3
Marco Martos Carrera
Marco Antonio Lovón Cueva
Editores
Estudios de literatura
hispanoamericana
contemporánea
4
Estudios de literatura hispanoamericana contemporánea.
Edición y producción: Academia Peruana de la Lengua.
© Academia Peruana de la Lengua
Jr. Conde de Superunda N.° 298, Lima - Perú
Teléfono: (511) 428-2884
academiaperuanadelalengua.apl@gmail.com
© Academia Ecuatoriana de la Lengua
Calle Cuenca N4-77 y Chile (Plazoleta de la Merced), Quito - Ecuador
Teléfono: (593-2) 2570-782
a.ecuatorianadelalengua@gmail.com
Primera edición, abril de 2020.
Editores: Marco Martos Carrera y Marco Antonio Lovón Cueva.
Coordinación editorial: Magaly Rueda Frías.
Corrección: Marco Antonio Lovón Cueva.
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 201919107.
ISBN: 978-612-4159-64-0.
Producido en abril de 2020.
¿Cómo se debe citar la obra?
Martos, M. y Lovón, M. (Eds.) (2020). Estudios de literatura
hispanoamericana contemporánea. Lima: Academia Peruana de la
Lengua y Academia Ecuatoriana de la Lengua.
5
Índice
Exordio
Marco Martos Carrera y Marco Antonio Lovón Cueva
7
Conferencia de introducción al Congreso Internacional de
Literatura Hispanoamericana “Ricardo Palma“
Susana Cordero de Espinosa
9
La senda propia de Angélica Palma
Giovanna Pollarolo
De mandingas y cimarrones. Sujeto y matriz afrodescendiente
en “El rey del monte“ de Ricardo Palma y “Padre contra madre“
de Joaquim Machado de Assis
Richard Leonardo
La poética de la transubstanciación en Altazor
Luis Antonio Tolentino Sifuentes
25
37
59
Mujeres ensayistas del Ecuador: el lado femenino del
pensamiento político a inicios del siglo XX
Carmen Lucía Jijón
69
Dos sublevantes sartrecillos: vínculos entre literatura y
política para la conformación heroica de El jaguar y Ambrosio
Jorge Trujillo
79
Posibilidades de la expresión: los problemas del lenguaje en la
obra narrativa de Alejandra Pizarnik
María Guadalupe Torres Zuluaga
93
6
Índice
Cine y desmitificación. La poesía de Arturo Corcuera en “Tarzán
y el paraíso perdido“
123
Alejandro G. Mautino Guillén
Desposesión e identidad: una lectura de Ciudad de payasos
(2005) de Daniel Alarcón
Carolina Sthefany Estrada Sanchez
135
El arquetipo de la sombra en “Puerta condenada“ (1938-1943)
de Libertad bajo palabra de Octavio Paz
Silvana Carrillo Silva
149
La imposibilidad de estar ausente: la caída de la civilización
y la repetibilidad sempiterna en Pedro Páramo
de Juan Rulfo
Raúl Estrada Sánchez
163
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas
de Delmira Agustini
Gloria María Pajuelo Milla
177
Literatura infantil, fantasía y folklore en El árbol blanco
(1962) de Francisco Izquierdo Ríos
María Grecia Rivera Carmona
191
Originalidad y tradición en la literatura peruana:
el caso de Ricardo Palma y las Tradiciones peruanas
Drassinober Manuel Sánchez Carhuancho
201
La secreta poesía de Alfredo Gangotena
Marco Martos Carrera
215
Antiindigenismo o neoindigenismo en las literaturas
de Ecuador y Perú. Paralelismos y disimilitudes
Francisco Proaño Arandi
225
Datos de los autores
241
177
LAS RELACIONES ANTITÉTICAS DEL EROTISMO
EN DOS POEMAS DE DELMIRA AGUSTINI
Gloria María Pajuelo Milla
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Resumen:
Nuestro trabajo analizará mediante la noción de los “campos
figurativos” de la Retórica General Textual postulada por Stefano
Arduini (2000) los poemas “Ofrendando el libro” y “Otra estirpe”,
pertenecientes a Los cálices vacíos (1913) de Delmira Agustini.
