contemporanea
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
La gesta inconclusa.
Imágenes y usos de la Guerra de Malvinas
en las extremas derechas argentinas,
1982-1989
Matías Grinchpun1
Resumen
Resulta trillado afirmar que la guerra de Malvinas
tuvo un profundo impacto en la sociedad argentina. Las extremas derechas no fueron una
excepción, en tanto la contienda actualizó los
argumentos desplegados frente a la violencia
política de los setenta al tiempo que trajo una
frustración sin precedentes. El nacionalismo
territorial, el pretorianismo, el catolicismo ultramontano, el revisionismo histórico y otras
tramas del pensamiento reaccionario vernáculo debieron emprender entonces la penosa tarea
de hacer inteligible la debacle. Paradójicamente,
esta dramática coyuntura —y los procesos de memorialización que conllevó— se convirtieron en
uno de los pocos elementos compartidos por una
constelación largamente signada por la división y
la fragmentariedad. Como la «conspiración judía
internacional», la conflagración del Atlántico Sur
se habría vuelto un mito, tanto en el sentido soreliano como en el antropológico del término. Para
acercarse a él, este artículo abordará su tratamiento en las revistas Cabildo, Verbo y Alerta Nacional.
Palabras clave: Malvinas, guerra, extremas derechas, Argentina.
1
Abstract
Affirming the Malvinas’ War had a deep impact in Argentine society is almost a cliché. The
extreme-right was no exception, as the conflict
renewed arguments developed during the height
of political violence in the 70s while bringing
at the same time an unprecedented frustration,
Territorial Nationalism, pretorianism, ultramontanist Catholicism, historical revisionism and
other threads of local reactionary thought faced
the ungrateful task of explaining the debacle.
Ironically, these dramatic events – and the memorialization processes they unleashed – would
become one of the few shared elements in a
constellation marked by its long-lasting internal divisions and tensions. Just like the “international Jewish conspiracy”, the South Atlantic
conflagration would have become a myth, both
in the Sorelian and the anthropologic sense of
the term. To approach it, this article will explore
its treatment in the journals Cabildo, Verbo and
Alerta Nacional.
Keywords: Malvinas,
Argentina.
war,
extreme
right,
Recibido 17/7/2019. Aceptado 21/9/2019
Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra, Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani,
Universidad de Buenos Aires.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 15
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
Querido papá: cuando recibas esta carta, yo estaré
rindiendo cuentas de mis acciones ante Dios Nuestro
Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que
muera en el cumplimiento de mi misión [...] gracias
por ser católico, argentino e hijo de sangre española,
gracias por ser soldado [...] Dios y Patria o muerte.
Teniente Roberto Estévez, 27 de marzo de 1982
Introducción. «Su mejor hora»
Al promediar junio de 1982, Marcos Ghio quedó devastado por la derrota argentina en el Atlántico sur.
Como «tantos otros», este docente secundario —graduado en Filosofía en la Universidad de Buenos
Aires— habría vibrado con la «epopeya malvinense», «el único momento de nuestra historia del siglo
xx donde se peleó por el honor y la dignidad nacional».2 El conflicto habría incluso provocado el resurgimiento de Argentum, imbuida —a diferencia de la «Argentinita rutinaria»— de valores «superiores»
y «tradicionales».3 El licenciado asistió así a manifestaciones, contribuyó con colectas y hasta se habría
ofrecido como voluntario, con un fervor solo igualado por la desolación de la derrota. En medio de esta
desazón, un opúsculo editado por el Círculo Español de Amigos de Europa (Cedade) llegó a sus manos.4 Se titulaba La doctrina aria de lucha y victoria y su autor era Julius Evola, un tradicionalista italiano
por entonces totalmente desconocido para el deprimido Ghio. La concepción del combate como un
«instrumento adecuado de catarsis y purificación» lo habría asombrado, por lo que habría procedido a
explorar otras obras de este pensador como Metafísica de la guerra y Orientaciones.5 A partir de entonces,
su vida cambió: comenzó a participar en revistas como Verbo, Cabildo y Alerta Nacional, denunciando la
«nefasta» dictadura, el retorno de la perniciosa «partidocracia» y la degradación moral del «mundo moderno». Asimismo, en el cuarto aniversario de la invasión de las islas fundó —junto a Hugo Ramasco,
Rubén Baudino y Marcelo Verdugo— El Fortín, periódico nacionalista de agitación y denuncia que
circuló por Neuquén y Río Negro.6 La publicación continuaría con interrupciones y mutaciones hasta
la actualidad, mientras que Ghio se volvería el principal referente del pensamiento evoliano en el país
(Sedgwick, 2015: 244).
Esta narración puede no ser verídica, pero resulta al menos verosímil.7 Más que su veracidad, lo
fundamental sería el rol que Malvinas cumpliría como «rito de pasaje» en la narrativa que esta figura
hace de su vida, así como el sitial que ocupa en tanto mito de origen del grupo que encabezó. Lejos de
ser excepcional, esta trayectoria sería representativa de las amplias reverberaciones que la contienda de
1982 tuvo en las prácticas, discursos e imaginarios de las extremas derechas vernáculas. Por cierto, las referencias a la guerra emergieron en sectores politicoideológicos de lo más variopintos, configurando archipiélagos de memoria cruzados externa e internamente por tensiones y contrasentidos (Guber, 2012:
2
Ghio, M. (2000). El rito y la guerra. Buenos Aires: Heracles, p. 9. Información un tanto imprecisa sobre Ghio puede
hallarse en Kiernan (2006: 85-90) y Kollmann (2001: 54-70).
3
Ibídem, p. 11.
4
Sobre el Cedade, véase Rodríguez Giménez (1994: 115-122).
5
Acerca de Evola, puede consultarse Boutin (1992) y Cassata (2003).
6
Ghio, M. (2015) «Al cumplirse los 30 años de la publicación El Fortín». El Fortín, abril de 2015. Disponible en: <http://
www.juliusevola.com.ar/El_Fortin/76_14.htm> [Consultado el 7 de octubre de 2018].
7
El licenciado presentó una versión similar en una entrevista con el autor (Ghio, 2016). Tal coherencia podría ser vista
como una corroboración de lo relatado, aunque no debería descartarse la posibilidad de que una determinada autorrepresentación haya cristalizado al punto de reelaborar la percepción del pasado.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 16
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
16-21; Lorenz, 2013: 47). La relevancia del nacionalismo en dicho entramado —tanto en su vertiente
territorial como en la cívica y en la esencialista— resulta de todas formas insoslayable. Estudiosos como
Carlos Escudé (1987), Vicente Palermo (2007) y Rosana Guber (2012: 29-31) han destacado el rol que la
«educación patriótica» habría tenido en la pervivencia y el avance de la «causa», así como su relevancia y
eficacia para justificar el conflicto. En el más acotado mundo de lo que Raoul Girardet denominó como
«nacionalismo de los nacionalistas», el lazo habría sido todavía más fuerte: el «malvinismo» habría sido
uno de los pocos elementos compartidos por formaciones de tipo «grupuscular» (Griffin, 2003), por
lo general inclinadas a la desconfianza mutua y dadas a luchar entre sí (Buchrucker, 2011: 91-96). De
hecho, la contienda le habría permitido a estos sectores renovar su panteón de héroes y «mártires» con
la incorporación del teniente Roberto Estévez o el capitán Pedro Giachino, primer caído en combate
y agente de la represión ilegal durante la última dictadura militar (Lorenz, 2012: 147). La intensidad del
nexo llegó incluso a suscitar sátiras, como la Asociación Virreinal Argentina, que declamaba en Las islas
sobre un plan sionista para apropiarse de las Malvinas (Gamerro, 1998). Pero este tipo de operaciones
no debería obturar que el «malvinismo» constituye una de las principales herramientas con la que estos
agrupamientos cuentan para salir del nicho político que ocupan, interpelar a auditorios amplios y llegar
a tener injerencia en el planteo de los problemas públicos (Cefaï y Terzi, 2012).
Este artículo aspira a aproximarse a la temática priorizando los orígenes de ese malvinismo y su
desarrollo durante los años ochenta. Un primer apartado estará dedicado a rastrear los antecedentes
de ese discurso en dos revistas del «tradicionalismo católico» (Cersósimo, 2014) como Cabildo y Verbo.
Se reconstruirá entonces la legitimación en términos políticos y religiosos de la represión desplegada
por el Estado y las Fuerzas Armadas, así como el resurgimiento y actualización de dichos tópicos con
el estallido de la guerra. La segunda parte estará dedicada a explorar las repercusiones de la derrota y
la mitologización de la contienda luego de 1982, prestando atención en primer lugar a las hojas tradicionalistas para luego aproximarse a Alerta Nacional, revista aparecida en 1983 como órgano de la
agrupación homónima de la ultraderecha peronista. Las similitudes y contrastes de estas apropiaciones
y resignificaciones serán retomados en las conclusiones, donde se reflexionará sobre la gravitación del
conflicto en el imaginario y el discurso sociales de las últimas décadas.
Entre dos cruzadas.
