). Para esta codiicación y posterior caliicación se siguió el manual de análisis de la argumentación sociomoral desarrollado por Keller, Brink y Rosenfeld (1991) en el Max
Planck Institute. En este manual se separan las unidades temáticas
y se codiica de manera separada cada categoría dentro de ellas.
299
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Las respuestas de los sujetos fueron evaluadas entonces a
partir de las características, presentadas en el manual para cada
estadio, de la comprensión normativa de las relaciones interpersonales (la amistad) y las obligaciones morales (la promesa). A
partir de la puntuación obtenida se estableció el nivel de desarrollo
de los sujetos. Del mismo modo que para los aspectos estructurales, el análisis del contenido se adelantó según el manual desarrollado por Keller (1991), que abarca el juicio sobre situaciones,
acciones, personas, relaciones y reglas morales e interpersonales.
A diferencia de Kohlberg, Keller propone un desarrollo sobre el
contenido que se expresaría en cada estadio bajo ciertas categorías,
que se presentan con más frecuencia en las respuestas de los niños.
Es importante señalar que, si bien Keller no deine niveles
intermedios del desarrollo (la secuencia va del nivel 0 al 4, este
último solo se presenta en su artículo de 2004) en ninguno de sus
artículos, en el manual de caliicación sí aparecen dichos niveles;
así entonces, la secuencia completa ordenada de niveles es 0, 0/1,
1, 1/2, 2, 2/3 y 3. Dado que la puntuación de las entrevistas se hizo
con base en este manual, no se descartó puntuar a niños en los
niveles intermedios. Además, aun cuando en el manual no aparece el nivel 4, se dejó libertad al evaluador para asignarlo a un
sujeto cuando sus respuestas, dada su complejidad, no pudieran
ser ubicadas en el estadio 3 y el razonamiento del sujeto estuviera
caracterizado por la lexibilidad, rasgo esencial del estadio 4.
La caliicación de las respuestas fue realizada de manera independiente sobre toda la muestra por tres jueces (evaluadores),
quienes tomaron el argumento del mayor nivel emitido por los
sujetos; y a partir de ello, ubicaron el estadio correspondiente de
argumentación sociomoral. El porcentaje de correspondencia en el
análisis de los jueces fue 87,4%.
300
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
El análisis estadístico de los datos se realizó, siguiendo las
indicaciones de Keller, mediante un procedimiento ‘Hilog-linear’
que permite estimar las relaciones entre distintas variables, es
decir, si la elección (amigo o niño nuevo) depende del contexto
de la elección (moral o práctico), el estrato (alto o bajo), el género
(femenino o masculino) o la edad. Este procedimiento también
permite analizar si el uso (o la ausencia del mismo) de las categorías
de contenido depende de la elección, el estrato, el género y la edad.
Categorías de análisis
Como se planteó en el apartado anterior, las categorías
de análisis de los datos se dividen en dos aspectos —análisis
cognitivo estructural y análisis de contenido— que se exponen a
continuación.
Análisis cognitivo estructural
Para Keller, lo estructural se entiende en términos de la
teoría de la acción como la capacidad de diferenciar e integrar las
diferentes dimensiones de la comprensión sociomoral, a saber,
la comprensión general de las relaciones interpersonales (la
amistad) y las normas morales (la promesa).
Análisis de contenido del pensamiento sociomoral
El análisis de contenido, a diferencia del estructural, tuvo
como objetivo analizar qué motivaciones se expresan en las
elecciones de los niños y con qué frecuencia. Para esta evaluación,
Keller et al. (1998) clasiicaron dichas motivaciones en seis tipos
de tendencias, a saber:
●
Razones hedonistas: argumentos referidos al placer derivado de un objeto o un vínculo especíico. Por ejemplo, escoger
301
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
la invitación del niño nuevo a ir a un concierto de pop, o la
invitación del amigo a jugar con muñecas o juguetes nuevos.
●
Razones referidas a la responsabilidad interpersonal: elecciones basadas en los vínculos y en la consideración de las
necesidades psicológicas de las personas involucradas en
una situación. Por ejemplo, una relación de amistad de largo
tiempo, o las necesidades y sentimientos del amigo cercano o
del nuevo niño.
●
Razones referidas a un compromiso u obligación moral:
elecciones basadas en la obligatoriedad de las normas morales, de carácter justo e imparcial; por ejemplo, la referencia
a una promesa hecha.
●
Razones morales e interpersonales mezcladas: argumentos
referidos al carácter de obligatoriedad que asumen algunos
vínculos interpersonales.
●
Consecuencias (para el protagonista, para el amigo/niño
nuevo y para la relación): respuestas ante las consecuencias
de una determinada elección sobre alguno de los participantes de la situación, o para un vínculo interpersonal.
●
Otras: argumentos que no están incluidos en las tendencias
anteriores.
A partir de estas tendencias generales, Keller propone
categorías de contenido especíicas que sirven para justiicar la
elección (por el amigo o por el niño nuevo) en el contexto de la
elección práctica (¿por qué tomará el protagonista esta elección?),
como en el de la elección moral (¿esta decisión es correcta? ¿Por
qué?). Así, se plantean 10 categorías de contenido especíicas que
se relacionan en la tabla 11.
302
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Tabla 11. Categorías de contenido y tendencias de la
moivación en la elección
Tendencias de la moivación
Categorías de contenido
Interés por el objeto
Razones hedonistas
Interés por la relación
Razones referidas a la
responsabilidad interpersonal
Altruismo/empaía
Calidad de la amistad
Razones referidas al
Obligación de la promesa
compromiso u obligación moral
Razones morales e
interpersonales mezcladas
Obligación de la amistad
Consecuencias para el actor
Consecuencias
Consecuencias para el amigo/niño nuevo
Consecuencias para la relación
Otras
Fuente: creación de autores.
A partir de los análisis propuestos anteriormente, la presentación de los resultados se organizará en cuatro aspectos que
se explicitan a continuación.
Descripción de los estadios del desarrollo de la comprensión
sociomoral. Resulta del análisis cognitivo-estructural de la comprensión sociomoral. A partir de ello se proponen los estadios del
desarrollo, que se reconstruyen a partir del conocimiento general
sobre las relaciones sociales, las normas morales, la aplicación del
conocimiento sociomoral y la interpretación y solución de dilemas propios en situaciones especíicas. Los estadios del desarrollo
representan las diversas formas de diferenciación y coordinación
de la comprensión de las perspectivas de sí mismo y los otros.
303
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Descripción de los aspectos motivacionales de la comprensión moral. Esta se plantea a partir del análisis de contenido de
la comprensión sociomoral; y está basada en las motivaciones
usadas por los niños para tomar una decisión determinada y
justiicarla en el plano moral. Según Keller, estas razones se
relacionan con la comprensión de normas morales, relacionales
e interpersonales.
Descripción del desarrollo del self moral. En la teorización de
Keller, el self moral constituye un concepto central. Recordemos
que Keller lo deine como la toma de conciencia de los aspectos
morales en las relaciones interpersonales, cuyo desarrollo posibilitaría la consistencia o la coherencia entre el juicio y la acción.
Como se explicitó en el apartado teórico, Keller parte del supuesto
de que la relación entre juicio moral y acción varía con el desarrollo
del niño. A pesar de disponer de un conocimiento moral e interpersonal, el niño pequeño no aplica de manera consistente este
saber en situaciones de decisión práctica. Incluso, es común encontrar en las edades tempranas del desarrollo una discrepancia
entre un juicio moral correcto y la decisión en acciones prácticas.
Esta diferenciación es descrita por Keller en términos de
una disociación entre las razones de juicio moral y las razones
motivacionales para la acción. En su propuesta, las reglas morales
e interpersonales llegan a ser, con el desarrollo, parte del sistema
motivacional del sí mismo (self); por lo tanto, adquieren una
función orientadora de la acción. En ese sentido, la consistencia
creciente entre el juicio moral y la acción en el transcurso del
desarrollo puede considerarse un indicador del desarrollo del self
moral, ya que las obligaciones se experimentan como compromisos para la propia persona. Además de la capacidad para establecer consistencia entre juicio y acción, otro indicador relevante
304
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
que, según Keller, daría cuenta del surgimiento del self moral,
son las capacidades que tienen los sujetos de comprender las
consecuencias que surgen de la violación de las normas morales,
y de buscar alternativas de resarcimiento. Este aspecto apunta directamente al papel que juegan los sentimientos en el desarrollo
moral interpersonal. En otras palabras, a medida que un sujeto se
desarrolla, se espera que en situaciones de violación de la norma
moral experimente sentimientos de culpa y busque redimir su
acción con el in de mantener la congruencia con el ideal que tiene
de sí mismo.
