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Ciencia ciudadana: la cultura de la colaboración

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Muy Interesante Argentina, mayo 2014

Ahora, con una computadora y una conexión a Internet, cualquier persona puede catalogar aves, huracanes y galaxias o luchar contra la malaria desde su casa. Descubrí cómo participar en los apasionantes proyectos de ciencia ciudadana.

En las plazas, en las reservas ecológicas, en las cajas de fósforos, en los billetes, en los escudos nacionales, en Twitter, en las publicidades, en películas de terror, en dibujos animados, en shows infantiles, en canciones y tapas de libros como Libertad de Jonathan Franzen. Las aves están prácticamente en todos lados. Y el biólogo Adrián Di Giácomo lo sabe. Y lo siente. El director científico de Aves Argentinas (www.avesargentinas.org.ar), una entidad civil sin fines de lucro que trabaja para la conservación de las aves silvestres y sus ambientes, está desbordado. Ni a él ni a ninguno de los integrantes de esta asociación ornitológica conservacionista fundada en 1916 le alcanzan las horas del día para observar, llevar registro y catalogar los comportamientos de las mil especies de aves que habitan en el país, repartidas en 18 eco-regiones.

De ahí que hace un tiempo les hayan abierto las puertas de esta organización a un ejército de voluntarios entusiastas para colaborar en la paciente tarea de observación, conteo e identificación de especies –chorlos y playeros, por ejemplo– en plazas, parques, reservas, pastizales, playas y humedales. “Cuatro ojos ven más que dos –dice este investigador del CONICET–. Más observadores generan más datos, más datos generan mayores posibilidades de muestras o muestras más grandes y eso puede significar información más precisa”.

Sólo hacen falta binoculares, cámara de fotos, guías de aves y paciencia. Y luego cargar todos los datos –el lugar y la hora del avistaje– en el portal eBird Argentina (http://ebird.org/content/argentina), un sistema de registro digital de aves, desarrollado y administrado por el Cornell Lab of Ornithology de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, una de las entidades ornitológicas más destacadas del mundo, y presentado a nivel local recientemente con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCyT). Y así ayudar a los científicos y agentes de conservación.

“Mediante eBird, desde 2002, se logró revolucionar la forma en que miles de observadores de aves comparten sus datos –cuenta Di Giácomo–. Antes los proyectos clásicos de conteos de aves hechos por voluntarios se manejaban a través de listados enviados a un centro de información. El sistema de eBird, en cambio, permite que los usuarios o ‘birdwatchers’ puedan volcar y compartir sus datos de manera instantánea y ser utilizados por científicos en un creciente número de estudios”.

Así se proveen datos que, de otra forma, únicamente podrían obtenerse durante las esporádicas campañas y trabajos de campo de los investigadores. Los resultados son auspiciosos: desde que se lanzó eBird en Argentina en 2013 se han registrado 965 especies de aves. Y en lo  que va de 2014 ya se contabilizaron 650 especies.

Los números hablan solos: la corriente –o moda– de la “ciencia ciudadana” (conocida también como citizen science o crowd science) dejó de ser una tendencia en ascenso exclusivamente en el exterior. Es también un fenómeno que comienza a despegar en la Argentina: una práctica en apogeo que consiste en el aprovechamiento de la curiosidad, el entusiasmo y el tiempo de miles de aficionados con ganas de ayudar a investigadores en todas partes del mundo ya sea recolectando datos u ofreciendo tiempo de computación de sus computadoras o celulares para grandes proyectos científicos.


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Ciencia para todos

Aunque parezca ser un movimiento nuevo, bien del siglo XXI, en realidad, la ciencia ciudadana existe desde hace siglos. Por ejemplo, la mayoría de las colecciones antiguas de los museos de ciencias naturales se han conformado por las donaciones directas de particulares y a través de coleccionistas privados, de la misma forma que ocurría con las colecciones de arte. Los siglos XVII y XVIII vieron el auge de los científicos aficionados. Durante 200 años, los científicos profesionales como Isaac Newton fueron la excepción y los aficionados como Gottfried Leibniz fueron la regla. Charles Darwin, por ejemplo, desarrolló su teoría de la evolución por selección natural a partir de la evidencia suministrada por cientos de científicos ciudadanos de todo el mundo que le enviaban muestras a su casa de Londres.

Sin estar encadenados a una disciplina en particular, los aficionados tenían l una ventaja: a libertad para saltar de un área de la ciencia a otra. Y al estar por todas partes, cubrían prácticamente todo el mundo. Sin embargo, en el siglo XIX la ciencia se hizo cada vez más profesional. Y el amateurismo fue corrido a un lado.

Pero ahora vuelve.  Recargado: la ciencia dejó de ser monopolio de los científicos. La aparición y masificación de cámaras fotográficas electrónicas, computadoras, softwares y celulares en los últimos 20 años fortaleció el papel de los aficionados. Los volvió protagonistas: organizados en redes y coordinados por sitios webs, los científicos ciudadanos son con frecuencia los primeros en descubrir sucesos impredecibles. No tienen los grandes instrumentos y amplios proyectos como los científicos profesionales. Su ventaja, sin embargo, reside en la llamada “inteligencia colectiva”.