De la «lucha contrarrevolucionaria»
a la Guerra del Atlántico Sur (1973-1982)
La legitimación religiosa de la contienda tuvo un antecedente ineludible en la justificación de la guerra
antisubversiva durante los setenta, cuando franjas de las Fuerzas Armadas aseveraron junto al integrismo católico que se estaba desarrollando una «cruzada» para preservar a la nación de las garras de
la revolución.8 No se habría tratado solamente de preservar el alma de los argentinos, sino también
de impulsar su renacimiento: como pregonó el provicario castrense Victorio Bonamín, «cuando hay
derramamiento de sangre hay redención», por lo que la «muerte de amor» de los uniformados cumpliría con la «finalidad trascendente» de regenerar la patria (Bilbao y Lede, 2016: 172). Las apreciaciones
emitidas paralelamente por El Fortín, nombre adoptado por Cabildo tras sufrir su primera prohibición
en 1975, no fueron muy distintas.9 La hoja lamentó que la «Argentina oficial» careciera de una genuina
«política de guerra» y que mantuviera la «farsa suicida» de la institucionalidad republicana mientras
8
Como han señalado Pontoriero (2016) y Soprano (2019), estos discursos han sido asociados con las instituciones militares
en su conjunto, pero su grado de penetración y aceptación habría sido muy variable.
9
Sobre esta señera publicación del nacionalismo católico, consultar Cersósimo (2015), Rodríguez (2011) y Saborido (2011).
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 17
contemporanea
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
«algunos miembros de las ff.aa. arriesgan sus vidas y mueren por la Argentina real». Así, los combates
en Tucumán y otros «frentes internos» habrían reflotado el maurrasiano contraste entre un «país real»
—encarnado por la tropa— y la falaz legalidad —que se escondería cobardemente en la retaguardia—.
Si bien se aseguró que la derrota de los «guerrilleros» —que venían a «ganar a la Argentina para la Gran
Apostasía final»— habría sido fundamental,11 se aclaró que «la sangre de nuestros soldados no debe
servir a la perpetuación del Régimen que dio origen y sentido a la subversión marxista, sino constituirse
en el cimiento heroico de una Patria Grande, dueña de Su Destino y que recorrerá, pese a quien pese,
el sendero glorioso que le está reservado».12
10
Este tipo de artículos le valieron a El Fortín una nueva interdicción oficial, reapareciendo entre
junio de 1975 y febrero de 1976 como Restauración. El golpe de Estado trajo una nueva interrupción,
pero también la sensación en varios de estos actores de que la tan esperada hora triunfal había llegado.
Fue así que ciertos círculos castrenses, el clero más reaccionario y otros representantes de las extremas
derechas habrían tenido la oportunidad de explorar los tópicos bélicos desde el lugar de «conquistadores» (Canelo, 2016: 43-46). A partir de entonces, «la grandeza y belleza de ser militar» dejó de verse
reflejada solamente en el martirio para pasar a mostrarse como «administración por la fuerza» y «combate de amor» (Bilbao y Lede, 2016: 181). De todos modos, las alusiones a la «guerra santa» continuaron
a la orden del día: fue así que Vicente Sierra y José Guerra Campos ahondaron en las connotaciones
espirituales de la lucha desde Verbo, la publicación iniciada en 1959 por el sacerdote francés Georges
Grasset como una rama autónoma de la Cité catholique.13 Para principios de los ochenta, el staff mantenía a redactores ya presentes en los comienzos como el exiliado colaboracionista Robert Pincemin y el
propio Grasset (quien firmaba como Juan Octavio Lauze) junto a Antonio Caponnetto y su hermano
médico Mario; el profesor de la Universidad Nacional de Cuyo Rubén Calderón Bouchet y su colega
antidarwinista Enrique Díaz Araujo; y el filósofo cordobés Alberto Caturelli. Expresión de un catolicismo antimoderno, antidemocrático, antiliberal y rabiosamente anticomunista —capaz de combinar
la fidelidad a Roma con críticas al Concilio Vaticano ii y guiños a monseñor Lefebvre—, la revista
habría reflotado los estandartes de la «guerra contrarrevolucionaria» como una manera de contrapesar
las frustraciones generadas por el rumbo económico, político y diplomático adoptado por el «Proceso»
(Cersósimo, 2015: 237-243).
Mucho más directo y cáustico fue Cabildo, que inició en julio de 1976 su «segunda época». Al
frente se ubicó una vez más Ricardo Curutchet, colaborador de Marcelo Sánchez Sorondo en Azul y
Blanco y luego director de revistas nacionalistas como Tiempo Político y Vísperas. Esta experiencia le habría permitido reunir un equipo heterogéneo, con autores veteranos como Federico Ibarguren, Alberto
Falcionelli y Leonardo Castellani pero también jóvenes como los Caponnetto, Calderón Bouchet y
Álvaro Riva. A pesar de su estilo más polémico y combativo, su ideario y el de Verbo no habrían estado
muy alejados, como podría inferirse de la circulación de nombres entre ambas. Según Jorge Saborido
(2011: 188-201), sus «coordenadas ideológicas» habrían sido una concepción teológica de la política, la
reivindicación del Medioevo europeo, el «hispanismo» y una visión conspirativa de la Historia. De ahí
que, por encima de sus matices, los redactores coincidieran en una decepción gradual con la dictadura
militar, llegando a decretar su «fracaso» a mediados de 1979. El principal error de las cúpulas castrenses
10
Centuria Nacionalista (1975). «La intervención del Ejército en Tucumán». El Fortín, n.º 1, marzo, p. 2.
11
V.E.O. (1975). «¿Por qué se lucha contra la guerrilla?». El Fortín, n.º 1, marzo, p. 11.
12
Centuria Nacionalista (1975). «La intervención del Ejército en Tucumán». El Fortín, n.º 1, marzo, p. 2.
13
Algunos ejemplos son Guerra Campos, J. «Sentido cristiano del ejército». Verbo, n.º 214, 1981, pp. 7-24; Lauze, J. O.
«Heroísmo cristiano». Verbo, n.º 203, 1980, pp. 81-98, y Sierra, V. «La cruz en una mano y la espada en otra». Verbo, n.º 207,
octubre de 1980, pp. 69-83. Sobre Verbo, pueden consultarse Robin (2004) y Scirica (2007).
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 18
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
habría radicado en depositar su confianza en las bondades del plan económico, lo cual no dejaba de
ser «una cuestión técnica y de eficacia hedonista».14 Pero esta actitud no sería más que el síntoma de la
incapacidad de las Fuerzas Armadas para desempeñarse como una elite y reemplazar a «la oligarquía
que agobia al país desde hace años y que le ha marcado su decadencia», cayendo «en la trampa de las
fórmulas jurídicas liberales y de las fórmulas políticas populistas» (Cersósimo, 2015: 239). En este punto
habría continuado operando un tipo ideal de estamento militar católico, útil para resaltar las fallas de
las juntas: desconociendo que su rol sería —como el de las monarquías en otras latitudes— morigerar
los vicios del gobierno, ellas habrían elegido desempeñar «una función protectora de la democracia,
con lo cual se integran en el sistema que periódicamente empuja a la Nación hacia su disolución».15 Por
cierto, las desavenencias habrían sido mutuas: mientras algunos sectores del gobierno de facto habrían
concordado con el nacionalismo católico —como los «duros» del Ejército, franjas de la Fuerza Aérea y
funcionarios de las carteras de Educación y Relaciones Exteriores—, otros se habrían mostrado refractarios, configurando lo que Paula Canelo (2008) ha denominado como las «dos almas» del «Proceso».16
Esta desilusión no impidió que la declaración de guerra tuviera profundas resonancias: como
atestiguan las fotografías de actos públicos y la proliferación de solicitadas, decenas de agrupaciones
nacionalistas salieron a las calles. Si bien primaron los símbolos enarbolados en etapas anteriores —
como la cruzada y el sacrificio—, también se apeló a nuevos contenidos. La «teología de la dominación» habría mutado en teología de la guerra (Dri, 2011), transición decididamente más lineal que la
criticada por León Rozitchner (2015) en ciertos intelectuales de izquierda: para las extremas derechas,
no habría nada que «limpiar». De todas maneras, la construcción no careció de forzamientos, empezando por la concentración en un espacio geográfico que poca atención había suscitado previamente.
Cabildo —usualmente pendiente de la evolución de las relaciones exteriores— le había dedicado a las
Malvinas un lugar marginal frente a las supuestas ambiciones brasileñas en la Cuenca del Plata o a las
tensiones surgidas con Chile, con la cuestión del canal de Beagle a la cabeza.17 Tan secundaria habría
sido la preocupación para Verbo que la redacción se habría visto tomada casi totalmente por sorpresa:
si bien la portada de abril de 1982 se hizo eco de la Operación Rosario proclamando que «las Malvinas
son católicas y argentinas», los artículos apenas hicieron referencia a los sucesos.
El pesimismo cedió su lugar al éxtasis: al regocijo de las revistas se sumó el de una pléyade de
organizaciones entre las que se contó la Junta de la Confederación Nacionalista Argentina, liderada
por Curutchet e Ibarguren. La agrupación aplaudió que la patria hubiera «vuelto por sus fueros, para
mostrarse a sí misma y ante el mundo digna de sus orígenes, de sus empresas heroicas y de su irrenunciable proyección histórica», colisionando «sola y sin temblor ante una de las más grandes potencias de
la tierra».18 La hoja de Grasset ofreció un apoyo tanto o más ferviente a través de una serie de encendidos editoriales y de justificaciones amparadas en Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y Francisco de
Vitoria.19 Posición afín a la del clero más refractario y a la del vicariato castrense, pero contrapuesta a la
14
«Editorial». Cabildo, 2.ª época, n.º 23, mayo de 1979, p. 3.