En el primero, el poemario se dedica a Eros, en tanto supremo
inspirador de la creación poética, porque concilia conceptos
opuestos (placer/dolor, infierno/paraíso, luz/sombra) a partir
del dominio sensual de elementos de la naturaleza (flores
delicadas y animales imponentes); en contraste, en el segundo,
la locutora se reconoce como superior al dios (ciego) en cuanto
al conocimiento erótico del acto amatorio entre ella y un sujeto
deseado, cuyo objetivo último es engendrar seres pasionales. Las
relaciones antitéticas en ambos textos demuestran que poesía,
naturaleza y sensualidad conforman una armonía erótica que
trasciende lo corpóreo.
Palabras clave: campo figurativo, retórica, Delmira Agustini,
poesía, sensualidad.
1. Introducción
La producción lírica de la poeta uruguaya Delmira Agustini
(1886-1914) ha sido estigmatizada por la crítica literaria de su
tiempo, que atendió sobremanera a su biografismo en demérito
178
Gloria María Pajuelo Milla
de su calidad artística; en efecto, el amor, el erotismo y la
imitación de diferentes tópicos modernistas (el cisne, el lago, la
torre y las estatuas) llamaron la atención en la poesía de Agustini
no precisamente por lo novedoso de su tratamiento, sino porque
―desde una perspectiva paternalista― era una mujer instruida
en las letras quien ensayaba sus primeros ejercicios poéticos. Su
logro, en suma, residía en su atrevimiento para trabajar temas
literarios establecidos por un canon masculino. En esa línea,
Eleonora Cróquer Pedrón (2000) rastrea que la poeta está sujeta
a tres “t(r)opologías” complejas, que la califican como “lugar
autoral atípico” en su contexto:
[…] el intercambio de deseos y de semblantes a través del cual
entre el ‘saber’ académico y la escritora-escritura ‘diferente’
(se trata de una mujer, y del deseo ‘femenino’ en boca de
una mujer) se desencadenan una serie de tropos que, en su
fallido intento por circunscribir la diferencia, no hacen más
que poner en escena el carácter para siempre falsificado/
falsificable de la(s) identidad(es) de un yo que hace de su
diferencia (un tropos) significativo de la fuga. (p. 16; las
cursivas proceden del original).
El primer tropo es el de “la niña milagrosa”, instaurado por Carlos
Vaz Ferreira, quien elogia el atractivo físico de Agustini, en tanto
que, respecto a su destreza poética, admira Cantos de la mañana,
poemario “milagroso”: “Cómo ha llegado usted, sea a saber, sea
a sentir lo que ha puesto en ciertas poesías suyas […] es algo por
completo inexplicable” (Agustini, 2012, p. 211). El segundo tropo
es el de “la mujer-posesa”, planteado por Alberto Zum Felde,
quien exalta que es una “elegida” porque devela el misterio de
la mujer: “Sois la conciencia de vuestro sexo. Sois la palabra del
enigma-mujer. En vos, y por vos, hablan todas las mujeres que
en el mundo han sido” (Cróquer Pedrón, 2000, p. 18). En este
caso, se postula que la poeta es un instrumento de la voz de Eros,
el verdadero artífice de los versos. Por último, el tercer tropo es el
de su “doble personalidad”, hipótesis sostenida por Clara Silva
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
179
(1968) tras el asesinato y la publicación de su correspondencia
privada. Nótese que estas interpretaciones niegan la posibilidad
de que Agustini pueda comprender lo que ella misma ha creado;
por el contrario, se asume que sintoniza más con la imagen
de musa que con la de poeta. No obstante, Jorge Luis Castillo
(1998) anota que aquella se distingue de los postulados estéticos
modernistas en tres rasgos determinantes: “la resistencia de
Agustini a expresar la realidad mediante las típicas estructuras
dualistas del pensamiento occidental, su renuencia a recurrir a la
tradicional figura de la musa y su propósito de feminizar, lo que
equivale a subvertir, la estética modernista” (p. 72).
