Esa fotografía, como un capricho de Goya. Como una representación teatral, grotesca, de nuestra decadencia. La expresiva posición de las manos: la una altiva, tendida hacia arriba, gentilmente ofrecida, merecida recompensa; la otra lacia, dócilmente implorante, agradecida. El cuerpo forzadamente inclinado, sumiso; el rostro henchido, orgulloso, embebecido. Las sonrisas retumbantes, exageradas, fingidas, componiendo la elocuencia del marco de valo
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