15
«Editorial». Cabildo, 2.ª época, n.º 30, enero de 1980, p. 3.
16
En un trabajo más reciente, la autora mostró que la Secretaría General de la Presidencia criticó proyectos de reorganización a partir de sus similitudes con los principios de La Nueva República y Azul y Blanco (2016: 89-90), mientras que en
1981 la Junta Militar sostuvo en un documento secreto que los «partidos de ultraderecha» debían ser excluidos del futuro
orden político al igual que los de «ultraizquierda» (2016: 192).
17
En 1981, Cabildo había considerado deseable una invasión del archipiélago: véase Cersósimo (2015: 318).
18
Junta de la Confederación Nacionalista Argentina. «Declaración». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, abril de 1982, p. 5. En otras
ocasiones, Inglaterra fue presentada como una «potencia de segundo orden» y «decadente»: véase Lorenz (2013: 72).
19
Caturelli, A. (1982). «La noción de guerra justa y la recuperación de las Malvinas». Verbo, n.º 223, pp. 27-34. Montejano, B.
«Francisco de Vitoria y la guerra del Atlántico Sur». Verbo, n.º 223, 1982, pp. 35-55.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 19
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
asumida por el Vaticano y una parte considerable de la jerarquía católica local, quienes se pronunciaron
por la paz. También Tradición, Familia y Propiedad (tfp) se apartó de la fiebre belicista, advirtiendo
que la aventura habría dejado al país vulnerable a un enemigo más terrible que los británicos como era
el comunismo. No debía extrañar entonces que Firmenich apoyara la invasión, ya que el previsible respaldo estadounidense a Inglaterra podía hacer que la urss se volcara por la Argentina y la incorporara
al bloque socialista (Cersósimo, 2015: 320-321).
En contraposición, Verbo exhibió un entusiasmo que adquirió por momentos ribetes milenaristas,
con un editorialista imaginando el despertar de «los pueblos de abolengo hispano»: «más instintivo que
racionalmente explicado, el alineamiento actual de la Raza despierta viejos sueños, antiguas batallas,
hace izar banderas, cantar zambas y vidalas de los Tiempos de la conquista».20 Esta transformación
colectiva debía acompañarse con una transfiguración individual e interna, ya que solo librándose del
«espíritu mercantil, materialista, sensual, ladrón, mentiroso y aburrido» se podría iniciar «algo más
grande. Seremos, pues, cabeza de puente de una gran resurrección: la de la Cristiandad».21 En una
vena similar, Caponnetto vaticinó que desde el 2 de abril nada «podrá ser igual que antes; nada deberá
ser igual que antes».22 Lo ocurrido comportaría una profunda e irreversible mutación metafísica: habría
salido a relucir la «historia verdadera» de la nación, esa que «es Cruz y Sable; es Fe y Milicia; Fortaleza
heroica y lealtad a Dios. Es vísperas de combate, vigilias a la intemperie y alegría de bandera izada.
No es urna, voto, sufragio y apostasía. No es ni puede ser ya, el comité y la trastienda; miserias politiqueras y
entregas desvergonzadas».23
Por cierto, estos arrebatos militaristas no conllevaron una absolución ni una carta blanca para el gobierno. Si en Cabildo Álvaro Riva aludió a un viraje de «180 grados» y a una «refundación» del Proceso,24
Curutchet advirtió en esa misma revista que «la única voz de mando» debía ser la «intransigencia»,
en tanto el país «no puede ceder un ápice de lo que ha ganado para siempre porque ceder es rendirse.
Rendirse no solo a los ingleses sino a los fantasmas de la muerte que le corroían el corazón».25 Al sostener que «cualquiera sea el curso de las negociaciones, cualesquiera sean la habilidad diplomática y las
posibilidades internacionales, el hecho militar del 2 de abril es y debe ser absolutamente inconmovible,
terriblemente definitivo»,26 el director habría revelado una profunda desconfianza en la junta. Posición
similar a la expresada por Bernardino Montejano en Verbo, quien recordó la «distinción fundamental
entre la Patria y el régimen que nos gobierna»: «la solidaridad es con la Patria y no con el gobierno. Los
gobiernos pasan, los hombres pasan, la Nación permanece a través de las generaciones».27
Ambas revistas coincidieron en privilegiar los móviles espirituales y simbólicos en detrimento de
lo práctico y material: la guerra no se haría por rapiña, sino en defensa de la soberanía y por fidelidad
a la auténtica religión. En esta línea, Verbo afirmó que «nuestro territorio nacional pertenece primerísimamente a Jesucristo y a María Purísima por formal y fundacional voluntad de aquellos que por
primera vez plantaron en él la Santa Cruz y celebraron el Santo Sacrificio Redentor».28 Si no se dudó
de la importancia de los recursos naturales ni de la contundencia de los argumentos legales, centrarse
20
«Carta al lector: Nuestra Señora de la Resurrección». Verbo, n.º 221, abril de 1982, p. 6.
21
Ídem.
22
Caponnetto, A. «Soberanía o muerte». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, abril de 1982, p. 21.
23
Ídem.
24
Riva, A. «La suma no es la unidad». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, abril de 1982, p. 18.
25
Curutchet, R. «Editorial: un gesto para siempre». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, abril de 1982, p. 3.
26
Ídem.
27
Montejano, B. «Francisco de Vitoria y la guerra del Atlántico Sur». Verbo, n.º 223, junio de 1982, p. 52.
28
«Carta al lector: Nuestra Señora de la Resurrección». Verbo, n.º 221, abril de 1982, p. 6.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 20
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
en ellos fue percibido como un rebajamiento «al nivel de los juristas mundanos y de los negociantes
internacionales».29 Lo fundamental habría sido el legado iniciado con la concesión del Papa a los Reyes
Católicos y conferido —por medio de Carlos i y Felipe ii— a la Argentina. Así como lo económico se
subordinaba a lo religioso, lo físico debía reflejar lo metafísico: lo central de la «hazaña» sería para Verbo
el choque entre una nación que portaría simbólicamente «la Hispanidad como ideal de vida católica»
y otra que representaría «la envidia corruptora de los mercaderes».30 De hecho, el combate no buscaría
solo la salvación propia sino también la de Inglaterra, en tanto «las humillaciones» podrían servirle
para «volver a su fe católica» y a la época en que «se llamaba Isla de los Santos y era devota de María
Santísima».31 Frente a esta sediciosa nación de comerciantes y embusteros —«nodriza de la revolución
moderna»—, España habría evangelizado a «pueblos de todas las razas, muchos de ellos crueles hasta
la antropofagia y decadentes hasta la sodomía, que estaban a la sazón, en proceso de exterminio bajo el
imperio del terror».32 Como ha señalado Cersósimo (2015: 320), mientras Cabildo tendió a conceptuar
la contienda como un «acto de soberanía nacional», la hoja acaudillada por Grasset habría privilegiado
la visión del conflicto como una colisión entre credos o, incluso, civilizaciones.
La demonización de Gran Bretaña no careció de contradicciones: aunque en Verbo predominó la
asociación con una codicia feroz y agresiva, desde sus mismas páginas Miguel Luis Speroni afirmó que
en esas islas habría nacido el pacifismo que corroería al oeste. Difundida bajo la pax britannica, esta
ideología habría esparcido «un cristianismo falsificado, pragmático, naturalista, a la medida del espíritu
del mundo y de las pretensiones de lucro ilimitado animadoras del capitalismo liberal».33 Estos «rectos y honrados principios protestantes» nutrirían también «las sectas satánicas, los desfiles de 20.000
homosexuales, las más altas tasas de drogadicción y de criminalidad», así como la tolerancia de «la
imperdonable sovietización de toda Europa Oriental».34 En esta línea, Argentina no estaría peleando
únicamente contra el imperialismo anglosajón, sino contra la misma decadencia de Occidente.
Mientras Verbo privilegió la épica del choque entre protestantismo y catolicismo, Cabildo le concedió un espacio mayor a los aspectos técnicos del enfrentamiento. Esto podría verse en la proliferación
de imágenes de vehículos terrestres, embarcaciones y aeronaves, en los densos análisis geopolíticos
de militares retirados y en las pomposas descripciones de las operaciones, las cuales magnificaron las
pérdidas británicas para apuntalar la fe en la victoria final.35 La publicación también se habría contado
entre las primeras en visibilizar a los caídos, recuperándolos a través de los tópicos sacrificiales implementados durante la década anterior: Patricio Guanca, Mario Almonacid, Jorge Águila y Giachino
fueron así elevados a la categoría de mártires por Caponnetto, quien celebró en lacónicos versos que
hubieran desoído «las «voces autorizadas» de quienes dicen que nada vale más que una vida. Sabían
29
«Carta al lector: Nuestra Señora de la Resurrección». Verbo, n.º 221, abril de 1982, p. 6. Este «antimaterialismo» no impidió
explorar cómo debía organizarse una economía de guerra, ni fantasear con proyectos para explotar los recursos de las islas.
Véanse Beveraggi Allende, W. «Por qué y cómo una “Economía de Guerra”». Cabildo, 2.ª época, n.º 53, mayo de 1982, pp.
32-34 y Luna Ercilla, C. «Necesario asentamiento rural en las Malvinas». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, 1982, pp. 31-32.