Consideramos pertinente examinar los poemas de Agustini
prescindiendo de tales prejuicios, de modo que constatemos
su valor artístico y reconozcamos en estos a una singular voz
femenina en la lírica hispanoamericana. Antes de iniciar nuestros
análisis, remitimos al marco teórico en el cual nos apoyaremos,
a saber, los “campos figurativos” de la Retórica General
Textual planteada por Stefano Arduini (2000), quien concibe el
lenguaje como una facultad humana universal, cuya principal
característica es el dialogicismo; por tanto, nuestros conceptos
son reflejados en las estructuras lingüísticas que utilizamos para
comunicarnos. Según el autor italiano, un “campo figurativo”
es un medio cognitivo que engloba figuras retóricas que portan
contenidos semánticos, pues mediante ellas organizamos el
mundo y lo interpretamos. Cabe recalcar que, evidentemente,
estas poseen un criterio cultural, ya que cada cultura privilegia
el uso de determinadas figuras retóricas y, en esa medida, les
otorga sentidos individuales.
Arduini las agrupó en seis campos figurativos: la metáfora, la
metonimia, la sinécdoque, la elipsis, la antítesis y la repetición;
entre estos conjuntos, el de la antítesis es el que adquiere mayor
protagonismo en los poemas seleccionados pertenecientes a
Los cálices vacíos (1913), a saber, “Ofrendando el libro” y “Otra
estirpe”. En el primero, el poemario se dedica a Eros, en tanto
supremo inspirador de la creación poética porque concilia
Gloria María Pajuelo Milla
180
conceptos opuestos (placer/dolor, infierno/paraíso, luz/sombra)
a partir del dominio sensual de elementos de la naturaleza (flores
delicadas y animales imponentes); en contraste, en el segundo,
la locutora se reconoce como superior al dios (ciego) en cuanto
al conocimiento erótico del acto amatorio entre ella y un sujeto
deseado, cuyo objetivo último es engendrar seres pasionales. Las
relaciones antitéticas en ambos textos demostrarán, como luego
veremos, que poesía, naturaleza y sensualidad conforman una
armonía erótica que trasciende lo corpóreo.
2. Análisis retórico de dos poemas de Delmira Agustini
Los cálices vacíos (1913) es el tercer poemario de Delmira Agustini;
en él se reeditan los textos de El libro blanco (1907) y Cantos de la
mañana (1910); inicia con un “Pórtico” de Rubén Darío, extraído
de la correspondencia epistolar que ambos vates mantuvieron,
y, posteriormente, se presentan los 22 poemas propios de Los
cálices vacíos, incluyendo uno en francés sin título que precede a
los escritos en español.
Ahora bien, pasemos al análisis de “Ofrendando el libro”. Este
es el segundo poema de Los cálices vacíos, si contabilizamos el
escrito en francés que apertura el libro. Leámoslo:
OFRENDANDO EL LIBRO
A Eros
Porque haces tu can de la leona
Más fuerte de la Vida, y la aprisiona
La cadena de rosas de tu brazo.
Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
Esencial de los troncos discordantes
Del placer y el dolor, plantas gigantes.
Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
Como en broche de místicos diamantes
El más embriagador lis de la Muerte.
5
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
181
Porque sobre el Espacio te diviso,
10
Puente de luz, perfume y melodía,
Comunicando infierno y paraíso.
― Con alma fúlgida y carne sombría… (Agustini, 2012, p. 226)
El gerundio (“ofrendando”) presentado en el título refiere
una acción en curso que la locutora realiza respecto a Eros,
destinatario específico develado en la dedicatoria. Posiblemente,
el poemario se ofrenda a la divinidad porque este libro es valioso
y digno de ofrecerse a un ser superior a la propia locutora.
Asimismo, ofrendar algo implica un interés personal: lo que se
entrega condiciona la recepción de algo en beneficio de quien
ejecuta la ofrenda, ya sea un acontecimiento, un regalo, un don,
etc. En el caso de este poemario, varios de los textos manifiestan
una petición o ruego dirigido a Eros o a una presencia sensual
elevada; las exhortaciones procuran la conjunción física con este,
puesto que la locutora confiesa su necesidad o deseo de fusionarse
con él. Los ejemplos más evidentes se hallan en “Nocturno” (p.
227), “¡Oh tú!” (pp. 229-230), “Visión” (pp. 236-237), “El silencio”
(p. 242), “Otra estirpe” (p. 243), “El surtidor de oro” (p. 247) y
“Fiera de amor” (p. 248).
De otro lado, si bien en este poema se justifican cuatro motivos
por los que se dedica el libro a Eros, podríamos dividirlo en tres
segmentos, de acuerdo a lo que en cada uno de ellos se comunica.