Resultados
A partir de la codiicación de las respuestas de los niños, y
teniendo en cuenta las indicaciones establecidas en el manual
desarrollado por Keller (1991), se realizó el análisis cuantitativo de
los datos. Así, en primer lugar, en el análisis cognitivo estructural
de la comprensión sociomoral se aplicó el coeiciente de Spearman
para establecer la relación entre las variables de estadio y edad,
con el in de dar cuenta del carácter estructural del desarrollo
de la comprensión general de las relaciones interpersonales y las
normas morales.
En segundo lugar, para el análisis de contenido se estableció
la frecuencia de elección de los contextos práctico y moral, respectivamente; y se determinaron las frecuencias de las categorías
consideradas en las respuestas de los niños, con miras a establecer el carácter de la motivación de sus elecciones. Para especiicar
las posibles relaciones entre los motivos y las variables de edad,
género y estrato, se realizaron unas pruebas de chi-cuadrado
por tratarse de variables categóricas. Posteriormente, siguiendo
las indicaciones de Keller, se realizó el análisis Hilog-linear que
305
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
estima como parámetro el valor z sobre la base de un modelo inal
(que ha prescindido de las interacciones no signiicativas entre
variables). Recordemos que este procedimiento permite examinar
si la elección de los sujetos (amigo o niño nuevo) depende del
contexto de la elección (práctico o moral), del estrato (alto o bajo),
del género (niño o niña) o de la edad (7, 9, 12, 17 años); y si el uso
de las categorías de contenido (uso o no uso) depende de estas
mismas variables. Finalmente, para constatar el supuesto del
desarrollo del self moral se evaluó la consistencia de la elección
de los sujetos en los contextos de la elección práctico y moral, y
la relación entre la atribución de sentimientos y la consideración
de las consecuencias, la edad, y los motivos de la elección en cada
contexto de la misma.
En ese orden de ideas, presentamos los resultados organizados en dos descripciones: una de los estadios del desarrollo de la
comprensión sociomoral; y otra del contenido de la comprensión
sociomoral. Este último apartado se divide a su vez en dos aspectos: descripción de los aspectos motivacionales de la comprensión
sociomoral y desarrollo del self moral.
Descripción de los estadios del
desarrollo de la comprensión sociomoral
En este apartado se expondrán los resultados de los procedimientos estadísticos aplicados para establecer posibles relaciones entre la variable edad y los estadios planteados a partir de
la teoría de Keller. Para tal efecto se calculó el coeiciente de
Spearman, por tratarse de una relación monotónica entre dos
variables ordinales (edad y pertenencia a un estadio determinado).
La tabla 12 presenta los resultados correspondientes a las correlaciones entre la edad y los diferentes estadios, así como entre los
estadios entre sí.
306
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Tabla 12. Correlación de Spearman entre la edad y los medios
Edad
E. Promesa
E. Promesa
0,84
E. Amistad
0,91***
0,91***
***
0,88***
E. Dilema
***
E. Amistad
***
0,90
0,95***
p < 0,01
Fuente: creación de autores.
Los coeicientes de correlación muestran que la mayoría de
los niños más pequeños se ubican en los niveles más bajos en la
escala de estadios de la promesa, mientras que los de más edad se
ubican en niveles de mayor complejidad en la escala de estadios
del dilema. En general, los sujetos de la muestra están distribuidos
en niveles similares a lo largo de los tres estadios, lo que supone
un comportamiento muy estable de la muestra. Cabe recordar
que, como se mencionó en el procedimiento, para la caliicación
de los estadios de la amistad y la promesa se utilizaron solo treinta y dos (32) entrevistas que se tenían disponibles, distribuidas
uniformemente según los parámetros contemplados en la metodología; mientras que la caliicación del estadio del dilema sí se
realizó sobre el total de la muestra (96 entrevistas)23.
Con respecto a posibles comparaciones sobre la pertenencia
al estadio y variables de género y estrato, el test de Mann-Whitney
no encontró relaciones signiicativas, por lo que dichos datos no
se tendrán en cuenta en esta presentación.
23
Consideramos que la falta de esta información no invalida el análisis de datos, en tanto
el eje conceptual fuerte de la teoría de Keller está centrado en la forma como emergen
categorías de signiicado sociomoral en el razonamiento del niño, en el curso del desarrollo
y mediante el proceso de diferenciación y coordinación de perspectivas, aspecto que la
autora evalúa a través de la presentación del dilema. Además, el resultado de la prueba de
correlación de Spearman muestra que, en general, los sujetos están distribuidos en niveles
similares en los tres estadios (promesa, amistad y dilema).
307
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Estos resultados permiten conirmar el supuesto del carácter
estructural del desarrollo de la comprensión sociomoral, en tanto
los niños de mayor edad muestran en sus respuestas una mayor
complejidad en la comprensión de las características de las normas
y las relaciones interpersonales. Lo anterior estaría dado por el
desarrollo y la ampliación de la capacidad de toma de perspectiva,
sobre todo durante la adolescencia. Las iguras 9, 10 y 11 muestran
las pertenencias a los estadios de la amistad, la promesa y el dilema, respectivamente.
Figura 9. Frecuencia de pertenencia al estadio de la amistad según la edad
7
6
5
4
3
2
1
0
7 años
9 años
12 años
17 años
Estadio 0 Estadio 1 Estadio 2 Estadio 3 Estadio 4
Estadio de la amistad (n=32)
Fuente: creación de autores.
Figura 10. Frecuencia de pertenencia al estadio de la promesa según la edad
8
7
6
5
4
3
2
1
0
7 años
9 años
12 años
17 años
Estadio 0 Estadio 1 Estadio 2 Estadio 3 Estadio 4
Estadio de la promesa (n=32)
Fuente: creación de autores.
308
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Figura 11. Frecuencia de pertenencia al estadio del dilema según la edad
25
20
7 años
15
9 años
12 años
17 años
10
5
0
Estadio Estadio Estadio Estadio Estadio Estadio Estadio
0
1
1/2
2
2/3
3
4
Estadio del dilema (n=96)
Fuente: creación de autores.
Descripción del contenido de la
comprensión sociomoral
Descripción de los aspectos motivacionales
de la comprensión sociomoral
En este apartado se presentan las tendencias de elección (sea
por el amigo o el niño nuevo) de los sujetos en cada uno de los
contextos de la elección (moral y práctico), y las razones que la
justiican.
En el contexto de elección práctico, los niños de 7 a 12 años
de edad escogen con más frecuencia al niño nuevo en lugar del
amigo, mientras que en el caso de los jóvenes sucede lo contrario:
los muchachos de 17 años preieren con más frecuencia al amigo
que al niño nuevo. En el contexto de elección moral, por su parte,
las diferencias en la elección expresan una tendencia distinta: en
este caso, los niños más pequeños eligen al niño nuevo y al amigo
en igual proporción, mientras que los niños de 9, 12 y 17 años de
edad preieren claramente al amigo en detrimento del niño nuevo.
La igura 12 muestra frecuencias de elección por edades.
309
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Figura 12. Frecuencia de elección por edad en los contextos
de la elección prácico y moral
100%
80%
60%
13
17
7
13
15
6
7
9
Niño
nuevo
40%
Amigo
20%
0%
7
9
12
años años años
17
años
7
9
años años
Prácico
12
años
17
años
Moral
Fuente: creación de autores.
Por otra parte, respecto a la distribución de la elección de los
participantes de acuerdo a su género y a su estrato socioeconómico, el análisis de frecuencia mostró que, en relación al primero,
no se presentan patrones de elección diferentes entre hombres
y mujeres en ambos contextos de la elección; sin embargo, se
aprecia una mayor elección del amigo en el contexto de la elección
moral (igura 13).
Figura 13. Frecuencia de la decisión por género en los
contextos de la elección moral y prácico
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
18
17
24
28
Niño nuevo
Amigo
Femenino Masculino Femenino Masculino
Prácico
Moral
Fuente: creación de autores.
310
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Aunque respecto al estrato socioeconómico la distribución
de frecuencias no mostró diferencias fuertes en la elección, puede
apreciarse que en el estrato alto aparece una ligera preferencia por
la elección del amigo, la cual se ve reforzada cuando se la revisa
en conjunto con la observada en el contexto de la elección moral.