30
«Carta al lector: Nuestra Señora de la Resurrección». Verbo, n.º 221, abril de 1982, p. 6.
31
Ídem.
32
Ibídem, p. 9.
33
Speroni, M. L. «La herejía pacifista y la guerra justa». Verbo, n.º 222, 1982, pp. 11-12.
34
Ibídem, p. 12.
35
«Alea Jacta Est». Cabildo, 2.ª época, n.º 53, mayo de 1982, pp. 4-11; Matassi, P. «De la táctica de Malvinas a una estrategia de
la Argentina». Cabildo, 2.ª época, n.º 53, mayo de 1982, pp. 20-23. Representaciones igualmente triunfalistas aparecieron en
los grandes medios: véase Lorenz (2013: 74-82). Siguiendo a Cersósimo (2015: 320), podría sugerirse que las divergencias
en el tratamiento responderían a que la revista de Curutchet consideró que el triunfo solo podría llegar a través de las
armas, la de Grasset habría contemplado también una victoria diplomática y hasta espiritual.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 21
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
que la vida solo merece vivirse al servicio de las mejores causas; que no hay redención sin sangre, ni
Soberanía sin sacrificio».36 Su entrega marcaría incluso la génesis de la anhelada «Nueva Argentina»:
para Curutchet, «la sangre derramada en las Malvinas, la sangre argentina, es un agua lustral: estamos
al comienzo de todo, por lo mismo que hemos restablecido la vinculación perdida con lo mejor de
nosotros mismos. Somos, seremos dignos de nuestra mejor tradición».37 Verbo hizo alusión a los muertos recién después de la derrota, participando del simbolismo filial analizado por Guber (2012). Así,
Caturelli equiparó abiertamente a los combatientes con los partientes al referirse a «los soldados de la
Patria» como «nuestros muchachos, nuestros hijos»,38 mientras que Montejano aludió «a los padres que
se han quedado sin hijos. A los hijos que se han quedado sin padres. A las mujeres que se han quedado
viudas».39 Pero la pérdida no habría sido en vano, ya que para el cristiano la muerte no era el final: «los
héroes son felices porque han vuelto a la primera arcilla y a la primera tierra».40 Los vivos, por su parte,
debieron afrontar la espinosa cuestión de dar sentido a un mundo en el que la Argentina y el catolicismo habían sido derrotados por la «pérfida Albión».
Debacle y mito (1982-1990)
Teología de la guerra. Malvinas según Cabildo, Verbo y Patria Argentina
Frente a la derrota, la hoja de la Ciudad Católica adoptó un «discurso pastoral», el cual procuró mantener la concordia a través de la censura de cualquier tipo de recriminación: en julio de 1982, la nota
editorial llamó a «no desfallecer» para luego advertir contra la «tentación» de pensar «“pedí, y mucho,
y no fui escuchado”».41 A esta eventual queja se replicó que «nuestras plegarias no son vanas y si no
hemos logrado lo pedido como lo deseamos obtener, no por eso no hemos sido escuchados. Dios oye
y escucha a sus hijos, pero sabe mejor responder a nuestros legítimos deseos».42 Además de apelar a
los inescrutables designios divinos, el editorialista sostuvo que si alguna responsabilidad había, esta
recaería sobre los hombros de los argentinos, quienes habrían «respondido con generosidad, tanto
en el frente guerrero como en el interno» y probado que podían «alcanzar grandeza», pero también
evidenciado «gravísimas fallas» achacables a «la concepción liberal democrática».43 Esto habría sido
particularmente grave en las Fuerzas Armadas, cuya preparación «profesionalista» habría hecho de los
militares «tecnócratas que calculan los riesgos y los gastos con rigor matemático, lo que llega en último
término a paralizarlos».44 Por el contrario, lo necesario sería «espíritu y concepciones superiores que les
hagan ingeniarse para ganar cueste lo que cueste», tal cual habrían demostrado los pilotos, convertidos
ya en epítomes del heroísmo.45
Paralelamente, Caturelli abordó desde la misma revista el acuciante interrogante de por qué Dios
había permitido el «triunfo de la injusticia».46 Pero eludió al igual que el editorialista esta profunda
36
Caponetto, A. «A los caídos». Cabildo, 2.ª época, n.º 53, mayo de 1982, p. 8.
37
Curutchet, R. «Editorial: un gesto para siempre». Cabildo, 2.ª época, n.º 52, abril de 1982, p. 3.
38
Caturelli, A. «Después de la Batalla de Puerto Argentino». Verbo, n.º 225, agosto de 1982, p. 53.
39
Montejano, B. «Francisco de Vitoria y la guerra del Atlántico Sur». Verbo, n.º 223, junio de 1982, p. 55.
40
Caturelli, A. «Después de la Batalla de Puerto Argentino». Verbo, n.º 225, agosto de 1982, p. 52.
41
«Carta al lector: No desfallecer». Verbo, n.º 224, julio de 1982, p. 6.
42
Ídem.
43
Ídem.
44
Ibídem, p. 8.
45
Ídem.
46
Caturelli, A. «Después de la Batalla de Puerto Argentino». Verbo, n.º 225, agosto de 1982, p. 50.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 22
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
cuestión teológica apelando a la imposibilidad de comprender los planes divinos. Tras identificarse con
la frustración de sus lectores, el filósofo cordobés se habría atenido a la obediencia a una Providencia
inescrutable, pero siempre justa. Si bien la actitud del pensador mediterráneo se inscribía en la ortodoxia católica, su lacónica argumentación también podría ser vista como el reflejo de sus propias dudas y
preguntas irresueltas. Una carencia de inteligibilidad que habría funcionado como caldo de cultivo de
teorías conspirativas: fue así que Pablo Hary sostuvo en Verbo que lo decisivo habría ocurrido «entre
bambalinas», apuntando a «organizaciones secretas que se ocupan de empujar el mundo hacia lo que
promete ser la apoteosis del Gran Rey Universal, del “Gobierno Mundial” o del Anticristo para llamar
las cosas su nombre».47 Con él concordó un editorial de la misma publicación que remarcó la centralidad del complot en el arsenal de la diplomacia británica, tal cual lo mostraría el caso de Francisco de
Miranda: este «aventurero que llegó a ser general de Napoleón, y que había actuado en la guerra de
independencia de los Estados Unidos de Norteamérica» no habría sido otro que el cerebro detrás de la
«conjura antihispánica» que culminó en la desintegración del Virreinato del Río de la Pata».48
De acuerdo con su estilo, la ira y la crítica fueron mucho más desembozadas y virulentas en Cabildo
(Cersósimo, 2015: 330-333; Saborido, 2011: 217-221). Para esta hoja, la derrota habría inaugurado un escenario apocalíptico: una solicitada «contra la rendición» aseveró que claudicar «cancelaría definitivamente toda aspiración a la soberanía», liquidaría las Fuerzas Armadas y «pondría en peligro la integridad
territorial de la República».49 De cara al abismo, la rendición de «algunos hombres» en las islas no debía
conducir a la pasividad de «veintiocho millones» en el continente, lo que constituiría «la más absoluta y
humillante derrota argentina de toda la historia».50 Frente al tan temido desenlace, la publicación lanzó
un agrio editorial en el cual se pronunció contra la «doble rendición», primero a los ingleses y luego a
los partidos políticos. La primera fue en cierta medida normalizada, en tanto comportaría un episodio
más en el «secular ciclo de domesticación a que viene siendo sometida la Argentina», mientras que
la segunda fue asociada con la «desmalvinización»: «voluntad manifiesta de abandonar la guerra, de
olvidar la sangre derramada y de abdicar —de hecho o de derecho— a la soberanía sobre las Malvinas
y demás archipiélagos».51 Como en Verbo, el fiasco no fue achacado solamente a las cúpulas castrenses,
sino también a aquella «retaguardia quebrada que alentara al espíritu de la derrota» y a los «aliados» del
enemigo que «en los entresijos del gobierno argentino […] ahora se aprestan a terminar su obra».52 Esta
«puñalada por la espalda» no habría sido ajena a la recurrente imagen de las «dos Argentinas»: en palabras de Patricio Randle, «una combatiente, otra espectadora; una convencida, otra especuladora; una
generosa, otra egoísta; una con sentido metafísico y religioso de la guerra, otra materialista y frívola».53
La «derrotista» fue asociada con Buenos Aires, lo cual habría comportado menos un alegato antiporteño que la fusión de de un vetusto anti-entralismo con gastados ataques al «Proceso».54 El desastre no
habría respondido entonces al «tipo humano porteño» sino a factores puntuales como la falta de una
47
Hary, P. «Las Malvinas (mirando entre bambalinas)». Verbo, n.º 222, mayo de 1982, p. 49.
48
«Carta al lector: Inglaterra, nodriza de la revolución moderna». Verbo, nº 222, mayo de 1982, p. 11.
49
«Contra la rendición». Cabildo, 2.ª época, n.º 54, junio-julio de 1982, p. 12.
50
Ídem. La idea de continuar peleando fue secundada por la revista cordobesa Moenia, dirigida por Félix Adolfo Lamas:
véase Cersósimo (2015: 333).
51
«Editorial: Las dos rendiciones de Buenos Aires». Cabildo, 2.ª época, n.º 54, junio-julio de 1982, p. 3.
52
Ídem.
53
Randle, P. «La guerra —si la hubo cabalmente— se perdió en Buenos Aires». Cabildo, 2.ª época, n.º 54, junio-julio de 1982,
p. 14.