El 1.° segmento (vv. 1-3) coincide con la primera estrofa, y se
manifiesta como una “potencial dominación”, se explica que
Eros tiene un poder avasallador sobre una presencia alegórica
(leona); se privilegia esta facultad de dominio señalando que
esto sucede mediante un método opuesto a la agresión, pues
se utiliza una “cadena de rosas” (v. 3). El 2.° segmento (vv. 4-9)
comprende las estrofas segunda y tercera; anota dos cualidades
del cuerpo de Eros: por un lado, es la “raíz” de sentimientos
de algún modo contradictorios (placer y dolor); por otro lado,
en su mano emerge metafóricamente un lis (lirio) mortuorio,
donde advertimos una oposición entre el florecimiento (la vida)
y la muerte. En suma, este segmento alega que las facciones
182
Gloria María Pajuelo Milla
corporales de Eros convocan a la unión armónica de los opuestos.
El 3.° segmento (vv. 10-13) abarca las estrofas cuarta y quinta,
donde la locutora percibe la imagen de Eros como una presencia
cautivadora, que sobrecoge mediante los sentidos, es luminoso,
aromático y melodioso, cualidades sensorialmente deleitables.
De otro lado, la unión entre conceptos antagónicos está también
presente en este segmento, en cuanto a la condición ambivalente
de los mensajes que Eros transmite (infierno y paraíso), y a la
naturaleza de su ser: “Con alma fúlgida y carne sombría…” (v. 13).
Los campos figurativos predominantes en este poema son los
de la repetición, la metáfora y, sobre todo, la antítesis. Las tres
anáforas de las estrofas iniciales coinciden, en su disposición
formal, con el campo figurativo de la metáfora, específicamente
con la figura de la metáfora propiamente dicha. Así, en el primer
segmento (primera estrofa) se alega que la “leona más fuerte
de la Vida” ―posible alegoría de la soberbia― es domeñada al
punto de que se obtiene de ella lealtad y obediencia, facultades
sobreentendidas respecto a la figura del “can”. El poder
dominante de Eros cautiva y subordina a la fiera con su brazo
representado por una cadena de rosas, imagen metafórica
que resulta paradójica, pues este eslabón se conforma por una
continuidad de flores que ―dentro del bagaje icónico del amor
en la cultura occidental― se asocian con la dulzura, la belleza, lo
sublime, cualidades opuestas a lo brusco y agresivo que debiera
tener una cadena. Tal incongruencia convoca un significado
relevante: la dominación se produce sin ejercer violencia sobre la
“leona”; de hecho, la subyugación mediante la fuerza sería una
práctica fallida, dado que se remarca su condición robusta: ella
es la “Más fuerte de la Vida” (v. 2); esta fiera es sometida por
Eros mediante un trato afable y seductor.
En cuanto al segundo segmento, en la segunda estrofa hallamos
tres metáforas: dos en torno al cuerpo de Eros, representado
como una “raíz” y un “lazo”, que unifica a dos sensaciones
universales a la humanidad (el placer y el dolor), aludidas en
la tercera metáfora: “plantas gigantes” (v. 6). Desde nuestra
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
183
perspectiva, este dios suscita la fusión de ambas sensaciones
en apariencia antagónicas: dentro de la metáfora asociada a la
naturaleza, el Eros-raíz posibilita la existencia del placer y el
dolor, configurados como troncos de un crecimiento exorbitante,
acaso debido a la eficiente e ilimitada labor expansiva de aquel.
En cuanto “lazo”, vincula estas sensaciones “discordantes” o
divergentes en una dimensión que trasciende lo material para
fundarse en la esencia.
Asimismo, reconocemos la presencia de metáforas y un símil en
la tercera estrofa, nuevamente resaltando una facultad originaria
en la figura de Eros, pero esta vez asociada a lo mortuorio:
“Porque emerge en tu mano bella y fuerte / Como en broche
de místicos diamantes / El más embriagador lis de la Muerte” (vv.