Si bien no existe una referencia en las investigaciones realizadas
por Keller con respecto al papel de la condición socioeconómica
y su inluencia es menor, resulta interesante retener este dato por
su incidencia en las interacciones encontradas tras la aplicación
del análisis log-linear (igura 14).
Figura 14. Frecuencia de la decisión por estrato en los
contextos de la elección prácico y moral
100%
80%
24
28
15
20
60%
Niño nuevo
40%
Amigo
20%
0%
Bajo
Alto
Bajo
Prácico
Alto
Moral
Fuente: creación de autores.
Respecto a la motivación de la elección, el análisis de la frecuencia de las categorías de contenido según la elección (amigo
o niño nuevo), el contexto de la misma (práctico o moral), la
edad y el estrato (véase tabla 5) mostró que, en el contexto de la
elección práctico, la elección del niño nuevo estuvo motivada por
el interés por el objeto y en la relación, en contraste con la elección
311
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
del amigo que estuvo justiicada por la “calidad de la amistad” y
el altruismo/empatía. Estos resultados, parcialmente consistentes
con los hallazgos de Keller et al. (1998) en las poblaciones china
e islandesa, muestran que la elección del amigo se justiica por
razones interpersonales o mixtas, y que si bien las justiicaciones
referidas a la obligación son importantes, para esta población las
razones interpersonales tienen más inluencia en su decisión.
Esto último se releja en una distribución por grupos de edad en la
que se observan grandes diferencias en los extremos con respecto
al tipo de motivación elegida: así, mientras que el grupo de niños
de 7 años elige al niño nuevo por razones hedonistas, los muchachos de 17 preieren escoger a su amigo con base en argumentos
interpersonales.
Esta tendencia se repite en las elecciones realizadas en el
contexto de la elección moral. Si bien en este caso se observa una
preferencia por el amigo en contraposición al niño nuevo, cabe
señalar que, en su mayoría, las razones utilizadas para justiicar la elección del amigo tienen un carácter interpersonal, más
que moral.
Por el contrario, en el caso del niño nuevo, las elecciones
estuvieron motivadas por razones mixtas y hedonistas, que básicamente se referían a la categoría “interés por el objeto”. Aquí
se repiten las particularidades etarias vistas arriba: el grupo de 7
años elige al niño nuevo por razones hedonistas, mientras que
los muchachos de 17 preieren escoger a su amigo basados en
argumentos interpersonales. Estos resultados parecen dar a lo
interpersonal un papel fundamental en la relexión y en la conexión entre juicio y acción, e interrogan acerca del curso del
desarrollo sociomoral. Este aspecto será debatido en el capítulo
de conclusiones y discusión.
312
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Tabla 13. Frecuencia de uso de las categorías de contenido según la
elección, el contexto de la elección, la edad y el estrato
EDAD
7
Contexto y Categoría
de Contenido
9
12
17
ESTRATO
Bajo Alto Bajo Alto Bajo Alto Bajo Alto
Elección por el Amigo
Razonamiento Prácico
Interés por el objeto
1
0
0
0
0
0
0
0
Interés por la relación
0
1
1
0
0
0
0
0
Calidad de la amistad
1
2
5
2
2
3
8
7
Obligación de la
amistad
0
1
0
1
0
2
1
4
Promesa
0
2
1
1
0
1
0
2
Altruismo/Empaía
0
2
0
1
0
3
0
5
Consecuencias
0
0
0
0
2
0
0
2
Otras
0
0
1
0
0
0
0
0
Razonamiento Moral
Interés por el objeto
0
0
0
0
0
0
0
0
Interés por la relación
0
0
1
0
1
0
0
0
Calidad de la amistad
2
2
3
4
3
4
7
7
Obligación de la
amistad
0
4
3
3
2
2
2
3
Promesa
2
1
1
4
1
2
0
1
Altruismo/Empaía
0
1
0
0
2
1
1
1
Consecuencias
1
0
1
2
2
0
0
3
Otras
0
0
0
0
0
0
0
0
313
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
EDAD
7
Contexto y Categoría
de Contenido
9
12
17
ESTRATO
Bajo Alto Bajo Alto Bajo Alto Bajo Alto
Elección por el Niño Nuevo
Razonamiento Prácico
Interés por el objeto
6
4
3
2
2
2
2
1
Interés por la relación
3
1
1
4
4
3
0
1
Calidad de la amistad
0
1
0
0
0
0
0
0
Obligación de la
amistad
0
0
0
1
0
0
2
1
Promesa
0
0
0
0
0
0
0
0
Altruismo/Empaía
1
1
0
2
3
1
0
0
Consecuencias
0
0
0
0
0
0
0
0
Otras
1
0
1
0
0
0
1
0
Razonamiento Moral
Interés por el objeto
4
2
0
0
0
1
1
0
Interés por la relación
1
0
1
2
2
1
0
0
Calidad de la amistad
0
0
0
0
1
0
0
0
Obligación de la
amistad
0
1
0
1
0
3
2
2
Promesa
0
1
1
0
0
0
0
0
Altruismo/Empaía
0
1
1
1
1
1
0
0
Consecuencias
0
0
0
0
0
1
0
0
Otras
3
1
2
0
0
0
1
0
Fuente: creación de autores.
314
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Las frecuencias de los tipos de razones de la elección
(hedonista, interpersonal, moral, mixta u otras) según el contexto
de la misma, la edad, el estrato y el género se pueden apreciar en
las iguras 15 y 16.
Figura 15. Frecuencia del ipo de razón para la elección en el
contexto de la elección prácico
Elección por el niño nuevo
100%
1
1
1
3
3
80%
3
Otras
Mixta
Moral
Interpersonal
60%
40%
12
11
9
4
20%
Hedonismo
0%
7 años
9 años 12 años 17 años
Elección por el amigo
100%
80%
60%
1
1
1
1
2
4
2
1
1
3
6
40%
12
7
20%
Hedonismo
3
0%
7 años
Otras
Mixta
Moral
Interpersonal
9 años 12 años 17 años
Fuente: creación de autores.
315
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Figura 16. Frecuencia del ipo de razón para la elección en el
contexto de la elección moral
Elección por el niño nuevo
100%
80%
60%
40%
4
2
1
1
3
7
1
20%
1
4
4
2
Otras
Mixta
Moral
Interpersonal
Hedonismo
3
1
1
0%
7 años
9 años 12 años 17 años
Elección por el amigo
100%
80%
60%
1
4
4
4
5
3
3
4
40%
8
20%
4
14
Otras
Mixta
Moral
Interpersonal
Hedonismo
5
1
0%
7 años
9 años 12 años 17 años
Fuente: creación de autores.
Con base en los lineamientos metodológicos de Keller, procederemos a aplicar una serie de instrumentos estadísticos para
determinar las posibles asociaciones entre las categorías de contenido y las variables de edad, género, estrato y elección (Chi-2).
316
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Presentamos en la tabla 6 las asociaciones que resultaron
signiicativas y que serán el insumo para el levantamiento de
modelos log-lineares.
Tabla 14. Resultado de las relaciones entre categorías de
contenido y edad
X2
Gl
P
Contexto de la elección Prácico
Interés por el objeto
8,86
3
,031
Calidad de la amistad
14,24
3
,003
Obligación de la amistad
9,74
3
0,02
Contexto de elección moral
Interés por el objeto
11,45
3
,010*
Interés por la relación
8,16
3
,043*
Calidad de la amistad
9,74
3
,021
*Estas relaciones se midieron con la prueba Chi-2 de razón de verosimilitud, ya que
más del 20% de las celdas tuvieron un valor esperado inferior a 5.
Fuente: creación de autores.
Los datos muestran que, en el contexto de la elección práctico, las categorías de contenido que más se asocian con la variable
edad son “interés por el objeto”, “calidad de la amistad” y “obligación
de la amistad”. Con respecto a la primera se observa que los niños
de 7 años presentan una mayor frecuencia en contraposición a los
demás grupos de edad; las dos restantes, en cambio, registran una
mayor frecuencia de respuesta en el grupo de 17 años.
En el contexto de la elección moral se asocian las categorías
“interés por el objeto”, “calidad de la amistad” e “interés por la
relación”. Sobre la primera es destacable que los niños de 7 años
son los que más ofrecen justiicaciones de este tipo, y que a partir
317
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
de los 9 años no recurren a estas respuestas. Con relación a la
segunda, se encontró que el grupo de 17 años presenta mayores
frecuencias en esta categoría en contraposición a las demás edades.
Finalmente, se encontró que los grupos medios de edad puntúan
en “Interés por la relación”, mientras que los grupos extremos no
utilizan este tipo de justiicación en sus respuestas.