54
Ibídem, pp. 14-15.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 23
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
«decisión firme», mandos que libraron la guerra «a media máquina» y un frente interno que «fue dejado en
manos de publicitarios en vez de enfervorizar a la población consolidando sus nobles ideales».55
Randle no creyó exagerado «hablar de traición y traidores», postura adoptada por buena parte del
plantel de Cabildo. Caponnetto apeló al lenguaje religioso para calificar de «pérfidos» a quienes «dudaron de la legitimidad y de la necesidad del 2 de abril», así como a aquellos que «por ineptitud, impericia,
descuido, negligencia, ligereza, liviandad, candidez o lo que fuere, debilitaron el frente bélico».56 Tras una
larga letanía de acusaciones —que aunó a responsables civiles y militares con culpables materiales y
culturales—, el polemista rescató una «Argentina de leales» integrada por los caídos y por quienes
«en su nombre —en la plenitud de su fidelidad y de su honra, en cumplimiento de su vocación militar
y cristiana— vuelvan dispuestos a cumplir el mandato de los muertos».57 La existencia de este núcleo de
verdaderos patriotas despertó un cierto optimismo, en tanto a partir de ellos podría alcanzarse una
Argentina purificada: intentando quizás rescatar una pequeña victoria de la catástrofe, Riva aseveró que
«el 14 de junio, el día de la derrota y las jornadas sucesivas, las de la humillación, la que cayó envuelta
en su bandera de muerte y de ignominia fue […] la República Liberal».58 El revés habría abierto la
ventana para erradicar los males que el nacionalismo católico había atacado sempiternamente, como el
materialismo, la democracia, el socialismo y el ateísmo. No obstante, esa inmejorable oportunidad se
habría visto bloqueada por los militares: para Riva, habría sido «trágico que las ff.aa. no lo entiendan
y no lo puedan entender y no solo se desangren sino que se incorporen a la corrupción de la República
Alberdiana, pensada y levantada para funcionar en la pax britannica».59
El conflicto continuó ocupando un espacio considerable en los meses siguientes. En setiembre,
Jorge Rodríguez Zía60 salió desde Verbo al encuentro de ciertos «diagnósticos superficiales» analizando minuciosamente los aspectos políticos, diplomáticos y militares de la contienda. Desde la misma
publicación, Hary concordó con los deseos expresados por Riva: el fracaso podría impulsar un urgente
«cambio de mentalidad» consistente en «apretarse el cinto, poner el hombro, no seguir considerando
el interés general como un botín a repartir y la eficiencia como una mala palabra».61 La «causa» fue
perdiendo no obstante gravitación en Verbo, a medida que los combates de ayer se desdibujaron frente a
las escaramuzas de la transición democrática. Sin embargo, Malvinas no se esfumó sino que reemergió
en justificaciones retrospectivas, editoriales y reseñas,62 por no mencionar la notoria vigencia de tópicos
como la guerra santa, la caballería y el martirio.63
Cabildo fue aún más allá, haciendo de Malvinas un mito: la cristalización de todo aquello que
Argentina podría haber sido pero no fue a causa de una siniestra concatenación de personajes, instituciones y grupos sociales «antinacionales» (Saborido, 2011: 218). La rendición fue soldada con la
«claudicación» a la «partidocracia», haciendo que los homenajes y los llamados a la «reconquista» se
vieran acompañados por ataques a la clase política. Hostil tanto a Inglaterra como a los militares y la
55
Randle, P. «La guerra…», cit., pp. 14-15.
56
Caponnetto, A. «¡Pérfidos!». Cabildo, 2.ª época, n.º 54, junio-julio de 1982, p. 13.
57
Ídem.
58
Riva, A. «¿Qué país fue derrotado el 14 de junio?». Cabildo, 2.ª época, n.º 54, junio-julio de 1982, p. 17.
59
Ídem. Itálica en el original.
60
Rodríguez Zía, J. «Después de la batalla». Verbo, n.º 226, setiembre de 1982, pp. 9-55.
61
Hary, P. «Después de la guerra». Verbo, n.º 226, setiembre de 1982, p. 75.
62
Follari, R. «Las Malvinas y el espíritu nacional». Verbo, n.º 241, abril de 1984, pp. 72-81.
63
Santamaría, I. «¿Soldado o mercenario?». Verbo, n.º 254, julio de 1985, pp. 36-46; Benson, J. «Del cruzado medieval al
televidente moderno y vuelta… al hombre». Verbo, n.º 233, junio de 1983, pp. 49-82; y Muñoz Juárez, R. «Teología de la
guerra». Verbo, n.º 238, noviembre de 1983, pp. 12-59;
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 24
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
democracia, la hoja se identificó con un «soldado que —con algo de soberbio criollo de ayer y de magnífico guarango de hoy»— le dedicó
al mundo entero un plástico e inequívoco corte de manga, diciéndole a ese mismo mundo,
pero también a los argentinos, que tiene rabia y que por lo tanto, no se ha rendido. Que él
no va a dar cuentas sino a exigirlas a todos los que hicieron posible la derrota nacional en las
Malvinas. A los jefes que temblaron ante el deber y, sobre todo, al régimen que los entregó y
que hizo inútil en lo inmediato su cruento sacrificio.64
La publicación inició así tempranamente una campaña contra la «desmalvinización», replicando
por ejemplo a los artículos de Arnaldo Musich en La Nación recomendando «a los argentinos a conformarse con seguir siendo una sucursal más o menos confiable a ojos de los amos del Norte».65 Para
Cabildo, el empresario habría afirmado hipócritamente que la contienda «fue llevada a cabo por quienes
desconocen cómo funciona el mundo e ignoran la complejidad de los compromisos en que se asienta el equilibrio
internacional», cuando por su métier bien sabría que el interés de dichos grupos residía en aprovecharse
de los recursos del país mientras se lo sometía culturalmente.66 La polémica no se limitó a los medios
«liberales», sino que se extendió también a grupos tradicionalistas críticos de la guerra, como fue el caso
de tfp (Cersósimo, 2015: 334-339).
El tópico no perdió vigencia con el correr de los meses. Por el contrario, la mitologización llegó a
la apoteosis al cumplirse el primer aniversario del Operativo Rosario. El editorial de Cabildo manifestó
entonces que
el 2 de abril es el sábado de gloria de la Patria. Lo fue entonces, por sobre las heridas y los
padecimientos, más allá de las humillaciones y las caídas. Lo sigue siendo hoy y lo será
siempre, porque ese día, la nación amortajada y sepultada tuvo motivos ciertos para creer en
la resurrección.67
La guerra habría reavivado las «esencias genuinas» y anunciado un «nuevo comienzo» que se demoraría a causa de «una capitulación más lamentable que la de Puerto Argentino, una abdicación peor
que crece y se difunde. Es el abatimiento del ánimo colectivo, la acedia nacional y la autodenigración
sistemática. Es la parálisis del honor y el enmudecimiento de la honra; es este “tiempo indigente en un
espacio donde parece no quedar lugar para la hombría”».68 En pocas palabras, «hay algo más terrible
que la rendición […] y es la desmalvinización del alma nacional».69
El tradicionalismo católico no sería el único dique contra esos lamentables impulsos, sino que
el espíritu del 2 de abril persistiría también en los núcleos de suboficiales implicados no solo en las
islas sino en la lucha contra la «subversión».70 Este grado de compromiso los habría hecho un blanco
prioritario del alfonsinismo, el cual habría desatado una «caza de brujas» poco después de llegar al poder.71 Esta persecución llegaría a su punto culminante con los juicios a las juntas de 1985, cuyo objetivo
habría sido desprestigiar a la corporación militar en su conjunto como paso previo a su disolución.
Sin olvidar las «fallas» en la ejecución, Curutchet reivindicó entonces el «abatimiento del enemigo
insurreccional» en tanto «reacción justa y necesaria de la sociedad argentina», así como «espontánea
64
«Editorial: El gesto de la gesta pendiente». Cabildo, 2.ª época, n.º 62, marzo de 1983, p. 3.
65
«La desmalvinización». Cabildo, 2.ª época, n.º 56, setiembre de 1982, p. 17.
66
Ídem.
67
«Editorial: La hora de los miserables». Cabildo, 2.ª época, n.º 63, abril de 1983, p. 3.
68
Ídem.
69
Ídem.
70
«La mentira “mesiánica” del sionismo». Cabildo, 2.ª época, n.º 70, noviembre de 1983, p. 6.