7-9; la cursiva es nuestra). En la mano de Eros se forma una flor
llamativa: un lis o un lirio, el elemento más atrayente de la Muerte
por lo luminoso (semejante a los diamantes) y místico (misterioso)
de su apariencia. Esta imagen antitética es relevante dado que
el acto de florecer ―nacer, en otros términos― se contrapone al
fenecer que implica la Muerte ―entidad personificada, al igual
que la Vida mencionada en el v. 2―. En este caso, la Muerte, pese
a ser una presencia de carga semántica convencionalmente tétrica
u oscura, porta tales flores blancas y lumínicas para acaparar
la atención de un auditorio universal de seres sin temores al
aproximarse a esta.
En el tercer segmento, la cuarta estrofa revela la configuración
antagónica de las instancias que Eros unifica: infierno y paraíso.
Esta vez, la locutora señala explícitamente que observa al dios
como un mediador entre ambos: “Porque sobre el Espacio te
diviso / Puente de luz, perfume y melodía, / Comunicando infierno
y paraíso.” (vv. 10-12; la cursiva es nuestra). Postulamos que el
infierno y el paraíso ―como lugares extraterrenales donde se
castiga o premia a las almas, respectivamente― guardan relación
con el placer y el dolor mencionados en la segunda estrofa; esto
intensifica el poder del dios para concentrar fuerzas opuestas.
184
Gloria María Pajuelo Milla
Notemos que, en la metáfora enfatizada, Eros ostenta cualidades
sensoriales agradables aromáticas y sonoras que le servirían
para posibilitar el diálogo entre ambas instancias; al igual que en
la tercera estrofa, el dios atrae por medio de lo sublime.
Por último, en la quinta estrofa: “―Con alma fúlgida y carne
sombría…” (v. 13; la cursiva es nuestra) hay dos metáforas
adjetivales que añaden mayor potencia a la idea de la fusión entre
contrarios, ya que el alma de Eros se opone a su corporeidad
(carne) en cuanto a criterios luminosos: la primera es brillante y
la segunda es oscura, quizá correspondiéndose con lo elevado,
idealizado y/o puro de lo espiritual, frente a lo mundano,
corruptible y vulnerable de lo corpóreo. Además, la presencia
del campo figurativo de la elipsis, en el uso de la reticencia
(“…”), denota, por un lado, que lo justificado en el verso y el
poema en general no culmina drásticamente, sino que puede
continuarse con la inclusión infinita de más motivos; y, por otro
lado, propone que la locutora, en ese verso final, manifiesta una
emotividad intensa que culmina en una actitud pasmada, por
ello el mutismo.
En cuanto al circuito comunicativo, si remitimos a la tipología
de locutores planteada por Chaim Perelman y Lucie OlbrechtsTyteca (1989), identificamos que en este poema existe una
locutora personaje, dado que se incorpora una marca tácita de
la primera persona en singular (“yo”): “Porque sobre el Espacio
te diviso” (v. 10; la cursiva es nuestra); del mismo modo, el
alocutario es representado, puesto que Eros ―en la forma de la
segunda persona singular (“te”)― es captado sensorialmente por
la locutora personaje extasiada por la presencia del dios.
La visión de mundo apunta que Eros y el poemario ofrendado
comparten valores elevados en el plano del avasallamiento, la
seducción y la atracción, de modo que operan sobre los sujetos
armonizando conceptos antagónicos. El pensamiento antitético se
articula en una relación conciliadora cuyo efecto se sobreentiende
deleitoso en cuanto a la visión de la locutora y del mundo
185
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
representado en su totalidad, ya que este es simultáneamente el
escenario y el objeto con los que Eros actúa.
De otro lado, el poema plantea una sutil resemantización del
cuerpo humano:
La voz poética habla al dios Eros y lo desmiembra en partes,
el brazo, el cuerpo, la mano. Se subvierten los tópicos de la
poesía tradicional en la que la mujer y las diferentes partes
de su cuerpo, sus ojos, sus dientes, sus manos, son el objeto
poético (Sales Delgado, 2010, p. 54).
En efecto, lo que se poetiza es la corporeidad masculina,
concretamente se aluden a las manos y los brazos, cuyas
funciones aprehensibles coinciden con la idea del avasallamiento
o dominación que Eros ejerce sobre la figura de la leona, las
sensaciones (placer/dolor) y los lugares donde las almas residen
(paraíso e infierno). En esa línea, intuimos que se busca expresar
la concepción erótica de la corporeidad mediante nuevos códigos,
desde la perspectiva de una locutora que se desliga de los tópicos
amorosos-eróticos que conciben a la mujer como objeto para
erigirse como un sujeto con una voz y deseos propios.