Además, el procedimiento de Chi-2 permitió establecer que,
en el contexto de la elección práctico, sí hay relaciones signiicativas entre las categorías “altruismo/empatía” y “obligación de la
amistad” y la variable de estrato. En ambos casos se observa que,
si bien no son categorías con gran preferencia, son más elegidas
por los niños de estrato alto. En el contexto de la elección moral,
el estrato se relaciona con la categoría “obligación de la amistad”.
Los niños de estrato alto presentan mayor frecuencia de esta
categoría, en contraposición a los de estrato bajo. La tabla 15 releja estos resultados.
Tabla 15. Resultado de las relaciones entre las categorías de
contenido y el estrato
X2
Gl
P
Contexto de la elección prácico
Altruismo/empaía
7,94
1
,00
Obligación de la amistad
4,36
1
,03
1
0,05
Contexto de la elección moral
Obligación de la amistad
4
Fuente: creación de autores.
Con respecto al género, no se registran asociaciones signiicativas con ninguna categoría de contenido en los dos contextos
de la elección; no obstante, se observa que en el caso del contexto
de la elección moral, la variable “obligación de la amistad” tiene un
318
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
p-valor cercano a 0,05. La realización del análisis log-linear permitirá establecer con mayor profundidad cuál es la participación
de la variable de género con respecto a las demás variables
sociodemográicas y las categorías de contenido en referencia a los
dos tipos de contexto de elección.
Finalmente, como se puede observar en la tabla 16, con relación a la decisión en cada contexto de la elección y las variables
sociodemográicas se encontró que solo la elección en el contexto
de la elección práctico presenta una relación signiicativa con la
edad. Por el contrario, la decisión en el contexto de la elección moral no presentó asociación con ninguna variable sociodemográica.
Tabla 16. Resultado de las relaciones entre decisión y edad
Edad
X
Gl
P
Contexto prácico
9,39
3
,02
Contexto Moral
5,17
3
,16
2
Fuente: creación de autores.
Una vez identiicadas estas relaciones se realizó el análisis
log-lineal siguiendo la propuesta de Keller (1991), con el objetivo
de hallar interacciones signiicativas entre tres o más variables
(p. ej. elección * contexto * género * estrato * edad * categoría de
contenido). La tabla 17 presenta los coeicientes signiicativos
(Chi-cuadrados parciales) y su correspondiente parámetro de estimación (valor z) de los análisis Hilog-lineales. Cabe aclarar que
para obtener el parámetro de estimación el modelo trabajó con las
siguientes categorías de referencia: elección (amigo), categoría de
contenido (no uso), estrato (alto), género (masculino), edad (17
años), contexto de la elección (práctico).
319
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Tabla 17. Modelos log-lineales
Modelo
Gl
Chi -2
parcial
P
Elección *edad *estrato *género
3
19,83
0
Contexto
Z
-2,13
-3,08
n.s.
Prácico
n.s.
Calidad de la amistad *edad *género
3
15,25
0
n.s.
n.s.
Moral
Obligación de la amistad
*estrato *género
1
5,24
0,02
-2,2
n.s.: no signiicaivo.
Fuente: creación de autores.
La tabla 9 indica aquellos modelos en los que, adicionalmente a la relación descrita en la sección anterior, resultó
signiicativo algún término de interacción con la misma. En esta
medida, únicamente estas interacciones requieren una descripción adicional.
En cuanto la interacción de los términos elección * edad
* estrato * género, se encontró que la tendencia de las niñas de
estratos bajos y los niños de estratos altos a elegir al niño nuevo
se incrementa con la edad, mientras que las niñas de estratos altos y los niños de estratos bajos no parecen mostrar tendencia
alguna a este respecto. En cuanto a la interacción de los términos
calidad de la amistad *edad * género, la tendencia general observada respecto a la edad se conserva cuando se considera de
forma simultánea con el género; sin embargo, entre los menores
ocurre que la referencia a la calidad de la amistad solo aparece en
las niñas de 7 o 12 años; y que aparece en los niños de 9 años con
más frecuencia que en las niñas de la misma edad. La separación
entre los efectos entre los niños de 7 y 12 años respecto a los de
320
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
9, muestra que el modelo resulta signiicativo pero las comparaciones ordenadas entre los grupos de edad no.
En el contexto de la elección moral, únicamente la interacción de los términos obligación de la amistad * estrato * género
indica que las niñas de los estratos altos tienden a dar con más
frecuencia este tipo de justiicación que los niños de su mismo estrato; además, en los estratos bajos no aparecen diferencias entre
niños y niñas.
Desarrollo del self moral
Keller postula como eje central de su teoría el concepto de
self moral: supone que su desarrollo se releja en la capacidad
de los sujetos para establecer consistencia entre su juicio moral y
su elección práctica, y para atribuir sentimientos morales acordes
con la violación o no de una determinada norma moral y la búsqueda de estrategias de resarcimiento. En este sentido, a nivel
estadístico, se buscó establecer el nivel de consistencia entre las
respuestas de los sujetos; es decir, si mantienen su elección en
ambos contextos de la elección y si existen relaciones entre las
variables de sentimientos y estrategias de reparación y las variables sociodemográicas, el estadio del dilema y la consistencia de
las elecciones de los niños. Con este objetivo, la tabla 18 presenta
la frecuencia de la consistencia entre los participantes.
Tabla 18. Frecuencias de consistencia en la respuesta frente a los
contextos moral y prácico
CONSISTENCIA
N
Consistente
71
No consistente
25
Total
96
Fuente: creación de autores.
321
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Se observa que la mayoría de los sujetos participantes en el
estudio mantienen su elección en ambos contextos de la elección.
El intervalo para la proporción de respuestas consistentes, al nivel
de 95% de conianza, está desde 64%; y hasta el 83% de los niños
de la muestra son consistentes en su respuesta. Del 26% restante,
21 niños preirieron al “niño nuevo” en el contexto de la elección
práctico y al “amigo” en el contexto de la elección moral, mientras
que 4 hicieron la elección contraria. La tabla 19 presenta las frecuencias correspondientes al cruce de la consistencia con la variable de edad. La prueba de asociación Chi-2(3)=3,624, p=0,305,
no señala una asociación estadísticamente signiicativa entre las
dos variables.
Tabla 19. Frecuencias de consistencia en la respuesta frente a los
contextos de la elección moral y prácico por edad
Edad (años)
Consistencia
7
9
12
16
Consistente
18
16
16
21
No consistente
6
8
8
3
Fuente: creación de autores.
Para analizar las posibles relaciones de las variables sentimientos y estrategias de reparación con las variables sociodemográicas, el estadio del dilema y la consistencia de las elecciones
de los niños, se calculó el coeiciente de Spearman. Se encontró
una asociación positiva entre ambas variables con la edad y con
el estadio en el dilema. Esto señala que los niños de menor edad
reieren con más frecuencia sentimientos de carácter hedonista y
estrategias de reparación de tipo físico, mientras que los niños mayores reieren más frecuentemente sentimientos morales (como
culpa) y estrategias de reparación dirigidas a la restauración del
vínculo (tabla 20).
322
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Tabla 20. Resultado de las relaciones entre los senimientos y las
estrategias de reparación con la edad y el estadio del dilema
REPARACIÓN
Senimiento
ESTADIO DEL DILEMA
,73(**)
,73(**)
,78(**)
1
,80(**)
,81(**)
Reparación
**
EDAD
La correlación es signiicaiva al nivel del 0,01 (2-colas).
Fuente: creación de autores.
Las iguras 17 y 18 muestran las frecuencias de las diferentes
categorías de sentimientos y de estrategias de reparación ofrecidas
por los niños, de acuerdo con la consistencia de sus elecciones en
el contexto de la elección práctico y moral. Las estadísticas Chi2 empleadas para evaluar la posible relación entre estas variables
no indicaron asociaciones estadísticamente signiicativas con la
consistencia de la elección.
Figura 17. Frecuencia de la atribución de senimientos en
relación a la consistencia en la elección
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
2
3
13
8
No
consistente
Consistente
Hedonista Prenormaivo
Moral
Interpersonal
Recíproco
Tipo de senimiento
Fuente: creación de autores.
323
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Figura 18. Frecuencia de las estrategias de reparación en
relación a la consistencia en la elección
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
0
7
4
2
0
13
No
consistente
No reparación
por autonomía
Restauración
del vínculo (lealtad, inimidad,
conianza)
Explicar,
dialogar como
mediación del
conlicto
Reparación
en términos
ísicos
Mienten por
evitación
del conlicto
No reparación
por no
conciencia de la
transgresión
Consistente
Tipo de reparación
Fuente: creación de autores.