71
«Crónica nacional: Los 100 días de los jacobinos». Cabildo, n.º 74, marzo de 1984, p. 4.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 25
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
y unánime». Mientras que el Nunca Más, los «documentales difamatorios» y los procesos judiciales
habrían apuntado a mezclar a los corruptos jerarcas con las «intachables» líneas medias y bajas, la Ley
de Punto Final habría tenido por objetivo fracturar la cohesión de la corporación al separar «sables
sucios» y «blancos».73
72
El entusiasmo de Cabildo frente al levantamiento «carapintada» de la Semana Santa de 1987 no
resultaría entonces sorpresivo.74 Para la publicación de Curutchet, los sublevados encarnarían a todo el
Ejército, «hostigado, asediado, vilipendiado, en vías de disolución, traicionado por sus comandantes»,
pero de ninguna manera «muerto».75 Una expectativa similar manifestó Patria Argentina, mensuario
fundado a fines de 1986 por Ibarguren y Elías Rafiaa como expresión del Movimiento Nacionalista
de Restauración bonaerense —en el cual, por otra parte, se enrolaban varios de los colaboradores de
Cabildo—. Desde sus páginas, Walter Beveraggi Allende —acérrimo adversario del monetarismo y
difusor incansable del Plan Andinia (Bohoslavsky, 2008)— festejó «el triunfo del sector nacionalista
militar» —representado por jóvenes oficiales y suboficiales que se resistirían a convertirse en «mercenarios»—, cuya grata contrapartida habría sido la «derrota aplastante del sector liberal, corporizado por la
gran mayoría de los oficiales superiores y unos pocos exponentes de los restantes niveles».76 De hecho, las
falanges medias exaltadas desde el ocaso del Proceso habrían hallado un epítome en Aldo Rico, quien
no solo habría confrontando con la «política de venganza» sino que habría obtenido un triunfo parcial
con la Ley de Obediencia Debida. Como han sugerido Jorge Borrelli y Marcelo Saborido (2014), la
figura del coronel habría actualizado una dinámica para nada novedosa en el nacionalismo católico
vernáculo: el entusiasmo por un hombre salido de las filas castrenses que no solo fuera capaz de liderar
a las Fuerzas, sino que pudiera unificar también a unas extremas derechas caracterizadas por sus luchas
intestinas y recurrente fragmentación.
No obstante, los «carapintadas» le traerían una nueva decepción a los integristas. Si bien los alzamientos de Monte Caseros y Villa Martelli todavía suscitaron la adhesión de Cabildo y Patria Argentina,
la asonada de Mohamed Alí Seineldín en diciembre de 1990 fue considerada por Caponnetto como
«el fruto de no pensar y obrar en concordancia con las enseñanzas del Nacionalismo Católico», «la consecuencia de una soberbia endiablada que desecha las experiencias y la prudencia de esta gran doctrina
política con el latiguillo de que somos unos fracasados».77 Una ira aún mayor manifestó hacia Rico,
quien había culpado por la intentona a «los profetas de un nacionalismo anacrónico, anti-histórico y re72
Curutchet, R. «Editorial: Ante el juicio a las Juntas Militares». Cabildo, 2.ª época , n.º 97, abril de 1985, p. 3
73
Tucídides. «Punto Final: El Parto de los Montes». Cabildo, n.º 107, 1986, p. 25.
74
La sublevación comenzó como respuesta a los intentos de la justicia por apresar al mayor Ernesto Barreiro, quien se había
negado a declarar sobre su participación en la represión del movimiento obrero en Córdoba. El veterano de Malvinas
Aldo Rico dirigió uno de los grupos rebeldes, acantonándose en Campo de Mayo. Entre las demandas de los alzados, resaltaron la destitución del jefe del Ejército y una «solución política» para los procesos que afectaban a oficiales subalternos.
El levantamiento no tuvo un alto acatamiento entre las Fuerzas Armadas, pero estas tampoco actuaron para defender a
Alfonsín, quien se vio obligado a negociar y salió muy debilitado del episodio (Novaro, 2009: 235-240).
75
Rótula, T. «Operativo Dignidad Militar». Cabildo, 2.ª época, n.º 111, abril de 1987, p. 7.
76
Beveraggi Allende, W. «El Ejército Argentino vs. Sinagoga Radical». Patria Argentina, n.º 7, mayo de 1987, p. 4.
77
Caponnetto, A. «La responsabilidad del nacionalismo». Cabildo, 2.ª época, n.º 132, diciembre de 1990, p. 6. La insurrección
de Monte Caseros (enero de 1988) fue protagonizada por Rico, quien evadió a fines de 1987 el arresto domiciliario que se
le impuso. José Caridi, jefe del Ejército, pudo reducir a los rebeldes sin mayores problemas. Otro veterano de Malvinas,
Seineldín, encabezó otra asonada a fines de 1988 para forzar la extensión de la Ley de Obediencia Debida y una amnistía
generalizada para los participantes en las anteriores sublevaciones. A pesar del apoyo obtenido en varias unidades, la intentona fue desbaratada por Caridi a los pocos días. Un año después, Seineldín lideró un último alzamiento tras romper
con Carlos Menem con el objetivo de derrocarlo. Tras los indultos generalizados firmados por el riojano poco tiempo
antes, las Fuerzas Armadas sofocaron la rebelión con decisión y violencia (Novaro, 2006).
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 26
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
accionario», provocando que el articulista lo acusara de abandonar tanto sus posiciones previas como
«los ideales de su juventud y el emblema de los Comandos».78 Beveraggi Allende coincidió en que las
acciones de Seineldín habrían constituido un grosero error, añadiendo que comportarían también «una
frustración más para nuestro pueblo».79 Podría entonces concluirse que el combate del tradicionalismo
católico habría resultado fútil: como sentenciaran Beraza (2005: 405) y Saborido (2011: 223-224), las
constantes jeremiadas contra las conspiraciones y la decadencia habrían transformado a estas publicaciones en burdos facsímiles de sí mismas, mientras su prédica ultramontana se habría vuelto crecientemente irrelevante. No obstante, su pervivencia —así como la de Verbo— no debería ser subestimada
como la obsesión de grupos de trastornados, sino vista quizás como testimonio de la resiliencia de esta
cultura política tras la restauración democrática. Adaptabilidad en la cual el factor Malvinas no habría
sido menor.
Contra Albión y Sión. Anglofobia y antisemitismo en Alerta Nacional (1983-1989)
Alerta Nacional también aspiró a vincularse simbólicamente con la contienda, saliendo a las calles en
el primer aniversario de la rendición de Puerto Argentino. Su director fue Alejandro Biondini, ex
miembro de la Tendencia Revolucionaria posteriormente asociado con Línea (de José María Rosa) y la
Agrupación La Mazorca (Kollmann, 2001; Trajtenberg, 1990: 108). Lanzada en dos «épocas», la publicación compartió con sus contrapartes del integrismo católico un profundo desprecio por el gobierno
radical, los judíos, Estados Unidos y Gran Bretaña. Coincidió también en la elevación de Malvinas al
rango de gesta, así como en la creencia de que se trataría de una «guerra inconclusa».80 El proceso de
memorialización transitó asimismo por carriles similares, aludiendo a la recuperación por la Argentina
de su rol de nación guía en Hispanoamérica gracias a la contienda. Para René Tulián —uno de los
lugartenientes de Biondini—, «Hispanoamérica espera el resurgimiento de Argentina, única nación
capaz de restablecer los lazos geopolíticos que constituyeron en su momento el Virreinato del Río de
la Plata».81 Francisco Figuerola fue aún más lejos, sosteniendo que «desde el territorio austral argentino,
aparece posible el rescate de una Humanidad corrupta en la droga, la pornografía y la pereza. Es el sur
el porvenir del mundo».82
Pero difícilmente podría Argentina ocupar ese sitial bajo el liderazgo de Alfonsín, cuya ascendencia inglesa fue subrayada obsesivamente con la mención de su apellido materno «Foulkes». Ya en junio
de 1984 Biondini aseguró no tener ningún interés en «esta “democracia” de pigmeos, dependientes y
timoratos […] que reniega del 2 de abril, que desprecia el 17 de octubre y que olvida el 20 de noviembre», en tanto constituiría «la antítesis de la Patria Justa, Libre y Soberana por la que lucha el Pueblo
Argentino».83 Y al detallar el «prontuario» del presidente en abril de 1989, el antiguo colaborador del
Pepe Rosa afirmó que el «antimilitarismo desafiante» del radical comportaba una «verdadera traición a la
Patria» dadas las inocultables ambiciones de las potencias vecinas.84 Más allá de las rebajas presupuestarias y del desprestigio provocado por los juicios y las «campañas mediáticas», lo realmente peligroso sería
la purga ordenada por la «sinarquía» y ejecutada por el ministro de defensa Raúl Borrás contra «aquellos
78
Caponnetto, A. «La responsabilidad del nacionalismo». Cabildo, 2.ª época, n.º 132, diciembre de 1990, p. 6.
79
Beveraggi Allende, W. «Menem, jefe de la banda y Seineldín, su protector». Patria Argentina, n.º 39, diciembre de 1990,
p. 8.
80
Biondini, A. «Fundamentos para un unevo orden: Revolución nacional o comunismo». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 8,
mayo de 1987, p. 4.
81
Tulián, R. «El despertar de los pueblos». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 13, marzo de 1989, p. 8.
82
Figuerola, F. «Reafirmación». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 8, mayo-junio de 1984, p. 13.
83
Biondini, A. «Editorial: No se come, no se educa, no se cura». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 8, mayo-junio de 1984, p. 1.