A continuación, atendamos al análisis de “Otra estirpe”, el
décimo sexto poema del libro, publicado dentro del apartado “Lis
púrpura”. Al igual que el poema anterior, contiene referencias
explícitas al dios griego y posee vasos comunicantes en torno al
acto de la ofrenda:
OTRA ESTIRPE
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego…
Pido a tus manos todopoderosas,
Su cuerpo excelso derramando fuego
Sobre mi cuerpo desmayado en rosas!
La eléctrica corola que hoy desplego
Brinda el nectario de un jardín de Esposas;
5
186
Gloria María Pajuelo Milla
Para sus buitres en mi carne entrego
Todo un enjambre de palomas rosas!
Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
Mi gran tallo febril… Absintio, mieles,
10
Viérteme de sus venas, de su boca…
¡Así tendida soy un surco ardiente,
Donde puede nutrirse la simiente,
De otra Estirpe, sublimemente loca! (Agustini, 2012, p. 243)
El poema puede dividirse en tres partes: en el 1.° segmento (vv.
1-4), la locutora expone su solicitud, apelando a la condición
todopoderosa del dios, para que el cuerpo de un sujeto deseado
se eche sobre el suyo. Cabe resaltar que ella es quien guía a Eros
en su proceder, de manera que dicho ruego es más una orden
que una petición; además, el tono exclamativo y altamente
efusivo denota una carga emotiva muy concentrada, que
refuerza la hipótesis de la orden. En el 2.° segmento (vv. 5-11) se
hace ostensible la naturaleza sacrificial del cuerpo de la propia
locutora, que es inmolado adrede a los buitres y a las sierpes
(metáfora de un abrazo) del sujeto deseado por ella. Finalmente,
en el 3.° segmento (vv. 12-14), la locutora se autoconcibe como
una potencial fuente para la procreación de nuevos individuos,
producto de su euforia desenfrenada por la fusión con el sujeto
deseado; esto es, que defiende la fecundidad de su cuerpo
femenino.
El campo figurativo más resaltante en “Otra estirpe” es el de
la metáfora ―específicamente adjetival― que, no obstante,
se subordina a una suerte de visión antitética. Así, en el
primer segmento se indica que Eros es una figura divina, pero
imperfecta, porque carece de una facultad esencial dentro de la
dinámica sensorial del poema: la visión; esta limitación física
beneficia a la locutora, dado que le permite ser la conductora o
lazarilla en el acto amatorio que el dios propiciará mediante sus
poderes idílicos: “Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego…” (v. 1;
la cursiva es nuestra). En cuanto al sujeto deseado, en el primer
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
187
segmento se define que este posee un cuerpo sublime y ardiente,
acaso lujurioso, semejante al de la locutora, que, si bien no es
descrito con caracteres así de excepcionales, posteriormente irá
acumulando significados abiertamente eróticos.
En el segundo segmento, varias metáforas adjetivales intensifican
la condición sensual de los cuerpos de la locutora y del sujeto
deseado. Las referencias fragmentarias de las flores suponen
que la locutora aún guarda cierto pudor por mencionar partes y
fluidos propios del cuerpo humano: “La eléctrica corola que hoy
desplego / brinda el nectario de un jardín de Esposas” (vv. 5-6; la
cursiva es nuestra). Ahora bien, en los vv. 7-8 predomina el campo
figurativo de la antítesis, en la modalidad de un hipérbaton, que
reorganiza el mensaje y privilegia la importancia del destinatario
de la ofrenda: “Para sus buitres en mi carne entrego / todo un
enjambre de palomas rosas!” (la cursiva es nuestra). En este par
de versos, el tratamiento de los cuerpos de los sujetos revela
la noción del acto amatorio desde dos puntos de vista: por un
lado, es un sacrificio, la locutora entrega en su carne aves dóciles,
agradables y cuantiosas a otras aves carroñeras, dañinas y
grotescas; por otro lado, ofrecer esas presas tan sumisas se podría
interpretar como una metáfora del cuerpo femenino comestible,
acaso como la idea de la mujer como un bocado deleitable.