Ahora, con una computadora y una conexión a Internet, cualquiera puede catalogar huracanes, buscar señales de vida extraterrestre, descifrar los cantos de las ballenas, luchar contra la malaria o realizar experimentos de física subatómica  desde el living de su casa. Y también clasificar galaxias, como propone el proyecto Galaxy Zoo (www.galaxyzoo.com.ar) nacido en Oxford en 2007 y recientemente lanzado en la Argentina gracias a las gestiones de la astrofísica Patricia Tissera. “Las imágenes de las galaxias a clasificar provienen de grandes sondeos o censos espaciales como el Sloan Digital Sky Survey, Candels del Hubble Space Telescope y del  Infrared Deep Sky –cuenta la astrofísica Susana Pedrosa del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, dependiente de CONICET y UBA, que será el representante local del proyecto–. Hay en la Argentina una gran cantidad de astrónomos aficionados y sociedades de aficionados que tienen una maravillosa avidez por conocer y aprender y poder colaborar con la investigación en astronomía desde su lugar”.

A nivel global, el Galaxy Zoo cuenta con más de 500 mil miembros registrados y ha producido más de 40 trabajos publicados en revistas científicas especializadas. A fines de 2007, por ejemplo, la astrónoma aficionada holandesa Hanny Van Arke descubrió en una de las clasificaciones una rarísima nebulosa galáctica, con un hueco en el medio, que no se parecía a ningún otro cuerpo cósmico. Investigaciones posteriores determinaron que se trataba de un nuevo elemento: fue bautizado como “objeto de Hanny”.

Con proyectos como SETI@home –de análisis de señales de radio buscando señales de inteligencia extraterrestre, setiathome.ssl.berkeley.edu–, Agent Exoplanet –estudio de exoplanetas, http://lcogt.net/agentexoplanet–, Asteroid Mappers –cartografiar el asteroide Vesta, http://cosmoquest.org/projects/vesta_mappers–, la astronomía –la ciencia más antigua– avanza hacia una nueva era de exuberancia juvenil en la que los aficionados vuelven a tener una importante participación en todas las actividades.

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Las tres olas de la ciencia ciudadana

La ciencia ciudadana no sólo multiplica exponencialmente los ojos de los científicos. También puede ser clave en los países con pocos investigadores o con escaso financiamiento para proyectos a largo plazo. Básicamente porque ayudan a analizar cantidades impresionantes de datos que recolectan satélites, sondas espaciales, submarinas y climatológicas. O las cientos de cámaras que fotografían el Parque Nacional del Serengueti, en Tanzania, del proyecto Snapshot Serengeti (http://www.snapshotserengeti.org) que busca la colaboración de los internautas para identificar las especies que aparecen en miles de  fotos aún no catalogadas.

La primera ola de la nueva ciencia ciudadana se dio con la ayuda de las computadoras: el uso de la computación voluntaria distribuida por parte de un batallón de ciudadanos que ceden la capacidad computacional de sus máquinas cuando no las están utilizando. La segunda ola vino luego en forma de videojuegos: iniciativas como FoldIt (fold.it) o eteRNA (http://eterna.cmu.edu/web), incentivaban a los usuarios a resolver puzzles moleculares relacionados con el plegamiento de proteínas y ARN. Y a través del juego, ayudar a biólogos y genetistas como es el caso de  MalariaSpot (http://www.malariaspot.org) en el que hay que contar en un minuto el número de parásitos presentes en muestras de sangre digitalizadas para el diagnóstico de la malaria.

Ahora está surgiendo una tercera ola: proyectos  de ciencia ciudadana para participar sólo desde el teléfono celular. Como la aplicación Samsung Power Sleep (disponible gratuitamente en Android), un despertador que permite compartir la capacidad de cómputo del gadget y así colaborar descifrando datos en la lucha contra enfermedades hereditarias, el Alzheimer o el cáncer emprendida por la Universidad de Viena y la Universidad de Munich.

El mensaje es claro: no hay excusas. Cualquiera puede colaborar con la ciencia desde un celular o una computadora. Una nueva era de investigación y descubrimiento ha comenzado.


Para más información

ZooUniverse: portal de varios proyectos de ciencia ciudadana

https://www.zooniverse.org



((RECUADRO))

Inteligencia colectiva

Diez proyectos para colaborar con la ciencia desde casa

1. The Whale Song Project

whale.fm

Estudio de la comunicación entre ballenas.

2. EyeWire

eyewire.org

Proyecto del Instituto Max Planck para mapear las conexiones entre las neuronas de la retina.


3. Orca Game

http://orchive.net/games/1

Clasificación de las vocalicaciones de las orcas.


4. Stardust@Home

http://stardustathome.ssl.berkeley.edu/

Búsqueda de granos de polvo interestelar

5. Moon Mappers

cosmoquest.org/mappers/moon/

Para cartografiar cráteres en la Luna.

6. EarthDive

http://www.earthdive.com/

Proyecto para buzos que quieran preservar la salud y diversidad de los océanos.


7. PacificBio

http://www.pacificbio.org

Mapear la biodiversidad sudamericana


8. CreekWatch

creekwatch.researchlabs.ibm.com

Aplicación impulsada por IBM. Su objetivo es monitorizar la calidad del agua de una región.


9. Project Noah

www.projectnoah.org

Su objetivo global es crear una base de datos mundial sobre todos los seres vivientes, ya sea flora, fauna u otras formas de vida.


10. GLORIA

http://gloria-project.eu/

Red social astronómica con acceso a 17 telescopios en ocho países para colaborar en experimentos de alta complejidad.