84
Biondini, A. «El prontuario de Alfonsín». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 14, abril de 1989, p. 6.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 27
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
jóvenes oficiales, prioritariamente los que pelearon en Malvinas, “sospechosos” de alto espíritu patriótico y formación nacionalista».85 De esta manera, Alerta Nacional exaltó junto a Cabildo, Verbo y Patria Argentina
a aquella «juventud heroica» sobre la cual se querría «echar un prudente manto de olvido o, a lo sumo,
quitarles el contenido revolucionario que los puso al frente de la Historia».86 También concordó en la
convicción de que habría sido esa misma «oficialidad ejemplar» la que se habría sublevado en la Semana
Santa de 1987, tras lo cual se habría vuelto predominante dentro de las Fuerzas Armadas.87
No obstante, Alerta Nacional se habría aproximado aún más a los ex combatientes, ya que además
de hacerse eco de los reclamos de algunos soldados —como el categórico rechazo a la imagen de «chicos de la guerra»—88 el grupo peronista tuvo entre sus cabecillas a Luis Alberto Vera. Tras servir en
el regimiento comandado por Mohamed Alí Seineldín en las islas, «Rambo» se unió a la agrupación
de Biondini, coordinando su Secretaría de Veteranos y teniendo una participación destacada en varios
actos. Así, en noviembre de 1987 aseguró que quienes «ocupan la Casa de Gobierno viven agachándose
y traicionando nuestra soberanía ante los ingleses», por lo que la consigna «Braden o Perón» podía
perfectamente renovarse como «“Argentina o Inglaterra” y, mejor todavía, “Argentina o Israel”».89 Su
antisionismo no habría sido incidental ni habría estado desvinculado del antisemitismo, en tanto el
veterano manifestó que «si ningún judío fue capaz de morir por Malvinas», entonces lo mejor sería «¡Que
se vayan!».90 Vera se transformó poco después en uno de los mártires del movimiento, ya que en abril
de 1988 fue asesinado por la policía bonaerense en un confuso episodio ocurrido en Sarandí (Kollman,
2001: 101-107). La muerte —provocada según Alerta Nacional por el gobierno y el Mossad— habría
elevado a Rambo al mismo panteón que «Alfredo Guereño […] Rucci, Vallese, Valle, Cogorno, Fariña
y tantos otros (que) ya están junto a Perón y Evita a la derecha de Dios…».91
Además de la participación destacada de excombatientes y de la gravitación de los tópicos antisemitas, el tercermundismo fue otro rasgo distintivo. Mientras Cabildo y Verbo consideraban dichas
tendencias algo tan revulsivo como el alineamiento detrás de las superpotencias, Biondini aplaudió
abiertamente a figuras como Ruhollah Jomeini y Muamar Gadafi, cuyo ideario anticomunista y anticapitalista armonizaría con la Tercera Posición Justicialista.92 De ahí que el reclamo argentino pudiera
ser colocado junto a otros bajo el paraguas del «Tercer Mundo», como para un anónimo redactor que
colocaba a Malvinas y a Palestina como «el eje de un combate común»: «solo así, mediante la invencible
acción del Espiritualismo Unificado, será posible la Victoria».93 Más osado aún fue Tulián, quien incluyó
en una misma oleada la contienda en las islas, la retirada soviética de Afganistán, la agitación de las
nacionalidades dentro de la URSS y la pulseada entre Manuel Noriega y ee.uu.94
85
Biondini, A. «Editorial: No se come, no se educa, no se cura». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 8, mayo-junio de 1984, p. 3.
86
«17 de octubre - 2 de abril». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 5, octubre de 1983, p. 3.
87
«Los héroes dijeron: ¡Basta!». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 8, mayo de 1987, p. 1.
88
Biondini, A. «El prontuario de Alfonsín». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 14, abril de 1989, p. 5.
89
«1º Acto Público de la Lealtad Peronista: Un frente de voluntades para conquistar la victoria». Alerta Nacional, 2.ª época,
n.º 11, febrero de 1988, p. 7.
90
Ídem. El planteo de que ningún judío había perdido la vida durante el conflicto —vinculado con el argumento de la doble
lealtad— fue también utilizado por Biondini (1987: 4).
91
Barril, O. «Un héroe de Malvinas asesinado por el gobierno». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 12, junio de 1988, p. 2.
92
Biondini, A. «Tercera posición o sinarquía (5.ª nota)». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 5, octubre de 1983, p. 8. Tales posturas
hallarían antecedentes en los acercamientos de la derecha peronista al panarabismo durante los sesenta. Véase Rein (2007:
248-250).
93
«La mentira “mesiánica” del sionismo». Alerta Nacional, 1.ª época, n.º 6, diciembre de 1983, p. 6.
94
Tulián, R. (1989). «El despertar de los pueblos». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 13, marzo de 1989, p. 8.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 28
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
Podría apuntarse también que la anglofobia desempeñó un rol más relevante en el discurso y
en las percepciones de la agrupación de Biondini que en las falanges del tradicionalismo católico,
donde el desprecio a la «pérfida Albión» tendió a subordinarse a una más abarcadora cosmovisión
anti-moderna. Por el contrario, Alerta Nacional hizo del odio al inglés un dispositivo a través del cual
interpretó fenómenos como la penetración de la pop culture, tal cual podría verse en su socarrona reseña
de la visita de la banda de rock progresivo Yes.95 Esa misma edición incluyó una extensa enumeración
de corporaciones y empresarios británicos que controlarían los principales resortes de la economía,
los cuales deberían ser expropiados sin dilación por su carácter parasitario y especulador.96 También el
brusco viraje realizado por Carlos Menem al acceder a la presidencia —burlando no solo sus promesas
de campaña sino las expectativas de esta agrupación— fue explicado a partir del influjo inglés, siendo
su política de «claudicación» y «pleno acuerdo» con Margaret Thatcher uno de los principales motivos
de indignación.97 Desahuciado y traicionado, Marcos Aurelio García rescató incluso a Galtieri, ya que
por lo menos habría querido «recuperar por la fuerza algo nuestro como las Malvinas. En cambio
Menem y la partidocracia aceptaron entregar una parte de nuestro territorio no solo sin luchar sino
además haciendo el proselitismo y la propaganda de la entrega».98 Estas invectivas contra el flamante
primer mandatario no fueron gratuitas: la suspensión del apoyo financiero proveniente del Partido
Justicialista condujo al final de Alerta Nacional como revista y como organización. Resignados pero no
vencidos, Biondini y su séquito abrazaron entonces plenamente sus veleidades neonazis y crearon el
Partido Nacionalista de los Trabajadores y luego el Partido Nuevo Triunfo, manteniendo durante los
noventa las banderas del anti-sionismo, el tercermundismo y el malvinismo (Chang de Almeida, 2012;
Kollman, 2001).
Conclusión. Dulce bellum inexpertis
No resulta novedoso afirmar que «Malvinas» ha ocupado desde los ochenta un lugar central en el
discurso, el imaginario y la identidad de las extremas derechas argentinas, tanto en sus vertientes integristas como en las neonazis. El irredentismo, la anglofobia y el revanchismo serían algunos de los
elementos que sustentarían una narrativa belicista, ávida de un nuevo conflicto para recuperar lo perdido aun a costa de una completa debacle, opción preferible al «régimen partidocrático». Una lectura
psicologista podría hallar aquí los remanentes de una profunda frustración, aquella provocada por un
conflicto que habría puesto en juego convicciones largamente sostenidas por dichos sectores para luego
pulverizarlas con una derrota estrepitosa. Nacionalistas y tradicionalistas católicos se habrían enfrentado a la incómoda tarea de explicar por qué los desmotivados mercenarios ingleses habían vencido a
los bravos guerreros argentinos, por qué el materialista protestantismo anglosajón se había impuesto a
la fervorosa «Hispanidad católica», por qué Dios había desoído las plegarias de su hija dilecta. Incluso
podría pensarse que estos actores se habrían mostrado incapaces de asumir el fracaso, depositando sus
esperanzas en una evanescente «guerra inconclusa» cuya evocación mantendría vivo el espíritu de los
«días de abril». No obstante, las extremas derechas no se habrían contentado con simples metáforas de
evasión, sino que habrían articulado explicaciones del conflicto con protagonistas y responsables concretos. De hecho, la conflagración habría sido «normalizada» en un relato sumamente extendido de la
historia argentina como una incesante decadencia social, política y cultural: así como los reveses en las
95
Biondini, A. «Crónica de una traición». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 1, marzo de 1985, p. 7.
96
«Radiografía del bloque empresario británico y sus conexiones». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 1, marzo de 1985, pp. 7-8.
97
«La traición de Menem bajo signo británico». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 15, agosto de 1989, p. 1.
98
García, M.A. «La trampa del indulto igualitario». Alerta Nacional, 2.ª época, n.º 16, septiembre de 1989, p. 2.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 29
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
islas serían el producto de décadas de degeneración «liberal», «judía» y «masónica», las crisis económicas, la corrupción y el deterioro de los indicadores sociales fueron presentados como pequeñas derrotas
que se desprenderían de la rendición de Puerto Argentino.
Buena parte de los argumentos y de la propia fraseología habían sido ya desplegados por franjas
de las Fuerzas Armadas, el vicariato castrense y los intelectuales reaccionarios frente a la violencia
política de los setenta. Como ha señalado Cersósimo (2015: 325), visiones de este estilo fueron puestas
en circulación por los capellanes militares, por lo cual no es descabellado pensar que ellas inspiraron la
carta de Roberto Estévez —venerada en las publicaciones nacionalistas— así como las posturas vindicativas de excombatientes como Vera. De todas maneras, un rastreo apenas superficial del discurso
social (Angenot, 2010) durante los meses del conflicto podría recuperar imágenes afines en espacios
sumamente alejados de los «desvanes reaccionarios». Puesto de otro modo, el arsenal simbólico desplegado por las extremas derechas en esta coyuntura no se habría destacado por su novedad, ni habría
sido particularmente distintivo. En este sentido, parecerían abonar la visión de Saborido de que cuando
mucho en los ochenta todo en estos segmentos era ya «demasiado antiguo».