Asimismo, se incorpora una reticencia, proveniente del campo
figurativo de la elipsis, en el v. 10 (“Mi gran tallo febril…”),
que marca una necesaria pausa entre lo que se comunica en los
vv. 9-10 (la ofrenda del propio cuerpo de la locutora al sujeto
deseado) y lo que se exclama después en los vv. 12-14 (la petición
final a Eros respecto a la fusión amorosa entre los sujetos y la
posible fecundación de la locutora).
En el tercer segmento observamos la mayor carga de intensidad,
fundada en la confesión de la locutora: “¡Así tendida soy un surco
ardiente, / donde puede nutrirse la simiente, / de otra Estirpe,
sublimemente loca!” (vv. 12-14; la cursiva es nuestra). En esta
ocasión, el cuerpo femenino se iguala metafóricamente a un
188
Gloria María Pajuelo Milla
conducto, zanja o hendidura en la que el sujeto deseado puede
adentrarse, quizá ateniéndose a la fusión física del acto amatorio.
Ello reafirma su posibilidad de albergar vida en su seno: la idea
de la maternidad puede incluirse como una de las consecuencias
del encuentro sexual expuesto en los versos en cuestión; sin
embargo, lo principal es la gama de efectos sensoriales que tal
encuentro desencadenaría (éxtasis y desenfreno de las emociones
y sensaciones de la locutora).
En el circuito comunicativo de este poema, la locutora es personaje
y el alocutario es representado debido a que están presentes
ambas marcas de la primera y segunda persona (“yo”, “soy”;
“tus manos”, “viérteme”, respectivamente). El alocutario vuelve
a ser Eros, el dios todopoderoso que opera sobre las voluntades
de los sujetos, sus cuerpos y deseos, de modo que la locutora se
dirige a él para concretar la fusión entre ella y el sujeto deseado.
La visión de mundo de este poema plantea nuevamente la
apelación a una divinidad cuya autoridad operará sobre la
acción de una presencia deseada por la locutora. Se observan,
de manera similar al anterior poema, diferentes menciones de
conceptos antagónicos que buscan conciliarse mediante la unión
de los sujetos, donde se destacan la relación entre los buitres y
las palomas, y la oposición entre los sabores del absintio o ajenjo
(amargo) y las mieles (dulces). Estas asociaciones antitéticas
reconfiguran la idea misma del acto amatorio, el cual convoca la
conexión entre polos opuestos, se torna sublime la confrontación
de fuerzas opuestas y se culmina con su armonía. Llama la
atención que sea la locutora quien dirija este proceso, puesto que
ella exige a Eros que se cumpla con cada solicitud que emite y,
de manera sincrónica, se intuye que ella guía también al sujeto
deseado en la dinámica del acto amatorio; en ese sentido, la
figura femenina ejerce un rol totalmente activo, mientras que
los personajes masculinos (Eros y el sujeto deseado) son apenas
receptores y operadores de sus órdenes. En efecto, “la entidad
femenina proporcionará a la entidad masculina la capacidad de
conocer los misterios del universo en una suerte de canibalismo
Las relaciones antitéticas del erotismo en dos poemas ....
189
divino. Ambos se destruyen, se devoran y se vuelven a construir
mediante el acto erótico” (Sales Delgado, 2010, p. 59).
3. Conclusiones
Al establecer un balance entre los dos poemas analizados,
afirmamos que comparten rasgos relevantes en torno a la
Naturaleza: los cuerpos, los deseos y las voluntades humanos
mediante símiles o metáforas sobre flores o animales concretos.
En el primer caso, las rosas proporcionan una carga semántica
sublime, armónica, delicada del amor. En el segundo, se alude
a animales como la “leona más fuerte de la Vida”, el metafórico
“can” en que esta se convierte, los “buitres” del sujeto amoroso
que devorarán al enjambre de “palomas” sacrificiales del cuerpo
femenino de la locutora, y las “sierpes” crueles del abrazo del
sujeto deseado. Este bestiario posee una simbología significativa,
cuya función es transmitir dos realidades determinantes:
a) las sensaciones producidas en la locutora a raíz de su deseo
amoroso se exponen en un intento por sublimarse mediante el
avasallamiento de estos animales; b) en el acto sexual idealizado
por la locutora convergen diferentes aspectos sensoriales, en
alguna medida opuestos, que se intensifican mutuamente para
concretarse como una fusión armónica. Por este motivo, mientras
la locutora aumenta su efusividad respecto al sujeto deseado, se
incorporan comparaciones con los animales alegóricos de las
pasiones y voluntades, destacando sensaciones extasiadas.