Con respecto a posibles comparaciones sobre los sentimientos
y las estrategias de reparación con las variables de género y estrato, el test de Mann-Whitney encontró relaciones signiicativas
por la segunda variable. Se encontró que los niños de estrato alto
reieren más sentimientos morales e interpersonales y estrategias
de reparación dirigidas a mantener el vínculo, en comparación
con los niños de estrato bajo. La tabla 21 presenta los resultados de
estas pruebas.
Tabla 21. Resultado del test de Mann-Whitney U
Mann-Whitney U
SENTIMIENTO
REPARACIÓN
837**
878,5**
**p < 0,05
Fuente: creación de autores.
324
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
Discusión
A partir de los resultados, podemos establecer algunos puntos
de discusión con respecto a los hallazgos y las conclusiones de la
investigación de Keller. En primera instancia queda conirmada
la distribución de las categorías con respecto a la edad, lo que
sustentaría el presupuesto cognitivo-estructural de que, durante
el desarrollo, los signiicados sobre las acciones, las personas y las
relaciones se organizan en sistemas más abarcadores, en función
de la capacidad creciente de diferenciar y coordinar perspectivas.
En efecto, la capacidad de toma de perspectiva, que articula la
relación recíproca entre la dimensión cognitiva y el ámbito social,
es un aspecto fundamental al interactuar con otros, entender su
compleja realidad psicológica, comprender sus pensamientos y
sentimientos, e interpretar las dinámicas propias de los vínculos
interpersonales. En ese orden de ideas, es esperable que un niño
pequeño responda frente a las situaciones y a las personas cercanas
en función de la satisfacción de sus necesidades físicas inmediatas,
mientras que un adolescente logra entender los compromisos, las
responsabilidades, los afectos y las signiicaciones subjetivas que
conlleva el relacionarse con otros y consigo mismo. Los elementos
considerados en este último caso trascienden el plano de lo físico
y de la inmediatez para proyectarse en uno más abstracto, donde
el individuo logra una conciencia relexiva de sí mismo y de los
otros como sujetos con características de personalidad especíicas
y valores duraderos que determinan sus razonamientos y sus actos.
Ahora bien, sabemos que el escenario donde estos aspectos
se evidencian de manera privilegiada es el ámbito de las amistades
cercanas: como lo ha destacado Keller (2004) a partir de Selman
(1980), constituye la primera relación signiicativa en términos
evolutivos donde el niño experimenta la lealtad interpersonal
325
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
genuina y el sentimiento moral del self, independientemente de
la autoridad y de las sanciones de los adultos. Lo que muestra el
análisis cognitivo-estructural propuesto en el estudio al plantear
que los niños más pequeños se ubican en los niveles más bajos es,
en otras palabras, que su comprensión de la situación, de la promesa y de la amistad se centra en los deseos, los intereses y las
intenciones del protagonista, entendidos en términos físicos e
inmediatos, sin que haya un claro entendimiento de los sentimientos del otro, o de los motivos que subyacen a la situación en
términos del compromiso que supone una relación interpersonal
asumida autónomamente.
En contraposición a lo anterior, los niños más grandes —particularmente, los del grupo de mayor edad— interpretan la
situación y los roles de los actores del dilema a partir de la signiicación que tiene el vínculo de amistad como una relación que
trasciende el punto de vista particular, y que constituye un sistema
en evolución basado en el compartir mutuo y en el establecimiento
de un espacio íntimo en el que los valores, los sentimientos y las
expectativas de los participantes cobran importancia psicológica.
Esta concepción de la amistad, del compromiso con el otro que
esta entraña y de la situación en general, revelaría un conocimiento
general más complejo sobre las normas y los valores que regulan
las interacciones sociales, los cuales se relejan en la elección de
justiicaciones y motivaciones acordes a las exigencias y expectativas de quienes participan de la situación.
Con estas coordenadas, los resultados del análisis cognitivo-estructural apoyan el supuesto de que el desarrollo del razonamiento sociomoral deriva en el establecimiento del vínculo
afectivo como fundamento motivacional para el surgimiento de
la responsabilidad moral y la sensibilidad interpersonal (Keller,
2004). En la línea de autores como Selman, Blasi, Loevinger y
Kegan, entre otros, se reivindica la amistad como articulador del
326
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
mundo social y subjetivo en la adolescencia, que se constituye en
pivote de la responsabilidad y el advenimiento de nociones morales orientadas a la preservación de las relaciones cercanas y el
bienestar de los otros.
Todo esto, que en últimas nos conduce al desarrollo del self
como resultado de la coordinación de signiicados en el marco de
las relaciones de amistad, se enlaza directamente con la atribución de sentimientos de culpa y la planeación de estrategias de
reparación al contemplar, a propósito del dilema planteado, las
consecuencias derivadas de la elección para el protagonista, el
amigo y la relación. Si entendemos que, en virtud de la relación
interpersonal y la consideración de los sentimientos y la perspectiva del otro, el sujeto asume por decisión propia una serie de
responsabilidades con respecto al vínculo, es posible plantear al
sentimiento de culpa como efecto de la violación de dichas responsabilidades. Keller enfatiza en que los sentimientos de culpa y
las estrategias de reparación que el sujeto propone se basan en la
habilidad de evaluar el self de manera imparcial, lo que permite
la comprensión de normas generalizadas de reciprocidad y conianza. Bajo este prisma, la culpa funciona como una suerte de
regulación emocional para evitar la violación de las responsabilidades del vínculo; lo anterior justiica la asunción de la
culpa como un indicador de la responsabilidad del self moral con
respecto a la acción.
Teniendo en cuenta estos elementos, resulta evidente que
estos sentimientos sean considerados un logro tardío en el desarrollo del razonamiento sociomoral, producto de la evaluación
moral de la situación de acuerdo con los ideales, los sentimientos
y las necesidades de la relación. En ese sentido, los resultados de
nuestra investigación apoyan los hallazgos referidos por Keller
con respecto a la relación entre la edad y los sentimientos de culpa, y las estrategias de reparación. Los resultados muestran que,
327
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
inicialmente, los niños aluden a sentimientos hedonistas cuando
son interrogados acerca de las consecuencias de la elección en la
situación dilemática; paulatinamente aparecen sentimientos que
evidencian una cierta consideración del otro, pero que todavía no
tienen un carácter normativo con respecto a la elección; y posteriormente —en los niños más grandes— se hace referencia a
sentimientos como la culpa y la vergüenza, que dan cuenta de
una relexión más consciente sobre los efectos de la elección
sobre la relación. Esto último se asocia a la alusión a estrategias
de restauración dirigidas a preservar el vínculo y la armonía con
el otro.
Con esto, se constata una orientación del desarrollo que,
como lo hemos señalado, da cuenta de una inclusión progresiva
del semejante dentro del sistema cognitivo del sujeto, que tiende
a constituirse en elemento rector de sus juicios y asume un carácter regulador de las decisiones sobre el mundo social y personal.
Aquí, de nuevo, aparece el self moral como resultado y bisagra de la
evolución cognitiva y relacional del individuo: en la medida en que
la red vincular del sujeto se amplía y se complejiza, en virtud de la
creciente capacidad de toma de perspectiva, se va constituyendo
un sentimiento de responsabilidad con el otro de naturaleza moral, que lograría materializar la articulación entre el conocimiento
sociomoral general y especíico, sintonizando en cada situación
de elección las dimensiones prescriptivas y normativas del juicio
sociomoral.
Los sentimientos de culpa y las estrategias de reparación, en
su función de indicadores del desarrollo del self moral en el niño,
son considerados en estrecha relación con la noción de consistencia moral, esbozada previamente en el apartado teórico. Keller
(2004) plantea que estos sentimientos aparecen si las elecciones
de la persona resultan inconsistentes con respecto a los ideales del
self moral, frente a la manera en que un individuo moralmente
328
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
bueno debe actuar. Se supone que, en tanto el niño adquiere una
mayor comprensión de la amistad con el desarrollo, construye
una noción sobre la forma como una persona moralmente responsable debería actuar para, de un lado, mantener la conianza en la
relación, y de otro, hacerse valioso frente a las personas que son
signiicativas para él. Con esto, y contando con la importancia que
adquiere la evaluación del self a través de los ojos de los otros, se
deduce que, con el desarrollo, la consistencia entre las elecciones
del niño en los contextos de la elección práctico y moral debería
incrementarse. La consistencia, entonces, tendría una íntima
conexión con el desarrollo del self moral y la emergencia de
sentimientos normativos, y se constituiría en una “orientación
espontánea” del individuo.