La escasa innovación no habría obturado una compulsiva insistencia en esta cuestión, lo cual explicaría la visibilidad que les confirió a las extremas derechas. En otras palabras, el «malvinismo» sería
uno de los problemas públicos en los cuales estas franjas marginales y radicales e hallarían más próximas a las culturas políticas «hegemónicas» en la sociedad argentina. La relevancia que la temática ha
conservado le habría conferido una considerable gravitación a sectores numéricamente ínfimos e ideológicamente minoritarios, permitiéndoles trascender sus usualmente restringidos auditorios. Siguiendo
a Lorenz (2013) y Guber (2012), esto habría sido en buena medida posible por una discusión pública
sujeta a tabúes y cruzada por sectarismos, cuando no inexistente. Este predicamento de las derechas
reaccionarias y radicales sobre una problemática convocante podría entonces funcionar como una suerte de portal, en tanto una reivindicación territorial o histórica podría conducir a lectores casuales al
decadentismo, el belicismo, el antisemitismo y las visiones complotistas de la historia.
Hay un último aspecto que debería ser puntualizado. La sacralización de la guerra, el anhelo del
sacrificio y la exaltación del heroísmo —con las consecuentes diatribas contra la civilización «materialista y burguesa»— alejan a buena parte de estas extremas derechas del grueso del espectro politicoideológico, el cual ha tendido a abjurar de la violencia como medio y a execrarla discursivamente. De
seguro, la problemática dista de estar cerrada, como lo mostró el célebre affaire que rodeó la carta de
Oscar del Barco y los más recientes debates en torno del securitismo, pero no sería arriesgado plantear
que las diversas fuerzas que pueblan el accidentado escenario político argentino rechazan —al menos
verbalmente— la violencia. Esto ha colocado a grupos como los nucleados en torno de Cabildo, Alerta
Nacional y El Fortín en un nicho no exento de ventajas: si bien pueden ser fácilmente demonizados,
el encanto del tabú y la fama de inflexibilidad podrían atraer a jóvenes (y no tanto) como ocurrió en
Europa, Estados Unidos y otras partes de América Latina.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 30
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
Fuentes y bibliografía
Fuentes
Revista Alerta Nacional
Revista Cabildo
Revista El Fortín
Revista Patria Argentina
Revista Verbo
Ghio, M. (2000). El rito y la guerra. Buenos Aires: Heracles.
Ghio, M. (2016). Entrevista con el autor. Comunicación personal, mayo de 2016.
Referencias bibliográficas
Angenot, M. (2010). El discurso social. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Beraza, L. F. (2005). Nacionalistas. La trayectoria política de un grupo polémico (1927-1983). Buenos Aires: Cántaro.
Bilbao, L. y Lede, A. (2016). Profeta del genocidio. El Vicariato castrense y los diarios del obispo Bonamín en la última dictadura.
Buenos Aires: Sudamericana.
Bohoslavsky, E. (2008). «Contra la Patagonia judía. La familia Eichmann y los nacionalistas argentinos y chilenos frente al
Plan Andinia (de 1960 a nuestros días)». Cuaderno Judaico, vol. 25, pp. 223-248. doi: 10.5354/0718-8749.2012.25631
Borrelli, M. y Saborido, J. (2014). «Por la “dignidad militar”: la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana
Santa de 1987». La trama de la Comunicación, n.º 19, pp. 293-311. Disponible en: <http://hdl.handle.net/2133/3569>
[Consultado el 10 de noviembre de 2019].
Boutin, C. (1992). Politique et tradition. Julius Evola dans le siécle (1898-1974). París: Kimé.
Buchrucker, C. (2011). «Fascismos y nacionalismos después de 1945. Aproximaciones y distancias», en Cucchetti, H. y
Mallimaci, F. (comps.). Nacionalistas y nacionalismos. Debates y escenarios en América Latina y Europa. Buenos
Aires: Gorla.
Canelo, P. (2008). «Las “dos almas” del Proceso. Nacionalistas y liberales durante la última dictadura militar argentina (19761981)». Páginas, n.º 1, pp. 69-85. Disponible en: <https://rephip.unr.edu.ar/handle/2133/15302> [Consultado el 29
de octubre de 2019].
————— (2016). La política secreta de la última dictadura argentina (1976-1983). Buenos Aires: Edhasa.
Cassata, F. (2003). A destra del fascismo. Profilo politico di Julius Evola. Turín: Bollati Boringhieri.
Cefaï, D. y Terzi, C. (dirs.) (2012). L’expérience des problèmes publics. Perspectives pragmatistes. París: ehess.
Cersósimo, F. (2014). «El tradicionalismo católico argentino: entre las Fuerzas Armadas, la Iglesia y los nacionalismos». PolHis,
vol. 14, pp. 340-374. Disponible en: <http://polhis.com.ar/index.php/PolHis/article/view/14> [Consultado el 29 de
octubre de 2019].
Cersósimo, F. (2015). «El Proceso fue liberal». Los tradicionalistas católicos argentinos y el Proceso de Reorganización Nacional (19761983). Tesis de doctorado. Buenos Aires: FFyL, uba.
Chang de Almeida, F. (2012). «A “Nova” Extrema-Direita: o caráter grupuscular das organizações neofascistas em Portugal e
na Argentina». Locus, vol. 18, n.º 1, pp. 187-208. Disponible en: <https://periodicos.ufjf.br/index.php/locus/article/
view/20369/10791> [Consultado el 10 de noviembre de 2019].
Dri, R. (2011). La hegemonía de los cruzados. La Iglesia católica y la dictadura militar. Buenos Aires: Biblos.
Escudé, C. (1987). Patología del nacionalismo. El caso argentino. Buenos Aires: Instituto Torcuato di Tella. Tesis.
Gamerro, C. (1998). Las islas. Buenos Aires: Simurg.
Griffin, R. (2003). «From slime mould to rhizome: An introduction to the groupuscular Right». Patterns of Prejudice, vol. 37,
n.º 1, pp. 27-50.
Guber, R. (2012). ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Kiernan, S. (2006). Delirios argentinos. Las ideas más extrañas de nuestra política. Buenos Aires: La Marea.
Kollman, R. (2001) Sombras de Hitler. La vida secreta de las bandas neonazis argentinas. Buenos Aires: Sudamericana.
Lorenz, F. (2012). Las guerras por Malvinas. 1982-2012. Buenos Aires: Edhasa.
————— (2013). Unas islas demasiado famosas. Malvinas, historia y política. Buenos Aires: Capital Intelectual.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 31
Historia y problemas del siglo XX | Año 10, Volumen 11, julio-diciembre de 2019, ISSN: 1688-9746
contemporanea
Novaro, M. (2009). Argentina en el fin de siglo. Democracia, mercado y nación (1983-2001). Buenos Aires: Paidós.
Palermo, V. (2007). Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argentina contemporánea. Buenos Aires: Sudamericana.
Pontoriero, E. (2016). «De la guerra (contrainsurgente): la formación de la doctrina antisubversiva del Ejército argentino
(1955-1976)» en Águila, G.; Garaño, S. y Scatizza, P. (comps.). Represión estatal y violencia paraestatal en la historia reciente argentina. Nuevos abordajes a 40 años del golpe de Estado. La Plata: unlp.
Rein, R. (2007). Argentina, Israel y los judíos. De la partición de Palestina al caso Eichmann (1947-1962). Buenos Aires: Lumiere.
Robin, M. M. (2004). Escadrons de la mort. L’École Française. París: La Découverte.
Rodríguez, L. G. (2011). Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última dictadura (1976-1983). Rosario: Prohistoria.
Rodríguez Giménez, J. L. (1994). Reaccionarios y golpistas. La extrema derecha en España: del tardofranquismo a la consolidación
de la democracia (1967-1982). Madrid: csic.
Rozitchner, L. (2015). Malvinas, de la guerra sucia a la guerra limpia. Buenos Aires: Biblioteca Nacional.
Saborido, J. (2011). «“Por la Nación contra el Caos”. La revista Cabildo y el “Proceso de Reorganización Nacional”» en
Borrelli, M. y Saborido, J. (coords.). Voces y silencios. La prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983).
Buenos Aires: Eudeba.
Scirica, E. «Educación y guerra contrarrevolucionaria: Una propuesta de Ciudad Católica-Verbo». Clio & Asociados, nº 11, pp.
119-140. Disponible en: <http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.10346/pr.10346.pdf> [Consultado
el 29 de octubre de 2019].
Sedgwick, M. (2015). «Tres generaciones de tradicionalistas argentinos», en Nante, B. y Pinkler, L. (comps.) Gnosis y tradiciones sagradas. Ensayos y epistolario en torno de la obra de Francisco García Bazán. Buenos Aires: El Hilo de Ariadna.
Soprano, G. (2019). «Violencia política y terrorismo de Estado en la Argentina de la década de 1970. Perspectivas y experiencias de los “combatientes” desde una historia social y cultural de la guerra». Autoctonía, vol. 3, n.º 1, pp. 36-53. doi:
10.23854/autoc.v3i1.103.
Trajtenberg, G. (1990). «La extrema derecha argentina en el proceso de transición democrática» en Asís, M. y otros, Ensayos
sobre judaísmo latinoamericano. Buenos Aires: Milá.
Matías Grinchpun | La gesta inconclusa…
| 32