En conclusión, la fusión sexual no solo se manifiesta en un
estado corpóreo, sino que adquiere mayor elevación al estar
asociado a un rito sacrificial dirigido a Eros, a quien la locutora
ofrenda primero su poemario, con la intención de iniciarse en los
misterios del erotismo, y luego, entregarse a un sujeto deseado,
ante quien dispone su “tallo febril” con el propósito, esta vez,
de comprobar la dinámica pasional de la consumación erótica
que la colme de placeres y, finalmente, instaure una situación
ambigua: de un lado, la idea de su corporeidad femenina presta
para ser fecundada de seres igualmente pasionales que ella; y, de
190
Gloria María Pajuelo Milla
otro lado, la imagen de ese mismo cuerpo como objeto pasivo que
recibiría a más sujetos deseados que se “nutran” simbólicamente
de ella. Si bien nuestras interpretaciones en torno a los poemas
estudiados son discutibles, defendemos, junto a Carmen Sales
Delgado (2010), que Los cálices vacíos es, sin duda, un notable
esfuerzo de Agustini por desmitificar el deseo erótico femenino,
además de suplir una carencia expresiva a través de figuras
retóricas interconectadas ―sostenidas en la armonía de los
contrarios― y un lenguaje que trastoca la metafísica del erotismo.
Referencias bibliográficas
Agustini, D. (2012). Poesías completas. Edición de Magdalena García
Pinto. Madrid: Cátedra (Letras Hispánicas).
Arduini, S. (2000). Prolegómenos a una teoría general de las figuras. Murcia:
Universidad de Murcia.
Castillo, J. L. (1998). Delmira Agustini o el Modernismo subversivo.
Chasqui, 2, pp. 70 -84.
Cróquer Pedrón, E. (2000). T(r)opologías: el ‘caso’ Delmira Agustini.
Revista Iberoamericana, 190, pp.13-24.
Lakoff, G. [y] M. Johnson. (1995). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid:
Cátedra.
Perelman, C. [y] L. Olbrechts-Tyteca. (1989). Tratados de la argumentación.
La nueva retórica. Madrid: Gredos.
Sales Delgado, C. (2010). La búsqueda incansable en Los cálices vacíos de
Delmira Agustini. Ogigia, 8, pp. 47-59.
Datos de los autores
247
Gloria María Pajuelo Milla
Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos. Su línea de investigación se enfoca en la lírica
peruana contemporánea, específicamente en la generación
del cincuenta. Ha sido ponente en el Congreso Internacional
Interdisciplinario “La poesía de las Américas / Las Américas en
la poesía” (UNMSM/Unila, 2016), el Congreso Internacional “La
invención de la modernidad: la poesía de José María Eguren”
(APL, 2017), entre otros. Actualmente, es docente de Literatura
en la Asociación Educativa Trilce.
María Grecia Rivera Carmona
Estudiante de la Universidad Nacional Federico Villarreal, cursa
el X ciclo de la carrera de Literatura. Miembro de la Comisión
Organizadora del Coloquio Anual de Estudiantes de Literatura
(CAELIT).
Drassinober Manuel Sánchez Carhuancho
Drassinober Manuel Sánchez Carhuancho (Jauja, 1992) estudió
Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Tiene el grado académico de Bachiller en Literatura por dicha
casa de estudios. Su línea de investigación se orienta en la
literatura quechua y la literatura de tradición oral. En enero de
2016, obtuvo el primer lugar en el concurso de investigación
sobre el Carnaval Marqueño, organizado por el Ministerio de
Cultura y la Municipalidad distrital de Marco. Ha participado en
algunos congresos como el Congreso Internacional “Centenario
de Manuel González Prada” y el “II Congreso Latinoamericano
de Tradición Oral”. Actualmente, se desempeña como docente
de literatura del nivel secundario.
Marco Martos Carrera
Es presidente de la Academia Peruana de la Lengua. Doctor en
Letras especialidad en Literatura por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos en 1974. Decano de la Facultad de Letras
y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de