A un científico loco, o casi, se le ocurre experimentar con energía nuclear para teletransportar cosas de un sitio a otro. Prueba con su gato, y todo parece ir bien. Pero cuando hace la prueba consigo mismo, todo sale terriblemente mal, y...
moreA un científico loco, o casi, se le ocurre experimentar con energía nuclear para teletransportar cosas de un sitio a otro. Prueba con su gato, y todo parece ir bien. Pero cuando hace la prueba consigo mismo, todo sale terriblemente mal, y acaba hibridado con una mosca que pasaba por allí. Su mujer sospecha que algo está pasando, y cuando levanta la tela con la que se cubre su marido, se encuentra con la cabeza gigante de una mosca en un cuerpo humano y, en la película, su grito y su expresión aterrorizada los vemos multiplicados, llenando la pantalla en una acumulación de celdas hexagonales que intentan transmitirnos cómo ve la mosca: esa mosca gigante, o una mosca corriente. Y, por extensión, cómo ve cualquier otro insecto.
Una creencia muy extendida acerca de cómo funciona la visión de las moscas, y demás insectos, es que lo que ven se compone de una miríada de teselas hexagonales, en las que se repite la misma imagen de aquello que tienen delante. Además de en un conocimiento superficial sobre los ojos compuestos de los insectos, dicha creencia se basa en lo transmitido por películas como La mosca (1958), cuyo argumento se acaba de esbozar, así como por muchos otros productos audiovisuales, e incluso por juguetes infantiles que prometen una "visión de insecto" a quienes miren a través de ellos. Este capítulo se centrará en hacer un recorrido, desde principios del siglo XX y los primeros documentales británicos, de la cultura visual que constituye las bases de esta creencia errónea, así como en su pervivencia, en realizar un análisis de algunas de sus implicaciones y derivaciones culturales. Asimismo, se recurrirá a este fenómeno para reflexionar sobre cómo tendemos a concebir la visión, no sólo de los insectos, sino también de todos los demás animales, incluidos los humanos. En lo que constituiría una visión descorporealizada de la visión, al margen del cuerpo y de las experiencias, como si se tratara de una serie de procesos que se pueden reproducir e imitar mediante meros procedimientos fotográficos, mecánicos.