Recordemos que, en nuestra investigación, la consistencia
(como la deine Keller) fue evaluada desde dos perspectivas: por
un lado, se estableció la consistencia de la elección en ambos
contextos de la elección y su relación con la edad; y por otro, se
buscó determinar si existía alguna relación entre la referencia a
los sentimientos y esta misma variable. En el primer caso, encontramos que los dos grupos extremos (7 y 17 años, respectivamente)
mostraron un alto nivel de consistencia con respecto a los grupos medios; en el segundo caso, no se encontró una distribución
particular de los niveles de la consistencia con respecto a los
sentimientos o las estrategias de reparación, lo que se releja en
un alto nivel de respuestas consistentes (70). Ambos resultados
resultan contradictorios con los planteamientos de Keller, en
el sentido de que si los más pequeños pueden llegar a ser tan
consistentes como los grupos mayores, o si la consistencia no tiene
relación con la emergencia de sentimientos morales que cumplan
un papel normativo, entonces la noción de consistencia no tendría
ninguna relevancia para pensar el desarrollo del self moral. Al
parecer, esta situación no es un ejemplo aislado en el grupo de
estudios transculturales realizados u orientados por esta autora.
329
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
En los estudios realizados con sujetos chinos e islandeses, Keller
et al. (1998) partieron del supuesto de que los adolescentes experimentan la necesidad de ser consistentes en sus elecciones
prácticas y morales como efecto de la emergencia del self moral
en esta etapa. Los resultados del grupo islandés mostraron una
tendencia a la inconsistencia en la elección de los más jóvenes
que paulatinamente fue desapareciendo; sin embargo, se observó
que, en general, en la elección práctica suele primar la cualidad
hedonista del recién llegado como motivo para la decisión sobre
otro tipo de motivaciones. Con respecto a la población china,
Keller airma que la consistencia no constituye un fenómeno
del desarrollo, ya que se presenta un nivel estable en todos los
grupos de edad. La diferencia más notable en este caso radicó en
la dirección de la elección de los más jóvenes, que se orientó a la
preferencia por el niño nuevo, en contraposición a la de los grupos mayores que privilegiaron al amigo. Estos resultados llevaron
a la autora a cuestionar parcialmente su supuesto inicial y a
adjudicar estas diferencias a una cuestión cultural, que particularmente en los niños chinos más pequeños parece estar referida
a una regla de autoridad (“ayudar a los niños nuevos en la clase”)
que impone una especie de empatía “dirigida de modo autoritario”
en sus elecciones.
En lo que respecta a nuestro estudio cabe anotar que, si bien
no hubo un contraste entre culturas distintas, sí se exploraron
las posibles relaciones entre la consistencia y variables de orden
socioeconómico (estrato y género), que pudieron marcar diferencias asociadas a aspectos culturales y sociales. La inexistencia de
asociaciones relevantes en este aspecto nos llevó a considerar una
explicación que trasciende el plano cultural y apunta a una revisión
metodológica en lo que reiere a la evaluación de la consistencia.
Si pensamos que la coincidencia entre las elecciones morales y
prácticas no da cuenta necesariamente del tipo de motivos que
orientan la decisión de los niños, y que la consistencia de la elección
330
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
no tiene el mismo valor moral cuando se reiere a motivaciones
hedonistas o a motivaciones interpersonales, podría reclamarse
una mayor relexión sobre el signiicado y valor del concepto de
consistencia.
Esto último nos lleva a preguntarnos, además, si la consistencia —tal y como está planteada— releja efectivamente la
relación entre el juicio y la acción moral. No debe olvidarse que
aun cuando se establece una distinción entre dos contextos de la
elección en la propuesta de evaluación de Keller (contexto de
la elección práctico y contexto de la elección moral), las respuestas
de los niños siguen estando en el plano del juicio y de evaluación
de situaciones imaginarias. En ese sentido, es necesario hacer claridad en que el hecho de hablar de elección práctica no asegura
necesariamente el acceso a la dimensión de la acción, y que dicha
imposibilidad sigue constituyendo un reto para la psicología del
desarrollo moral en lo que atañe a la conexión entre juicio y acción.
Es verdad que el estudio de la motivación abre una vía nueva
para pensar esta articulación y revisar los presupuestos sobre la
manera en que el juicio “determina” o “predice” el resultado de la
acción. No obstante, resulta esencial sopesar con cuidado el funcionamiento de la motivación para no caer en la simpliicación
de su papel, entendiéndola como un nuevo nombre bajo el cual
subyace la suposición de que la “buena” acción moral puede
explicarse a partir de la mera aplicación de juicios imparciales y
universales. Puede suponerse que supeditar la prevalencia de las
razones interpersonales a la dimensión normativa, asumiendo
de entrada, por ejemplo, el carácter obligatorio e inlexible de
la promesa como elemento rector en los vínculos de amistad, se
encuentra en esta dirección. Cabe preguntarse, entonces, si en
el intento de superar las paradojas de una moral que desconoce el
rol de los vínculos y de los afectos se han retomado estos elementos solo para restablecer la primacía del juicio imparcial sobre los
aspectos de contenido.
331
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Esta relexión sirve como introducción a un interrogante referido a la dimensión normativa, relejada en el valor central de la
promesa, con relación a los tipos de tendencias motivacionales y
a las categorías que de ellas se derivan; en suma, al análisis de
contenido del pensamiento sociomoral. Este abordaje permitió
establecer qué motivaciones se expresan en las elecciones de los
niños y con qué frecuencia, y ofreció elementos para cuestionar el
valor que se atribuye a la promesa como indicador de una creciente asunción de la responsabilidad. Si bien la literatura tiende a
presuponer que el cumplimiento de la promesa es una muestra
del compromiso del sujeto con la obligación moral —que además
se vincula a valores y atributos centrales del self en el marco de
las relaciones cercanas—, es preciso sopesar si necesariamente
la promesa adquiere per se un carácter moral, o si en función del
contexto o las particularidades de la relación esta puede asumir
otro tipo de función o signiicado. Esta idea se apoya en los resultados de nuestra investigación, que diieren de forma llamativa24
con respecto al estudio de Keller et al. (1998), según el cual lo esperable es que, en los grupos de mayor edad, los motivos normativos primen en la justiicación de la elección moral y práctica.
La autora tiene como premisa, en la línea de los planteamientos de Kohlberg (1984), que en tanto la promesa es un compromiso
que resulta de la reciprocidad en la relación interpersonal y de
la exigencia de ser una persona coniable, es esperable que en el
razonamiento moral general y en la comprensión de los vínculos
de amistad sea evidente la obligación de mantenerla. Los resultados de su estudio con la población china e islandesa enfatizan
en que esta obligatoriedad con el amigo se convierte en una
responsabilidad especial; y cumplirla genera sentimientos positivos por mantener la conianza en la relación, el autorrespeto y el
24
Es importante recordar, como se planteó en algunos párrafos de la presentación de los
resultados, que las diferencias en el número de respuestas es un factor a tener en cuenta al
ponderar los alcances y las limitaciones de la investigación.
332
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
honor, e incluso por la satisfacción de haber resistido la tentación
frente a motivaciones hedonistas. Lo anterior sustentaría la idea
de que a medida que se desarrolla el self, la responsabilidad moral
con el amigo sea, a niveles general y especíico, lo que comande
las elecciones y las manifestaciones del sujeto. En nuestro caso,
los datos señalan que, si bien en el caso de los niños pequeños los
motivos hedonistas orientan la elección, en los grupos de mayor
edad las razones de tipo interpersonal justiican la elección en
ambos contextos de la elección (moral y práctico). Estos datos
reivindican la importancia creciente de la amistad a lo largo del
desarrollo, pero nos invitan a cuestionar si necesariamente asume
un valor normativo, o si el poder motivador de la promesa como
obligación requiere un espectro de interpretación más amplio,
que trascienda el registro de la pura corrección moral.
Ya en otro nivel, especíicamente en el terreno metodológico,
estos resultados pueden explicarse por las características del dilema propuesto en la investigación de Keller. Habría que preguntarse si la situación planteada implica realmente un dilema moral,
y si el suponer la obligatoriedad moral del amigo como valor en
conlicto puede sesgar el análisis de la elección. Si para el sujeto
la comprensión y la defensa de las necesidades personales es un
valor central en su deinición de la amistad, puede justiicarse
la elección del niño nuevo en detrimento del amigo sin que ello
implique una violación moral. En otras palabras, así como se
esgrimen la reciprocidad y la comprensión de los sentimientos
del otro como argumentos para defender la obligatoriedad de la
promesa, el participante puede apelar a la comprensión del amigo
como justiicación para elegir al niño nuevo sin necesidad de
manifestar sentimientos de culpa por su decisión.
Al plantear el cuarto estadio, correspondiente a la adolescencia tardía (19-20 años), Keller retoma a la autonomía y a
la comprensión de la complejidad interpersonal y social de las
333
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
relaciones cercanas como características del mayor grado de
desarrollo de la moralidad en la línea de autores como Kegan
(1982) y Selman (1984). Kegan (1982), en particular, señala que el
self en este estadio logra asumir el control interno de las relaciones y los sentimientos implícitos en estas, así como seleccionar
entre diferentes tendencias conlictivas y establecer prioridades
acordes a los valores que la persona considera esenciales para
su autodeinición. Sin embargo, al analizar los resultados de la
muestra china e islandesa, Keller reivindica el valor normativo
del vínculo al establecer que el mantenimiento de la promesa
se justiica por conceptos como el autorrespeto, la conianza,
el honor o la responsabilidad, en un sentido moral. Sus conclusiones apuntan a que, si bien en ambos casos se enfatiza en la
individualidad del self, de este proceso surge casi por necesidad
la exigencia de asumir determinados compromisos con respecto
al vínculo cercano, que adquieren una función normativa.
Cabe preguntarse entonces qué sucedería si la promesa al
amigo estuviera en conlicto con otros intereses, interpretaciones,
oportunidades y valores igualmente relevantes para el sujeto que
decide. Más allá de la emergencia de sentimientos de culpa, o la
búsqueda de estrategias reparadoras para preservar el vínculo
en una situación de este tipo, resulta interesante examinar hasta
qué punto es posible articular ambas airmaciones sin limitar las
posibilidades del espacio de intimidad y comprensión mutua que
implica la relación de amistad. No se trata, en suma, de negar la
complejidad psicológica de las personas ni la importancia de los
vínculos cercanos en la adolescencia, aspectos que parecen ser
un fenómeno universal, aunque en algunas culturas la articulación con los lineamientos societales tenga más relevancia que en
otras (por ejemplo, en la población China); se trata de explorar y
lexibilizar nuestra concepción sobre el desarrollo de los criterios
morales y su relación con los sentidos que el sujeto atribuye a las
situaciones de la vida cotidiana, de acuerdo a la particularidad y
334
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
los requerimientos de cada contexto. La promesa en sí misma no
tiene fuerza coercitiva si no se relaciona con eventos o signiicados
de carácter moral. Así como todos reconoceríamos sin ninguna
diicultad que el carácter vinculante de la promesa se limita en
condiciones de presiones indebidas, o de desconocimiento de las
condiciones que generaron un compromiso interpersonal, la promesa hecha a un amigo debe interpretarse según la participación
de otros factores relevantes.
Ahora, ejempliiquemos nuestra idea con más claridad. Nadie
condenaría moralmente a alguien que incumple un compromiso
que fue hecho en condiciones de amenaza o engaño: si un sujeto es
obligado con alguna forma de presión física o psicológica a irmar
un acuerdo o hacer una promesa propia de un espacio interpersonal (casarse, por ejemplo), no tendríamos ninguna diicultad
en disculpar (e incluso lo demandaríamos) el incumplimiento
de cualquier compromiso establecido en esas condiciones. De la
misma manera, no tendríamos diicultades en excusar un incumplimiento cuando la promesa hecha se enfrente con otras condiciones de tipo moral o personal, como por ejemplo la seguridad
personal de un tercer sujeto, o la demanda o apremio circunstancial de un pariente —o de uno mismo—. Si estos ejemplos hacen
evidente que las normas morales no operan como reglas estrictas
independientes del contexto o de otros signiicados y demandas
de las relaciones sociales, podemos preguntarnos si las promesas
hechas a un amigo tienen ese carácter prescriptivo tan estricto y tan
poco sensible a condiciones propias de las interacciones sociales.
Así como no estamos dispuestos a cometer alguna infracción penal
por los caprichos o demandas de lealtad de un amigo, reclamamos
de un amigo, en ciertas circunstancias, que respete y reconozca
ciertas decisiones personales y acciones que pueden tener un
signiicado importante para nosotros mismos. El incumplimiento
de una cita puede ser excusable cuando entran en juego otras
condiciones, incluso aquellas que nos dan el derecho a escoger con
quién queremos pasar un rato de esparcimiento.
335
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Las decisiones que tienen que ver con simpatías personales
no tienen que someterse a la aceptación de los otros; e incluso
podríamos demandar de los otros el permitirnos ese espacio de
opción personal, al margen de presiones de cualquier naturaleza.
Siempre y cuando el incumplimiento circunstancial de un compromiso hecho con un amigo no acarree consecuencias negativas,
ni ponga en riesgo la seguridad o el bienestar emocional de alguien,
podríamos demandar como derecho personal las decisiones sobre a
quién escoger como amigo, o qué actividad realizar en un momento
determinado. Obviamente, las condiciones en que una promesa
adquiere un carácter de obligación deben especiicarse, en aras de
evitar los múltiples supuestos que entran a operar en los procesos
de decisión de los sujetos de la investigación25.
En esta vía, consideramos que la complejidad y las vicisitudes
del desarrollo del razonamiento sociomoral requieren una lectura
lexible, que permita entender las elecciones y las justiicaciones
del sujeto en función de su capacidad para coordinar y diferenciar
diferentes dominios de razonamiento, de acuerdo a los matices
de la situación y de las personas involucradas. Bajo este prisma
conviene retomar los planteamientos de autores como Turiel
(1998, 1998a, 1983) y Yáñez-Canal et al. (2005), entre otros,
que permiten entender el desarrollo como un proceso de expertización y concretización, que tiene como pivotes esenciales la
caracterización de los dominios moral, social-convencional e interpersonal-relacional, y los procesos de coordinación y diferenciación. Apoyados en los hallazgos y las elaboraciones obtenidas
por Yáñez-Canal et al. (2005) en una investigación sobre el
razonamiento sociomoral en los niños, consideramos pertinente
sugerir una interpretación más lexible del papel rector de los
contenidos normativos y las relaciones de amistad en función de
En una segunda fase de esta investigación trataremos de especiicar los signiicados de
las promesas y el peso que estas adquieren en situaciones donde se confrontan con otras
decisiones morales. Esperamos concluir esa fase en poco tiempo.
25
336
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
una deinición amplia de lo moral. Partamos del dominio moral
entendido en referencia a las preocupaciones por el daño y
bienestar de los otros, al igual que con las relexiones sobre la
justicia y las autopercepciones sobre cómo habrían de deinirse
los sujetos según el cumplimiento de ciertos ideales morales;
si asumimos que, de acuerdo a las demandas del contexto, estos
aspectos pueden articularse a elementos del ámbito personal para
constituir un espacio donde el sujeto reclame el derecho a decidir
sobre su vida privada (su estilo de vestir, su grupo de amigos, sus
creencias personales y las posibilidades de elegir quiénes pueden
compartir sus espacios íntimos) o donde adecúe sus elecciones
a las condiciones, reglas u objetivos de una situación, es posible
entender el espectro de alternativas que puede sopesar y explicitar un sujeto frente a un conlicto en la vida cotidiana. Así, en el
estadio inal del desarrollo se espera encontrar un sujeto “capaz
de diferenciar los dominios y construir un discurso donde los
relacione y los integre en un discurso que establezca jerarquías
sobre el valor de cada uno de ellos en los contextos particulares”
(Yáñez-Canal et al., 2005, p. 226).
La amistad, entonces, se entiende como un vínculo estrecho
en el que, junto a la importancia de compartir una serie de intereses y experiencias, y de asumir compromisos referidos a ideales
de conianza, solidaridad y lealtad, se privilegia la diversidad de
expectativas y signiicados del vínculo de amistad, así como las
características de los participantes en la relación. Esto supone no
olvidar las necesidades particulares, que son tenidas en cuenta al
evaluar el talante y las consecuencias de ciertas transgresiones.
Así como el sujeto puede entender de manera bastante compleja
las maneras de ser y la personalidad de las personas, también es
capaz de reconocer la fragilidad y variabilidad de las relaciones
humanas, lo que se expresa en un discurso socioconvencional,
personal-relacional y moral suicientemente complejo, donde se
337
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
releja toda la variabilidad del comportamiento humano y donde
se reclaman derechos y reconocimientos de las singularidades y
exigencias del contexto.
En resumen, las relexiones suscitadas por el estudio y
la aplicación de los planteamientos de Keller en el contexto
colombiano sobre el desarrollo y el signiicado de la comprensión
sociomoral conirman el papel de las relaciones de amistad en
el desarrollo moral, su creciente complejización y el carácter de
referentes que adquieren en la manera en que el sujeto delimita
su identidad, sus valores, intereses e interpretaciones sobre el
mundo social y psicológico. Esta orientación del desarrollo, sin
embargo, no debe entenderse como un proceso de depuración o
de abstracción comandado por criterios normativos, sino como
la apertura a un universo de posibilidades y signiicados que se
ponen en juego en las relaciones cercanas y cotidianas, y que
tendrán valores distintos de acuerdo a las demandas propias y
los requerimientos del escenario en el que se desplieguen. La
amistad, en efecto, se constituye progresivamente en una fuente
motivacional esencial en los argumentos y elecciones de los sujetos, que además se relaciona de manera recíproca con el desarrollo del self y de la identidad del sujeto.
No obstante lo anterior, no parece pertinente suponer como
ejes de esta articulación ni a la consistencia ni a la presencia de
sentimientos morales, como lo contempla Keller. Los análisis
plasmados en este documento sugieren la necesidad de revisar
la noción de consistencia y evaluar aspectos metodológicos
de la propuesta, en aras de circunscribir con más claridad las
transformaciones en la comprensión sociomoral, teniendo como
premisa, además, la relevancia de precisar el papel de la promesa
y de los aspectos normativos. Con este estudio recomendamos
(e iniciamos) la realización de otras investigaciones donde se
puedan vislumbrar más claramente la complejidad de los juicios
338
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
morales y la lexibilidad de los sujetos, a in de reconocer las
variadas demandas de las interacciones humanas. Posiblemente,
esta vía investigativa permita contemplar de otra manera el papel
de las obligaciones morales, así como el peso de los juicios y sentimientos en los procesos de toma de decisiones.
Por último, cabe destacar que, en general, no se encontró
una incidencia signiicativa de variables de género y condición
socioeconómica, excepto en el apartado sobre los sentimientos
morales y las estrategias de reparación. Al respecto puede sugerirse una hipótesis “cercana” a los señalamientos de Keller con respecto a ciertos argumentos que sustentaban la elección del niño
nuevo y que parecen estar relacionados con ciertas convenciones
y teorías socioculturales (privilegiar sentimientos altruistas referidos al niño nuevo sobre los vínculos de amistad). El hecho de
que los niños de estrato alto reieran más sentimientos morales e
interpersonales, y estrategias de reparación dirigidas a mantener
el vínculo que los de estrato bajo podría estar ligado a imaginarios
e ideales sobre el modo de relacionarse con los otros, que circulan
en los ámbitos familiares y educativos. Se trata, en todo caso, de
una conjetura que amerita ser examinada, pero que en nuestro
estudio no resulta particularmente relevante.
Conclusiones
Como se planteó en el apartado teórico, en Psicología las
éticas kantianas han conducido a Lawrence Kohlberg a proponer
un proceso donde se asocia a su esquema de progreso la mayor
capacidad para desligarse de los vínculos humanos y pensar de
manera descontextualizada. Las personas con mayor desarrollo
moral serían aquellas capaces de desprenderse de sus deseos e
intereses, y de sus vínculos personales y sociales, para defender la
integridad, la libertad y la igualdad humanas.
339
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Un sujeto como el propuesto, en tanto ideal moral en la
teoría de Kohlberg, podría entender la ética como una tarea de
arbitraje donde, gracias a procedimientos imparciales, podrían
sopesarse todas las demandas particulares y garantizarse un tratamiento equitativo para todas las personas involucradas en un
conlicto moral. El sujeto que hubiera alcanzado el máximo nivel
de desarrollo juzgaría como un “juez ciego” las diferencias sociales
y las relaciones e intereses personales, estableciendo el equilibrio
entre los intereses en conlicto y priorizando el reconocimiento
del juicio justo y equitativo.
Como juez imparcial, el sujeto moral debería poseer, a lo
sumo, un conocimiento procedimental que le posibilitará pensar
en un ser humano no real, al que habría de garantizarle un tratamiento igualitario. Tanto el sujeto que juzga como aquel que sería
juzgado o defendido carece de necesidades particulares, identidad propia y demandas especíicas, salvo aquellas que habrían de
igualarlo al resto de los mortales.
El resultado de un proceso de total desprendimiento es el
logro de un juicio propio de extraterrestres, como lo airma Sandel
(2000) al referirse a la ética kantiana. Un sujeto que se olvida de
sus vínculos, o necesidades, a las que considera primitivas y amorales, es frío, sin compromiso con sus relexiones morales y no va
a cumplir ninguna norma, debido a que en hacerlo no se esconde
ninguna razón motivacional.
El sujeto “descarnado” que opera sin ninguna característica que le permita identiicarse como sujeto es el foco al que se
dirigen todas las críticas realizadas contra Kohlberg. La justicia
como orientación moral y el juicio moral como un proceso formal
liberado de toda contaminación, de todo contenido, de toda inluencia contingente, así como las contradicciones entre el juicio
340
Comprensión y resolución de conflictos en las relaciones de pares:
el desarrollo moral en la vida cotidiana
y la acción, conducen a lo mismo: señalar las limitaciones de la
teoría de Kohlberg para entender las acciones y juicios morales
de los individuos, y reconocer en ellos mismos los motivos que los
llevarían a comportarse moralmente. Por eso, las nuevas teorías en
psicología intentan mostrar las diicultades de una teoría deontológico-estructural como la de Kohlberg, al tiempo que intentan
señalar otros caminos interpretativos sobre la conducta moral.
341
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
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Nacional de Colombia, sede Bogotá (DIB). Publicado en este
volumen, con algunas reducciones.
346
Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
RESEÑA DE LOS AUTORES
Jaime Yáñez-Canal
Psicólogo y Ph.D. Profesor asociado Departamento de Psicología Universidad Nacional de Colombia. Director del grupo de
investigación “Estudios sobre desarrollo socio-moral”.
Laura Pacheco Castañeda
Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro
del grupo de investigación “Estudios sobre desarrollo socio-moral”.
Iván Pinedo Canillo
Magister en Filosofía de la Universidad Javeriana. Candidato
a Doctor en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia.
Miembro del Grupo de Investigación “Estudios sobre el desarrollo
socio-moral”, Universidad Nacional de Colombia.
347
Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Elfriede Billmann-Mahecha
Profesora del Instituto de pedagogía y psicología de la Universidad de Leibniz en Hannover y doctora en Psicología, ilosofía y ilología latina de la Universidad de Erlangen-Nuremberg.
Con una trayectoria de más de 25 años en la docencia, ha liderado
proyectos de investigación en psicología del desarrollo, psicología
general y métodos cualitativos, cuenta con múltiples publicaciones en estos temas. Es miembro del grupo de investigación
“Estudios en Razonamiento Sociomoral” desde 2005.
Adriana Milena Perdomo Salazar
Candidata a doctor en Estudios Políticos de la Universidad
Externado de Colombia y magister en psicología de la Universidad
Nacional de Colombia. Ganadora de beca Colciencias. Se ha desempeñado como docente en diferentes universidades, incluida
la Corporación Universitaria Minuto de Dios, en Colombia. Es
miembro del grupo de investigación “Estudios en Razonamiento
Sociomoral” desde 2005.
Andrea Mojica Mojica
Psicóloga-psicoanalista e investigadora, magister en Psicoanálisis, Subjetividad y Cultura de la Universidad Nacional de
Colombia y especialista en Ética de la Corporación Universitaria
Minuto de Dios-UNIMINUTO. Se ha desempeñado como docente
en diferentes universidades incluido el Programa de Psicología de
la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Corporación
Universitaria Minuto de Dios-UNIMINUTO. Actualmente es docente del programa de Psicología de la Universidad Santo Tomás y
miembro del grupo de investigación “Estudios en Razonamiento
Sociomoral” desde 2005.
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Razonamiento sociomoral en los niños con
respecto a las relaciones de inclusión-exclusión
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Tomo V. Desarrollo moral y emociones
Serie Cognición, moral y desarrollo psicológico
Impreso en el mes de octubre de 2017
En su composición se utilizaron los tipos
Apple Chancery, Constantia y Calibri
Primera edición 2017
300 ejemplares
Bogotá, D. C., 2017 - Colombia
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